Partida Rol por web

El eco del Diablo

El sitio más lejano

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14/05/2016, 19:46
Arthür Guitry

Cuando Mats se alejaba por el pasillo, Arthür se giró hacia Natalie y extendió su mano para pedirle la tarjeta de visita. —Vuelvo en un momento. Sophie —añadió mirando a esta última—, hay algo que tengo que decirte antes de que nos separemos.

Alcanzó a Mats cuando había descendido algunos escalones:

—Espera, por favor. Mira —le mostró la tarjeta—. No creo que sea uno de los «soñadores». Creo que podría tratarse de un enemigo de nuestros enemigos, pero en este caso no creo que signifique que sea nuestro amigo...

—Verás, cuando estuvimos al Otro lado, el hombre oscuro estaba absolutamente aterrado sabiendo que venía a por él. Era el fin, el fin absoluto, él estaba en el Flegetonte y alguien o algo venía a reclamarlo. Y... por favor, no tomes esto mal aunque no sé yo mismo como tomarlo —dudó por un instante buscando las palabras apropiadas—: antes nos dijiste que no estábamos aquí por casualidad pero, si lo piensas, yo estoy aquí porque él trajo a mi hermana precisamente a este hospital. Y eso no lo ha dicho, pero ella me contó que fue él quien le ofreció lo último que tomó... Y que fue esto lo que le provocó la crisis por la que tuvieron que ingresarla. Y bueno, creo que quitar los narcisos de Vendela podría haber sido decisivo para que Sophie despierte... Mats, no lo sé, son conjeturas, pero me encaja más por lo que sabemos que no esté con los soñadores, que quiera a Sophie despierta. Aunque no pienso ni por un momento que esto lo haga menos peligroso. —Puso la mano sobre su hombro — Lleva mucho cuidado. Estamos en contacto.

De vuelta junto a Sophie, pidiendo con el gesto a sus padres un instante para hablar, alejó un poco la silla para asegurarse que no podrían oírle. Acuclillado frente a ella le contó lo que había dicho a Mats en la escalera, pero añadió algo más:

—Sophie, necesito hablarte respecto al último hechizo del hombre oscuro. Sé que no terminó de pronunciar sus palabras pero quería advertirte: si soñaras con él y de alguna manera puedes hacerlo, ignóralo o trata de despertar. No le prestes atención, no le des tus energías. Trata de no pensar en su rostro ni en él si te es posible. No en lo que ha sucedido, sino en él. —y tratando de transmitirle seguridad añadió—: recuerda: ya no es nadie. Ya no es nada. Ya no puede alcanzarte y lo sabía. Ha fracasado y lo supo. No volverá. —Vio entonces en los ojos de ella lo profundamente cansada que estaba a pesar de esa dignidad regia que la sostenía. Relajó el gesto de gravedad que estaba poniendo y le sonrió. —Basta por ahora. Descansa, por favor.

Notas de juego

Estos días Arthür debería pedir en la universidad una excedencia para cuidar de su hermana y dejar allí solucionado todo lo que pueda. También querría ocuparse de ella, hablar mejor de todo lo ocurrido, cerciorarse de que ha comprendido la gravedad de lo que le podía haber pasado y tratar de animarla para que pase unos días fuera de París alejándose del ambiente que casi la ha hecho morir: ir a visitar a algún amigo/a fuera de la ciudad, lo que sea. Trata de que salga de París y se aleje de él por ahora.

Querría estar en contacto continuo con Sophie y Mats, estar a su disposición para lo que necesiten y buscar también por su cuenta algún lugar que sirva de escondite/base de operaciones. También buscaría información sobre el simbolismo del ciprés blanco.

Edito: En la tarjeta de visita, ¿hay alguna información además del nombre?

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16/05/2016, 04:46
Sophie Taylor

Y se fue, por donde había venido, como si nada. ¿Qué había significado aquello? ¿Quién era ese tipo? Sophie sintió cómo el desconcierto crecía dentro de ella. ¿A qué había ido? Miró la tarjeta que la hermana de Arthür sostenía en la mano. ¿Sólo a presentarse? ¿A asegurarse de que supieran de que estaba allí, de que podía encontrarles, de que no tenían a dónde ir? Y, ¿cómo había viajado antes, con ellos, al otro lado? ¿Qué había ocurrido allí?

-Tendré cuidado, lo prometo. Y Arthür... ten tú también mucho cuidado. Gracias por todo.

Cuando los dos se hubieron marchado, Sophie no pudo evitar sentirse de pronto casi desnuda. No les conocía de nada y de pronto se sentía más unida a ellos que a su propia familia que la rodeaba, por extraño que eso fuese. ¿Qué les había traído a los tres allí? ¿Qué cadena de acontecimientos había comenzado hacía tres años, cuando fue a ver al señor Montillet? De todo corazón, Sophie deseó que nada malo les pasara, ni a ellos ni a los suyos.

Y aquella última advertencia de Arthür... ¿Que no pensara en aquel hombre? No debería haberlo dicho, pensó Sophie, ahora resultaba casi imposible no hacerlo. Es como si mirase a una pared blancay le dijesen "hay una mancha negra en la pared, pero no la mires". Inevitablemente sus ojos empezarían a buscarla, y una vez la viese, sería imposible dejar de verla.

Fuese como fuese, esperaba verles pronto.

Notas de juego

Yo he pensado lo mismo, que igual el chico no es el enemigo!!

Sophie no creo que tenga mucha libertad de acción los siguientes días, rodeada como estará de familia, amigos, vecinos y médicos. Su mayor prioridad será centrar todas sus energías en recuperarse tanto como le sea posible. También, si consigue acceso a un ordenador, tratará de buscar algo sobre Vendela y Hervé, en internet, nada demasiado complicado, no es una hacker como parece ser Mats. Y en especial, tratará de NO buscar ni saber nada de Adrien.  No creo que unos días le den para mucho más, dada su condición.

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16/05/2016, 04:57
Sophie Taylor
Sólo para el director

Horas después, Sophie se sentó en el asiento del baño de su habitación, bajo la ducha. Había conseguido convencer a su madre de que podía, de que necesitaba, hacerlo sola, y era su primer momento a solas desde que despertó. Le costó más trabajo de lo esperado, pero finalmente fue capaz de desnudarse y pasar de la silla de ruedas al asiento, ayudándose de las barras que lo rodeaban. Los botones de la ducha estaban a su alcance, no había mampara, el suelo del baño estaba ligeramente curvado y el desagüe estaba en el suelo. Eran sin duda unas instalaciones perfectamente equipadas para que una persona con movilidad reducida pudiese apañárselas.

Accionó los mandos de la ducha y un chorro de agua helada la hizo ahogar un gritito. Rápidamente el agua paso a estar tibia, y de tibia a caliente. El vapor empezó a llenar la habitación. Abrió el grifo hasta casi su caudal máximo y dejó que el agua la empapase. Cerró los ojos y sumergió la cabeza bajo el chorro. Permeneció un minuto así y luego miró a su alrededor. Se aseguró de que la puerta estaba cerrada. Se aseguró de que el agua caía como un torrente. Se aseguró de que estaba sola.

Y así, desnuda, con el cuerpo roto, postrada en una silla pensada para inválidos, sola, Sophie se echó a llorar.

Lloró por los más de tres años de vida que había perdido. Lloró por todos sus sueños rotos. Lloró por todos los planes que nunca realizaría. Lloró por sus padres y la agonía que habían sufrido, por sus hermanos, por la sobrina que no había visto nacer. Lloró por Adrien.

Esa era la verdadera Sophie. Sonrisas, optimismo, siempre buenas palabras con los demás. Fachada, barreras. Lloró, lloró lloró. La verdadera Sophie estaba rota. Por fuera, pero sobre todo rota por dentro. Ojalá hubiese aceptado la oferta. Ojalá estuviese ahora trabajando para Estilo, escribiendo sobre la boda de algún famoso, haciéndole la cena que nunca llegó a comprar a Adrien.  Habrían adoptado a un perro, y lo habrían llamado Soos, como tenían pensado. Tal vez hasta se hubiesen casado. Habría estado en el hospital cuando la pequeña Jacqueline nació. Y en su primer cumpleaños, y en el siguiente.

Se rodeó con los brazos, sin dejar de llorar. Nada de eso volvería. Nada de eso existiría para ella. Ahora su vida eran narcisos que la impedían despertar, criaturas infernales capaces de destrozar un cuerpo desde dentro, pasillos de pesadilla donde los cuervos hablan. Todo porque no había aceptado aquella maldita oferta. Apretó los puños hasta clavarse las uñas en las palmas. Ella era la culpable de todo. Vendela. El agua de la ducha arrastró sus lágrimas, y Sophie notó como un sentimiento nuevo surgía en ella. Nunca había odiado a nadie. Nunca había deseado mal a nadie. Pero ahora, allí, sentada en el taburete del baño de un hospital, Sophie se juró a sí misma que si en algún momento se le presentaba la oportunidad de vengarse... lo haría.

 

 

Pasado un buen rato, Sophie salió del baño, oliendo a jabón de manzana. Su madre le ayudó a acostarse. Podría volver a casa, le dijo. También le preguntó por sus ojos enrojecidos. Su hija le contestó que en tres años sin ducharse, se le había olvidado cómo evitar que el champú se le metiera en los ojos. Rieron juntas, felices.

Notas de juego

También he pensado que Sophie le dará a vueltas a si algún conocido, o tal vez familiar, tenga una casa en el campo, o pequeña granjita, que pudieran usar los tres para esconderse si fuese necesario. Como toda su familia es de pueblo y muchos trabajan o han trabajado en el campo, no me parece algo descabellado.
 

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16/05/2016, 20:15
Director
Sólo para el director

Notas de juego

La escena continúa en "Los Olvidados"

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