Partida Rol por web

No añadió absolutamente nada más a aquel exabrupto, dando un breve rodeo a la sala como para ordenar sus pensamientos. Cuando Olaf entró en la granja Ingelyn se giró hacia él y en su gesto tenso se pudo ver una mirada de alivio: ver a cualquiera de ellos vivo y entero ayudaba a restablecer su ánimo.

Sujetándose todavía el brazo herido, le devolvió el asentimiento al enorme skaldi. —Olaf, quiero un informe de la situación. ¿Cómo están las cosas ahí fuera?—

—Mi nombre es Strumni y soy el guía de la expedición de la princesa Ingelyn, al menos hasta que la expedición llegue hasta Kaz-Umzur —El enano acompañó su presentación de un leve asentimiento con la cabeza y una sonrisa amable que se dibujaba bajo la espesa barba que cubría su rostro.

—Bien, volvamos a la granja para hablar con la princesa. Creo que todos necesitamos ponernos al día de la situación —dijo aquello mientras descargaba su ballesta y la guardaba entre sus pertrechos para acto seguido sacar su fiel pipa y echársela a la boca. Mordisqueando la misma se echó a andar en dirección a la tan citada granja con la espera de poder aclarar todo lo que había sucedido allí. 

Olaf pasó un dedo por el filo del hacha.

—Hemos tenido que hacer pedazos a más de la mitad —gruñó.

Como siempre, era parco en palabras. 

Justo en el momento en que Olaf terminaba de decir aquello, Strumni y Gunnar entraron también en la sala. Con ellos, iba una guerrera skaldi de cabello corto y pelirrojo a la que no conocían. No había formado parte del grupo que había partido de Frondby. Pero por algún motivo, tanto el capitán humano como el montaraz enano parecían creer que era de fiar.

En el interior de la granja, el espectáculo era tan dantesco como lo era fuera. Cadáveres de guerreros skaldi llenaban el suelo de la habitación, y las tablas de madera que lo formaban se cubrían rápidamente de sangre. La princesa Ingelyn estaba herida en un brazo, pero tanto Runi como Sven parecían ilesos. De los guerreros skaldi, sólo dos habían sobrevivido, y uno de ellos estaba bastante malherido. Sin embargo, de los traidores, sólo quedaba uno con vida. Estaba tendido en el suelo y de no haber sido por Runi, ya hubiera pasado al otro mundo.

Como primera respuesta a la dantesca situación que se encontraron sus ojos, el enano expulsó el humo de su pipa por la nariz. Posó la mano sobre la cara y se acarició la frente mientras murmuraba lamentos en voz baja. Aquellas pérdidas serían terribles para las batallas futuras, estaba seguro.

—Celebro que sigáis viva princesa Ingelyn. En el exterior la situación... está controlada —dijo el enano con algo de pesadez en sus palabras. Pues control era lo que más había faltado en aquel lugar.

Caminó poco a poco hacia la zona en la que se encontraban los supervivientes y habló de nuevo. El enano pese a estar en perfecto estado y sin ningún rasguño tenía mala cara.

—Entiendo que cada pueblo tiene sus dificultades y sus debates políticos internos, no me inmiscuiría en los de los skaldi pero dadas las circunstancias... Creo que necesito una explicación medianamente profunda sobre lo sucedido y lo que podría suceder. Por su salud, por la mía y por el bien de la misión.

Respiró profundamente al ver entrar a los que faltaban del grupo que se había quedado en la granja. Verlos enteros aliviaba un poco la presión en su pecho tras lo que acababa de ocurrir.

—Ojalá pudiera responderte a eso, Strumni... pero estoy igual de confusa que tú en todo este asunto. Alguien entre los skaldi no quiere que las negociaciones con los enanos lleguen a buen puerto y te aseguro que cuando les encontremos haremos que paguen por cada gota de sangre que han derramado los fieles al Rey Thoran.— la última frase se tintó con la rabia de alguien que clamaría venganza por lo ocurrido

Buscó con la mirada a los más veteranos entre los skaldi, por si a ellos se les ocurría algún posible origen de todo aquello. Terminó posando su mirada en la skaldi pelirroja, no sin cierto gesto interrogante en su expresión. —¿Quién eres, guerrera?

Era bueno que más soldados leales hubiesen sobrevivido, y como al parecer ninguno de los de fuera parecía necesitar cuidados se volvió a centrar en la princesa.

Sabía que la herida le dolía, pero no querría que la atendiesen. No obstante eso a Runi no le importaba demasiado, su preocupación era el bienestar de Ingelyn. Así que la curó.

-Disculpad princesa, pero hay que tratar ya esa herida. Habéis demostrado con creces vuestra habilidad con las armas, pero era muchos. Dejad que os alivie.-

El viejo skaldi murmuró unas palabras en un idioma antiguo y una vez más su mano pareció congelarse. No obstante cuando tocó la mano de la princesa ésta no sintió frio, pese a que una ligera escarcha se le extendió por la herida. Enseguida se quitó y no había rastro del dolor, o del corte.
Después de aquello la dejó hacer y se colocó cerca del traidor que seguía vivo.

Runi parecía agotado aunque se esforzaba por disimularlo lo mejor que podía. Sin embargo, el cansancio que se adivinaba en su rostro no parecía debido a su vejez. Era como si aquella extraña e inefable aura que solía desprender, y que bastaba para que hombres mucho más corpulentos y fuertes que él se sintieran intimidados al verle, estuviera difuminada y él pareciese un anciano más. El combate había exigido que utilizara casi todo su poder mágico, y lo poco que se había reservado se esfumó cuando curó a la princesa. Pero al menos sirvió para que la profunda herida del brazo de Ingelyn desapareciese sin dejar rastro, lo que arrancó un par de expresiones de sorpresa a los que allí estaban.

Mientras, Fygrod y Gungnar entraron en la granja. El enano tenía una herida en la cabeza, que ya se había vendado. Aparte de eso, no parecía que estuviesen tocados.

—Los campos están despejados —informó el enano calvo—. Pero eran bastantes. Y no eran asaltantes fortuitos, nos estaban esperando...

No había ninguno de los presentes que dudara de aquello. Habían caído en una emboscada, pero la parte buena era que habían logrado defenderse. Aunque a costa de la vida de muchos soldados leales. El grupo había quedado terriblemente diezmado.

— No hay duda de que ésto fue un trabajo interno —dijo, sombrío—. Pero estamos tan estupefactos como vosotros —dijo, mirando a los enanos, y en especial a Strumni.

Después se colocó a la misma altura que la guerrera pelirroja, frente a la Princesa Ingelyn.

— Ella es Tressa, viene de parte del Rey Thorann y trae un mensaje... —justo en ese momento el viejo Runi curó de manera milagrosa la herida de la princesa, y Gunnar quedó en silencio durante un par de segundos—... de su parte—concluyó, recuperando el habla.

Cuando la puerta se abrió, Gunnar se giró sobre sus talones de golpe, y en apenas una milésima de segundo ya un cuarto de su acero estuvo fuera de la vaina de cuero. Sin embargo, cuando se percató de que eran Gungnar y Fygrod, soltó el pomo de su espada, y la guarda chocó contra el brocal.

— Me alegra saber que estáis vivos —dijo a ambos, asintiendo a cada uno, luego se giró hacia la princesa—. Recomiendo reagruparnos en Skermnir y reclutar algunos hombres y mujeres adicionales... luego de revisar sus antecedentes a profundidad —recalcó las palabras "a profundidad"—. Pero primero me gustaría ir a buscar a los muchachos que subieron a la otra granja.

A Runi le tranquilizó ver que los enanos estaban vivos. No es que lamentase sus perdidas más que las de su propia gente, pero seguía pensando en el buen fin de la misión. Y no iban a ver con buenos ojos el que sus escoltas hubiesen muerto defendiendoles contra su propia gente.

-No. No iba a sonar muy bien.-Pensó el viejo skaldi.

Entonces escuchó la intención de Gunnar de salir en busca de los chicos. Pero a su entender no era buena idea. Se acercó al guerrero y le puso una mano en el hombro.

-Entiendo tú preocupación Gunnar, y lo creas o no la comparto. Pero se te necesita aquí, al lado de la princesa.
Además, con la oscuridad podrías cruzarte con ellos sin verlos. Son más sigilosos y escurridizos que tú.
Hay otra opción. Dejame hacer.-

El viejo salió fuera y silvó varias veces. Al poco el cuervo que lo solía acompañar se posó en su hombro.

-Menudo vigía has resultado ser. Ya hablaremos de ésto. Ahora encuentra a los niños y traelos hasta aquí. Rápido.-

Runi le dio un gusano y de un movimiento de hombro se lo sacudió e hizo que saliera volando.

-Listo. Es más rápido que tú y tiene mejor vista. Él los encontrará.-

Al oír la puerta y ver a Gunnar desenvainar parte de su espada, Tressa rápidamente se llevó la mano a la empuñadura de la suya, cuando vio que no estaban siendo atacados ella dejó caer la mano a su lado.

Estaba sorprendida por la rapidez del guerrero, se notaba que ya llevaba bastante experiencia sobre sus hombros. Se alegraba de que su primer encuentro no hubiera sido violento, tenía la impresión de que no le habría ido muy bien si se hubiera llegado a enfrentar a él.

Mientras los demás hablaban, Tressa dirigió su mirada hacia la princesa y con las manos buscó el mensaje que debía entregar. Dio unos pasos para acercarse a ella y con una reverencia habló.

- Princesa Ingelyn, me llamo Tressa y he sido enviada por el rey para entregarle este importante mensaje.

Le extendió con cuidado el pergamino.

El conjuro de Runi la dejó boquiabierta y abrió y cerró la mano en varias ocasiones al ver que no había herida ni le dolía. Miró al anciano y después de que saliera y volviera a entrar al ver su estado se acercó a él para darle un suave apretón en el brazo y susurrarle. —¿Por qué no te sientas un poco en la cama a descansar? Has hecho muy buen trabajo, gracias por ayudarme.—

—Tenemos que hacer un análisis de lo que tenemos y lo que hemos perdido antes de decidir qué hacer: volver a Skermnir podría ralentizarnos muchísimo y no sé si será una idea adecuada...— chasqueó la lengua con un suspiro cansado, pero su pose se volvió firme y regia de nuevo al escuchar a Tressa. ¡Su padre le había mandado un mensaje! ¿Serían buenas noticias? Tenían que serlo...

Aunque una pequeña vocecilla en su interior le decía que no sería así.

—Gracias por venir, Tressa, eres bienvenida en esta noche tan oscura para nuestro pueblo...— dijo mientras cogía el pergamino y lo abría para ver el mensaje en su interior.

Strumni pensó en ofrecerse para acompañar a Gunnar a buscar al grupo que había ido hacia las granjas pero al ver los movimientos del anciano curandero se relajó. Seguramente tendría razón y el cuervo fuera mejor que ellos en mitad de la noche. Al fin y al cabo él no podía volar.

Otra nube de humo salió de su boca tapando momentáneamente su faz. Con preocupación observó la herida de Gungnar aunque celebró, internamente, que estuviera a salvo de peligro. Lo único positivo que podía rescatar de toda aquella debacle era que ya sabía con la gente que contaban y que estos eran de fiar. Por ese mismo motivo echó un vistazo a su alrededor para comprobar el número de efectivos con los que contaban.

—Debemos llegar pronto a Kaz-Umzur, allí estaremos seguros. Ahora tenemos un grupo menor y eso nos permite pasar más desapercibidos. Además podemos movernos más rápido. Demos sepultura a los caídos, descansemos y partamos a la mañana temprano.

Sin perder tiempo, la princesa Ingelyn rompió el sello real que cerraba la carta enrollada de su padre y la abrió para leerla. El resto de los presentes aguardó en silencio, mientras los ojos de la joven recorrían las líneas escritas por el Rey Thoran.

Ingelyn se sorprendió al comprobar que la carta de su padre estaba escrita en un alfabeto de caracteres lineales que sólo los miembros de su familia conocían. Su padre se lo había enseñado, y aún lo recordaba, pero aún así le costó un poco iniciar la lectura hasta que se acostumbró. Si el Rey había escrito una misiva en clave, aquello sólo podía significar que la carta era importante y temía que pudiera ser interceptada. No era un buen comienzo...

Espero que estés ya en Skermnir cuando esta te llegue. Seguimos combatiendo, pero nos están haciendo retroceder. Nos empujan hacia el Primer Muro, y quizá tengamos que retirarnos para defender Tretberg antes de lo que pensaba. Es indispensable que consigas ayuda, y que lo hagas cuanto antes.

Como siempre, su padre era directo y no se perdía en nimiedades. Ingelyn notó una punzada de ansiedad y preocupación. Si había olvidado un ápice la importancia o la urgencia de su misión, pudo recordarlas inmediatamente al leer aquellas palabras. Siguió leyendo sin perder un segundo.

Vigila tus pasos en el camino hacia Kaz-Umzur y no te relajes ni siquiera cuando llegues allí. Nuestros exploradores han informado de sucesos inquietantes en la zona, tal vez haya alguna amenaza mágica actuando. No creo que este ataque orco y esos rumores hayan ocurrido casi al mismo tiempo por casualidad.

Pero lo que más me preocupa es que también hemos tenido noticias de que hay una conspiración contra el gobierno de Krar Umgar. Me ha costado mucho creerlo, dado que no hay pueblo más leal que los enanos... pero parece que algunos súbditos del Rey Grummdar planean derrocarlo, y no se detendrán ante nada para conseguirlo. Tenemos pruebas. He enviado mensajes en clave al Rey, igual que a ti, pero no sé si le llegarán a tiempo o si me escuchará siquiera. Es testarudo como una mula. En cualquier caso, ten mucho cuidado si te encuentras con enanos durante el viaje. A partir de ahora, no será fácil saber cuáles de ellos son de fiar y cuáles no...

Date prisa con las negociaciones. Si los enanos traidores intentan algo antes de que Grummdar firme el tratado, será casi imposible convencerle de que envíe a sus guerreros en nuestra ayuda. Pero si firma, cumplirá su palabra aunque todo su reino se desmorone a su alrededor. Algo bueno tenía que tener el tratar con un enano tozudo...

Puedes confiar en Tressa, es una guerrera hábil y leal. Le he ordenado que permanezca contigo hasta que hagas tu parte. Envíame un mensaje por medio de ella en cuanto hayas cumplido tu misión.

Mantente firme.

Tu padre, Thoran

La princesa no pudo evitar tragar saliva. De repente, sentía como si el suelo bajo sus pies se estremeciera como si estuviese hecho de arenas movedizas. ¿Tendría Sven razón después de todo...?

El rostro de la princesa pareció desencajarse por un momento y tan rápido como se torció todo volvió a su lugar. Pese a su clara contención estaba claro que las noticias no eran buenas por lo que tardó la rubia en articular palabra, como si estuviese eligiendo cuidadosamente las palabras. El pergamino enrollado se mantuvo en su apretado puño.

—La situación en la frontera se ha encrudecido. No volveremos a Skermnir bajo ningún concepto: continuar hacia el sur es la prioridad y debemos llegar a Kaz-Umdur lo antes posible. Haremos guardas rotativas de varias personas para asegurar la integridad de la comitiva y partiremos por la mañana...— pasó su mirada por varios de los presentes, pero si estaba planeando algo no lo llegó a explicar—. ¿Entendido?

Su cabeza bullía todavía más fuerte que durante el ataque y un pequeño pinchazo en la sien amenazaba con permanecer ahí al menos durante el próximo día por todo el agotamiento mental por el que estaba pasando. La carta de su padre había sido un golpe directo a su línea de flotación y ahora no sabía ni qué pensar ni a quién creer.

Las palabras de Sven ahora cobraban un nuevo peso, pero pese a las pruebas de su padre y las propias palabras de Strumni hacía un rato respecto a la división de su pueblo todavía habían muchas incógnitas. No sólo les estaban esperando allí guerreros skaldi, si no que había cambiacapas en su comitiva que estaban allí mucho antes del encuentro con Agga y sus soldados. ¿Eran la capitana enana, Gungar y Mormnir de fiar? ¿Para qué necesitarían dejarnos a dos espías cuando ya tenían a aquellos traidores comprados?

¿O acaso allí había cuatro bandos y tenía rebeldes de dos reinos distintos viajando con todos ellos? Todas aquellas posibilidades propiciaron un nuevo pinchazo en la sien y tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para no llevarse una mano a la cabeza. Debía mostrarse firme ante los suyos... temía que si mostraba debilidad todo aquello se haría aún más pedazos.

Runi se sintió aún más viejo de lo que era. Sin duda todo el ajetreo no había ayudado, por eso siguió el consejo de sentarse de la princesa mientras ella leía la carta que había traido la guerrera.

Y como no podía ser de otra manera, las noticias no eran nada buenas. De hecho acruciaba la misión que tenían, pues como bien decía Ingelyn volver no era una opción.

-Por supuesto princesa. Se hará como ordenéis.-

El viejo skaldi se apresuró a responder para demostrar su apoyo a la joven. Por no decir que estaba totalmente de acuerdo con su curso de acción.

Gunnar asintió, en completo silencio. La situación había empeorado y tenían que conseguir el apoyo de los enanos de cualquier forma, y también de la manera más rápida. En estas circunstancias, retroceder no era una opción y Gunnar lo entendía. Pese a ser que era la decisión correcta, suspiró.

— Seguimos adelante —dijo, más para sí mismo que para los otros.

Sin embargo, el trabajo aquí no había terminado. Gunnar se acercó al traidor skaldi que Runi había mantenido con vida y se acuclilló delante de éste.

— ¿Por qué? —preguntó, demandante—. Responde, y te irá mejor.