Partida Rol por web

Malon, que hace rato que no prueba bocado salvo aquella mísera ración de viaje, piensa: Mira que si es un maestro pastelero itinerante que va de pueblo en pueblo pregonando su arte... Hmmmmm, me comería ahora mismo un pastel de nata; no, mejor de chocolate y fresas.

Y en eso que se esfuerza por adivinar qué pueda haber en el carro desde donde se encuentra, forzando la vista para conseguir mejor perspectiva.

Porras, recuerda mirando en derredor, a ver si no hay nadie más para ayudar a desatascar la carreta y tengo que arrimar el hombro...

Avanzas sigilosamente hacia el carromato, el mercader parece no haberte oido pues no levanta la mirada en ningún momento, aunque cualquiera sabe con los humanos.

Tras repasar con la mirada el escenario, no distingues nada que no vieras pies atrás, además de que, por mucho que te esfuerzas, tu estatura no te permite discernir el contenido tapado por las mantas.

Vamos Kress- musita el mercader mientras le da pequeños tirones de las correas. Segundos más tarde, el caballo reacciona y empieza a tirar con fuerza; en un principio sus intentos son infructuosos pero, finalmente la rueda empieza a elevarse.

Malon echa una mirada furtiva por encima del hombro, a ver si puede ver qué hay debajo de la manta, pero un traqueteo inesperado le hace saltar con un ¡Uau! divertido, lo que tiene como consecuencia que se olvide por completo de la carga del carromato y se disponga a repetir la experiencia al próximo bache.

Cita:

Malon, aún estando bajo el influjo de la visión de la espada, no puede permitir que el mercader pierda en un descuido el capital que tanto le ha costado ganar, así que con un diestro movimiento le echa mano a la bolsa.

Su intención, si lo consigue, es decirle al mercader: Se te ha caído esto, para generar buena voluntad y que le deje echar una buena mirada a la espada larga.

- Humm, gracias por avisar. Pero sientaté y estate quieto de una vez!- exclama Warlonk, ahora algo menos cabreado. Una vez acaba de cerrar completamente la capota que cubre las armas, se sienta y coge las riendas para continuar dirigiéndo a Kress.

Todos los sentidos del kender le avisan de que algo anda MUY mal, aunque no se pueda ver el qué. Malon empieza a balancear el júpak para coger impulso, mientras mira en todas las direcciones en busca de algo que se mueva.

Bueno, anuncia Malon con regocijo, o son los restos del mercader propietario de esta nueva carreta, o es alguien agazapado bajo la manta, que nos quiere emboscar. Sólo hay una manera de saberlo.

Y sin encomendarse a nada, Malon suelta una pedrada con el júpak en dirección a la manta, sin intención de herir sino simplemente de que caiga allí.

Cita:

Casi decepcionado por el hecho de que no se tratara de un dragón rojo agazapado bajo la manta, Malon mira al mercader, se encoge de hombros y baja de la carreta, dirigiéndose hacia el bulto cubierto por la manta, sin dejar de echar miradas a diestra y siniestra a la carreta vacía, a los alrededores, y a la madre que parió al susodicho bulto.

A una distancia prudencial, utiliza el júpak como vara y levanta una esquina de la manta, a ver qué hay debajo.

Malon, consumido por la excitación de lo desconocido, intenta Buscar trampas en el bulto, pero su torpeza es notable (¡esos nervios!).

El trasgo, que estaba penosamente escondido levanta la cabeza. Al ver que le miras a él, levanta la maza y el escudo, haciendo una serie de movimientos obscenos retándote a entrar en combate singular.

Malon se agacha, coge del suelo una piedra (si puede ser, la que lanzó antes, si no, otra), la coloca en el júpak y la lanza con mucha mala gaita contra el trasgo que él interpreta quiere quitarle la llave mágica (¡habráse visto!)

El trasgo se tambalea con la pedrada que impacta en su cuello, haciendo que gire la cabeza un momento. Sin embargo, parece que, aunque le ha hecho daño, no lo suficiente para intimidarle, por lo que carga contra tí en un ataque de rabia. Ataque que, para alguien acostumbrado a tener que escabullirse de donde no le aprecian, es bastante fácil de esquivar, un giro de cuerpo y su maza pasa lejos de tí.

Malon, decidido a que ningún goblin importuno le moleste en sus ensoñaciones acerca del posible valor de la llave, empuña el júpak como si de un bastón se tratara y golpea al goblin con fuerza en la cabeza, a ver si le instila algo de raciocinio, a la vez que le dice: ¡A ver si nos lavamos con más frecuencia, que atufas a sobaco de una hora lejos, so guarro!

Cita:

Como quiera que de los escarmentados nacen los avisados, Malon echa una nueva ojeada en derredor para ver si hay más "visitantes inesperados" y cerciorarse de que Warlonk se encuentra bien, y luego se acerca a los arbustos de forma que si el ruido se mueve de izquierda a derecha, él se acerque por la izquierda, con la idea de aparecer detrás de lo que sea que se mueve, o viceversa.

Malon libera rápidamente al hombre de la mordaza, sin perder de vista los alrededores, por si el recientemente fallecido goblin tuviera algún colega cerca.

Humedece con agua de su cantimplora un trapo limpio, y con él hace lo que puede por atender a los cortes de la cara del anciano, mientras examina con ojo de experto la cerradura que mantiene aherrojado al anciano.

Curso de actuación: a) registrar al goblin por si llevara la llave encima, que sería no normal; b) comprobar si por asomo la llave encontrada en el bulto fuera la del cerrojo; c) fallando lo anterior, Malon saca sus ganzúas y se pone a hugar en la cerradura.

A menos que la cerradura sea la más sencilla de todo Ansalon (CD10), no consigue abrirla y además rompe una de sus ganzúas favoritas.

Malon se da cuenta de que no va a atrapar al anciano, pero no quiere emplear la violencia contra él, por lo que recurre al viejo truco kender del insulto, y sin dejar de correr tras el anciano le dirige una serie de comentarios que implican diversas posiciones sexuales indescriptibles, una cabra y media docena de furcias, a ver si consigue que se detenga y se vuelva... con un éxito bastante mediocre.

El anciano parece no inmutarse al oir las posiciones sexuales, las furcias ni los comentarios referidos a que su madre era bastante amiga de ellas; pero al oir el comentario acerca de la cabra, se vuelve y grita:
- Sí, pero a mi por lo menos me querían mis padres.- El insulto, aunque pudiera parecer estúpido y sin sentido, podría considerarse como uno de los que más daño pueden llegar a hacer sobre la persona adecuada.

Aferro con una mano el júpak, sin mover ni un músculo, y espero unos segundos a ver qué sucede, sobre todo para enfocar la vista.

[EDITO]

Si no hay nadie dentro del campamento, me muevo a rastras hasta donde está Kirir y le muevo suavemente para despertarle mientras me preparo para defenderme si es menester, mirando hacia la dirección de donde vienen los ruidos.

ves como las "sábanas" son en realidad gruesas telarañas acumuladas por el paso de años y años.

Hhhm, piensa Malon. Para acumular tanta telaraña y de ese tamaño, o bien ha pasado la tira de tiempo... o las arañas por aquí son de tamaño elefante.

Y por lo que pudiera pasar, se asegura de tener bien a mano el júpak.