Partida Rol por web

Día 7, Abismo de la Gargante de Serpiente.

   Salís apresuradamente de las cavernas. Una vez que habéis puesto algo de tierra por medio, buscáis un lugar resguardado y os ponéis a descansar, haciendo los trolls las guardias nocturnas. Amanece con el cielo rojizo-plomizo. Va a llover.

   M´tchala, se ofrece a quedarse atrás tras traspasar la roca con las runas que os fue entregada al inicio a Zashi. El chamán esperará al resto que aún no han salido de las cavernas, mientras vosotros os dirigís a hacer entrega de la estatua.

   Recogéis el campamento, han pasado siete días ya.

   El cielo se llena de nubes negras, miráis la estatua que está al descubierto, dudando si la lluvia puede dañarla, si será prudente cubrirla, o si dejarla tal cual. Aún tenéis que escalar las laderas del abismo que rodea la depresión que se conoce como La Garganta de Serpiente. Si bien subir por las escaleras no es complicado, con una estatua de tamaño casi humano que pesa, si puede serlo. Al menos, con el cielo nublado, no emitirá reflejos.

   De cualquier forma, hay que ponerse en marcha.

.

—Grrrr... Luz delata. —Cómo podía descubrirles y a la vez dejarles ciegos era algo que a Ur siempre le maravillaba. Tanta maldad solo podía superarla el caos. —Ur tapa a pequeño dios. —Con su enorme saco de dormir estaría bien. Sobraba por todos los lados. Así el brillo del dios no atraería a todo el mundo en trescientas millas a la redonda. —Disculpar, majestad, pero... —Y explicó el proceso al dios con todo detalle antes de envolverle.

Él era grande y fuerte, y podía cargar al pequeño dios sin problemas, seguro. Si acaso la falta de una mano para agarrarse... Si. Miró la larga escalera. Sin manos, Ur trastabillando en una empinada escalera podía ser un problema, al menos para quien estuviera detrás de él.

—¿Alguien saber nudos cuerda? Ur llevar a la espalda al pequeño dios.

Al enredar en su equipaje añadió: —A Ur acabar comida. Solo para hoy. —No pudo evitar mirar a los pequeñajos. A esta altura le daba igual si era un exquisito elfo o un vulgar humano. Por fortuna todavía quedaba trolkin para comer, pero mañana en el desayuno... Solo de pensarlo, babeaba.

Ayudé a atar el mugriento saco con el que el troll había cubierto la estatua, así no se desprendería y dejaría al descubierto el brillo del precioso metal. Nada más hacerlo, me separé de ellos, dado que no quería estar tan cerca del oloroso troll que me miraba con ojos hambrientos. El camino iba a ser complicado, pero prefería hacerlo a estar en las profundidades de las cavernas de las que habíamos salido.

-"Si estamos listos, partamos de inmediato." Dije en general.

Como había hecho en las cavernas, me quedaría en retaguardia, con el arco preparado, por si algo nos seguía. Mi buena vista me ayudaba a ver a lo lejos, y también podía controlar los movimientos de los trolls. ¡No quería ser comido por la espalda!

A pesar de que las nubes tapaban el ardiente sol, Kuzlass se echó su pomada en las orejas, para evitar las dolorosas quemaduras que una exposición prolongada a la luz podría causarle. Después, ayudó al elfo a atar la estatua del dios a la espalda de Ur. Mientras lo hacía, Aeril pudo casi notar cómo el troll negro olisqueaba a su alrededor en un par de ocasiones. ¿Estaba tratando de determinar si era bueno para comer o solo eran imaginaciones del elfo? En cualquier caso, si Kuzlass, igual que Ur, trataba de merendarse al elfo, al menos lo disimulaba mejor que el enorme gran troll.

Después, el troll produjo un sonido áspero con la garganta —Ajjj —mientras se apartaba del elfo. Se quedó cerca de Ur, observándolo.

—Ya no se te caerá, Ur-El-Que-Se-Comió-Un-Escarabajo —añadió, mirando a su compañero de clan—. Solo asegúrate de no caerte tú y, si lo haces, de no aterrizar de espaldas —Señaló a Ur amenazadoramente con un dedo en el que se podía ver una uña fea, larga y bastante afilada—. Si se rompe la estatua, todos nuestros esfuerzos valdrán lo mismo que excrementos de trollkin y me aseguraré de que nunca recuperes tu nombre.

Después, miró al resto del grupo. 

—El dios de las tormentas nos ayudará hoy —dijo, señalando al cielo—. Podemos avanzar protegidos por sus nubes del ojo amarillo de Yelm. Si logramos llegar a la escalinata antes del mediodía, deberíamos descansar allí e iniciar la escalada al atardecer, antes de que las frías y acogedoras sombras os dejen ciegos y acobardados.

Salir de las cavernas, me había devuelto algo de energía y al menos mantenía un ánimo mucho más elevado del que había tenido en las simas profundas. - Avancemos pues ... cuanto antes entreguemos la estatua, antes terminaremos la misión y seremos recompensados. La verdad era que el saquito de monedas que habíamos conseguido, no había merecido el esfuerzo. 

Caminaba con el grupo cuando de repente habló. - ¿No creen que deberíamos intentar cazar algo? - Dijo desde su lugar en la fila que avanzaba a través del campo cubierto de nubes. - Así podríamos apaciguar los rugidos del estomago de Ur. Lo necesitamos alimentado y con fuerzas para cualquier eventualidad. - Abrió su palma a las grisáceas nubes que les cubrían. Ella sabía que los dragones traerían agua a estas tierras pero no quiso ofender al troll por lo que no contradijo su comentario. - Pronto el dios de las Tormentas dará paso a la lluvia. - Regresó al tema de la comida. - Además, los gruñidos del estómago de Ur son tan llamativos como la luz de la estatua. - Rió suavemente para si misma, luego continuó. - Sin embargo, yo también me estoy quedando sin provisiones. Deberíamos considerarlo.

Ur se sintió agradecido. Si la lucha contra el caos dictara la necesidad de alimentarse con sus aliados, seguramente elegiría a Zashi la última. Sin embargo, la debida obediencia le obligó a prestar atención a Kuz.

—Arrrjjj... —gruñó Kuzlass, al escuchar la propuesta de la hechicera humana—. No es este un buen lugar para cazar. No en el Abismo. Aquí solo hay monstruos del Caos que no se dejarán cazar fácilmente. 

Señaló hacia el lugar por el que se encontraba la escalinata.

—Mejor llegar hasta allí y subir hasta el territorio de los humanos. Mejor caza allí. Bestias salvajes y rebaños sin vigilar. Mejor caza.

En ese caso será mejor que nos demos prisa. - Miró nuevamente al cielo. - Será difícil ascender una vez el obsequio del agua comience a caer sobre nosotros y sobre el abismo. - Observó una vez más, pero en esta ocasión hacia la escalinata. - Veo complicado el ascenso con los escalones mojados. - Suspiró. - El tiempo apremia. ¡Andando!

   Aeril hace unos excelentes nudos que sería la envidia de cualquier marino y amarra la estatua que da gusto.

.

.

   Avanzáis a buen ritmo antes de que pase el día y llegáis a un lugar del abismo que pensáis que es factible subir sin pasar por los pasos más vigilados. Antes de subir Aeril asegura la estatua y las telas que la protegen y acolchan con hábiles nudos que harían que se muriera de envidia cualquier marino.

   Luego cogiendo las cuerdas que tienen tanto Aeril como Beruthiel sube primero por la ladera hasta arriba. Luego, una vez arriba y con las cuerdas podéis subir la estatua con facilidad y luego vosotros.

   Una vez en ya fuera de la garganta, tanto Aeril, como ambos trolls, a instancias de Zashi, hacen una rápida búsqueda de caza, pero no encontráis rastros que os lleven a presa alguna, aunque el elfo aprovecha el tiempo y encuentra fruta, bayas y raíces comestibles. No va a ser carne de venado, pero en cantidad suficiente.

   En unas pocas horas va a anochecer otra vez, y tenéis que decidir donde descansar, si evitar caseríos y aldeas, si dormir al raso... donde  como dormir, si no dormís... esas cosas.

.

Era bien sabido que un troll podía comer casi cualquier cosa. Se llevaba a la boca grandes puñados de aquellas raíces con planta y todo. Y una buena cantidad de tierra "Ur debe comer fibra": variadito. Recibió con agrado la llegada de la oscuridad.

Pequeño dios hacer que gente hacer preguntas. Quizá pequeño dios querer seguidores.

Conseguir salir del Abismo puso a Kuzlass de mejor humor. El troll negro parecía algo menos nervioso ante la posibilidad de una emboscada una vez se encontraron en tierras humanas. Aunque no encontraron sabrosa carne que devorar, las piezas de fruta y las raíces sirvieron para engañar el hambre. Kuzlass además arrancaba ramas pequeñas de los árboles cercanos y las iba devorando de forma sistemática (primero las hojas, luego la corteza y finalmente el tronco) mientras avanzaba en el atardecer.

—Avancemos mientras aún no es noche cerrada y busquemos algún abrigo para que descanséis —dijo el troll—. Puede que haya alguna cueva o un árbol caído que podamos usar como refugio más adelante.

Después de avanzar con bastante dificultad, llegamos al fin a un terreno más llano. Era casi de noche y había que alimentarse. Salí en busca de alguna presa, pero no encontré nada que pudiéramos asar. En cambio, traje bastantes raíces y bayas para quitarnos el hambre de momento.

-"Sí, busquemos un sitio que nos de algo de cobijo y descansemos hasta el alba. Habrá que hacer guardias, no quiero verme sorprendido en mitad de la noche por alguna criatura del Caos." Dije mirando de reojo a los trolls.

¿Serían capaces de comerme en mitad de la noche, mientras dormía? Estaría atento a ello...

Estoy de acuerdo, será una buena opción. - Comió con delicadeza la bayas y raíces traídas. - Descansar nos será de ayuda antes de emprender la marcha por las tierras altas. - Terminó su comida y levantó presta campamento (sus cosas) para continuar con la marcha. En el fondo, también agradecía haber abandonado el abismo con todas las amenazas y problemas latentes que este albergaba. Luego, como secundando la idea del elfo agregó - Buena idea, nos podemos turnar para vigilar. Nunca se sabe si puede sorprendernos un enemigo inesperado. 

Parecía que las viandas encontradas por el elfo, habían calmado el humor de los trolls ... que por ahora se conformaban con las raíces y dejaban de mirarnos como a su próxima comida. Incluso el sabor de la comida fresca había tenido un efecto beneficioso en mí. - Tenéis razón deberíamos descansar y como señala el elfo, sería cosa de hacer guardias. Niego con la cabeza pensando en los ogros a los que nos habíamos enfrentado. - No creo que nos dejen marchar con lo que llevamos, sin oponer resistencia. Yo haré la primera guardia.

Ur había caído en la ilusión, por un momento, de que estaba en una caverna inmensa. Así parecía el cielo con el manto de nubes que Orlanth había tendido sobre él. Suspiró con tristeza. Añoraba tener un agujero donde meterse. Precisamente se comenzó entonces a hablar de buscar un refugio. De inmediato comenzó a buscar, con un gruñido de impaciencia.

   Tras unas cuantas búsquedas, encontráis un rincón alejado de las rutas principales, donde una grieta forma una especie de cueva abierta, suficiente para dar resguardo. Y no demasiado visible. Tras quedaros allí, montáis un campamento sin fuegos para pasar la noche.

   Pese a los recelos de elfo, amaneció con todas sus extremidades intactas y sin siquiera un mordisquito. Entre unos y otros os cubrís las guardias y la noche pasa apaciblemente.

Día 8, Alrededores de Alda-Chur, camino de Jotenheim.

   El día amanece fresco, pero sin lluvia. Si todo va bien, podéis llegar al anochecer a Jotenheim y entregar la estatua, os ponéis en marcha sin mayor problema. El viaje esta siendo por ahora bastante tranquilo, quizás demasiado.

.

La fría y acogedora noche había dado paso al luminoso y doloroso día. El grupo levantó el campamento y se puso en camino. Kuzlass se dio la pomada para las orejas. Echaba de menos su sombrero de ala ancha, que le habría protegido aún más de los rayos del sol, pero no servía de nada lamentarse. 

El camino parecía tranquilo. Demasiado tranquilo. El troll negro permaneció atento a la posible aparición de enemigos.