Partida Rol por web

Daniel, Leah y Camille salieron al jardín, dejando la escena a los forenses, Chana estaba en el salón, con Ivo.

La familia Montand había sido trasladada a un hotel.

En el jardín Camille, serena, dijo que no era más que una policía en prácticas cuando se enamoró de Fox y que tras su muerte dejó la policía. Estaba el día que, por casualidad, encontraron el cuerpo de la chica de los tatuajes, ahogada. Y estaba dispuesta a contar todo lo que recordaba. Apenas vio el cuerpo, pero era horrible.

Se ofreció a contarles todo lejos de allí. Insistió en llevarlos en su vehículo. Parecía nerviosa.

Los detectives desaparecieron y la habitación cambió. Por las ventanas entraba la luz de la mañana. Una música empezó a sonar, bajito, era uno de esos discos de música electrónica. Ya no era una habitación perdida.

Sentada en su silla junto al escritorio estaba Dorianne. Llevaba una camiseta de manga corta y ahora no tenía tatuajes.

Igual que por teléfono había presentido en la voz de ese hombre una presencia terrible, ahora vio en esa chica un aura benévola. Estaba tocada por algo bueno. Un algo que venía de la luz que entraba por la ventana.

Fox vio una puerta que daba afuera y supo que en cuanto pasara el umbral le acogería algo todavía misterioso que le liberaría de una forma quizá imposible de comprender para un mortal.

La chica, visiblemente feliz. Le dijo.

-Gracias.

Notando su nerviosismo trate de que se sintiera protegida y la acompañe a donde quisiese para que alguien por fin nos diera mas informacion.

Mire a Daniel con recelo ya que debiamos actuar con mucho tacto no fuese que una vez mas se nos cerrara una puerta.

[color=#800080]- Donde tu digas Camille! [/color]

Y la tome de la mano para reconfortarla.

La luz del sol aunque tan diferente y mortecina como es en Paris es suficiente para templar nervios y lamer heridas.
Con un pañuelo vaquero rojizo vendo el corte en mi palma izquierda en el trayecto al exterior.
Masco en silencio las sensaciones de la ultima hora con el punto focal del momento brillante de Camille y Fox rodeado de los envites de la realidad empeñados en difuminarlo y con las tristes dudas de estar abocados a un mal final.
Pero la luz limpia nubarrones en mi espíritu no haciéndolos desaparecer pero si enviándolos a un periplo de alejamiento que espero sea largo.
Camille quizás espoleada por la visita de Fox, quizás por la simpatía de la misma naturaleza que nos mueve a nosotros nos dice que nos puede contar detalles de la otra chica tatuada.
Me remueve como a ella el hecho de saber que se agitaran recuerdos e imágenes inquietantes pero ya no se donde esta mi limite. Me asquea el pensar en ello pero no verlo.
Respiro hondo. Hay vidas en juego y quizás 'otras' vidas. No puedo ser renuente ahora.
Quizás es el poso de que no me agrade el talento que he descubierto. Tal vez eso es bueno para que no juguete con ello. Alzar a los muertos es una cuestión demasiado tremenda.
Pero miro a la chica y sonrío cálido. No es una sonrisa tonta o plana. Tiene algo de disculpa y algo de comprensión.
Cuando pide marcharse a otra parte: Lejos... asiento. Es un pensamiento reciproco. No creo que pueda volver a casa de los Montand antes de haber diluido la sensación con algo fuerte: alcohol o sudor.
Leah le ofrece el soporte físico de nuestra presencia y espero que lo entienda como compromiso.
Conduzca Camille. No se preocupe por nosotros. Nos bajaremos donde usted quiera. ¿Por cierto, a que se dedica ahora? No se, pero es posible que por unos días se ausente de la ciudad a un sitio seguro. No hace falta que nos lo cuente. Por otro lado si lo desea podría ponerle en contacto con alguien de confianza... - de reojo miro a Leah. No le he podido contar aun mi conversación con el comisario pero puede que de camino a Ofelia en el anonimato de la masa de la gran ciudad hoy sea un buen momento. Pero eso después...
Vámonos. Conduzca usted o si lo prefiere déjele a Renee. Ella es buena en ello - le guiño un ojo a mi Chialin implicando en la mirada que se afane en evitar que nos sigan.
Vamos

-Lo siento, pero este coche sólo lo conduzco yo. Era de Fox, y le tenía mucho aprecio. Lo encontraron cerca de aquí, pocos días después de desaparecer. Hasta hoy era la única pista que había sobre su último paradero.

El coche era un Mustang de los setenta de color café con leche con una raya blanca.

-Me dejé la policía. Ahora soy maestra de primaria.

Leah iba en el asiento del copiloto. Daniel atrás.

Puso música rock moderna. No demasiado alto. Condujo durante al menos cuarenta y cinco minutos. Su forma poco agresiva de conducir no estaba a la altura del coche.

Tomaron la carretera de Chartres. La catedral ya se veía, rodeada del pueblo, a lo lejos, cuando habló.

-Me gustaba cuidar de la tumba de Fox...

Decía frases sueltas y observaba la reacción de los detectives.

-Recopilé toda la información que pude de su investigación. Tomé notas de todo lo que encontraba sobre el caso. Estudié duro para llegar a ser detective.

Su mirada denotaba cierta fragilidad, como si les estuviera confiando un secreto.

-Sólo encontré un policía que se interesó de verdad por esclarecer su muerte. Albin Govier. -Ese nombre lo conocía Leah, se lo había presentado su mentor, el comisario César Pillet, como alguien en quien podía confiar, unos días antes de ser reclutada por el CSB- Pero él nunca confió en mí.

Tomó un desvío por un camino.

-El segundo aniversario de la muerte de Fox, en su tumba, me pareció ver a alguien. Fue un instante. Pero a partir de entonces empecé a tener un sueño. Uno de esos que se repiten.

Hablaba mirando a la carretera, su mirada era seria y serena.

-En esos sueños, esa figura siempre lograba escabullirse de mí. Me di cuenta que era yo quien la invocaba cada vez que iba a dormir, una y otra y otra vez, hasta que pude ver su cara. Cuando desperté la tenía ahí, en mi cuarto, junto a mi cama, apuntándome con su pistola con silenciador. Pensé que había llegado el momento de reunirme con Fox, que moriría como él. Pero ella me perdonó.

Ese día se marchó sin decir nada, pero seguí llamándola en mis sueños. Y a cada sueño mi ira se iba enfriando. Hasta que paré de perseguirla y empecé a hablarle. Me contó que había sido uno de ellos, que ya quería escapar cuando le ordenaron capturar a Fox, porque él tenía el don de buscar cosas en los sueños y entrar en los sueños de otras personas, como ella.

Mató a Fox para que no le pudieran atrapar y le hicieran lo que le habían hecho a ella y a la víctima que había encontrado en el lago. Ella dice que es mucho peor que la muerte.

Paró en un ensanchamiento que hacía la carretera.

-Ahora ella se econde de la secta. Pero eso es mejor que os lo cuente en persona. Os ayudará en lo que pueda. La encontraréis en ese bosque. O mejor dicho, ella os encontrará a vosotros. No hay otra forma, y no podéis llevar armas. ¿Os espero aquí, en el coche o os llevo de vuelta a París?

Mirando a Camille concuerdo que es mejor que nos espere. No tengo ni idea de como regresar a pie y aunque no sabemos cuanto vayamos a tardar el hecho de dejarle sola me inquieta.

- Sabes usarla asi que toma mi arma y si tienes que defenderte hazlo.

Le entregue mi arma cargada.

Aun asi no me daba buena espina pero si Daniel decidia entrar desarmado tendria que velar por el. Despues de todo yo ya estaba muerta. Mi existencia se asumia solo para resolver ese caso. Lo demas era un plus o al menos asi lo habia asimilado. Si sobrevivia tambien seria algo adicional aunque sin saber que clase de vida me esperaria.

Con las fuerzas de la ley comprometidas me angustiaba pensar que seria nuestra responsabilidad depurarlas para realmente proteges al inocente, algo que llevo a Fox a donde estaba.

Por que no me quede en Niza con Corrine.

Ya era tarde para ello.

Al comenzar a andar en el bosque trate de agudizar mis sentidos para no ser sorprendida. Porque carajo tenemos que andar desarmados.

- Vamos Daniel, acabemos con esto! Dije decidida.

Cheque si teneniamo señal de movil. No muy fuerta pero... comence a andar.

Que conduzca la chica me parece bien.
No es un vehículo que sea fácil ver en Europa y no puedo imaginar la razón por la que Barret lo hubiera adquirido pero como dice Lena no tengo gusto para lo verdaderamente clásico.
¡Clásico! Un puñetero fetiche para ligones, eso es lo que opino cuando me intento encajar en el asiento trasero. Una vez asentado y con el cinturón abrochado, me olvido de la incomodidad centrado en escuchar y perdido en las reflexiones que se van creando.
La atmósfera se tensa un poco cuando Camille se pone a hablar con un ritmo que parece marcar que nos este tanteando.
El relato de su historia es intenso sin detalles.
Pulcro y crudo en lo que importa, recogiendo los significados concretos.
El desconcierto obvio que la desaparición provoco y las fuerzas que movió.
Aspectos que puedo comprender.
Anoto mentalmente la referencia al agente que Achard menciona clasificándolo en la sección de puede ser de confianza con un asterisco de a comprobar.
Intercambio sutiles miradas con Leah para compartir cualquier reacción silenciosa.
Cuando el trazo de lo narrado, comienza a tomar el cariz de una confesión dirigida a unos oídos que no puede herir, es que mi pensamiento empieza a tomar conversación conmigo mismo. Quizás es la evidencia del roce continuado del miedo que siento que ha llegado a un estado que no se puede disimular pero con cada pista abierta y escrutada la sensación de la sombra del adversario se crece y la siento mas inabarcable.
¡Dios!¿Un plan de acción para atrapar a un grupo del que la muerte es una de las mejores formas de escape? Ni siquiera se como ha funcionado lo de Fox y Leah...No se que parte de ella esta aun a mi alcance y que parte esta mas allá de todo contacto.
Cosas peores que la muerte.
No puedo frenar buscar con los ojos a Leah y observarla.
Vivir.
Vivir con vergüenza. ¿Como Camille no confesándole a Fox que no ha ido por su asesina cuando sabe donde esta?
Vivir con remordimiento. ¿Como mi corazón y mi cabeza sintiendo que lo que le ha ocurrido a mi compañera es fruto de un poder que no entiendo ni controlo?¿Que evita llegar a lo que desearía llegar?
Vivir con desasosiego. Compartiendo todo el espacio: físico y espiritual con algo que no esta destinado a las tierras mortales.
Y sin embargo aunque de pasada lo que pretende 'Esa Gente' suena peor. Tanto como para elegir un mal menor sabiendo que es un mal consciente de que así se frena otro que no dejo de imaginar cada vez mas fuera de nuestro alcance.
Trago saliva cuando el coche para.
Arene Lioret. No se si también es consciente de ello o solo se ha abandonado a sobrevivir.
Pero no puedo dejar que el pensamiento preconcebido me controle por que si no apuntaría con el arma a Camille cuando nos pide que le entreguemos las armas.
Suspiro, cruzando la mirada con Leah, cansado de este deja vu.
Pero en el animo de mi Chialin veo la determinación a no cejar en nuestra responsabilidad.
También detalles que no puedo desentrañar pero que me semejan movimientos sutiles de las emociones que se deslizan por su interior.
Le tiendo el arma a Camille desamartillada y con el cargador extraído tendido para que lo tome como refuerzo. No la veo disparando a dos manos pero si puede que necesite mas munición.
No tengo claro que no nos hayan seguido.
Si se siente amenazada haga una ráfaga de tres disparos y salga de aquí y busque a Govier y cuéntele todo sobre donde estamos - le pido mientras la observo en sus reacciones y trato de mantenerme neutro y no exigente o desconfiado - que él pida los refuerzos. Y usted desaparezca
Ponemos nuestra seguridad en sus manos. No nos falle. Por favor.
Con una leve inclinación de cabeza me marcho con Leah.
Si acabemos con esto y después cumplamos nuestra visita a Ofelia. Me interesa saber que consejos nos puede dar - le sonrío levemente - Y mañana tenemos una cita para cenar. Sobrevivamos al día de hoy y que el diablo se busque otro juego.
Me miro la mano ensangrentada preguntadome si en algún momento... No. Le prometí a Fox que no le volvería a utilizar.
Si él vuelve sera por que quiere. Espero que venga con refuerzos de allá arriba.
También chequeo el móvil y desconecto la señal GPS. Me doy cuenta que se me ha olvidado darle el puñal de onix pero dudo que sea muy útil en una pelea con pistolas o de cualquier otro tipo pues no tengo ni puñetera de como usarlo.
Veamos que tiene que decirnos Lioret, Chialin - le digo a Leah compartiendo por completo sin decirlo que en ella confío para guárdame la espalda y que es reciproco.
Luego le sigo a través del bosque que es como si me metiera en un viaje en el tiempo hacia la infancia.

Al fondo de una pendiente rocosa había un riachuelo de montaña. No hubo forma de adentrarse en el bosque sin cruzarlo, ni manera de de cruzarlo sin mojarse.

El agua estaba helada. Al otro lado el bosque cada vez era más tupido y mejor conservado. Helechos, pequeñas orquídeas silvestres, árboles centenarios…

El corazón de Leah se aceleró y le vino una arcada que no pudo reprimir. Vomitó sangre fría -supo al instante y como por instinto que esa sangre no era suya sino de Ophelia- y tras unos segundos de sudor caliente y angustia se empezó a encontrar especialmente bien. Viva.

Daniel la veía radiante y él mismo notó como el aire puro le llenaba los pulmones. Los pájaros se cruzaban con ellos sin asustarse.

A las tres horas de caminata vinieron a su encuentro varios lobos. Primero cuatro o cinco, luego podrían haber contado hasta quince.

Mantenían la distancia, unos cuantos metros. Y daban vueltas alrededor de ellos.

Uno que parecía viejo se acercó a Leah y le enseñó los dientes, gruñendo.

Me parece al caminar como entrar en otro mundo.
Nunca he estado en un lugar así. Siempre he sido de desierto y de ciudad. La presión de la naturaleza es contundente pero que decir que excitantemente intoxicante.
Un pequeño curso de agua conjura lo que parece una nueva frontera para la que me agencio una rama alargada para hacer de bastón y poder cruzar con algo de dignidad.
Eso si esta mañana no esperaba acabar con los pies congelados.
Me muevo pegado a Leah por lo que cuando se dobla y vomita me asusto.
Arroja sangre y me vuelco hacia ella para sostenerla por la cintura. El liquido que le abandona es opaco y muerto. Titubeo.
¿Chialin...?¿Leah...estas...bien?
Es tan extraño por que a medida que lo pregunto me parece mas tonta la pregunta.
La miro y la veo con el brillo de una vitalidad recuperada que me hace abrir los ojos asombrado y sonreírle con la alegría del impulso del beso que le dará si no fuera que estamos de servicio en medio de un bosque que nos rodea. Al menos le cojo la mano.
Respiro hondo contagiado de la pureza de los alrededores. Por un rato disfruto.
Deberíamos haber probado esto antes... - no puedo expresar con palabras el gozo de que se sienta viva y aunque me perturbe la duda de que pasara si cruzamos de nuevo lo aparco para disfrutar del momento. Vuelvo a sonreír. Quizás se mantiene...
Sigamos. A ver que viene luego.
Apenas nos detenemos, entrando cada vez mas adentro. A veces la apoyo yo a veces es ella.
Cuando el tiempo empieza a difuminarse con el cansancio aparecen ellos.
Son dos parejas y después media docena o mas.
Nos rondan y acechan teniéndonos totalmente rodeados.
No podía ser que fuera solo una caminata tranquila... - mascullo pegando la espalda con Leah sin saber que hacer con el palo.
Cuando uno de ellos amenaza a Leah no dudo en devolverle la expresión de desafío para lo que sirva. Aunque hubiéramos tenido nuestras pistolas esto no acabaría muy diferente a lo que parece que se precipita.
No deberías estar acechando a ciervos o algo así - digo consciente de que sirve de bien poco. Luego histérico por que creo que vamos a morir lo suelto todo - Chialin, que sepas que los últimos dias, con todo, han sido los mejores de mi vida. Te quiero.

Al vernos rodeados simplemente me quede perpleja. Era la peor situacion que podiamos estar, y nadie, NADIE sabria que seria de nosotros.

Por un momento me parecio vivir la experiencia de Fox y ser olvidada en algun lugar durante años hasta que alguien consiga mi cuerpo, haga un ritual y poderle contar lo poco que se y que seguramente no sirva de nada.

Habia tomado precauciones para cruzar el rio y no mojar mis pantalones y los zapatos. Habia aprendido a desvertirme para cruzar. Era mejor pasar un instante de frio que despues horas mojada con la ropa encima. Y asi se lo habia enseñado a Daniel pero ahora todas esas precacuciones carecian de sentido.

Ibamos a morir devorados y de alguna manera agradeci que fuesen animales y no fuese el monstruo come visceras.

Pegue mi espalda contra Daniel para hacer del combate un solo escenario. Espalda contra espalda no podrian sorprendernos. Aunque un palo tampoco serviese de mucho.

Asumi mi posicion y me prepare para luchar tal vez alguno de los lograba sobrevivir.

- Yo tambien te quiero Daniel y lamento que acabe de esta forma, pero no caere sin pelear.

Casi senti tristeza si no hubiese estado concentrada en los animales.

El simple hecho de haber vomitado sangre, sangre que no era mia, me habia revitalizado, pero importaba eso ya. Tal vez nunca lo sabria.

Me sentia tan asqueada  y confundida, pero no era el momento.

Recordé el puñal en la pernera y las habilidades de Leah en el combate táctico y lo deslice hasta su mano para que le hiciera buen uso.
Vaya ironía. Siempre pensé que serian los 'Coyotes' los que un día me pondrían en el hoyo.
Algún día, allá en Arizona y sinceramente mas viejo y mas amargado.
Es gratificante dentro de lo absurdo que sea en un bosque húmedo y por verdaderos lobos.
Lo que me cabrea es que también incluya a Leah.
Arrincono una broma sobre dividirnos a los bichos y dejar uno para interrogarlo por que es una gilipollez y gasto la inexistente saliva que me queda en sonar firme.
Contigo Compañera - casi gruño - Y si ves la oportunidad corre y trepa a un árbol.
Lo de que no mire abajo no lo añado.

Cuando Leah empuñó el puñal de Onix el lobo que tenía más cerca dejó de gruñir y se sentó.

Luego empezó a olisquear a la policía sin acercarse demasiado. No se mostraba dócil y era imposible que ese animal en ese lugar no resultara agresivo pero de pronto, como por arte de magia, dejó de parecer hostil.

Parecía que si no intentaban agredir a los animales o escapar del círculo que habían formado a su alrededor, no tenían intención de atacarles.

El primero en aullar fue el viejo, luego los demás. Estuvieron un par de minutos así, sin parar, y luego fueron callándose.

Entonces apareció ella. Desnuda, cubierta con una piel de lobo a modo de capa. Aunque estaba casi pintada de barro, se podían ver los tatuajes que cubrían todo su tronco y las piernas, hasta los tobillos. Los brazos hasta las muñecas. Incluso las manos. Pero no tenía nada pintado en la cara ni en el cuello.

El lobo viejo, tras olisquearla intensamente, se echó a un lado y la dejó pasar.

Una mirada del animal bastó para dejar claro a los policías que si la atacaban los devorarían sin piedad.

Ella habló en francés con un tono sutilmente musical. Seguía pareciendo muy joven, como en la fotografía de la casa donde habían enontrado el cadáver del policía asesinado.

-Hola, me llamo Arene... Se que os ha traído Camille... ¿Encontraron el cadáver de Fox Dolph Barret?