3 de marzo de 2000 - 20:05
Tras ver el pasado de Marion y observar cómo coaccionaba a Gwenhael para que fuese a su encuentro con Sarianne, tal y como Axelle había dicho, Evonne se decidió a internarse en el bosque. La influencia de la Bruja había mermado hasta la inexistencia, y por primera vez volvía a sentirse segura allí.
Sólo gracias a los recuerdos de su amiga logró dar con el escondite de Hesperia. Allí descubrió a la ninfa, sola, con un aspecto hermoso y vital mientras contaba las manzanas de su huerto.
-Ah, hola, Evonne. Te esperaba. Eres mi última visitante.
Evonne se encontraba contrariada por las acciones de su amiga. Aquel lugar la había vuelto irreconocible en algunos aspectos, y eso hería su corazón. La apreciaba demasiado como para creer que había permitido que violasen a una chiquilla, pero era tan cierto como que Axelle había sido culpable de sus desgracias. Por ello se había internado en el bosque, portando su capa de fina tela de araña, eso sí, con la intención de encontrar a aquella misteriosa ninfa.
Tardó unos minutos en darse cuenta de que la influencia de la Bruja había desaparecido, hecho que le alivió enormemente, pero dar con la ninfa le llevó un buen rato vagando por el bosque.
-Hola, Hesperia -respondió al saludo, no muy segura de lo que hacía. Bajó la capucha de su capa y se acercó unos pasos, guardando las distancias-. ¿Te vas a algún lado?
-Sí, me voy. A cualquier lugar que no sea este. Por fin puedo salir y dejar atrás el bosque. La Bruja ha perdido todo su poder y es poco probable que lo pueda encontrar -respondió Hesperia.
La Leanhaun la observó con aprobación.
-Sabia decisión -dijo, pues si estuviese en su mano ella también lo haría-. De modo que... La Bruja no ha sido destruida del todo, o sea, que aunque no tenga tu poder seguirá por ahí intentando regresar. Eso no es una buena noticia.
Se paseó observando el jardín pero sin acercarse demasiado a la ninfa, con respeto.
-Imagino que no harás una excepción conmigo respecto a tu trato sobre responder preguntas.
-Lo haré. No tengo nada que callar ahora -afirmó ella.
La oír aquello los labios de Evonne se entreabrieron con decenas de preguntas agolpándose por salir. Poco a poco...
-Te lo agradezco enormemente -dijo, acompañando sus palabras con una reverencia respetuosa-. Bien, intentaré no robarte mucho tiempo entonces. ¿Sir Morgan sigue bajo la influencia de la Bruja? ¿Sigue habiendo peligro de que engendre más niños capaces de traer el Invierno?
-En realidad nunca lo estuvo, ni sus hijos fueron más propensos que otros de ser el recipiente de la Bruja. Ella lo utilizó porque era el sidhe que más tiempo pasaba en el bosque. Sobre sus otros hijos, ninguno tiene mancha.
Evonne suspiró, aliviada.
-¿Y dónde se esconde la Bruja ahora? Deberíamos acabar con ella definitivamente. Tampoco sé cómo hacerlo.
-En lo profundo del bosque, demasiado débil para hacer otra cosa que lamentarse -respondió la ninfa-. En todo el tiempo que está por venir, no se recuperará antes de la llegada del Invierno.
-De acuerdo -Evonne pensó un momento-. ¡Ah! ¿Dónde se encuentra Gastón, el plebeyo?
-En Blois. Es estudiante en una academia de arte.
-Hum... ¿Y el siguiente paso de Sarianne y la Corte Sombría?
No podía perder mucho tiempo ahondando en temas, ya que Hesperia podía cerrarle el grifo en cualquier momento, más sabiendo que era algo que estaba haciendo de forma gratuita.
-Atacar el gobierno Luminoso. No será físicamente, desde luego; a nadie le interesa una guerra. Pero ahora que el Conde está herido, lo aprovecharán. Muchas gracias por venir a despedirte, Evonne. Después de que Marion viniera, me sentí muy triste.
Ni que no hubiesen usado siempre al Conde, pensó Evonne. Pero guardó sus pensamientos para responder a las palabras de Hesperia.
-¿Debido a tu marcha? -preguntó, interesada. Aunque prefería gastar su tiempo en otras preguntas.
-No. Debido al sufrimiento que traería al marcharse con toda su rabia. Y lo hizo, ¿verdad?
Hesperia tomó uno de sus frutos, uno dorado y jugoso, y se acercó a Evonne para ponérselo en la mano.
-Mi último regalo. Para tu amor y para ti. Disfrutad de lo conquistado.
Evonne lo cogió con cuidado y lo examinó. No pudo evitar pensar en Blanca Nieves y la madrastra al hacerlo, viendo el fruto tan apetitoso.
-¿Qué hace exactamente? -preguntó, aunque de todas maneras usaría sus artes para descifrarlo más tarde.
-¿Quieres que te lo diga de verdad? -preguntó la ninfa sonriente-. De todos los frutos de mi huerto, este es el más inocuo. En realidad, no hace nada. Es el acto de compartirlo con tu amante lo que lo hace especial.
Evonne miró la manzana, brillante y dorada entre sus manos. Había respondido a sus preguntas de forma gratuita sin pedirle nada a cambio. Sonaba tan válido como traicionero pero, en realidad, Hesperia tampoco podía tener nada en contra de ella. Quería creer que todavía quedaba algo de bondad en el mundo.
-Sí, lo hizo... -dijo tristemente, respondiendo a su anterior pregunta.
Suspiró y guardó el fruto en el bolsillo interior de su capa. Después le dirigió una sonrisa amable.
-Gracias. Y también por compartir tus últimos minutos conmigo, has sido muy amable al esperarme. -Se mordió el labio inferior. Todavía había algo que deseaba preguntar, y su voz se alzó con duda y preocupación-. No tienes por qué responder, ya he abusado mucho de tu hospitalidad. Pero me gustaría saber si hay algún peligro inminente que nos aceche a mí o a Morgan. No hay nada que desee conservar más ahora mismo.
En realidad había acudido allí para ayudar a Marion, pero tras sus últimas averiguaciones el destino de la Eiluned para con ella se estaba volviendo cada vez más gris. El Condado la había cambiado de una manera en que Evonne no la reconocía. No estaba segura de a qué atenerse con ella.