Partida Rol por web

12 de noviembre de 1984 - ¿?

Aquellos que estaban despiertos al cruzar el Paso descubrieron que el mar sufría un desnivel hacia abajo, como si en lugar de una masa de agua estuviesen surcando una de tierra. La pequeña catarata los llevó bajo el mismo mar, por un túnel que no era ni de cristal ni de cualquier otro material: se trataba simplemente de un agujero en el océano.

Las olas hacían que las paredes del Paso se ondulasen. Había algo de reverberación allí dentro. El calorcito del sol se convirtió en un frío húmedo y oscuro, aunque algo de luz llegaba desde la superficie, arrojando sombras ondeantes sobre la lancha. El ruido del motor se vio disminuido al retumbar el canto de las ballenas. Risas infantiles y juguetonas resonaron contra las paredes de agua y de ellas surgieron caras de ondinas y elementales acuáticos, peces amigables y feas barracudas. Alguna mano intentó tocarles desde arriba y alguien les arrojó algas de vivos colores como pelucas de travestis.

Según la pendiente se inclinaba hacia arriba cruzaron un velo invisible que les dejó helados como si hubiesen entrado en un banco de nubes. Salidos de ella comenzaron a recordar y a notar los cambios en ellos y en sus compañeros. Sus identidades se desfiguraron y empezaron a tener ideas y recuerdos que pertenecían a otras personas. Sin dolor ni molestia sus rostros y pieles cambiaron. En las paredes de agua, cada vez más opacas, observaron sus reflejos.

Ashantii y Nadim se habían vuelto más altos, con las extremidades más largas y movimientos fluidos como las olas que los rodeaban. Sus ojos se habían oscurecido y si se miraban fijamente uno podía quedarse hipnotizado, maravillado ante los parajes que evocaban.

Damara era una visión espantosa. Su piel se tornó blanca azulada, como la de un cadáver ahogado. La melena oscura caía sin vida y mohosa, y en los ojos negros había brotado una membrana legañosa que se asemejaba a un tercer párpado. Los dedos de las manos se alargaron y una fina membrana surgió entre ellos. Toda ella parecía cubierta de una sustancia aceitosa, como baba densa que olía a cementerio, que haría las veces de lubricante cuando se colase entre barrotes.

Contrapuesta a su terrorífica apariencia, Silveth y Shyam brillaban con un resplandor increíble. Habían perdido su apariencia humana y ahora todo lo que quedaba era una belleza que sobrecogía. Los ojos se agrandaron, los rasgos se volvieron angulosos y las orejas crecieron hasta alcanzar el palmo de longitud. Era difícil dejar de contemplarlos y hacerlo dolía a los ojos. Tan distinguidos y poderosos, eran capaces de provocar que las venas se congelasen y los corazones ardiesen al mismo tiempo.

Calandra y Van Doren se metamorfosearon en criaturas únicas. El primero se volvió muy delgado, con las piernas y los brazos muy finos, aunque las caderas se le ensancharon y el abdomen se hinchó. Las alas se volvieron enormes y más coloridas, mucho más fuertes y sensibles que antes. Un fina pelusa le creció en la piel, más oscura en las extremidades. Las antenas crecieron en tamaño y se enroscaron, los ojos se tornaron insectoides en las cuencas humanas, irisados y cambiantes según les diera la luz. Lo más sorprendente fue la lengua. Dentro de su boca no lo parecía, pero al sacarla era el triple de larga y tan útil como un dedo extra.

Van Doren, por otro lado, se descubrió mirándose con ojos extra. Los suyos se habían juntado a la nariz y le habían brotado dos más a cada lado. Toda su piel se oscureció y se volvió como el ébano, brillante y lustrosa. Las uñas le crecieron varios centímetros y se tornaron afiladas. Su torso encogió y su abdomen se hinchó de tal manera que tuvo que desplazar a su compañero de asiento. Tenía los colmillos tan lárgos que le asomaban sobre los dientes aunque tuviese la boca cerrada. En su Velo se abrió un agujero en donde debía estar el ombligo y en él apareció una protuberancia oscura. La primera vez, sin darse cuenta, lanzó un hilo pegajoso que fue a dar a Silveth en la espalda. Tanto ella como Calandra explotaron en risas. De repente todo tenía un potencial hilarante peligroso.

-Oh... -Van Doren antes de taparse la boca con la mano y echarse a reír junto con Calandra-. Me había olvidado de que esto también me pasó la última vez. Lo siento mucho, Silveth. Ojalá hubiera apuntado a otro lado.

La pooka parpadeó con sus cuatro ojos y miró al resto intentando calmarse, pero todo lo que veía a su alrededor le parecía gracioso en extremo. La lengua del pooka mariposa, por ejemplo, y el aspecto de Damara.

-Damara, cariño, parece que te has maquillado con superglú y un soplete -dijo acercándose a ella y haciendo ademán de ir a tocarle el pelo, pero la mujer araña se lo pensó mejor en el último momento-. Ugh, tenemos que hacer algo con eso.

Al darse la vuelta, los ojos de Van Doren se cruzaron por primera vez con Shyam, que resplandecía con luz propia. Podía sentir como le irritaba las córneas, pero no podía dejar de mirarlo.

-My, my... Creo que me está empezando a entrar mucha hambre... -susurró relamiéndose los colmillos.

Calandra estalló en risas, probó su nueva lengua y volvió a reírse. Cuando Van Doren se levantó, siguió su ejemplo, y durante un momento pensó en acercarse a Damara también. Ya había estirado la mano hacia ella cuando giró la cabeza y vio a Silveth a través de cien pantallas de televisión, como piezas de un puzzle. Se quedó mirando, maravillado, y entonces sonrió y se acercó a él.

-Creo que Ashantii ya no debería ser nuestro guía. Ahora Silveth va a liderarnos. Ven, ven, mira.

Cogió del brazo al sidhe y le arrastró hasta la proa de la lancha. De camino, cuando Silveth no podía verlo, se giró hacia Van Doren y su sonrisa se volvió maliciosa. La invitó a seguirles agitando las antenas.

Shyam seguía recostado y de brazos cruzados, aparentemente ajeno a las bromas y cuchicheos que levantaban sus nuevos aspectos. No iba a encontrar nada sorprendente en sus compañeros de travesía salvo, tal vez, en Silveth, pero se dignó a abrir los ojos y contemplar al resto, movido por la curiosidad. Le dirigió una mirada breve a la pooka, acompañada de una mueca difícil de definir, y después siguió los movimientos de Calandra y Silveth. Este último era el reflejo de la grandeza, y pensó que en aquel momento él mismo debía serlo también.

Durante el transcurso del viaje había ido notando una progresión de pensamientos, siendo bastante poco consciente de lo que en realidad significaban. Rara vez había coincidido con alguien en el Ensueño Lejano, por lo que también resultaba algo novedoso. Sin embargo, no se sintió especialmente cómodo rodeado de los que hacía bien poco habían sido sus fieles compañeros en aquella importante misión. Trató de mantener eso en mente, tal y como había dicho Ashantii, aunque prefirió pensar que lo hacía por iniciativa propia. 

Van Doren fue a acercarse a Shyam para tocarle, pero el Ensueño le hizo volverse; había trabajo que hacer. La pooka caminó hasta ponerse a la par de Calandra y Silveth y acercó las manos a este último, haciendo como que le tocaba la piel de la cara, pero sin atreverse a posar los dedos.

-Es demasiado guapo... -murmuró mordiéndose el labio inferior con angustia-. Es demasiado guapo para estar en este barco con la plebe. Silveth se merece estar en un sitio especial en el que todo el mundo pueda observarle.

Nadim se había agarrado con fuerza al borde del barco, y observaba con detenimiento los rostros que de vez en cuando se asomaban para observar su animada procesión

Tantos mundos a través de esta cortina...

Se acercó a la popa y se sentó junto a Ashantii, que llevaba el timón

¿Te acuerdas de este lugar? Mis pies arden...

Necesitaba pisar tierra. Necesitaba recordar el camino, poder explorar y conocer. Aquella estampa era única

"¡Qué!" Todo empieza a desencadenarse demasiado deprisa. Los pooka se habían vuelto hiperactivos. Si bien Van Doren se había disculpado, no evito que le dedicara una mirada de reproche mientras me despegaba de su tela. Calandra se acerca, al igual que Van Doren, que hasta hacía un momento solo tenía ojos para Shyam. 

Sus halagos me satisfacen, su veneración me hace caer en la tentación de dejarme llevar. "¡Espera! ¿Qué? ¡No! Seguro que están tramando algo." Agitándome y  dando un paso atrás para separarme de ellas.

-Tenéis razón no es lugar para mi entre la plebe.- Sin más comentarios y pasando las manos por mi ropa eliminando algún tipo de resto imaginario por el contacto indeseado, me siento junto a Shyam. Cada uno debería conocer su lugar. 

En cuanto Silveth se giró para prestarle atención a Van Doren, Calandra abrió la boca y disparó su nueva lengua contra el sidhe. Introdujo la punta en el oído de Silveth y la retorció, intentando contener la risa para no morderse la lengua. Con el sidhe distraído, y probablemente furioso, dio un salto hacia atrás para dejar sitio a su compañera de fatigas y se echó a reír.

Tras la señal de Calandra, un hilo de seda que parecía no tener fin salió del abdomen de Van Doren en dirección a Silveth, posándose sobre su pelo y su pecho. Al principio el tacto era frágil y pegajoso, fácil de quitar, pero según la seda se acumulaba se hacía más complicado el deshacerse de ella.

La seda de Van Doren no fue lo suficientemente rápida como para envolver al Fiona. Éste se zafó y acercó a Shyam como tenía previsto. Aquel movimiento hizo que la lancha se balancease con peligro. Ashantii cruzó los brazos.

-Por favor, comportaos. Acabamos de llegar.

Calandra frunció el ceño, decepcionado, y revoloteó hasta Ashantii. Su presa se había escapado aquella vez, pero no podría rehuírles para siempre.

-Vamos, hombre. Sólo nos estamos divirtiendo un poco, ¿es que no te gusta divertirte, barbagrís? -le reprochó, apoyando un codo en su hombro.

-Nos divertiremos en tierra firme. Hacerlo aquí es peligroso.

La lancha continuó su ascenso y el mar volvió a nivelarse. Ya estaban al otro lado del Paso, y todo lo que veían era océano. A lo lejos, unos nubarrones negros amenazaban tormenta. La Senda de Plata seguía brillando, pero en lugar de una línea de boyas parecía como si surgiera desde el fondo del mar.

Calandra bufó, molesto, y fue hacia Damara para ofrecerse a lavarle el pelo con agua del mar, aunque lo cierto es que se le olvidó la parte de pedir permiso.

Van Doren frunció el ceño, se exilió junto con Calandra y se puso a tejer algo en su abdomen.

-Estoy trabajando en un plan b -le dijo al pooka.

-¿Quieres divertirte, Calandra? Deberíamos contar historias.

Llevo la mano al agua, cogiendo un poco en el agua ahuecada mientras recito

-Así como el tiempo de la vida es el río, y todos dan al mar. Así como se da el ciclo, se da el recordar.

Salpico con el agua a Calandra

-¿Que tal si nos cuentas tu vida antes de llegar a San francisco?