Partida Rol por web

Mormnir gruñó, pero parecía un poco más aplacado después de las palabras de los skaldi. Se cruzó de brazos y miró a sus compañeros enanos.

—Ya os dije que no todos los humanos son de fiar —dijo—. Aunque tampoco se puede negar que los hay de otra pasta. Esta noche lo hemos comprobado...

Se colocó el hacha en el cinto. Por lo visto, la lucha había terminado por el momento.

—Bien, hagamos caso al mago y descansemos lo mejor que podamos.

Pero el ceño de Gungnar no se había relajado. No le había pasado por alto una de las cosas que Runi había dicho.

—¿No os preocupa que el grupo de los chiquillos no haya regresado? Parece que la emboscada estaba planeada para tener lugar aquí... pero es raro que ellos no hayan vuelto todavía.

Ella se quedó mirando durante todo aquello al armario del que habían salido tantos soldados, todavía absorta en las posibilidades que se estaban abriendo ante ellos. Realmente no sabía qué pensar, a quién creer o qué sacar en claro de todo aquello, pero se creía firmemente que Lognar seguía vivo si su padre sospechaba que eso podía ser verdad.

—Gracias... a todos por vuestra ayuda esta noche. A todos.— dijo pasando su vista por cada uno de los presentes, incluido el consejero Sven. Aunque no había aprobado sus métodos ahora al menos comprendía cuál era la motivación tras ellos—. La situación es complicada, pero aunque la piedra se resquebraje nuestro deseo por parar a nuestros enemigos será el refuerzo que nos haga con la victoria pronto. El pueblo enano y el skaldi lucharán unidos para proteger Krar Umgar y Skald de cualquier intriga. Ahora descansemos y...

El comentario de Gungnar le hizo quedarse a medias y frunció el ceño, buscando ahora la mirada del anciano. —¿El cuervo ha...?

Runi bufó, y en esta ocasión sí que echó una mirada dura al enano. No había querido sacar el tema, sobretodo para no angustiar más a Gunnar o a Ingelyn. Ya que suponía que ambos estaban muy preocupados por la suerte de los jovenes. Más no podían hacer nada en aquel momento, tal y como había explicado antes.

-Svartfloy acaba de salir. Dadle un poco de tiempo. Como dije antes, salir a buscarlos de noche sólo serviría para dar vueltas cada uno por un lado. Con luz será todo más fácil.-

Sabía que sus palabras de poco consuelo podían servir.

-Saben donde tienen que ir. Son listos y con recursos. Estarán bien.-

El viejo skaldi mantuvo su mejor cara de optimismo, pues aunque también estaba preocupado sabía que aquella era la mejor opción. Y en verdad confiaba en los recursos del grupo que había partido.
 

No encontró mucho sentido a seguir hablando, todo lo que había que decirse se dijo así que nada más restaba esperar a que llegara el siguiente día. Por eso mismo el enano se preparó para salir al exterior.

—Me alegro de que estéis vivos y de que los traidores fracasaran en su empresa. Saldré fuera a hacer la primera guardia y a recolocar las trampas que puse. Algunas fueron saboteadas durante el ataque. Descansad.

Dicho eso el enano hizo un amago de sonrisa amable sin soltar su pipa y dio una vuelta sobre su cuerpo con la intención de dirigirse a la salida. Al hacerlo llamó a Mormnir y Gungnar con la mano para que le acompañaran al exterior.

—Me vendrá bien algo de compañía para hacer más amena la tarea que tengo por delante. Acompañadme si os place.

No dijo nada más en el interior de la granja pues en pocos segundos se encontraba ya en el exterior dispuesto a revisar sus trampas y dejarlas listas para conseguir que el descanso de todos fuera más plácido.

Tressa no recordó lo cansada que estaba hasta que la palabra "Descanso" salió de la boca del enano. Tras verlo salir por la puerta se acercó a la pared, apoyo su espalda contra ella y se deslizó hasta el suelo en silencio. Pensando en lo largo que había sido el día estiró las piernas, notaba un hormigueo que llegaba hasta sus pies, probablemente mañana amanecería con agujetas.

Levantó la mirada para observar a los que serían sus nuevos compañeros de viaje, según había escuchado aún faltaban algunos más por llegar. No sabía el porqué habían tenido la necesidad de separarse, pero tampoco tenía la intención de preguntar.

Volvió a dirigir su atención a sus pies mientras se preguntaba que pasaría a partir de ahora.

Justo cuando Strumni y sus compañeros enanos salían por la puerta para hacer la ronda, Svartfloy entró de nuevo en la granja por una de las ventanas. Dio un par de vueltas en círculo por la estancia, cerca del techo, y después bajó en espiral hasta posarse en el huesudo hombro de Runi. Empezó a graznar casi al instante.

Los graznidos de Svartfloy eran más agudos de lo normal, y el viejo mago se dio cuenta enseguida de lo aterrado que estaba su pájaro. Por lo visto, había volado hasta las granjas que había más adelante siguiendo el camino, pero no había logrado avistar a ninguno de los que habían ido con Astrid, ni a los chicos ni a la exploradora volariana.

Lo que sí había podido ver, eran varios esqueletos que caminaban a la luz de la luna y se internaban en el bosque. Aquello puso los pelos de punta a Runi. Lo de los no muertos no eran simples rumores, después de todo...

¿Descansar? ¿Cómo creía Runi que Gunnar podía descansar sabiendo que su hija estaba allá afuera, posiblemente en peligro mortal? Se giró hacia él, y... no hizo nada. Al fin y al cabo, el venerable anciano no tenía la culpa de aquella situación, y eran sus sentimientos actuando por él. El capitán soltó un profundo y amargo suspiro.

Cuando el pájaro entró por la ventana, Gunnar lo siguió con la mirada conforme descendía hasta posarse sobre Runi, y contempló al ave mientras graznaba como si fuese capaz de entenderla. Luego miró a Runi con ojos demandantes y esperanzados a la vez.

Runi acarició al pájaro tratando de calmarlo, lo cuál no fue fácil. Y tampoco ayudaba la tensión que se veía en la mirada del anciano, como si se la hubiese contagiado el cuervo, o le pudiese entender.

-Tranquilo chico, tranquilo. Lo has hecho bien.

Mientras lo decía no pudo evitar mirar a Gunnar y a la princesa. No le gustaba lo que tenía que decir, pero no podía callarse y no había manera fácil de decirlo.

Suspiró resignado.

-Svartfloy ha llegado hasta las granjas cercanas. Donde se suponía que iban a ir los chicos. Pero no había nadie, ni los vio por ningún lado.- Su cara se puso más seria todavía antes de continuar- Pero lo que sí que vio fue a... esqueletos adentrándose en el bosque. No sabe en qué dirección fueron. Cuando los vio se alteró y regresó a  toda velocidad.-

Dejo que las palabras calaran en ellos. Imaginaba lo que querría hacer Gunnar, seguramente él en su lugar haría lo mismo. Desde luego no iba a impedírselo.

Tressa vio entrar por la ventana lo que parecía ser ¿un pájaro?. Se posó sobre el hombro del anciano, y empezó a graznar. Mientras observaba al pájaro graznarle al hombre se iban formando más y más preguntas en su cabeza. ¿Qué hacía aquí? ¿Era de él?

Al escuchar las malas noticias se puso rápidamente en pie, todos parecían tener una expresión muy seria. ¿Esqueletos? ¿El otro grupo habrá sido atacados por ellos? ¿Estarán bien? ¿Los demás irán a buscarlos? ¿Como es que el anciano puede hablar con los pájaros?

No era momento de realizarse preguntas que nadie respondería, sabía por el ambiente tenso que tenían que tomar una decisión y ella estaba lista para recibir ordenes.

Detuvo sus pasos justo cuando iba a cruzar la puerta y se giró sobre sus talones para ver que información había recabado el pájaro para el anciano. La mirada del enano se hundió como una piedra en el río al escuchar las palabras de Runi. Las noticias eran malas, bastante malas a decir verdad.

—Supongo que ya habrá tiempo para arreglar las trampas—dijo voluntarioso como de costumbre el enano—. Vayamos a por esos chicos.

Echó un vistazo alrededor tratando de realizar un recuento rápido con el que cerciorarse del número de efectivos presentes con los que contaban para realizar aquella peligrosa incursión.

—La princesa no puede quedarse desprotegida de ningún modo y algunos estáis heridos además de agotados, así que seamos inteligentes. Iré yo porque sé seguir rastros, puedo moverme con sigilo y soy difícil de ver, si alguno quiere acompañarme lo aceptaré con gusto pero que nadie se sienta mal por quedarse aquí. 

Tras eso se giró a mirar a los dos enanos, con los que poco a poco había hecho algo de piña, y se dispuso a hablar para ellos. Conocía el talante de los guerreros de su pueblo y nunca dejarían que nadie dijera que ellos se habían quedado de guardia mientras otros arriesgaban el pellejo.

—Mormnir, Gungnar sois más duros y valientes de lo que yo sería en diez vidas pero vuestras pesadas armaduras y vuestros andares pesados llaman mucho la atención. Creo que lo mejor sería que protegierais a la princesa aquí. Si por un casual esos... esqueletos se desviaran hacia aquí seréis muy necesarios.

Strumni acababa de decir aquello, cuando de repente Gunnar sintió algo muy extraño. Los párpados le temblaron y sintió una oleada de sueño que hizo que las piernas le flaqueasen. ¿Cómo era posible que se sintiese soñoliento en una situación así? ¿Tan cansado le había dejado la batalla?

Strumni acababa de decir aquello, cuando de repente sintió algo muy extraño. Los párpados le temblaron y sintió una oleada de sueño que hizo que las piernas le flaqueasen. ¿Cómo era posible que se sintiese soñoliento en una situación así? ¿Tan cansado le había dejado la batalla?

Strumni acababa de decir aquello, cuando de repente Runi notó algo muy extraño. Los párpados le temblaron y sintió una oleada de sueño que hizo que las piernas le flaqueasen. ¿Cómo era posible que se sintiese soñoliento en una situación así? ¿Tan cansado le había dejado la batalla?

Tressa estaba tan agotada después del viaje y la batalla en la granja, que sintió como sus párpados se volvían pesados como el plomo. Le costaba mantener la concentración y tenía que luchar por no dormirse. Pero además, había algo raro en aquella sensación. Era como si alguien la estuviese meciendo, como si una voz le susurrara al oído que no se preocupase por nada y se dejara llevar por el sopor...

Mormnir gruñó y parpadeó dos o tres veces con fuerza. Parecía desorientado, como si estuviera soñoliento.

—No sé... —murmuró—. Quizá no aguante mucho más despierto...

Se apoyó en la mesa y bostezó visiblemente.

Sven se llevó una mano a la cabeza y se sentó en una de las sillas. Parecía de pronto terriblemente cansado.

—Yo también necesitaría un descanso... —dijo—. El día ha... sido...

Y sin poder terminar la frase, se quedó dormido.

La situación era, cuando menos, tensa. Gunnar todavía no se había manifestado, pero el viejo skaldi tenía bastante claro lo que iba a hacer. Aunque la solución de Strumni era bastante buena.
Lamentablemente antes de que pudieran hacer algo al respecto la cosa empeoró aún más.

De repente Runi casi se cae al suelo haciendo que el cuervo levantase el vuelo de manera brusca, tan solo el estar apoyado en su bastón hizo que se mantuviese a duras penas.

-Gunnar...la princesa...nos atacan.-

Poco más pudo hacer salvo alertar al resto. Estaba muy cansado y sólo se mantenía despierto por pura fuerza de voluntad.

Tratándose de Glyrhel, Ylva y Mara inicialmente Ingelyn había confiado plenamente en sus capacidades, pero las noticias de los no-muertos habían dejado una desagradable sensación de desasosiego en su pecho. Quería dar un paso y ordenar que iría si o si junto al resto para buscar al trío desaparecido, pero sentía que iba a ser una niña caprichosa de hacerlo. Así que se quedó callada hasta que vió cómo los enanos, Sven y el propio Runi se sentían de repente totalmente agotados.

-Pero qué demonios...- miró a su alrededor mirando cuál era el estado de los demás, sacando de nuevo la espada al escuchar las palabras del anciano mago.