Partida Rol por web

Shyam resopló por la nariz y agitó la mano como quitándole importancia.

-Yo me quedó. ¿Quieres que vaya a por cerveza? -dijo señalando la puerta.

Él no podía tragarse a Silveth, pero de haber podido lo habría hecho, de modo que se iba a quedar allí hasta el final para amenizar el mal trago. Aunque no estaba seguro (y no habría puesto la mano en el fuego por ello) de que Eddie no hubiese hecho eso ya antes.

Van Doren se quedó en silencio viendo el charco de sangre que iba haciéndose más grande, pero sin atreverse a mover la mirada hacia la cabeza del muerto. Y solo habló cuando el Redcap se puso los dedos de Silveth entre los dientes.

-¿Pero qué haces? No... No, eso está simplemente mal. Mi tarjeta de crédito tiene un límite -Van Doren agitó las manos y recogió sus cosas con rapidez-. Si quieres trágate el revolver, pero como te tragues a ese saco de mierda te va a besar tu abuela las próximas navidades. Oh por dios, si es que ya lo has hecho -estando de espaldas y agachada sobre el maletín, se volvió un instante para mirar al redcap por encima de su hombro-. Te recuerdo que, a parte de que te estás comiendo a mi mejor amigo del alma, tiene la lepra. Mira, mejor me voy de aquí.

-No. No conviene que nadie vea a gente merodeando por los alrededores. Y te advierto que una vez se abre la tripa todo es bastante asqueroso y apesta.

Al indignarse Van Doren, Eddie escupió los dedos, que rodaron por el plástico, y se limpió la boca de la sangre que le había goteado por los labios.

-Vale, espera. No he tragado nada. Y no importa si tiene sida. Una vez bebí lejía por una apuesta; soy inmune a los venenos ingeridos. -Se limpió la boca de nuevo-. ¿Ves? Como nuevo. Si no quieres no me lo como, pero me parece lo más práctico. Al fin y al cabo, si alguien encuentra el cadáver podría empezar a hacer preguntas.

Eddie parecía desesperado por obtener el beneplácito de Van Doren. Al fin y al cabo, estaban en periodo de prueba. Los dos eran caníbales a su modo; él por redcap y ella por araña, pero las sensibilidades diferían.

Shyam se cruzó de brazos. No quería meterse en medio, pero nunca se había deshecho de un cadáver y le parecía algo bastante complicado de llevar a cabo sin dejar huellas.

-Hace dos días estuvo en tu negocio armado y lo echó abajo -apuntó alzando la voz, no sin cierto temor a que sacase la fusta otra vez por meterse donde no le llamaban-. Si alguien lo encuentra la primera que señalarán es a ti.

Frunció el ceño, pensativo, al darse cuenta de que Eddie acababa de resolver sus dudas sobre si lo había hecho antes o no.

-Además. Damara tiene una cura, si es lo que te preocupa.

-A mi empleada le dije de manera literal que iba a matarlo, y en cuanto vea su foto en desaparecidos sabrá que he sido yo. Y por no hablar del tonto de su novio, que también me ha visto meterlo en el maletero. Pero todo eso ya lo se... Ya veré que hago con ello.

Van Doren se volvió hacia Eddie y arrugó la nariz ante la estampa aguantándose las arcadas. Algo le decía que las nauseas las tenía desde el momento en el que Shyam había levantado el revolver.

-Ya, cariño, tu serás inmune a la lejía, pero yo solo al jabón de aloe, y ahora tienes sida por toda la cara. Si al menos hubieras tenido la delicadeza de usar una pajita no estaríamos teniendo esta discusión -dijo y miró a Shyam de nuevo-. Soy una persona que prefiere apagar las televisión cuando hay tormenta para no tener que llamar al electricista después. No me voy a arriesgar a infectarme y mucho menos cuando esa copa tiene que estar parpadeando más que alguien con conjuntivitis. He visto lo que esa enfermedad puede hacer.

-El alcohol lo mata todo. ¿Tienes un botiquín ahí dentro? -preguntó señalando al maletín-. Si me desinfecto bien la boca y la cara no hay peligro.

-No. Y no me siento cómoda con esta ropa así que me voy a marchar, que tengo una reunión.

Van Doren cogió el maletín y salió por la puerta.

-Puta mierda -dijo dándole un puntapié a Silveth en la cara-. ¿Ves eso? Siempre me pone un pero. No importa cuánto me esfuerce.

Shyam se encogió de hombros apretando los labios. Él acostumbraba a tratar con mujeres, pero tenía buen ojo para dar con las fácilmente impresionables, o aquellas que no habían tenido muchas oportunidades de tratar con un hombre atento. Van Doren pertenecía a otra raza, las de armas tomar. Esas eran... mujeres de verdad, y había que tener cuidado de dónde pisabas porque rara vez sabías de dónde te iban a llover las bofetadas. Por suerte, Rose no era tan así.

-Puffff... Se le pasará. Pero asegúrate de hacerte pruebas de que no tienes sida.

Observó con una mueca desagradable el cadáver de Silveth y guardó las manos en los bolsillos. Después giró sobre sus talones y empezó a buscar algo por el suelo.

-Todavía podemos deshacernos de él de otra forma, ¿no?

-No tengo sida -graznó frotándose la barbilla de nuevo-. Lejía, ¿vale? Y ni una quemadura.

Tomó la pistola de manos de Shyam y se la comió de tres mordiscos mientras el sidhe localizaba el casquillo.

-Puaj. La pólvora sabe horrible. -Se limpió las manos contra el chubasquero y puso los brazos en jarras-. Si me hubierais dejado hacer que pareciera un suicidio nada de esto habría pasado, pero en fin, no importa. Podemos hacerlo de varias maneras. Descuartizarlo y enterrarlo, quemarlo, tirarlo a la bahía, deshacerlo en ácido sulfúrico... Mi opción preferida es el ácido, pero no tenemos ni dónde hacerlo ni cómo cuidar de no achicharrarnos nosotros. Cuando era joven, Dung construyó una bañera especial para hacerlo. En dos horas tenías un cuerpo hecho puré, ya ves. Ah, y la Trituradora... ¿Dónde estará esa Trituradora?

-No tienes sida -reafirmó para que se quedase más tranquilo.

Cuando localizó a dónde había ido a parar el casquillo, sacó un pañuelo y se lo guardó en el bolsillo. Volvió junto a Eddie pensando en las múltiples opciones que le iba dando.

-Dios, dais puro terror, ¿eh? Entre tú con los cadáveres y la otra con la fusta... -Y aunque fingió un escalofrío para darle dramatismo al asunto, realmente no parecía muy escandalizado-. Puedo intentar buscar esa Trituradora, pero imagino que estará con el corby. Sino, lo de la bahía me parece mas rápido y menos engorroso.

-Le ponemos pesos en los pies y le tiramos esta madrugada desde algún acantilado -asintió Eddie-. Estoy bastante seguro de que desmantelaron la Trituradora cuando me fui. A Pandora no le gustaba ese cacharro. Con todos los sidhe que pasaron por ahí, no me extraña.

El redcap apartó la silla y las cuerdas y enrolló el cadáver de Silveth en el plástico, doblándolo cuidadosamente para que no goteara sangre.

-Ya... -Esta vez el escalofrío fue real.

Se acercó a Eddie y le ayudó como pudo a colocar el cadáver. Pensó que tendría más cuerpo habiendo estudiado enfermería y trabajado en urgencia durante varios años, pero aun así no pudo evitar notar cierta angustia y final mente arcadas. Tuvo que enderezarse y moderar su respiración para asentar el estómago de nuevo, lo que le llevó algo de tiempo caminando por el lugar. Silveth había sido su amigo, su colega... Y no le había temblado la mano al meterle una bala en la cabeza. Era la primera vez que mataba de aquella forma tan fría, y ahora que ya no resultaba una amenaza y la ira se disipaba estaba descubriendo lo que realmente había hecho. Era necesario, se dijo. Podría haberle hecho daño a más gente. Podría haberle disparado a Rose o a Van Doren. Podía haberle volado la cabeza a él.

No estaba siendo un viaje agradable recorrer los límites que podía soportar.

-Tengo el coche fuera, pero falta mucho para la noche -dijo al volver sin dar explicación alguna.

-Ya. Pues a pasar el rato.

Eddie se sentó en el suelo a fumar y no tardó en sacar de una de las bolsas que había traído un bocadillo envuelto en papel. Lo partió por la mitad y se lo ofreció a Shyam.

-Mejor que no pueda comérmelo -murmuró-. Son cincuenta o sesenta kilos de carne y estoy intentando perder un poco de peso.

-Sí. No vayas a echar un culo como el de Van Doren -bromeó.

No tenía hambre, pero aceptó el bocadillo porque tras el chute de analgésicos para el dolor iba a necesitar algo sólido en el estómago. Él compartió el agua.

-Así que lo estás intentando todo con ella después de... muchos años. Me alegro.

-Me dijiste que lo intentara, así que eso he hecho. Ella me dijo que también me quería, pero que no estaba segura porque lo nuestro ya había salido mal antes. Lógico, pero frustrante. -Eddie bajó los hombros-. Intento demostrarle que he madurado y que ella me importa de verdad, pero supongo que no iba a ser cosa de chascar los dedos y que ocurriera. Por el momento me mantengo ahí a la espera de que se interese.

Tras morder y tragar medio bocadillo, el redcap sonrió y le dio un codazo.

-Y tú, por lo que veo, te has liado con Rose. ¿Cómo funciona eso?

El sidhe esbozó una sonrisa socarrona que le duró poco.

-Pues... Bien. Ayudé a que arreglara las cosas con Van Doren, pero no sabe que acabo de cargarme a un tío y piensa que esto -alzó la mano vendada- es cosa de un petardo. Así que funciona estupendamente. Ya verás lo que me voy a reír cuando esta noche me pregunte que dónde he estado todo el día.

En verdad se le veía agobiado por esa situación.

-Pues le mientes y a otra cosa. Aprovecha tú que puedes. Una pooka te sacaría todo lo que quisiera y más, pero una humana, aunque sea Kinain... -Eddie se encogió de hombros-. Es una mentira piadosa. Tampoco es muy grave.

-Ya. Pero me he pasado la vida mintiéndole a chicas y ahora que tengo una segunda oportunidad no quiero empezar soltándole una de esa magnitud. Ella es diferente, y a noche me di cuenta de que no me habría importado mucho si Silveth me hubiese metido esa bala en la cabeza con tal de mantenerla a salvo. El problema es que... no es de nuestro mundo. No creo que pueda hacérselo entender.

-¿Y qué puedes hacer? ¿Contarle que su madre y tú habéis matado a un chico de su edad porque se había vuelto loco? Sabes lo que significa eso, ¿verdad? -terció Eddie-. Mira, no te voy a decir si salir con una Kinain es fácil o difícil porque no lo he hecho nunca, pero tienes algo que muchos no tienen. Puedes encantarla y estoy seguro de que le gusta. El Glamour que gastes podrás recuperarlo haciéndola feliz. Con controlarla para que no se desmadre debería bastar. Podrías incluso intentar que se inmiscuyera en los asuntos del feudo. En el corby teníamos a varios Kinain como aliados y les gustaba hacer cosas que no podían de continuo en sus vidas. -Se encogió de brazos otra vez-. Es lo que haría yo.