Partida Rol por web

La mole de cristal arremete pegando más al bulto para asegurar el golpe que buscando zonas del cuerpo desprotegidas.
 

Duine, algo cansado por el esfuerzo de un combate que parece escapárseles por momentos, yerra el ataque contra el insecto.

El constructo alcanza al insectoide antes de que éste huya por uno de los túneles que dan a la caverna.

Obrynt yace desangrándose mientras el cadáver de Leoster permanece inerte.

Acabado el combate, comprobáis que las constantes vitales del enano pícaro comienzan a debilitarse de manera alarmante.

Duine se acerca a Obrynt y trata de tapar dramáticamente su heridas.

-No os marchéis tan pronto, ¡oh!, escudero fiel que fermosamente luchábais hombro con hombro en estos aciagos días.

El constructo persigue en vano al último insectoide con vida durante el breve tiempo de convocación que le queda, mientras yo me apresuro ahora que ha desaparecido el efecto inmobilizante hasta Leoster, solo para descubrir que sus heridas han sido fatales:

- ¡NO!

Apesadumbrado por mi fracaso, miro en dirección a Obrynt, que aún en extrema gravedad esta siendo tratado exitosamente por Duine. Cojo el cuerpo de Leoster y me dirijo hacia ellos, y cuando hablo procuro que mi voz llegue también a Magus:

- Nuestro compañero ha muerto, y en gran parte se ha debido a mi inexperiencia en combate real. Lo menos que puedo hacer por él es alejar sus restos mortales de esta oscuridad enemiga de la deidad a la que sirvió y llevarlo a un templo de Pelor. Puede que incluso no vean con malos ojos la resurrección... En todo caso, avanzad con extremo cuidado: os alcanzaré cuando antes me sea posible, pero ya hemos comprobado que eso puede ser demasiado tiempo.

Y después de escuchar lo que tengan que decirme y una vez que Obrynt esta estabilizado, parto hacía la superfície.

Antes de que Damien se marche, Duine recoge la mochila de Leoster y la examina minuciosamente.

-Sois valeroso, maeste Lockhart, esperaremos vuestro regreso.- Dijo.

-Tal y como estamos lo más sensato es regresar a algún punto más seguro y descansar.- Comenta Duine a Magus.- ¿No creéis?

Tras reponer fuerzas gracias a varias pociones y habiendo recuperado Obrynt la consciencia, un semiorco con malas pulgas accedió a la estancia de los héroes. Éste aseguraba encontrarse aquí para masacrar esclavistas, lo que encandiló a Duine, que lo acogió en el grupo. Después de descansar, se dirigieron a través de un angosto túnel excavado en la piedra.

Se escurrieron a través de él unos cientos de pies hasta llegar a parar a un estrecho pasillo de mampostería que acababa en unas pequeñas escaleras. Éstas llevaban a una sala repleta de jaulas que albergaban más de una docena de esclavos. Varios humanos y cinco orcos esclavistas vigilaban la "mercancía".

La furia de los liberadores arrasó a las fuerzas esclavistas aunque uno de los humanos logró huir al hacerse invisible pese a la insistencia de Obrynt. Después se toparon con otro de los insectoides que no fue un rival tan feroz al estar sólo. Éste controlaba la apertura de las jaulas de esclavos que fueron finalmente liberados.

Los héroes les dieron pistas para salir de allí pero uno de ellos, prendado de la capacidad de sus liberadores, recogió su equipo aventurero en una de las salas contiguas y decidió seguirlos desde una distancia prudencial. 

Los liberadores continuaron explorando el complejo y accedieron a una sala dónde el suelo estaba compuesto por jaulas abiertas y dónde era muy difícil mantener el equilibrio. Gratlu fue imbuido con el poder de volar gracias a un conjuro de Magus y se lanzó a la carga de dos aspis que cortaban el paso hacia un pasillo al otro lado de la estancia.

Obrynt también se lanzó a la carga pero cayó en uno de los habitáculos y desde el techo se cerró automáticamente la celda para dejarlo encerrado. Gratlu fue implacable contra ambos aspis y todos vieron que había otro habitáculo semiescondido a nivel de las celdas. Obrynt decidió explorarlo y esa fue su condena final. A pesar de la ayuda de Duine y de Gratlu, el aspis acabó con la vida del enano que permaneció agonizante por unos instantes que no fueron suficientes para los héroes. 

Un día después de la pérdida de Leoster, la vida de Obrynt se apagaba. Los esclavistas se estaban cobrando muchas vidas y la respuesta de los héroes debía ser implacable.

-¡GRUMMFH!- Lanzo un bufido de intimidación al tiempo que preparo mi hacha con ambas manos.

-¿Quién anda ahí? Identifícate si no quieres que te parta en dos, sucia babosa...-

Del camino por el que venís surge un humano de mediana edad, uno de los cautivos que acabáis de liberar. Sin embargo, el tipo ha recuperado el equipo que le confiscaron los esclavistas y ahora tiene una pinta mucho más imponente. A pesar de tampoco ser mucha cosa físicamente, el hombre tiene una presencia que intimida bastante.

-¡Lávate la boca cuando te dirijas a mí, bastardo!--le espeta a Gratlu sin miramientos--Al menos si lo haces en esos términos tan despectivos. De otro modo me veré obligado a hundirte la poca nariz que te queda. 

Volviéndose al resto del grupo, y en concreto a Duine, el chamán del dragón se presenta:

-Mi nombre es Gildas. Os debo la vida. Esos malditos esclavistas son también enemigos míos. Permitid que os acompañe hasta que acabemos con ellos.

Miro al hombre de arriba a abajo con media sonrisa mientras relajo la posición de ataque y espero la aprobación del grupo.

Duine observa al recién llegado.

-Sois feo.

Dicho esto.

-¿Pero cuáles son vuestras habilidades, exesclavizado? No admitimos a parásitos en este exclusivo grupo de aventureros.

-¿Feo?--sonríe Gildas al paladín embutido--Yo al menos no tengo que ocultar mi rostro. ¡Ja, ja, ja!

-En cuanto a mis habilidades, soy un hombre de hechos, no de palabras. Por lo pronto, deja que mi mera presencia agudice vuestro sentidos. Para el resto de maravillas, será mejor que las disfrutes cuando entremos en acción. No seas impaciente.

-Aquí no ha hay nada interesante, ¿Continuamos por allí?- pregunto al grupo mientras señalo al pasillo que hay al otro lado de las celdas.