Partida Rol por web

Aldara realizó una revisión exhaustiva del edificio. El ascensor llegaba a todas las plantas excepto al trastero superior, al que se accedía por una estrecha escalera que desembocaba en un pasillo repleto de pequeñas puertas cerradas: un espacio de almacenamiento para cada vecino. Al igual que los demás la difunta tenía el suyo asignado, al que los detectives pudieron acceder gracias a las llaves del asistente personal, que no tiene inconveniente en prestar: no había nada en absoluto en su interior. No es que hubiera cosas sin interés. No había nada de nada, estaba vacío y lleno de polvo.

Los pisos del edificio eran todos iguales, de aspecto anodino, sin nada que destacar especialmente en ninguna planta.

Cuando terminó el análisis del edificio regresaron al apartamento donde Arturo Carmona seguía sentado, un poco más calmado una tras ver como retiraban el cadáver de su jefa, para responder a cualquier pregunta que surgiese.

-Señor Carmona...quería hacerle unas preguntas sobre la víctima... Aldara recordó la escena del crimen y se le revolvieron las tripas ...entiendo que era una señora con una cierta fama y con una cierta clientela...pero puede decirme algo de su ocio...¿o tiene alguna idea de un amante, quizás alguien más jóven por ejemplo?.

- ...atomarporculo - musitó entre dientes, visto la nula respuesta. Guardó la libreta y se centró de nuevo en el ayudante.
- Me ha venido una cosa a la mente. ¿Desde cuando trabajas... bueno, "trabajabas" de ayudante de Adelaida? ¿Fuiste su primer ayudante? ¿No sabrás desde cuándo se dedicaba Adelaida a la adivinación, verdad?

Montalbano busca instintivamente la terraza del apartamento y se echa la mano al bolsillo de la camisa para rescatar su paquete de tabaco. Al sentir el bolsillo vacío recordó frustrado que aquello era solo un viejo hábito. No pudo evitar hacer una mueca de disgusto y dar media vuelta para encaminarse hacia la puerta del apartamento.

-Os espero abajo- les ladró molesto a sus compañeros cuando pasó a su lado. Con seguridad esperaría en el bar. Siempre había un bar.

Julibert sentía una extraña curiosidad por el pasado "ruso" de la vidente. Asi que comenzó a ojear con curiosidad los libros sobre la Revolución Rusa. Esperaba encontrar algo dentro de ellos. Una dedicatoria, una foto, un comentario, una señal... algo...

Al fin y al cabo, algo tenia que hacer mientras preguntaban al "ayudante"

Julibert ojeaba los libros en ruso sin encontrar nada interesante. Sería demasiado bueno encontrar una foto incriminatoria de algún tipo. Tenía una oreja puesta en el interrogatorio de sus colegas y en las respuestas del asistente.

- Pues llevo con Adela desde hace seis años... puede que siete. Ella ya estaba en la movida de la televisión antes de contratarme pero nunca había tenido asistente. Es... era... una mujer reservada, muy reservada. Nunca he sabido nada de su vida privada ni he querido saberlo. Cuidaba mucho de su intimidad y mi labor era tener organizada toda la parte laboral. Si tenía amantes sabía ocultarlo muy bien. Sólo iba a fiestas de la cadena y lo hacía como una manera más de trabajar. Lo sé porque a muchas de esas fiestas iba con ella y nunca la vi intimar con nadie. Diablos... seis años y la verdad es que no sabía casi nada de ella. Como es la vida...

- No sabías casi nada de ella. - repitió Pedro. En otra época le habría exasperado la poca información disponible, pero ahora era como si no le importara tanto. - En la cadena sabrán desde cuándo trabajaban con ella, espero... ¿tienes una persona de contacto por ahí? - pidió sin mucha emoción.

Tomó nota de informarse sobre la vida laboral de Adela, aunque si había sido tan aséptica en sus relaciones laborales como con su ayudante no sabía si iba a ser de mucha ayuda...

- Claro, el director del programa, Tomás Marín.- dijo el asistente rebuscando en un tarjetero que sacó del bolsillo y entregando una tarjeta a Pedro - Siempre llevo las tarjetas de mis contacto de negocio. Puede quedársela, la tengo registrada en la app de mi móvil. Él estuvo con Adela desde sus comienzos televisivos, estoy seguro de que les podrá dar la información que precisan.

Mientras tanto en el bar Montalbano hablaba con los parroquianos, camareros, indagaba.

Adela era para todos una de esas 'vecinas desconocidas'. La ves todos los días pero nadie parecía tener trato con ella. Algunos hasta quedaron sorprendidos al saber que era una vidente en un programa de la tele.

El camarero se encogió de hombros: nunca había pisado aquel bar. Sí que alguna vez alguien había parado por allí para preguntar si la vidente Adela, la de la tele, vivía en esa calle. Pero siempre eran señoras mayores o algún tipo de pirado por los autógrafos. Esto último interesó a Montalbano pero pronto lo descartó al entender que habían sido individuos inofensivos y que había pasado mucho tiempo desde el último que preguntó.

Aquella señora estaba resultando ser un muro infranqueable. ¿A qué dedicaba su tiempo libre? ¿De qué te vale tener dinero y posición si luego vives como un puñetero fantasma?

- Esta mujer tiene mucho que ocultar. Demasiado. Creo que econtraremos más tirando de otros hilos que de los que parecen ser los principales.

Se acercó a Arturo.

- ¿Tienes algo que nos pueda ayudar o no? Porque para decirme que no sabias nada de ella, mejor no digas nada. Has de saber que eres un posible sospechoso, y que con lo que nos estás dando poco puedo hacer por tacharte de esa lista. Y me da igual que me digas que tienes coartada y que estabas en otro lado. Todo el mundo tiene amigos que pueden hacer nuestro trabajo sucio - dijo  sin ocultar que quizás él mismo podría tenerlos. - Estamos perdiendo el tiempo aqui. - opinó.
 

- Pues no queda mucho que hacer por aquí - sentenció Pedro, dispuesto a retirarse. Tenía una larga lista de cosas que pedirle a las ratas de archivo de la central y empezaba a pensar en si conocía a algún vagabundo, camello o puta que trabajara por esa calle.

Entonces calló en algo. - Jesus, antes de irte... ¿Podrás echarle un ojo a ese ordenador?

El viejo inspector se sentó delante del ventanal del bar con un carajillo humeante y un periodico. Miraba por la ventana de vez en cuando mientras leía de forma distraída las fantochadas deportivas de aquel panfleto. Esperaba en cualquier momento ver salir a sus compañeros para unirse a ellos decidido que aquella escena había dado todo lo que podía de sí.

Mientras hacía amago de leer rumiaba en su pensamiento el caso.

El hombre parecía realmente asustado ante la acusación de Julibert:

- ¡Yo no les oculto nada! Pero es que Adela era así: hermética. Y yo estuve ayer toda la noche con mi novio. Pueden llamarle... ¿Cómo iba a poder hacer algo... algo... ?- se puso pálido y, sin que nadie pudiera evitarlo vomitó en el suelo. - Oh dios... oh dios...

Aquel individuo era un manojo de nervios. Si estaba actuando lo hacía muy bien.

- Madre mía del amor hermoso.- dijo Jesús mientras manejaba el ordenador.

Los detectives se acercaron al despacho ansiosos por ver que había descubierto pero se llevaron un pequeño chasco:

- ¿Podéis creeros que la clave del puto ordenador es la misma que la de la caja fuerte? ¿Qué te apuestas a que sus tarjetas de crédito tienen como pin 1234? Dioses, esta gente es la hostia, la hostia...

Luego echó un vistazo rápido:

- Aunque tampoco me extraña. Este equipo no tiene nada. Un procesador de textos, un programa que parece ser un generador de cartas astrales o algo así. Pero no hay ficheros. Eso es raro. ¿No era una vidente? Se supone que tendría que tener cartas astrales de sus clientes o de sus movidas o algo así. Espera... la ruta del último guardado. Una unidad F:. - miró alrededor - ¿Habéis encontrado algún pen drive o algún disco duro externo o algo?

Los detectives negaron con la cabeza. Nadie había informado de algo así.

- Es evidente que tenía una unidad externa pero no está aquí. Quizás ahí tengáis alguna pista sabuesos.

Había una pista, un poco mísera pero pista a fin de cuentas. Pedro se dirigió al descolocado Arturo, intentando que se centrara - ¿Tu jefa usaba un 'pendraif' de esos? ¿Puedes describirlo? Y más importante... ¿sabes dónde puede estar?

Existía la posibilidad de que no lo hubieran sustraído los asesinos y que simplemente Adela lo tuviera guardado, pero en el fondo casi esperaba que se lo hubieran llevado. Daría a los asesinos una motivación terrenal (la información que ahí pudiera haber) más rastreable que el rito satánico que ahora mismo parecía ser el homicidio.

- Menudo idiota - dijo Julibert en clara voz alta cuando vio al tipo vomitar. Cuando Pedro le preguntó añadió - Éste que cojones va a saber. No creo que puedas sacarle nada. Él no quiere contar más o no tiene ni puta idea de nada.

Julibert pensaba que se lo habrian llevado. Habian registrado toda la casa y no habian encontrado nada más que lo que ya tenian. Claro que teniendo siete casas o las que cojones tuviera, podria estar en otra de ellas.

- Tenemos que mirar que inmuebles hay bajo los otros pseudonimos, puede que en alguno encontremos más cosas.

Carmona negó con la cabeza. Ni siquiera se quejó por los reproches de Julibert. El tipo estaba claramente sobrepasado por la situación:

- No... no sé... Normalmente la información de temas esotéricos la llevaba ella directamente. Con esos temas no usaba nunca intermediarios, lo quería tener de su mano. Tenía un disco duro azul externo passport para eso, del tamaño de una cartera, se lo compré yo hace unos años. Normalmente lo llevaba en su bolso o lo tenía conectado al PC. Ni siquiera usaba el email o Dropbox, aunque yo le insistí varias veces en que si perdía el disco duro podía tener un disgusto.

Los detectives se plantearon hacer otra batida del apartamento pero habían sido lo suficientemente concienzudos para que un disco externo, aunque fuera del tamaño de una cartera, pasara desapercibido^[1].