Partida Rol por web

Me sorprende gratamente la rapidez con la que empiezan a moverse las cosas desde el mismo momento en que mi amiga Clémentine termina de hablar. Tras una llamada rápida a Boston ya hay un agente en camino de rescatar a Elliot y un vuelo a Estados Unidos en preparación. Seguidamente, el comisario Réjane nos conduce a una antigua casa que, no sé por qué, me da la sensación de que muy pronto se va a convertir en una especie de base de operaciones. Un hombre que podría ser indio o pakistaní nos abre silenciosamente la puerta. El interior es un salón abierto a un patio, desde el que entra un oloroso perfume floral. Lo primero que me llama la atención al entrar en la gran estancia es una de las dos personas que se levantan para recibirnos: se trata de alguien corpulento, aunque andrógino, que exuda un sobrio misticismo. No sé por qué me recuerda a la imagen mental que tengo de Tiresias, a quien, según el mito, la diosa Hera perdonó la vida por una ofensa al descubrir que era hermafrodita, dejándolo ciego en vez de matarlo; ceguera que por otro lado le concedió el don de la profecía. La otra persona es una mujer de largo cabello blanco que parece la versión madura de Carrie.

Después de que todos nos presentemos, Fermi nos habla de un encuentro que tuvo con Leah. De sus palabras extraigo que le sacaron de dentro a Ammyt, el demonio o lo que fuera aquella cosa que la obligaba a cometer las atrocidades que la vi realizar. Habla entonces de Elliot, dándole un matiz positivo a su situación. La verdad es que la imagen del «zorro en el gallinero» le va que ni pintada al soñador; dudo que la secta sepa con quién se está metiendo, y eso es algo que puede darnos ventaja.

Mientras Fermi habla, no puedo dejar de notar que la mujer, Juliette, me está observando con una sonrisa enigmática. Le devuelvo la sonrisa y la saludo con un ligero cabeceo, y entonces ella hace alusión a mi aura. Mi aura. Mi sonrisa se acentúa, enseñando los dientes, pero en mi frente se dibuja una arruga de confusión.

—Vaya, hombre —respondo con buen humor—. ¿Cómo es que todo el mundo ve cosas que yo no veo? Y yo que pensaba que iba usted a felicitarme por mi labor periodística… —Recupero la seriedad—. Me… A decir verdad, me gustaría empezar a saber más de mí mismo. ¿Cómo diría que es mi aura, Juliette?

Me ha salido solo, casi sin pensar, e inmediatamente me siento algo estúpido por haber hecho esa pregunta. Pero lo cierto es que, a lo largo de este viaje, ha habido ya varias personas que han parecido ver más de mí que yo mismo, y la curiosidad me puede.

—Bueno. Le puedo decir lo que veo, pero no me pida que se lo interprete.

Durante la descripción fue señalando con el dedo, como si describiera un cuadro.

—Veo un halo de luz blanca que rodea su espacio personal y el anillo de una estrella eclipsada que circunscribe su cuerpo astral, que brilla en el interior de un huevo de sombra. Lleva puesta una corona de rosas carmesí y bajo ellas, grabadas en la frente, arden unas letras de fuego que dicen “postraos ante Adán”.

Levantó y bajó rápidamente las cejas esbozando una sonrisa en un gesto pícaro y expectante que venía a decir "¿Qué te ha pareceido, eh?"

Los lobos devoraron al animal. A Daniel le dejaron comer sus vísceras. El alimento era sabroso, le hacía sentir ligero. Los pensamientos con palabras eran sustituidos por sensaciones y una excitación lúdica y salvaje ganaba iba ganando terreno sobre cualquier reflexión ajena a la caza.

De entre el amasijo de carne y huesos salió la forma etérea y luminosa, el espíritu del animal que se zafó de sus depredadores con un gran salto.

Unos cinco lobos, los elegidos con Daniel, iniciaron su persecución.

Daniel corrió rápido, su presa más. Les fue ganando terreno hasta que sólo se veía su estela que siguieron como un rastro.

Llegaron hasta un lugar yelmo, con el cielo anaranjado, casi bermellón. Allí se encontraba el espíritu, atrapado en medio de lo que parecía una charca o un pozo de alquitrán.

Enarco una ceja mientras la mujer me hace una «lectura del aura». La verdad es que no sé cómo tomármelo. A pesar de lo descabellado que parece, algunas de sus afirmaciones me resultan familiares, recordándome a cosas que Arthür o el mismo Huc dijeron en referencia a lo que veían en mí. Sonrío.

—Uau. Suena intenso, desde luego. Muchas gracias. —¿Adán? ¿Qué tendrá Adán que ver conmigo? Ahora que mi curiosidad ha quedado satisfecha, miro a los demás—. Bueno, ¿qué hacemos ahora? ¿Cuál es el plan?

No sé por qué, nos veo cruzando el charco para ir en busca de Elliot.

Subieron al coche y en cinco minutos se toparon a “Carlos” en medio de la carretera. Les hizo una señal con la mano de “alto” y cuándo las reconoció salió corriendo tratando de saltar la valla de la autopista.

Luego de verle huir como un miserable que era detuve el auto y baje el vidrio para disparar a sus piernas. Parecia que habia fallado. Al menos estaba segura que no era el mejor disparo que habia hecho en mi vida aunque no recordaba los anteriores.

- Espera aqui, Ordene.

Y sali corriendo tras el hombre para volver a disparar tan pronto lo tuviese a tiro, pero lo queria vivo. Tenia que averiguar donde era su escondite y que no tenia mas chicas secuestradas.

Al disparar contra las piernas del hombre vió cómo las balas hacían salpicar sangre contra el asfalto.

“Carlos” cayó de rodillas. Un coche que circulaba aceleró. La chica liberada dió media vuelta y se fugó de la escena llevándose con ella el coche que había robado Leah. En unos segundos el secuestrador y la policía se habían quedado sólos.

Las cosas suceden con la rapidez de la diligencia, me tranquiliza en cierta forma saber que Elliot no se equivocó con Réjane. Al llegar a la "base de operaciones" me siento de inmediato atrapada por la impronta de la antigua casa y me encuentro observando con detenimiento cada detalle del lugar. Amo las glicinas y la que está en el patio capta toda mi atención por unos segundos, me reclino sobre el marco de la puerta que da al patio y cierro los ojos para aspirar su aroma, poniendo la mente en blanco unos segundos, una pausa en medio de la tempestad de la vida.

Al girar me encuentro con dos personas más, además del hombre que nos abrió la puerta. Extiendo la mano para saludarlas a ambas y las observo a conciencia porque me parecen hermosas, yo no puedo observar auras pero las presiento y estas dos las llevan como un estandarte de su fuerza y como la raíz de su belleza. La hermosura después de todo no está compuesta más que por filtros de fotografía con características de nuestra alma.

-Encantada -digo mientras inclino mi cabeza.

Las palabras de Fermi me sobresaltan, su afirmación sobre Elliot me saca una sonrisa amplia; espero que así sea, pienso cuando se refiere a él como un lobo en el gallinero. Me quedo pensando en ellas largo rato mientras Mats y la mujer llamada Juliette juegan al "espejito, espejito" espiritual y me sorprendo con su lectura, sus palabras me resultan enigmáticas y me pregunto a qué nivel se pueden interpretar literal o figuradamente.

-Quiero decir algo -formulo de pronto como despertando de un sueño, los miro repasándolos con la mirada -Estas personas no hacen nada al azar, la soñadora que ayudé a rescatar, Édith, me había dicho que el espíritu que moraba en Leah la protegía porque ella había bajado a un pozo, un pozo que... el daimón, como ella le había llamado, custodiaba. Édith me dijo que los sectarios nunca deberían llegar a ese pozo, sospecho que lo usarán para eso, justamente -sostuve. Luego pregunté a Fermi, -Disculpa mi atrevimiento, pero ¿Dónde está Leah ahora? -quería saber sobre mi amiga.

Vi como el auto se alejaba con mi recien rescatada sin tener la menor idea de quien era.

- Espera!!! NOOOO....

Pero la joven se habia llevado el auto. Avance hacia el secuestrador a sabiendas que estaba herido. Me acerque con cuidado por si estaba armado, pero no parecia estarlo.

- Habla de una vez maldito, donde es tu refugio, dime si tienes mas chicas secuestradas y tal vez te perdone la vida. Dije apuntandole.

Sabia que el no saldria vivo de aqui, pero necesitaba respuestas. Despues que hablo se me ocurrio preguntarle algo.

- Conoces a un tal Eugene, porque te quiere muerto?

Fermi se pasó la mano por un lado de su cara.

—Todo salió mal. El soñador retomó el control de Suzanne y logró dispararme. Tardé un tiempo en volver a la consciencia y para entonces ya no recordaba a Leah. Hasta ahora.

El comisario había asentido a las palabras de la doctora.

—Utilizar ese espíritu como guía sería muy osado pero no lo podemos descartar. Es posible que a estas alturas sepan o incluso que hayan previsto que el olvido ya no les protege y que crean que si encuentran lo que buscan estarán más allá de nuestro alcance.

Miró los mapas y su móvil mientras Saquib abría un portátil. El comisario preguntó a Mats y a Clementine por los nombres de todos los desaparecidos mientras su subordinado buscaba sus fotografías y comenzó a dar órdenes.

—Juliette, irás en un avión a por Elliot. Ya tenemos a dos de los nuestros en la zona. Te daré sus datos para que les des apoyo.

Saquib. Tú buscarás a Leah y al resto. Primero intenta conseguir coordenadas y se prudente a la hora de viajar astralmente. Si hay soñadores cerca podrán intuirte. A Daniel lo traeré yo.

Y Fermi, tu dirigirás un ataque a su templo subterráneo del Danube. Yo hablaré con los lobos y con Gavaldá para que se unan y buscaré con ellos el ritual para protegeros de su magia. Tu habla con los vampiros. Sé educado.

Señor Bergstrøm, doctora Ouvrard, son libres de participar en cada uno de estos frentes abiertos y les invito a poner sobre la mesa objeciones y propuestas. Soy todo oídos.

—Eugene es el que me pide víctimas. Se las busco y se las llevo para sus fiestas con su gente... A veces me pide que las retenga una temporada y que les pegue, para trabajarlas… No quiero hacer eso… ¡Odio hacer eso!

Cada pocas frases necesitaba tomar aliento y se lamentaba del dolor. Se intentaba levantar pero las heridas no le dejaban, cayendo de nuevo como una presa abatida por sus depredadores.

—Tiene a mi pequeña y si no hago lo que me dice, si no llevo a una chica cuando me lo pide, mi hija ocupará su lugar…

No podia creerle. Aquello parecia tan atroz que solo podia tener una explicacion. Era cierto.

Me sentia totalmente descorazonada y confundida. Al menos las heridas no eran letales y podian vendarse si decidia ayudarle. Di un par de vueltas alrededor del hombre mientras tomaba una desicion. No podia ser cierto pero mientras mas lo pensaba tenia sentido por la forma como Eugene me habia abordado. Todo era parte de una plan morboso y siniestro de su parte, y me senti muy estupida por haberme dejado manipular.

No lo volveria a hacer.

- Esta bien te ayudare a rescatar a tu niña. Sabes donde esta Eugene? Puedes llevarme ante el? Si encontramos a tu hija tenlo por seguro que le metere una bala en la cabeza.

Hervia de rabia por haberme engañado de esa manera.

Tal vez el plan mas sencillo seria que me usara como la proxima chica para ser entregada pero aun asi me reconoceria al verme. Asi que una entrada frontal me parecia mas apropiada.

- Vamos, tendremos que caminar y estas herido.

Le ayude a levantarse y a improvisar un vendaje luego de guardar el arma.

- Lamento haberte disparado pero no me dejaste muchas opciones y si ahora me estas mintiendo sabes que no te perdonare. Donde esta Eugene?

El animo de duda se reduce al probar bocado. Un solo foco que con el sabor entre los dientes afianza su puesto.
Lo tengo en la sangre, y entonces es mas allá, se convierte en mío y lo posibilidad de distinguir la nueva piel y la que yacía debajo se extravía.
Hay mecanismos que no es que sean distintos, el hambre es el hambre cuando mete sus dedos en tus tripas, y sin embargo los diferencia el freno que ya no es igual.
Lleno el buche, olvidadamente famélico, pero no llego a saciarme. El aroma etéreo de la presa, cambiado por la liberación de su envoltura carnal, concentra la atención de nuevo.
La Voluntad del grupo se ancla a la caza de nuevo y la tensión estalla en aceleración, trote desenfrenado y razón de manada.
El contorno de luz del premio se nos adelanta impulsado por el bombeo de sus fuerzas ocultas.
Al inicio me frustra la posible certeza de que vamos a perderlo pero perseveramos y el viaje y la cacería nos lleva hasta un dominio ajeno para unos y para otros.
La luz nos baña con un deje de azafrán sobre sangre pero la luminosidad de la presa aun nos permite atisbar las formas como son y no como sus fantasmas.
El trofeo se debate atrapado en una trampa del terreno a la que ha ido a parar, agua oscura o tierra movediza o sustancia oleosa.
Echo un instante para recuperar resuello, lengua fuera, respiración acelerada, tensión en cada uno de los miembros.
Los otros miembros de la partida tampoco se lanzan ciegamente. La presa no se puede escapar, porque no recuperar ese momento.
Los pensamientos de mono transitan a lo lejos, carrera y partida de caza mediante y la idea fija es la esencia voluptuosa del espíritu.
Sin embargo aun hay dos vertientes decidiendo entre mis adentros cual alimentar. El Lobo que caza y pelea en el momento y la forma correctas o el que solo piensa en la caza, la matanza y la pelea.
Oteo, y Olfateo. Algo no me gusta.
La presa es nuestro objetivo pero el lugar y la forma no parecen apropiados.
Miro a Remo a la cabeza de la expedición. Observo la masa oscura que atrapa. La perforo con mis sentidos de cazador. De Lobo Listo.
Antes de lanzarme a la brillante yugular y ser el primero en reclamar la victoria el instinto me pregunta si para que la manada triunfe antes hay que vencer a la trampa.
Gruño y me erizo mirando la Negrura, estudiando como mermarla, como atacarla, como vencerla, como dar la oportunidad perfecta al grupo o a al menos a uno.
Y me preparo para la confrontación, con ladridos de amenaza.
Suelta lo que es nuestro o atente a las consecuencias.

Escuché los planes a seguir y mientras los escuchaba las dudas comenzaron a surgir en mi mente, sin demorarme las expresé para poder sopesarlas en conjunto -La verdad es que antes de actuar yo quisiera regresar a nuestro refugio a alertar a nuestros amigos que están allí, por si acaso -manifiesto repasándolos con la mirada -No quiero perder a nadie más ni exponerlos a peligros que ignoran -me mordí el labio, la sola idea de que Édith o Sophie volvieran a las manos de esos canallas me hervía la sangre... Y lo peor es que ellas todavía no recordaban nada, siento que los estoy traicionando. -Si se les ocurre una mejor manera de hacerlo díganla -propongo luego llevando mis manos a mi cintura, aunque suena a exigencia sin que me diera cuenta.

Me quedo en silencio, mentiría si no reconociera para mis adentros que siento el impulso instantáneo de ir en busca de Elliot, pero apartándome, poniendo distancia entre mis sensaciones y mi razón la verdad es que no puedo aportar mucho si me embarco en esa empresa, prefiero dejarlo en manos de los profesionales y quedarme aquí, donde sé que puedo brindar mi experticia. También podría ir a ayudar a Fermi ya que conozco a Ophelia y eso tal vez sirva frente a los vampiros. En lugar de dar una respuesta certero planteo mis pensamientos en voz alta -Conozco a Ophelia, de los vampiros -musito -Si puedo ser de ayuda me ofrezco para esa tarea, aunque la verdad preferiría ir con usted en busca de Daniel -declaro girándome hacia Réjane y reunirnos luego con el resto -¿El equipo que va en busca de Elliot tiene un médico en sus filas? Teniendo sectarios merodeando por allí diría que es una condición mandatoria.

Asiento a la sugerencia de Clémentine, mis brazos en jarras una imitación inconsciente de su postura.

—Tienes razón. No podemos desaparecer sin más, les daría algo. Han de saber que estamos bien, y que vamos en busca de nuestros amigos perdidos. Pero solo por si acaso, no seamos demasiado generosos con los detalles, ¿vale? Solo… como medida de seguridad.

Continúo escuchando a mi amiga, que se ofrece a buscar a la tal Ophelia, o bien a acompañar al equipo que irá al rescate de Daniel. Cuando menciona a Elliot, a los sectarios que andarán por la zona en la que se encuentre y la necesidad de un médico, no puedo evitar recordar lo que le pasó a mi prima Ellisif, y siento como si se me encogiese el pecho. Sorbo por la nariz y me froto los ojos en un gesto nervioso, intentando que no se me note.

—Sí, esa también es una buena idea. Uno nunca sabe de lo que serán capaces esos monstruos. —Miro a Réjane durante unos instantes antes de volver a fijar la vista en Clémentine—.Elliot es el objetivo más duro de roer, te lo digo yo. El equipo que irá en su busca también será más grande, o eso me ha parecido entender. En cuanto a Daniel y Leah… —Joder. ¿Por qué tenemos que elegir?—. No lo sé. No tengo ni idea de en qué situación estará cada uno de ellos, así que… —Me quedo unos segundos en silencio, cambiando incómodamente mi pierna de apoyo—. Creo que lo mejor será que cada uno de nosotros acompañe a uno de los grupos. Si tú vas a buscar a Daniel, yo iré a por Leah. No me gusta nada la idea de que nos separemos, pero ellos están solos. Si les ha pasado algo, si le han hecho algo a cualquiera de los dos… No me perdonaría que no tuviesen a un amigo que les diese consuelo.

Suspiro, liberando parte de la opresión que me atenaza. No sé si es lo mejor que podemos hacer, pero sí es lo que mejor me hace sentir.

Tuvieron que volver a la gasolinera para hacerse con un coche. “Carlos” conocía a una de las camareras que le dejó las llaves del suyo, un renault viejo. No disimulaba bien la herida y a Leah no le quedó claro si la chica notó algo raro o no. Pero nadie les siguió.

El herido bufaba del dolor, aunque no parecía estar perdiendo mucha sangre. Pidió a Leah que llamar a la policía le haría perder el factor sorpresa y le guió hasta un adosado de lujo que parecía tener cámaras de seguridad.

—La tienen aquí.

Mientras Saquib les pedía información sobre sus amigos perdidos e iba seleccionando fotografías Réjane hizo un par de llamadas y comprobó su móvil.

—Tengan en cuenta que Daniel está en junto a unos aliados. No se halla en un peligro del que sea urgente sacarlo. Aunque si desea venir -miró hacia la doctora- sin duda será de ayuda para hacerle recordar.

El resto, incluida la señorita Tautou está en paradero desconocido pero es muy posible que Saquib les encuentre, a no ser que estén en algún lugar protegido.

Elliot está a ocho horas de viaje desde aquí. No sé hasta qué punto nos necesitará cuando lleguemos a él, o todo habrá acabado. Me han informado que tienen a dos personas sobre el terreno. Uno de ellos es experto. A veces la cantidad no es lo importante. Si es herido sabrán cuidarlo hasta llevarlo a un hospital. En cuanto tengamos información de él, les llamaré.

Con respecto a las marismas puedo enviar a alguien que pueda echar una mano. Creo que llegados a este punto es importante vigilar a las personas que hayan estado bajo el yugo de la secta. Aunque el lugar está protegido no dejan de ser potenciales puertas.