Partida Rol por web

Julibert echó un vistazo alrededor de la entrada mientras prestaba atención a la declaración del conserje:

- Yo no vi nada raro. Me fui como cada tarde a eso de las ocho, cerrando el portal. Aquí solemos tener cuidado con eso ¿sabe? El vecindario es reservado y de toda la vida, no es uno de esos sitios en los que haya nuevos inquilinos que le dejan la llave a cualquiera o le abren a todo dios. Por el día ya estoy yo para recoger los paquetes o impedir que entren extraños, y por la noche el portal está cerrado y sólo se abre a conocidos. 

El detective revisó la calle. Había una cámara de tráfico en lo alto de la farola de la rotonda. Y un banco al otro lado de la calle. Pero por desgracia ninguna de esas cámaras apuntaba directamente a la puerta. 

- Y ningúno de los vecinos, que usted sepa, ha denunciado ninguna desaparición del bolso, o de las llaves ¿verdad? - Esperaba que el conserje supiera responderle a eso, por que si no tendría que ir puerta por puerta preguntando. - ¿Hay alguna otra entrada? Quiero decir, ¿podria accederse por el garaje o por algun otro punto, como el de recogida de basuras?

- No que yo sepa.- se quedó un momento pernsativo - Pero ahora que lo menciona la propia Adela tuvo problemas con su cerradura dos veces. Una fue hace un par de meses y otra esta semana. Pero no estaba forzada... la primera vez alguien le había echado pegamento en la cerradura. Pensamos que pudiera ser algún chiquillo de la escalera, hay niños en varios pisos y algunos le llaman a Adela 'la bruja'. Ya sabe: niñerías. Adela tampoco se lo tomó muy a mal y yo, desde luego, no voy a acusar a ninguno de los críos porque ya sabe como es la gente: sus hijos siempre son buenos, serían los del otro. La segunda vez yo creo que se estropeó el mecanismo sin más. Mala suerte o quedó mal del cambio, yo que sé. El caso es que fue un coñazo porque es una cerradura de seguridad y hoy en día hay más protocolos para cambiarla que para entrar en el Banco de España. Antes venía cualquier cerrajero y punto, pero ahora hay que ir al de la casa y todo el lío.

El hombre debia de chochear un poco, por que lo cierto es que no hacia ni puñetero caso de lo que le preguntaban.

- Con respecto a mi segunda pregunta, señor Tapiés. Necesito saber si hay alguna otra forma de entrar en el edificio que no sea por la puerta principal.

En el caso de ser una respuesta negativa -que debido al hecho de que le hubiera ignorado asi lo pensaba- Julibert no tendría otra opción que salir a dar un paseo. Daria una vuelta a la manzana, para ver si se podia acceder a la vivienda a través de alguna de las ventanas de la calle. Si bien no siempre habia posibilidad de hacerse, a veces instalaban andamios para limpiar las fachadas o algo que hubiera permitido una entrada alternativa.

Aunque la verdad es que todo parecia indicar que tenian una copia de las llaves.

- Oh, ah, sí...- dijo como si en ese momento recordase la segunda pregunta - Pues verá: no. Este es un piso antiguo. Reformado y muy bien reconstruido, mantenido al día. ¡De eso me encargo yo!- captó la mirada cortante de Julibert y volvió al grano:- Pero no, no hay otra entrada más que ésta que ve.

Tras despedirse del viejete Julibert se asomó a la calle. Hacia la derecha, a unos cien metros, se cruzaba con la Gran Vía. Si cruzaba la calle hacia la izquierda podría meterse en Marqués de Leganés, que si bien no era un callejón sí que era una calle mucho menos transitada, además de peatonal. Los siguientes callejones quedaban bastante más lejos.

A esa hora el tráfico de gente y coches era intenso. Aquello era una zona céntrica de Madrid y los bajos estaban repletos de negocios: joyerías, panaderías, un restaurante chino, tiendas de informática, un supermercado... ¡hasta había un topless chino en la esquina con la calle Marqués! Un sitio complicado para salir manchado de sangre sin que alguien te vea, salvo que lo hagas a una hora muy tardía. Y aún así... aquello no era un suburbio en el extrarradio. Aquello era el centro de Madrid. Siempre pasa alguien por la calle.

En la acera de enfrente había andamios pero quedaban descartados para acceder al edificio salvo que el asesino fuera un superhéroe capaz de saltar una vía de tres carriles. El edificio de la víctima estaba adosado entre otros dos y los balcones podrían ser accesibles desde una de las ventanas. Aunque el salto conllevaría riesgo y sin duda llamaría nuevamente la atención de cualquier viandante. Además Julibert no podía estar seguro de que la vivienda de la víctima estuviera en el lado que da hacia la calle. Se dirigió hacia la Gran Vía y echó un vistazo. Tal y como sospechaba por detrás el edificio estaba comprimido por muchos más, en bloque, que hacían inviable un acceso trasero.

Ha entrado por la puerta, pues - se dijo a sí mismo. Dibujó un cróquis en tres dimensiones en los cuales anotaba las cosas que iba viendo, la distancia entre las distintas fachadas y la imposibilidad de saltar por las ventanas.

Miró atentamente en todas las direcciones y en las aceras, con el fin de ver si habia restos de sangre. Lo que parecía más lógico es que después de asesinarla, el hombre o mujer se limpió en el mismo piso y después se fue sin preocuparse lo más minimo de levantar sospechas.

Poco más podia sacar de ahi, a no ser que hubiera algún diminuto detalle que le diera alguna pista. Tras asegurarse de que no habia nada más, subió escaleras arriba.

Sin sangre en las calles las pistas que pudiera haber estarían en el escenario. Aquello no iba a ser fácil. 

Julibert subió por las escaleras, ignorando en ascensor, para seguir haciéndose una composición del lugar al completo.

Al parecer en cada planta había cuatro puertas que daban a un pasillo con ventana al fondo. Las ventanas eran fijas, así que por ahí no había puntos de fuga.

Al llegar al tercer piso encontró la puerta B abierta. Ante ella se encontraba uno de los agentes de calle terminando de tomar unas notas. El ascensor baja de la planta. Alguien se iba del escenario. 

Julibert se acercó al policía del descanso echando un vistazo hacia el interior del piso.

La primera estancia era un amplio salón correctamente decorado, con un piano que destacaba en primer plano. Había unos sillones, mesita de estar, y una mesa más grande al fondo, con sus sillas. Destacaba el detalle de que la mesa y las sillas estaban contra la pared, como si alguien estuviese haciendo reformas. En el sillón del medio se sentaba, sobre el respaldo, un chico joven vestido con un traje impecable. Aldara estaba junto a él, al parecer interrogándolo, y Julibert no podría afirmar cual de los dos esteba más pálido.

Estas dos figuras tapaban el trabajo que realizaban el resto del equipo junto a los agentes de la científica al fondo, que sacaban fotos del escenario. El cadáver presumiblemente estaba en el suelo, tras el sofá, en el lugar donde normalmente estaría la mesa apartada. Desde el umbral no se veía. 

Mientras los demás revisaban el escenario y Aldara hablaba con el ayudante de la vidente apareció Julibert en el umbral de la puerta. 

Julibert entró en la habitación con gesto serio y andar tranquilo. Con su libreta de bolsillo -tamaño enorme- iba apuntando notas y dibujando detalles. Habia veces que parecía que le gustaba lo macabro, pero él lo hacía sin ningún ápice de interés más que en el mero hecho de dibujarlas para obtener datos a posteriori. Y de hecho lo hacía muy bien, sus dibujos parecían fotografías en blanco y negro de pequeñas cosas.

Asi, fue dando una vuelta lentamente por la habitación del salón, buscando detalles, fijánose minuciosamente en búsca de pistas que se pudieran haber pasado por alto. Incluso, sin decir nada, dió algun toque en el chico que hablaba con Aldara con intención de que se moviera del lugar que ocupaba en el sofá con el fin de buscar entre los cojines y por debajo del mismo.

Evidentemente lo más llamativo era el cadáver.

La caja torácica estaba abierta como si hubieran hecho prácticas de disección con una rana. Por la disposición de las salpicaduras la víctima ya debía estar muerta o inconsciente cuando realizaron la extracción del corazón, y no parecía haber marcas de lucha. Alguien se tomó muchas molestias para situar al cadáver en la posición en la que estaba. Todo era tremendamente artificial, como un juego, como la escena de una película de serie B.

Dejando que los de criminalística siguieran con sus tareas le pidió al joven que hablaba con Aldara que se apartara un momento mientras buscaba metódicamente por los recovecos del sofá. Nada de interés. Luego revisó las estanterías: los libros eran de diversos temas aunque le sorprendió no ver ninguno dedicado al esoterismo. Nada de horóscopos, tarot, sueños, quiromancia... En lugar de eso encontró diversos tratados de historia - la mayoría sobre la Revolución Rusa - y un montón de libros de economía, ciencias sociales, estadística. Si no le hubieran dicho que la víctima era una vidente Julibert habría apostado que esta mujer era alguna directiva de una financiera importante, o quizás alguien dedicado a la política. 

Julibert continuó andando por el salón. Miró debajo del sofá, miro en el suelo y en las paredes a ver si habia alguna marca especial, miró en los muebles movidos. Y finalmente se paró en la mujer. En su rostro. Sin tocarla, alli de pie, se quedó pensativo mirando.

Y a los diez segundos habló en voz alta. Para nadie en particular.

- Parece que finalmente se le pasó, ¿no creeis? Y seguramente no sabia lo que le iban a hacer después. Pero qué fácil resulta cuando te das cuenta de que ya no tienes que luchar por aferrarte a la vida y simplemente puedes,... dejarte llevar. - Se giró hacia Aldara - Pero lo que le hicieron después es una cabronada ¿eh? Nunca me gustó que se lo hicieran a los carneros en la charcutería mucho menos...  - La mirada de algún compañero le dijo que se habia pasado de la raya.

Levantó los hombros como diciendo "Just Saying..." y acto seguido se fue a la cocina. ¿Sabría adivinar lo que habia cenado la mujer o acaso el cuchillo con el que la abrieron estaría alli, "recien" fregado?

Aldara no contestó, estaba pendiente de la declaración del asistente*. También los demás parecían ensimismados en sus cosas, así que Juilbert fue directo para la cocina. A ver que se encontraba...

La cocina estaba impecable, como nueva. El detectiv revisó metódicamente cada recoveco buscando alguna pista, alguna información sobre lo sucedido en aquella vivienda. Todo estaba tan ordenado que casi parecía estar viendo el decorado de una película. La dieta de la víctima era natural, con alimentos frescos. Encontró en la despensa un par de botellas de vino caras, sin abrir, y algunas de bebidas más fuertes, igualmente cerradas, como esperando para una fiesta que nunca llegaría.

No tuvo que revisar los cubos porque estaban vacíos. ¿Los había vaciado el asesino? ¿O quizás ya habrían sido vaciados la mañana anterior y la mujer no había tenido tiempo de volver a ensuciarlos? Repasó el polvo. Todo muy limpio. Igual que el baño. Tenía que haber personal de limpieza que mantuviese aquello tan diligentemente cuidado**

Abrió el congelador casi deseando encontrar un maldito corazón ensangrentado. Unos malditos tomates congelados casi parecían saludarle con sorna. Tanta comida sana para que llegase un pirado y te matase de forma sangrienta en tu salón.

Julibert volvió sobre sus pasos a examinar la puerta. Tomo nota de la marca. Era una cerradura de seguridad, tal y como se esperaba, así que no la podía abrir cualquier minimundi con una tarjeta. Revisó con cuidado su superficie: ni un arañazo. Estaba nuevita. Cada vez tomaba más fuerza la teoría de que el que había hecho aquello había entrado por la puerta abriéndola con una llave.

- Disculpe ¿tiene usted llaves del piso? - le preguntó al asistente, interrumpiendo momentáneamente el interrogatorio de Aldara.

- Sí, claro.- contestó el aludido - Normalmente llamo a la puerta para que abra Adelaida pero tengo llaves. De hecho esta mañana he sido yo quien ha abierto al no recibir una respuesta.

Mostró un manojo de llaves que todavía tenía en la mano. 

- Tengo llave de la puerta del piso y del portal.

- Si, si - dijo meneando la mano dando a entender que eso no le interesaba - Al abrir la puerta estaba cerrada con llave o no. Quiero decir, para abrir ¿le dió vueltas a la cerradura, o abrió simplemente sin girar el cerrojo?

El hombre se quedó un momento pensando, haciendo memoria.

- Estaba cerrada pero sin pasar la llave. Sólo tuve que girar la mía para abrirla. Es cierto: en ese momento pensé que Adelaida había salido antes de tiempo y que podría haber bajado por las escaleras sin acordarse de cerrar.

- Entiendo - Dio un par de golpecitos en el cuaderno de notas con la punta del grafito mientras miraba en todas direcciones. - Prosiga, por favor - dijo haciendo una ligera reverencia hacia Aldara.

Se dirigió a la cocina y cogió uno de los licores. - Mmmm - dijo mientras comenzaba a abrirlo. A los pocos segundos vió que uno de los guardas le estaba mirando fijamente - Eh... No creo que ya le importe que lo abra ¿no crees? - razón no le faltaba.

Se echó un poco de licor en la copa y se dirigió con ella, sin beber todavía al cuarto de baño. Debia investigar todas las habitaciones.