Partida Rol por web

-¿Y hacia dónde?- preguntó el enano a fin de consultar el plan general. -¿Hacia el norte por donde enfrentamos a soldados en un principio?- el enano consideraba que ese era el camino correcto, aunque también consideraban que ya estaban algo tocados y desgatados, por lo que continuar con su asalto podría ser muy riesgoso, sobre todo si el enemigo llegaba con refuerzos.

-¿Y si volvemos para atrás y tomamos el camino que dejamos a la izquierda?-les pregunto justo cuando el enano parece sugerir lo mismo, así que le lanzo una leve sonrisa. Es un enano, pero trabajamos juntos, bastante tensión tiene ya con la semiorca como apara añadirle más encima.

Viendo el entorno parece lo más sensato, pero cuesta trabajar en equipo.

Mis ojos se deslizan por el altar de nuevo, pero los aparto rápidamente, no quiero que me vuelva a doler la xabeza.

-¿Y bien? ¿Qué creéis? 

Melrone asintió ante las palabras de Thorsteinn y Dailena y echó un vistazo al grupo. Glavra era la que más tocada del grupo estaba en estos momentos pero las pociones y sus poderes eran escasos, por lo que decidió no actuar por el momento.

El grupo finalmente decide desandar el camino, pero rápidamente el grueso queda detrás de la semiorca, quien al parecer frustrada por no haber podido trepar el farallon o quizás molesta por otra cosa, apura el paso para llegar cuanto antes a esa luz.

Enseguida la pierden de vista al doblar la esquina del montículo, mientras ella se adentra en las penumbras del lado inexplorado. Ahí al costado, todavía descansan las dagas y espadas del primer grupo de soldados, junto a sus cuerpos, pero les ha ignorado completamente. Se llevaran algo a casa ahora?

El grupo finalmente decide desandar el camino, pero rápidamente el grueso queda detrás de la semiorca, quien al parecer frustrada por no haber podido trepar el farallon o quizás molesta por otra cosa, apura el paso para llegar cuanto antes a esa luz.

Apenas doblas el recodo del montículo distingues una columna caída a un costado, cerca de los cuerpos de los soldados que enfrentaron antes. Otra ruina que indica la presencia de una pasada estructura en este sitio. Distraída por eso tal vez, ni notas el siguiente ara hasta casi estar junto a ella.  Ni al mago rojo o a sus guardias, quienes conferenciaban en silencio a un costado…

En esta ocasion solo hay un soldado… La tercera figura, es un imponente caballero de pesada armadura, con un grueso escudo. Todos ellos se vuelven a mirarte al llegar, ya que no te has molestado en ir silente; aunque se nota que esperaban a alguien diferente.

-Al fi... esperen... tu no eres... +masculla el mago, estirando la mano. Una nueva lucha ha comenzado. Y esta vez, eres tu quien la comienza sola.

Suspiro sonoramente al ver como la orca avanza de nuevo sin el grupo. 

"Conseguirán que la maten. Ser hábil en la lucha no te convierte en inmortal" pienso mientras camino junto a mis compañeros atenta por si escucho algún quejido o sonido de lucha al otro lado, por el que se ha ido Glavra.

Por si acaso voy con mi arco en mano, lista por si aparece alguien a quién atacar.

Muy bien. Más para mi -  Pienso cargando contra el caballero espadón en alto. -¡¡TEMPUS!!!  - Grito, estando segura de que mis compañeros escucharán mi grito de batalla.
 

La orca de nuevo buscaba la muerte, bien para él pensó, una aberración menos en el mundo. No obstante, si la orca quería una muerte gloriosa, al menos intentaría sacarle provecho por lo que avanzando a distancia se preparó para una posible nueva batalla tomando su hacha arrojadiza para dar el primer golpe.

 -Dailena, toma la esquina- le exclamó a la elfa sin levantar demasiado la voz señalándole una posición cercana a ella y desde la cual podría atacar mejor a distancia.

Fivo se puso de nuevo en marcha silbando una canción, sin embargo se detuvo casi al instante recordó que debían ir en silencio. Imitando a Dailena el gnomo preparó su arco por si aparecía algo a lo que disparar, aunque con sus cortas piernas y yendo en la retaguardia del grupo no tenía muchas posibilidades de ver nada.

Glavra se había alejado tan rápido que ya no la veía, pero no estaba especialmente preocupado por ella; la grandota semiorca era más dura que el pan que les servían en el campamento de Knox y era capaz de cuidarse sola. Por el contrario el gnomo, picado por la curiosidad, miraba continuamente a su espalda, preguntándose intranquilo cual sería el secreto de la pared mágica que habían dejado atrás.

La semiorca carga con su impetu habitual sobre el caballero, el cual se vuelve con una larga espada preparada en su mano. Sin embargo, en vez de defenderse, absorbe el tremando impacto del espadon, que le abre una fea herida el hombro pese a su armadura. Sin embargo, sigue en pie y en su lugar aprovecha para devolver una estocada a Glavra, que esta consigue esquivar por los pelos. El otro soldado tambien se lanza sobre ella, pero con su espada corta, y en esta ocasion es la cota quien la protege.

Mas lento en reaccionar, el mago extrae una varita de su manga y apunta a la barbara. La esfera de luz impacta en ella plenamente, golpeando con fuerza. Pero la mujer no cae por esto, pese a que el daño se vuelve serio.

-Detenganla un momento. +ordena friamente, al ver que sigue en pie. Habra que usar medidas mas contundentes.

¡¡TEMPUS!!!  

El grito que viene de mas adelante, invocando al belicoso dios, tiene claramente el tono de Glavra. No cabe duda que ha empezado otra batalla.

Melrone deja su burro y toma la esquina mientras prepara la maza una vez mas. Daren le imita con la ballesta presta. Sin embargo, el grupo que avanza con cautela aun no logra ver a los enemigos a los que su impaciente compañera debe estar enfrentando... Las profundas penumbras del rincon del valle les impiden siquiera distinguirla a ella. ¿La dejaran a su suerte o avanzaran ciegamente a lo desconocido?

Vuelvo a atacar al caballero con intención de matarlo pero esta vez no creo que pueda herirle.

Hay demasiados enemigos, de no recibir ayuda pronto posiblemente sea mi fin, pero trataré de vender cara mi vida. - Así sea, esta noche cenaré en Sovengard, a la derecha de Tempus. 

-Vamos a ayudarla. Ellos no saben que estamos con ella, usemos el factor sorpresa- les digo convencida esperando que no haya muchos enemigos esta vez.

Así que avanzo con cautela, esperando que no me descubran mientras las figuras se hacen cada vez más visibles a mis ojos élficos. 

No me tomo a mal las palabras de Thorsteinn porque creo que ya vamos viendo poco a poco como somos cada uno. Prefiero evitar los conflictos en la medida de lo posible, después de esto seguramente no volvamos a vernos, así que mejor hacer las cosas bien.

El gnomo casi chocó con Dailena al escuchar el grito de batalla de la semiorca. Sin duda se había metido de nuevo en problemas, o con un poco de suerte habría encontrado a un mago para intentar capturarlo, pero al ver la facilidad con que el anterior había escapado de ellos no sabía si Glavra sola podría atraparlo.

- Te sigo, Dailena. - dijo el gnomo agitando su arco mientras avanzaba con prisas tras la largüiducha elfa.

Nada más escuchar la conocida voz de Glavra, Melrone silbó a su burro para que este le siguiera. Por si alguien aparecía por sorpresa e intentaba secuestrarlo o incluso matarlo, decidió que no le dejaría en un lugar alejado y donde no pudiera tenerlo a vista.

El anciano asintió a las palabras de Dailena y junto a su burro, caminaron rápidamente en dirección a la voz de Glavra. Maldita sea. Lanzarse sola a por el enemigo acabará pasándole factura no solo a ella sino a todos nosotros. Pensó a medida que se acercaban hacia aquel oscuro lugar.

Estaba andando junto al resto del grupo mientras me quedaba absorto en mis pensamientos por algunos momentos. Algo se me pasaba por ambos lados: Tanto la pared mágica como aquellos altares rituales. Esa demonología... ¿Quien habría preparado todo aquello para romperlo? ¿O quizás era anterior?... Sin hacer demasiado avancé con el resto del grupo, suspirando.

El caballero detiene fácilmente el golpe de Glavra con el escudo, mientras retrocede un paso. Con dos dedos, saca una poción de su cinturón y la empuja bajo el yelmo para beberla, seguramente a fin de restaurar sus fuerzas y cerrar la herida, mientras el soldado detiene a la semiorca por su cuenta. Este no es ni mucho menos un espadachín diestro, pero su espada roza la cota de la barbara lo suficiente como para preocuparse.

Mientras tanto, el mago cambia su estrategia, y conjura algo que le resulta familiar... la saeta verde! Pero a diferencia del anterior conjurador, esta vez la punteria es perfecta, y el proyectil se dispara sin fallo a su costado... No se produce el agudo pinchazo, no obstante, sino un quemante agujero en el costado de la guerrera!

Puede sentir como su carne se consume, en el momento que pesados pasos entran a la hondonada... Los enanos vienen al rescate, finalmente. O por desgracia, según quiera verse.

Thorstein toma la delantera, seguido por Melrone, quien deja atrás a su burrito. Al avanzar en la hondonada tienen mas claro el panorama, cuando divisan otro altar, y detrás de este a Glavra batiéndose con un segundo grupo de thayanos. A diferencia del anterior, en este hay un caballero de pesada armadura y con un grueso escudo, cubriendo al mago rojo mientras un soldado se bate a solas con la semiorca.

Justo cuando entran, el mago lanza una saeta verde sobre Glavra, hiriéndola en el costado!

Mientras los dos enanos avanzan, Fivo y Daren que eligen quedarse detrás, no ven gran cosa en las penumbras, por lo que mas bien acompañan al burrito que ha vuelto a quedarse en retaguardia. Solo Dailena, con sus agudos ojos elficos, distingue adelante un poco a la figura alta que debe ser su compañera luchando con otras sombras… pero no lo bastante claro como para disparar. 

¡Auch! - La flecha ácida duele horrores y posiblemente más que me dolerá en breve.

Estoy muy castigada así que toca una retirada estratégica. Imitando al caballero retrocedo un paso y busco una poción que bebo de un trago aunque para variar no me hace mucho efecto y tengo que beberme una segunda para notar una verdadera mejoría.

Al fin logran divisar a la semiorca y a sus enemigos.

- ¡Paladín! Esta vez no escapará el mago. Bloqueemos sus vías de escape.

Señala la zona en la que hay una bifurcación hacia la derecha al tiempo que comienza a correr para auxiliar a su compañera.

- ¿Cómo te encuentras? - Pregunta en relación a sus heridas recientes, al tiempo que se coloca a su lado, prepara su maza y mira con actitud amenazante a los caballeros y al mago.