Partida Rol por web

Runi enarcó una cenja mientras sonreía de manera picara. Era bueno que no se dejara amedrentar por las situaciones. Definiticamente algún día será una buena lider de su pueblo...Si salían con vida de allí, claro está.

-Estoy cansado, como bien decis princesa. Estos viejos huesos ya no son lo que eran y un simple viaje en carro ya me cansa.-Miró a Gunna- No obstante, sí que es cierto que hay algo raro en el ambiente. Y aunque vuestro padre tiene razón en lo que os contó, no por ello sucede siempre.-

Suspiró.

-Sinceramente princesa, no sé qué es lo que hay. No puedo percibirlo claramente. Y mientras no sepamos qué pasa exáctamente no tiene sentido ir comentando cualquier cosa que sobresalte. No os preocupéis, os aseguro que cuando tenga un idea clara de lo que pasa, os informaré con premura. Pero prefiero pecar de precavido en éste caso hasta que tenga más información, o por lo menos alguna información.-

— Lo mejor que podemos hacer ahora, princesa —intervino Gunnar, respetuosamente—, es estar alerta y estar juntos. Me encargaré personalmente de todos los grupos de guardia y hablaré con todos nuestros hombres —continuó, intentando sonar tranquilizador.

Miró con suma extrañeza su trampa, él como trampero con experiencia sabía que era algo simple y rudimentaria pero generalmente le había dado buen fruto. Era extraño que apareciera desbaratada con tanta sencillez y cuidado. Durante un par de segundos dudó en repararla, pero eso le llevaría tiempo, y era posible que un potencial enemigo se estuviera acercando hacia el campamento. 

Con mucho cuidado y con sus habilidades de rastreador se dispuso a tratar de encontrar el rastro de lo que fuera que le había desbaratado la trampa y a seguirlo. Por pura precaución sacó su ballesta mientras no dejaba de pensar en lo sucedido. ¿Abría algún traidor en el grupo que estuviera saboteando sus trampas?

Gunnar acababa de decir aquellas palabras, cuando de pronto oyeron un ruido fuerte y seco. Parecía que dos pedazos de madera hueca hubieran chocado entre sí varias veces, causando un sonido que era difícil de ignorar. Venía de la parte trasera de la granja, un poco más allá de la cerca.

Casi inmediatamente, escucharon una exclamación, aunque no supieron si era de dolor o de furia. Venía del mismo lugar en el que se había oído el golpe seco, y en un momento todos los guerreros de la comitiva estuvieron en pie y alerta.

Strumni acababa de sacar su ballesta para buscar un rastro, cuando se escuchó aquél sonido. Al enano no le quedó ninguna duda, era el ruido característico que hacían sus trampas al activarse.

El enano no dudó, cargado con su ballesta comenzó a mover sus cortas pero contundentes piernas para iniciar un camino, lo más veloz que pudo, para llegar hacia el otro lado. En el transcurso pasaron por su cabeza multitud de ideas poco agradables. ¿Un traidor? ¿Un ataque secreto? ¿Alguien que deseaba que la unión entre enanos y skaldis no tuviera éxito? En el último grupo era capaz de señalar a bastantes personas, a demasiadas.

La barba castaña con tintes rojizos del enano, se movía de un lado a otro debido a la velocidad de movimiento que éste imprimió a sus piernas. Confió en que su espesa capa le cubriera en mitad de la noche y escondido bajo ese camuflaje poder sorprender a lo que hubiera activado su trampa.

— Probablemente alguien cayó en alguna de las trampas de Strumni... —dijo el capitán en poco más que un susurro, alerta.

Luego, con una mirada, Gunnar pidió a Fygrod y a Gungnar que le acompañasen nuevamente, y con un movimiento de su mano hábil indicó a los soldados que se mantuviesen alerta y protegiesen a la princesa. Inmediatamente después, el guerrero se dirigió a la puerta de salida.

Runi se puso tenso al escuchar el ruido, algo menos al oir después el grito de furia pero sin dejar de estar alerta. Desde luego no iba a lanzarse como caballo desbocado hacia el lugar, después de todo él no era un guerrero. Y además Gunnar era más que capaz de manejar la situación.

-Yo me quedaré junto a la princesa, tranquilo.-

Siempre podía darse el caso de que aquello fuera una distracción, por lo que era mejor no meter a todo el mundo en el mismo lugar. Además, la explicación de Gunna, aunque era para tratar de quitar hierro al asunto, siempre podía ser una posibilidad.

Gunnar y Strumni no tardaron ni diez segundos en plantarse en el lugar del que provenía el sonido, con sus armas preparadas. Al llegar, descubrieron a Fygrod tendido en el suelo, maldiciendo.

—¡Maldita sea! —exclamaba el skaldi—. Olvidé que el enano había colocado esas condenadas trampas.

Dio un puñetazo en el suelo.

—Estaba seguro de que había visto a alguien rondando, y quise comprobarlo. Pero entonces esta cosa me atrapó los pies... y ahora lo que fuera eso se ha escapado.

Señaló a la trampa de Strumni, y acto seguido miró al enano con furia.

Mormnir, con el grueso ceño tan fruncido como siempre, replicó con voz seca.

—Strumni no tiene la culpa de que los humanos seáis unos torpes precipitados —dijo—. Si viste algo, ¿por qué no nos avisaste a los demás, antes de lanzarte de frente tú solo? Podríamos haberlo rodeado...

Se adelantó y oteó más allá de la cerca hacia los campos, pero no se veía nada raro.

La princesa se acercó un poco al oír el jaleo, preocupada porque alguien pudiera estar acechando. Cuando vió a Fygrod suspiró aliviada aunque miró a su alrededor al escuchar al pelirrojo.

—No vale la pena discutir por algo así, lo que importa es encontrar a quien sea que estuviese rondando, si así era.— se preguntaba si realmente era así o únicamente un sonido que Fyngrod se habría imaginado—. ¿Alguno habéis visto algo raro por la zona?

Lo primero que hizo fue bajar su ballesta al ver que el peligro al que podían enfrentarse no resultó ser tal. No hizo demasiado caso a las palabras del guerrero skaldi y con mucho cuidado se agachó para observar su trampa y cerciorarse de que siguiera siendo operativa.

—No hay motivo para la discusión, ahora hemos comprobado que las trampas funcionan. Intentemos que nadie más de los nuestros las active y provoque una alarma innecesaria —Tras dejar la trampa colocada como en un primer instante, el enano volvió a ponerse en pie para hablar—. Estaba andando por el perímetro justo antes de escuchar el ruido y encontré otra de mis trampas desmontada. Un trabajo fino si se me permite la apreciación, hasta yo tuve que acercarme a comprobarlo. Me disponía a seguir el rastro cuando... escuché el ruido y vine corriendo.

Dijo el enano como respuesta a las palabras de la princesa Ingelyn. Volviendo a coger su ballesta habló a los presentes.

—Investigaré por la zona de la otra trampa y trataré de seguir el rastro. La princesa debería ir a un lugar más seguro, no es prudente que esté expuesta.

— Haya paz —dijo Gunnar a ambos guerreros, pero en especial al skaldi. Después miró a la princesa—. Princesa, no es bueno que esté aquí afuera, le pido que por favor se quede dentro de la granja con el resto de nuestros guerreros —el capitán intentó sonar relajado, pero había algo en su tono de voz que lo hacía sonar todo menos eso. Instantes después, se acercó a Fygrod y le ayudó a levantarse—. ¿Puedes caminar? —le preguntó al explorador.

El comentario del enano le hizo suspirar, al parecer alguien estaba jugando juegos con ellos. El capitán se masajeo el tabique nasal y llegó a una conclusión.

— Lo mejor será que nos atrincheremos en la granja... Pareciera que están intentando dividirnos con eso de los ruidos por aquí y por allá... Si empezamos a explorar estaríamos cayendo en su juego y eso puede ser peligroso —el capitán lanzó una mirada preocupada hacia la granja que habían ido a visitar Dewa, Glyrhel, Mara e Ylva, pero acabó por indicar que todos entrasen una vez más a la granja. Claro, no podía ordenarle nada a los enanos, pero esperaba que al menos escuchasen sus palabras.

Runi asintió a las palabras de Gunnar, aquel era su trabajo. Y era bueno en ello, así que mejor dejarle hacer. Le ofreció el brazo a la princesa.

-Vamos princesa. Sed tan amable de escoltar a éste pobre viejo al calor del fuego de dentro. Si en verdad hay algo aquí fuera mejor estar ahí que aquí. No quisiera que estos huesos tuvieran que correr hasta dentro si las cosas se ponen en verdad feas. Estaré más a salvo con vos protegiéndome.-

El anciano skaldi no dejó de ver la mirada de preocupación del guerrero en dirección a las otras granjas. No hacía falta ser muy listo para saber en qué pensaba. Le palmeó el hombro al pasar a su lado y le susurró.

-Ella estará bien. La has enseñado bien y sabe cuidarse. Además, no está sola.-

Y como no había mucho más que hacer se dirigió adentro.

Siguiendo el consejo de Gunnar, los skaldi se prepararon para retirarse al interior de la granja, no sin antes doblar la guardia en el exterior. Si Fygrod había visto en realidad a alguien merodeando, y una de las trampas de Strumni había sido saboteada, estaba claro que el lugar no era del todo seguro. Y en ese caso, sería mejor que estuvieran en una posición fácil de defender. Pero... ¿quién podía estar acechándoles? Y el grupo que había ido a explorar las otras granjas, ¿estaría a salvo?

Una vez dentro de la granja, se aseguraron de que todos los accesos estuvieran bien cubiertos y se dispusieron a descansar un rato, o al menos a intentarlo. Pero la tensión se había hecho palpable en el ambiente, y todos eran conscientes de que algo no iba bien.

Runi entró en la granja junto a la princesa Ingelyn. Él era anciano y no era un soldado... pero tampoco estaba indefenso, aunque esperaba que no tuvieran que pelear.

Acababa de aproximarse una vez más a la chimenea, cuando notó una sensación extraña de alarma. Por un momento pensó que se lo había imaginado... pero le había parecido escuchar algo que le había producido un escalofrío. El inconfundible sonido de una espada al desenvainarse.

Sin embargo, cuando miró alrededor no vio a nadie que empuñase una espada. Y el sonido le había llegado amortiguado, como si procediese de otra habitación o algo así. Pero la granja no tenía más estancias. Al menos, que ellos hubieran visto...

Strumni volvió a hacer una ronda por el perímetro de la granja, mientras el resto del grupo se atrincheraba dentro. Mormnir lo acompañó una vez más, sin dejar de gruñir por lo bajo.

—Esto no me gusta —dijo—. No me fío de ese humano del parche. ¿Te has creído lo de que se tropezó con tu trampa? Sabía que estaba ahí, aún no se habían ido cuando dijiste que ibas a colocarlas...

El montaraz enano ya sabía lo que su compañero pensaba, pero en esta ocasión, él mismo se sentía intranquilo. Aquella situación no era normal. Y se sentía en desventaja, como si aquella noche estuviera en el lugar de la presa y no del cazador.

Estaba pensando en eso, cuando un escalofrío recorrió su corta espalda. Esta vez nadie tuvo que decírselo. Él mismo había visto moverse algo en los campos más allá de la cerca. Y no sólo eso, si no que escuchó el claro tintineo del metal. Algo estaba a punto de pasar... y no era algo bueno.

Runi se estaba calentando las manos junto al fuego mientras agradecía que la princesa hubiese entrado. Había algo fuera. Algo en el ambiete. Algo raro. Y el anciano estaba molesto porque no podía saber qué era.
Iba a hacer un comentario a la princesa para relajar el ambiente cuando de repente escuchó algo. Algo que hubiese preferido no escuchar.

Se embaró de repente y miró al suelo.

-Princesa. Salid de la casa. Ahora.-

Runi aferraba el bastón con una mano mientras con la otra hacía ademán de empujar a la princesa procurando interponerse entre ella y lo que había escuchado.

La princesa iba a discutir, pero terminó por aceptar adentrarse en la cabaña pese a que sentía la necesidad de quedarse fuera para comprobar si las cosas iban bien. Pero terminó por aceptar la petición del anciano y resopló.

Pero una vez dentro, junto al fuego, seguía debatiéndose en lo que allí podría estar ocurriendo. Fue entonces cuando Runi se puso como una estaca y le lanzó una orden tan directa que hizo que se le helase todo el cuerpo, un frío que instintivamente se convirtió en un calor producido por la rabia y ella mordiéndose en labio inferior, sintiendo como reculaba un paso por el brazo del anciano que la empujaba hacia atrás.

—¡No voy a dejarte sólo en una situación así, viejo cabezota!— bufó con el límite de las concesiones que estaba dispuesta a hacer más que sobrepasado. Con un gesto rápido desenvainó a Rimkant y frunció el ceño mientras el color anaranjado que proyectaba el fuego se mezclaba con ciertos tintes de azul reflejados en su propia espada al concentrar la energía mágica del filo

Estaba dispuesta a defender a su gente de lo que fuera que allí pudiera aparecer y, si tenían que escapar, sería al lado del resto y no antes que ellos.