Partida Rol por web

-Estoy seguro de que el intruso no se acercó a nosotros así que no debería faltarnos nada, simplemente entro en la grieta y salió eso indica el rastro, la razón de que no fuera atacado por la bestia de ayer es una incógnita- la verdad que había al fondo de aquella grieta me intrigaba, pero no tenía muy claro si valdría el riesgo comprobarlo.

-Aun me quedan balas, pero no puedo asegurar haberle hecho algún daño a aquel ser con mis disparos, que huyo es un hecho pero que  este herido o las balas tenga efecto en el no, de echo viendo lo que nos estamos encontrando deberíamos ponernos siempre en la peor situación, aun así dejo la decisión en sus manos cualquiera de los dos caminos puede ser una buena opción -concluí sin darle más vueltas.

- No creo que sea cuestión de dejar nada sin explorar... - Dijo Knox. - Si nos marchamos dejando atrás la grieta, puede que no regresemos nunca. ¿Y si Thomas entró allí con la piedra de la que habló el señor de ayer tarde...? - Se detuvo unos segundos a pensar. - ¿Cómo se llamaba, leñe?

- Gruber... - Dijo alguno de sus compañeros de expedición improvisada.

- ¡Eso! - Exclamó Knox. - Soy terrible para los nombres... - Sonrió. - Propongo ver que hay en la cueva. Podemos armarnos con antorchas, cuchillos y la pistola. - Sugirió. - Pero dejar atrás cualquier pista... - Negó con la cabeza. - No me parece prudente. - Insistió.

pues no se hable mas - digo mientras observo la grieta- adentremonos antes de partir tras el rastro y si alguno no quiere quiere que espere fuera vigilando, por si alguien mas decide hacer una visita

Uno por uno os adentrasteis en la grieta. Era estrecha y el suelo estaba tapizado por restos de huesos y excrementos extraños, pero aún así, lograron pasar, llegando a una especie de cámara, algo mayor que el sitio por el que habían pasado, con un suelo de sedimento aglomerado reunido alrededor de una pila de piedras suaves y ovoides, sobre las cuales había una docena de huevos o piedras muy parecidas al que habíais encontrado en el sótano de la casa de Thomas, pero del tamaño de un balón de fútbol y con aspecto de pesar bastante más.

Fui el primero en adentrarme a la grieta manteniendo mi pistola al frente, si volvía aparecer el extraño ser no me pillaría desprevenido, al salir de la grieta  una especie de cámara se abrió a nosotros, sin duda adentrarnos había sido una buena idea de momento, ante nosotros se nos mostraba un suelo plagado de piedras Huevo un poco más grandes de la que ya poseíamos, lo que me llevo a preguntarme si el ser que nos atacó la noche anterior era el progenitor de aquellas cosas.

-Sorprendente, hemos encontrado un nido- digo mirando a mis compañeros- esto deben ser los huevos que Grubber menciono, son claramente similares a la que poseemos, quizás el individuo que entro por la noche simplemente se intentaba hacer con una.

El tal Grabar había mencionado algo sobre los huevos pero entre sus agónicas frases, no habíamos podido sacar mucho de sí, creía recordar que aquellos huevos servían como protección  contra la bestia pero quizás eran delirios del moribundo o una mala interpretación de sus palabras.

Tengan cuidado, no sabemos lo lejos que puede estar la bestia echemos un vistazo rápido y vayámonos de aquí- dije mientras  empezaba a echar un ojo y olisqueaba el ambiente, iba ser difícil detectar al ser si estaba en su propia madriguera oculto

- Estamos en el nido de una de estas bestias... - Confirmó el profesor. - Los huevos son más grandes que el que tenemos. No quiero ser ojo de mal agüero, pero espero que no eclosionen mientras sigamos aquí. - Comentó en tono de broma el profesor, aunque con cierto temor por lo que acababa de predecir. No quería ser el primer plato de los recién nacidos.

Enseguida se puso a buscar de aquí para allá. Cualquier cosa extraña que viera podía serle de utilidad. Aunque debía ser muy extraña para sorprenderle después de todo lo que había visto en las últimas horas y a tener de los extraños huevos repartidos por toda la estancia. Lo que buscaba principalmente era una salida de la grieta. Pues... ¿Dónde se había metido la madre de aquellas criaturas?

A regañadientes seguí a mis compañeros. El camino por la grieta fue duro pero logramos llegar a una cámara repleta de piedras-huevo.

¿Un nido? - la curiosidad puede a la intranquilidad. Me acerco hasta uno de los huevos para verlo más de cerca.

Espero que la "madre" no ande cerca de sus retoños - la gracia se pierde ya que mi voz no es capaz de decir esta frase con humor.

No encuentro nada útil en la madriguera, pero una sensación de desasosiego me invade cada vez más.
Algo me da escalofríos en esta cueva, tengo la extraña sensación de que nos están acechando, si la grieta es la única entrada posiblemente el probable que ser este aquí con nosotros, es mejor que salir cuanto antes-digo mientras observo alarmado la cueva  bastante afectado por la sensación de tener al enemigo encima.

Una idea ronda mi mente y decido compartirla con el resto.

- Si es una madre preocupada por sus crías, no creo que se atreva a atacarnos si llevamos a alguna de ellas. Quizá llevar alguno de estos huevos sea nuestro pasaporte a través de la grieta. Luego podremos dejarles en la cueva y salir corriendo al exterior...

Kenneth jamás había tenido más miedo que en ese momento, y eso que el último día era un contrincante muy digno en ese aspecto. Su experiencia con el monstruo lo había dejado algo tocado y se había mantenido algo callado, pero pegado al grupo. El comentario de Cleveland, sin embargo, lo animó a hablar.

- Puede que tengas razón, pero... - Negó con la cabeza, mirando los huevos - No estoy muy seguro de si enfadar a esa... cosa es buena idea. No sabemos cuando va a cansarse de perseguirnos. O si va a cansarse en algún momento, siquiera.

- Vámonos de aquí... - Sugirió el profesor. - Ésto no puede conducir a ningún buen puerto. - Dijo. - Es evidente que aquí no está Thomas. Tendremos que ir hacia la selva por mucho que me pese. 

Dicho aquello y armando con el cuchillo de cocina se dio media vuela y se encaminó a pasos agigantados hacia la salida de la cueva. Lo que habían encontrado allí era demasiado para él. No quería para nada descubrir más acerca de aquellos huevos y menos aún de la madre de los mismos. De hecho, encontrar a Thomas seguía siendo para él la prioridad, pero ya no por el hecho de dar con él, sino porqué sin duda la clave de como regresar a casa, la llevaba consigo su amigo el señor Fell.

Apenas se había movido cuando la serpiente apareció de nuevo y esta vez lo hizo en la entrada de la cueva, en la misma grieta que habían atravesado para entrar en aquella cámara.

La serpiente se extendió a todo lo alto, dando la sensación de que era mucho más grande que antes. Y lo que es peor.

Se abalanzó sobre vosotros.

Su boca llena de dientes se lanzó directamente sobre Kenneth, intentando cerrarse sobre cualquier parte del mismo.

- ¡Maldición! - Exclamó Knox. - ¡Está aquí! - Dijo ante la evidencia. - ¡Cuidado Kenneth!

El profesor armado con su cuchillo, trató de rodear a aquella bestia para asetarle un buen tajo. En condiciones normales se hubiera mantenido en la retaguardia, más sabiendo que Wrigth tenía un arma de fuego, pero había sido él quien había insistido en entrar en la grieta a investigar y si ahora Kenneth resultaba herido por su culpa... no se lo perdonaria.

El profesor se abalanzó sobre la bestia armado con el filo que portaba entre las manos, pero por desgracia piso en un agujero en el firme y acabó mordiendo el suelo. De hecho, no se le clavó el cuchillo en el pecho de milagro, pero lo que si pasó fue que salió despedido, perdiéndolo de vista en un momento. Su actuación fue digna de una actuación payasil de circo y ahora estaba expuesto a aquella bestia.

Por desgracia aquella sensación de peligro era real, el ser  nos había rodeado y cortado el paso  ala salida, para abalanzarse sobre nosotros, apunte mi pistola hacia el para despues descargar una lluvia de balas, intentando herirlo si de verdad era posible,mientras gritaba -Que alguien coja uno de los huevos y lo utilice como escudo!!!
De veras esperaba que aquellos huevos fueran nuestra salvación si la pistola no hacia efecto

El corazón de Kenneth empezó a latir con tanta fuerza que iba a colapsar. ¿Por qué a él otra vez? ¿Qué había hecho para enfadar tanto a la criatura? ¡Si incluso se había opuesto a tocar los huevos! ¡Era tan injusto! ¿Por qué a él? ¿Por qué se había ido su padre así? ¿Por qué...?

No había tiempo para más por qués. Temblaba, pero el instinto de supervivencia se activó e intentó moverse fuera del camino del monstruo, intentando correr, aprovechar el terreno para escapar de la bestia mientras el resto esperaba, rezaba, imploraba que pudieran detenerla.