Partida Rol por web

Grend no sabía que demonios le había sucedido, donde estaba o por qué. Pero sí que tenía claro una cosa. Y es que él es Cristopher Grend. Coronel de las Fuerzas Aereas de los Estados Unidos de América. Y a pesar de muchas cosas que había tenido que hacer en la guerra, nunca, nunca ha dejado que los inocentes sufrieran.
Conocía a Jade de hace poco (cree) pero eso no le afecta menos. Es una niña en peligro. Y va a salvarla de ese carnicero con el que esta.

Veo...veo a Jade. La estan sometiendo a... la están torturando.

¿Donde está? ¿Cómo puedo verla?
¡Dimeló! Dame una maldita respuesta que me sirva. Algo que me ayuda a salvarla. Hazlo o te juro que te arrepentiras.

La expresión de la chica pasa de ka preocupación a la sorpresa al escuchar, más que ver, la reacción del contrario.

- Yo... Puedo ayudarte, pero si quieres algo de mi, no creo que amenazarme sea la forma. - Hace una pausa, inspirando despacio antes de continuar. - puedo ayudarte, quiero ayudarte, pero yo también necesito ayuda. Dime primero ¿quien es Jade? No recuerdo ese nombre de entre los habitantes...

Si hubiera tenido la posibilidad, lo más seguro es que Cristopher hubiese tratado de estrangularla. No obstante se obligó a calmarse y centrarse un poco.
Si quería ayudar a la niña parece ser que tendría que lidiar con esa mujer, y cuanto más tiempo perdiera discutiendo sería peor.

No me dices donde estoy, cuanto tiempo he pasado inconsciente, ni quien eres, no me explicas nada y estoy sufriendo algún tipo de alucinación. Lo último que recuerdo es estar en el centro médico y luego despertarme aquí contigo diciendome tonterias.
¿Y ahora qué he visto algo que me preocupa te pones así?

Jade es una niña que vive en el bunker. Dudo que conozcas a todos los habitantes, así que es normal que no te suene.
La última vez que la vi estaba con un profesor, un tal Harrington que se la llevaba a clase o algo así. Pero en la visión que he tenido lo que estaba haciendo era torturandola.

Así que, dime. ¿Qué necesitas de mi para que me permitas salir de aquí y ayudar a la niña?

- Te puedo responder de la misma manera, seas quien seas. No sé quien eres. No sé qué buscas. No sé si vas a tratar de hacer daño a la gente que vive en este refugio o si tu preocupación es sincera. No sé si eres parcial o imparcial. No sé si eres un enviado del Dios Máquina. No sé si te lavaron la mente en algún momento y ni tan siquiera recuerdas serlo, aunque lo seas.

Desde luego, tu forma de hablarme no está siendo nada amable, y no me has dado nada para confiar en ti. Para colmo, estás empezando a lanzarme acusaciones paranoides, así que primero te aclararé eso. Yo no soy la causante de tus males, sean éstos cuales sean. Estás aquí, por lo que tu alma se ha salvado de morir. ¿no te basta como consuelo? Pues lo siento por ti, pero es tu problema - Se cruza de brazos en plena perreta adolescente - No soy tu carcelera. Aunque conozco métodos que podrían dejarte tan ciego como lo estoy yo, si descubro que estás aquí para hacer daño, y entonces sí que estarías jodido.

Y sí que conocía a todos los que vivían en el refugio. A todos y cada uno. Con sus nombre, fichas personales, datos médicos. Todo. Sabía si tenían o no intención de tener hijos. Sabía cual era su color favorito, el paisaje que les tranquilizaba o cómo habían llegado vivos aquí.

Pero eso fue hace muchos años. No conozco a los nuevos nacidos, ni sé quien eres tu. Pero eres viejo, así que no has podido nacer aquí. Tienes que haber llegado desde fuera, y eso significa que no sé nada de ti. 

Ahora, te repito. ¿Vas a ser educado o quieres que sigamos jugando a ver quien mea más lejos? Que yo sepa, no has estado inconsciente. Eres tú, sin más, pero en otro estado. Ya te lo he dicho. Allá tu si quieres creerme o no. Ya que si lo que digo son "tonterías", es seguro que no deberías escuchar más ¿Verdad, señor no sé donde están mis manos?. - El arranque de la muchacha, más que furia, te dice que oculta una profunda tristeza. Al fin y al cabo, los adolescentes no son famosos por saber manejar sus emociones.

- Yo al menos sí tengo un objetivo, aunque te parezcan "tonterías" - Repite con rintintín y la voz quebrada.

Mientras tanto, la imagen de la sala donde está la niña no se ha desvanecido. el movimiento de la mano del supuesto psicólogo sigue en aumento. 

Su expresión da auténtico asco, aunque no esté tocando a la niña directamente.

Definitivamente si hubiera podido la habría estrangulado. Hacia demasiado tiempo que no trataba con adolescentes. Su hijo no es que fuera un niño modelo, pero por lo menos no fue dificil. A su nieto no lo llegó a ver crecer lo suficiente...

Con una sacudida de cabeza Grend dejó de lado esos pensamientos y se concentró en el ahora. Si la joven decia la verdad había muerto, cosa que cuadraba algo con la visión que tuvo sobre él tumbado en el suelo y metiendolo en una bolsa de plastico. Pero si estaba muerto ¿donde se encontraba? En el cielo no, por supuesto. Y por la persona que tenía de compañera bien podría ser el infierno.

Volvió a sacudir la cabeza.

Bien. Ya has dejado clara tú postura. Tú mandas y tienes el control. Vale. Ahora no me importa nada más aparte de ayudar a la niña en peligro. Así que te repito la pregunta.
¿Qué tengo que hacer para que me ayudes a salir y rescatar a la niña?

En un largo instante, casi temes que la joven no te responda.

- No conozco ninguna manera de rematerializarte, si es lo que buscas - y antes de que puedas decir nada, continúa - pero eso no quiere decir que no puedas ayudarla. 

Primero, tienes que averiguar cosas de ese hombre. Si él también se ha vuelto loco por el aislamiento, sería mejor... sería mejor que lo encierren, o hagan algo. No sería el primero, han habido otros casos. La edad de Harington es de 65 años, 5 meses y 3 días... está dentro de la franja de peligrosidad, y tras el evento... - niega, deteniéndose a mitad de pensamiento - Datos inconclusos. 

Sus aspiraciones indicaban deseo de poder. Última valoración psicológica: estable en tanto obtuviera avances. El infeliz desconocía que era imposible alcanzar el Consejo. Consecuencia probable: desviación del deseo de poder y dominación. Evaluando...

Cierra durante dos segundos sus pálidos ojos, como si el simple gesto la ayudase a pensar.

- Alguien con su perfil debe tener enemigos. Puedes encontrarlos, pero eso implica rastrear los nombres y espiar sus comunicaciones. Si eres un buen haker quizás podrías acceder al núcleo para revisar los Bakups. Si no, tendrás que hacer un rastreo a partir de los nombres que ya conoces.

Reabre los ojos y se cruza de brazos, mirando sin ver en otra dirección - Pero eso no significa que lo puedas hacer de cualquier manera. Los Protocolos podrían llegar a atarte silos programadores sienten tu presencia. Solo tienes que pensar en el nombre de alguna de las personas que has conocido y sabrás dónde está. Con algo de práctica, accederás también al sonido. 

Ojalá yo pudiera seguir haciéndolo.

No sabes lo desesperante que es querer ayudar a alguien y que al notarte... te cieguen. - otra vez esa tristeza, quizás impotencia. Te está diciendo mucho a pesar de sus aparentes reparos. Lo desesperante es no poder algo de forma directa, pero... ¿serás capaz de actuar? ¿De solucionar lo que está pasando? Pensado con frialdad, el que tienes es un tipo de control muy poderoso. Es posible, solo posible, que si usas bien tus cartas, podrías llegar a ser más poderoso que el consejo. Podrías llegar a cambiar muchas cosas en este refugio para que las cosas se hagan como tu sabes que son correctas.

Grend entendía dos de cada cinco palabras que decía la muchaca, como mucho. Sabía lo básico de ordenadores, y le gustaban menos. Sobretodo después del alzamiento del Deux ex Machina. De hecho en el bunker que comandaba estaban restringidos al mínimo. Aquí ya se fijó que lo controlaban casi todo. Esa era una de las muchas cosas que quería cambiar.

En cualquier caso, toda la palabrería que le había dicho la chica le valía para una mierda. Pues no podía ir a partirle la cara a Harrington. Que era lo que le pedía el cuerpo.

Vale. Así que no puedo hacer nada salvo mirar como la torturan. Genial.
Soy nuevo en el bunker, no conozco más que el area de cuarentena y el comedor. Y he hablado con media docena de personas, y la mayoría sólo me han saludado.

La sala que ves vibra ligeramente bajo tu percepción cuando tratas de concentrarte. Es tal tu deseo de alargar tus manos hacia el cuello de ese hombre, hacia las máquinas que emplea o hacia cualquier otra cosa con la que palpar o intervenir directamente, que casi te duelen las manos. 

Solo que no son tus manos, son el recuerdo de unas manos. Es una imagen, pero eres tú. Las dudas sobre tí mismo son confusas y temes por un instante perderte en ese momento de vértigo. Pero tú eres tu, y tienes que...

...

Algo ha interrumpido la línea de tus pensamientos. 

...      ...

Ahí está de nuevo. Unas pulsaciones, una alteración. Es como si alguien hubiese lanzado un gancho contra tu hombro y ahora estuviese estirando, dándote incómodos tironcitos.

Por instinto, miras en esa dirección y la sala de la niña desaparece... y ves algo más allá...

Aquí

No sabía muy bien qué esperar, pero desde luego no el cambiar de visión. Los "tirones" que le llevan hacia otro lugar eran muy incomodos, por no hablar de las perdidas de memoria o quedarse en blanco.

Lo que sí le había quedado claro, horrorosamente claro, es que no tenía cuerpo. Se movía por entre las camaras del bunquer. O por lo menos eso le había parecido.

Ahora estaba en un ordenador, creía, pero no sabía qué era lo que estaba pasando. Al parecer podía ver, pero no oir. Y parecia que también podía ver lo que estaba en el ordenador. ¿Qué sería? ¿Podría escribir algo en él?

Mientras tus ojos te muestran por una parte la terrorífica escena en maternidad, otra parte de ti sigue aquí, consciente de todo lo que pasa. 

Eso te permite sentir que otra presencia se acerca. La muchacha a la que has llamado Comoquieras se gira, siendo capaz de algún modo d percibirlo.

- Otra vez él... ten cuidado con ese hombre. No dejes que se te acerque demasiado, o te hará daño -  ella misma comienza a alejarse.

Grend no estaba seguro de lo que había visto. No sabía cómo podía ver en otros lugares a través de pantallas o camaras, ni por qué podía escribir en ordenadores. Le costaba fijar la vista en el aquí.
Pero desde luego, si lo que había vislumbrado era verdad. El Búnquer no era lo que parecía, para nada. Y alguién más debería saberlo. Debían hacer algo.
Desde luego él estaba muy limitado, pero tal vez si lograse que la información llegase a la mayor gente posible. Dahlia, por ejemplo. Decía que era una periodista.

En ese momento Comoquieras se le acercó.

¿Te refieres a Harrington? ¿Cómo voy a evitar que se me acerque si no sé donde estoy? ¿Cómo va a hacerme daño si estoy muerto?

Ya estaba, lo había dicho en voz alta. Desde luego, si las visiones que había tenido eran verdad, es lo que le pasaba.

- Sólo estarás muerto si te convencen de ello. O puede que tú mismo puedas auto engañarte, a veces lo he visto. Y no, no hablo de lo que pasa al otro lado. Te recuerdo que eso yo no puedo verlo. Hablo... Hablo de otro que lleva aquí mucho tiempo, a alguien que puede robarte parte de lo que eres. Puede robarte cosas que nunca pensaste que podrían robarte - Reprime un escalofrío, bajando el tono con auténtico pavor - _{Puede robarte tus recuerdos, sustituyéndolos por vacío. No sé cómo lo hace, pero... pero créeme que no quieres experimentarlo.} 

Retoma entonces sus pasos.

- Tienes varias opciones. O vienes con migo, o te escondes, o buscas otro camino.. o esperas a conocerle. Quizás aún no te haya percibido, pero este nódulo ya no es seguro.

Por lo que decia la muchacha, no parecia muy buena idea conocer a ese otro. Por lo menos no todavía. Primero tenía que asegurarse de que Jade estuviera bien y luego ya investigaría ese lugar y sus "habitantes" con más calma.

Muy bien. Iré contigo. Si le tienes miedo a ese otro supongo que será por algo.
¿Donde vamos?

Centrándote en la forma definida de esa joven, de algún modo avanzas antes de ser consciente de la ausencia física de piernas y peso. Solo es una vacilación. Sacudes tu mente y te centras nuevamente. Cada vez eres más consciente de que necesitas un objetivo, y nuevamente tu entorno se escurre a tu alrededor, demostrándote que avanzas en medio de toda esa estancia inmaterial. 

Comoquieras se acerca a un lateral donde antes no percibías nada, hasta una escalera de mano. Un agujero en el techo toma forma casi en el instante en el que ella lo alcanza. Sigues sus pasos, y te detienes un momento antes de ascender. Una sombra similar a un hombre de perfiles fluctuantes ha entrado en la estancia. Se acerca a la sombra trabajadora, quizás la más activa de todas las que hay allí y la... ¿husmea? 

Es entonces cuando empieza a devorarla. Finos hilos negros como la noche se enroscan en sus brazos y cuello, licuando la ya difusa forma, permitiéndole arrancar cachos y llevárselos uno a uno hasta la boca.

La Sombra ni tan siquiera parece percibirlo, enfrascado en un trabajo ficticio que ya nunca terminará.

Llevado en parte por el asco y en parte por el horror, sigues ascendiendo por el paso que aquella forma definida te ha abierto, y mientras asciendes tratas de evocar otra presencia, otro nombre... Dahlia, ella debería poder ayudar.

De inmediato, esa segunda visión viaja. No pierdes contacto con el otro plano. De hecho, no te resulta difícil realizar esta tarea. Estás aquí y a la vez... en otro lugar. ¿Pero dónde?

No reconoces la estancia donde está Dahlia. En tu corto paseo no la has visitado, aunque resulta fácil adivinar su propósito. El suelo de tierra te permite intuir que deben estar en el el segundo nivel, lo primero que viste nada más superar la cuarentena. Hay una docena de mesas y el doble de sillas diseminadas por la estancia. Una barra y barriles toscos y viejos. Cinco personajes parecen estar celebrando a un lado de la barra, ajenos a lo que pueda estar pasando en el resto de las instalaciones. 

Dahlia está tecleando algo en su brazo. Debe tener algún tipo de implante avanzado. Su manga remangada muestra marcas en su piel que bien podrían corresponder a una grabadora o alguna clase de mini-ordenador. Tratas de tener un mejor ángulo, quizás desplazándote hasta otra cámara, pero la instalación es tosca y no tienes muchas opciones dentro de la estancia, sin perder a Dhalia de vista. 

Entonces asiente satisfecha y se levanta, bajando nuevamente la manga de su brazo, y se acerca a la barra, donde solicita algo. 

El camarero se ríe y le tiende algo parecido a una pantalla táctil fina de un palmo de anchura, y un cable. 

Regresa a su sitio, y se conecta a la terminal desde la que estabas observando. Ahora puedes ver lo que escribe. Empieza por:

BOLETÍN SEMANAL

índice:

- Simulacro de alerta amarilla.

- Dos nuevas entradas.

- Avances en la destilación de un nuevo licor con base de trigo.

- Entrevista a un candidato del consejo. ¿Se abrirá finalmente este año la entrada a este equipo selecto?

- Nueva teoría de la conspiración. ¿La plaga la pudieron traer Aliens?

- Retrasos en la respuesta del área científica.

-...

El ver como la forma humanoide devora a la sombra hace que Grend sienta un escalofrio, o no. Sabe que debería sentirlo, pero lo hace. Es sólo su recuerdo de ello. Aun así sigue subiendo alejandose de la figura, tal y como le ha dicho la chica.

Mientras la sigue en automatico, vuelve a probar el truco de concentrarse en otra persona. Y logra ver a quien quiere. La periodista.
No sabe bien donde está, pero la ve con una especie de portatil.

¿Podré conectarme como con el otro?

No pierde nada por intentarlo, así que vuelve a imaginarse tecleando en un ordenador las palabras que quiere que vea Dahlia.

Te concentras para escribir cada palabra. En los primeros intentos te resultó sencillo, pero empiezas a notar cierto agotamiento al manipular un artefacto electrónico  transmitir cada palabra.

Sin embargo, puedes ver con satisfacción que el mensaje ha llegado donde tenía que llegar, a juzgar por la expresión de pasmo de la cara de Dahlia. 

Mira a su alrededor y otra vez la pantalla. Abre y cierra las manos, como si dudase en qué hacer a continuación, y entonces escribe.

- Noticias como esa requieren de una fuente, señor-haker-que-no-se-identifica. Una profesional como yo no se deja llevar por meros rumores.

Entonces ves cómo se cruza de brazos y apoya en el asiento, con una sonrisa en los labios.

El mensaje había llegado, no podía hacer más. Por lo menos de momento, pues Grend se sentia muy agotado. Como si hubiera estado corriendo una maratón con el equipo de campaña puesto.
Aunque, si estaba muerto cómo podía sentir cansancio.

Lo siento señorita. Pero ahora no puedo hacer más. Veamos si es tan buena periodísta como usted cree.

Luego se dirigió a la chica.

¿Falta mucho para llegar donde sea que vayamos? Parece que estoy agotado.

Escribes, pero cuando estás a mitad de mensaje, ya te está costando mantener la concentración. Alcanzas hasta "veamos si es tan..."

Seguramente sea suficiente como para picarle la curiosidad.

Por su parte, la imagen de la chica fluctúa ligeramente al entrar a algo que casi podríamos llamar otra sala.

Su aspecto es algo más eléctrico, vibrante. Aunque no sepas exactamente por qué, la sensación de entrar aquí es parecida a la que tuviste al cruzar la puerta de cuarentena. Tranquilidad. Aire. Luz... Pero no deberías estar sintiendo esas cosas ¿no es cierto? Y aún así...

- Supongo que aquí estarás bien. - interrumpe la chica a tu lado. - Creo que podrías vivir más que otros, si recuerdas mi advertencia. Mientras mas cosas quieras hacer, mas fácil es que te detecten. Muchos deciden mirar sin actuar. Es lo mas seguro, pero con lo cansado que estás... Diría que ya estas tratando de hacer cosas. Bueno, ojalá tengas suerte con ello.