5 de junio de 1999 - 16:17
Helène era apenas un destello bajo la capa de Banalidad que cubría a la camarera de pelo castaño. Danielle la había descubierto a duras penas, y de no ser porque Pollux le había insistido en que allí la encontraría, se habría marchado.
La cafetería tenía un aspecto retro y ligeramente cochambroso, como con una pátina de suciedad que cuesta mucho quitar. Helène trabajaba casi como una autómata, con su semblante mortal dominando el feérico. Servía sin rechistar y sonreía mecánicamente. Tenía los ojos hundidos y con mirada perdida. Unas mangas largas ocultaban las cicatrices en los brazos, mientras que el resto de camareros llevaba manga corta por el sofocante calor del local.
Danielle se fijó cuales eran las mesas donde servía antes de dirigirse a una de ellas y sentarse.
Poco después, la camarera se acercó y dijo:
-Buenas tardes, ¿qué desea? Le recomiendo la tarta de miel. Está deliciosa.
Danielle asintió las palabras de la camarera.
- Sea pués... tarta de miel y té, por favor, srta...- hizo una pausa para mirar la etiqueta del uniforme.
Genevive, decía la etiqueta.
-Sí, enseguida.
La autómata se fue y regresó poco después con el pedido.
Danielle se echó el azucar en el té nada más lo pusó en la mesa, mientras la miraba.
- Gracias Hélene.- lo dijo de modo distraido mientras daba un sorbo. Algo iba definitivamente mal.
La bandeja que llevaba en las manos se tambaleó y cayó con estruendo metálico. La camarera se volvió hacia Danielle aterrada, mientras su semblante feérico volvía a la vida.
-¿Cómo me ha llamado, señorita?
Danielle la miró, con una semisonrisa.
- Hélene. Es tu nombre después de todo, ¿no?
La sátiro se agachó y recogió la bandeja, cubriéndose de las miradas que la asediaron.
-No, no, no... Otra vez no... Ya no soy esa persona. Olvídese de ella.
Danielle se inclinó para ayudarla, utilizando el único brazo que su forma mortal podía utilizar.
- Por favor, dejame ayudarte.
-¡Déjame en paz! -gritó, echando a correr hacia el baño. El restaurante se giró hacia Danielle y la miró inquisitivamente. Un silencio pesado se extendió por la sala hasta que las otras camareras reanudaron su trabajo. Las conversaciones volvieron a empezar.
Danielle suspiró. ¿Por qué estaba tan asustada? Llegaría al fondo del asunto. utilizó la manera en que se habían loroto para tratar de ver algo del futuro de Hélena.
Observó atentamente las formas de los cristales en el suelo, las ondas que formaban, las vibraciones que le transmitían. Sabía que resultaría algo extraño a quien la contemplase, pero le preocupaba relativamente poco. Alguien había conseguido aterrorizar a la satira tanto como para que quisiese negar su parte changeling.
Iba a averiguar que estaba detras de ello. Después de todo los portavoces no sólo existían para dar voz a aquellos que no serían escuchados en la corte sino, también, para tratar de defenderlos de aquellos que pensaban podían salir impunes de sus malas obras.
cfreo que es adivinación 2 lo que te permite entrever el futuro del changeling. Al fin y al cabo ha sido su personalidad changeling quien lo ha tirado
EDITO: para que no sea tan sosaina. A ver si la semana que viene se me ha curado del todo el ojo. ya te contaré, que el martes tuve que ir a urgencias.
Motivo: adivinación 1
Dificultad: 8
Tirada (6 dados, se repiten 10s): 2, 5, 6, 1, 7, 4
Éxitos: 0, Fracaso
que buena soy
Las líneas del Dàn estaban demasiado enmarañadas para desentrelazarlas. Danielle no sacó nada en claro de aquello. La capa de Banalidad de la sátiro había multiplicado la dificultad para hallar una respuesta a su pregunta.
Danielle terminó de recoger los fragmentos de loza como buenamente pudo para tratar de acercarse al baño. Necesitaba hablar con la satiro... al contrario de lo que muchos nobles pensaban, ella era de la opinión que cada changeling perdido a la banalidad era... una desgracia. Lo que no llegaba a saber era que había precipitado todos los acontencimientos.
Al llegar al baño abrió la puerta con su única mano, como odiaba pasar tiempo fuera del feudo y sentirse así de incompleta, y buscó a Hélene con la mirada. Tenía que actuar rápido y tratar de arreglar el estropicio...
La sátiro estaba arrinconada junto al lavabo. Al verla entrar la miró con rabia.
-¿Es que quieres hacerme más daño? Todo iba bien, todo estaba bien... No me había sentido tan mal en días...
Danielle la miró unos segundos, casi rompiendo su determinación, pero luego recordó la vida vacía que había vivido hasta que aceptó su lado changeling. Nadie podía ser feliz negando una parte de su persona... esperaba no equivocarse con Heléne.
- Te he visto antes... negándote a ti misma. La mirada vidriosa, la sonrisa vacía. Apuesto a que sin ningún motivo para seguir adelante salvo la rutina y el que algún médico te atiborrase de pastillas. No me puedo creer que seas feliz con esa vida. No te digo que vuelvas a la corte... bien sabe Arcadia que es más un nido de viboras que otra cosa. Pero no niegues lo que eres. Te lo suplico, Heléne, no dejes que muera esa parte de tu ser.
Al terminar de hablar Danielle se sintió... desnuda. No solía sincerarse con nadie de la corte, salvo contadas excepciones, jamás. Sabía que no era seguro. Y, aunque poca gente le daría importancia a sus palabras, para ella habían supuesto desnudar parte de su alma... algo muy peligroso es la Flor de Piedra.
-Ellos dijeron que tenía que apartarme de todo esto. ¡Hadas, juegos, mentiras! Y sobre todo... él... -La sátiro se estremeció-. Por favor, Dama Danielle, no le digáis que me habéis encontrado...
Danielle miró a Heléne con expresión preocupada.
- ¿Ellos? ¿Quienes? ¿De quién te escondes, Heléne?
Esto cada vez tomaba peor cariz... ellos podrían ser, posiblemente, los humanos del centro de desintoxicación. Pero... ¿de quién estaba Heléne tan aterrada?
-Mis mentores... del centro. Yo... -Helène la miró con los ojos llenos de lágrimas-. Él... me arrancaba el Glamour, me deprimía, me usaba... Ellos dijeron... dijeron que él me había empujado a esto.