Partida Rol por web

 El joven muchacho se removió inquieto ante las palabras de Nuño. Sin lugar a dudas se encontraba en un mar de dudas, por un lado estaba ser Hugo, a quien apreciaba. De quien no dudaba ni un instante a pesar de no terminar de comprender lo que representaba lo encontrado en el sótano. Pero por el otro lado, tampoco le entusiasmaba la idea de poner su pellejo en juego.

 Tras las palabras de unos y otros, él asiente.

 - No podemos regresar sin antes dar un vistazo.- Dice sin mucha convicción, con la voz distorsionada por las dudas.

 Fuera de la forma que fuera, los aventureros se sentían agotados. Tras toda una larga jornada de viaje, tirando de la mula y la carreta por caminos llenos de regateras fruto de las lluvias, cortando o sorteando los árboles caídos en el camino, y finalmente todo lo vivido en la última hora, había hecho mella en sus energías.

 Cerraron el sótano y la puerta del dormitorio de los Torquemar y se acomodaron entre las literas del salón. Tomaron una cena silenciosa, momentos en los que Iasana aprovechó para prepararse otra infusión, tras mirar con cierta incomodidad sus reservas de hierba seca, pronto tendría que encontrar más. Finalmente los bostezos se fueron presentando entre el grupo mientras terminaban de decidir como pasar la noche.

- Sería necesario hacer guardia, no me fio - comentó Liam retirándose de la ventana en la que había estado mirando con el gesto fruncido - yo haré la primera guardia. ¿quién hace la segunda guardia?

Nuño se encogió de brazos al observar las reacciones que habían tenido sus compañeros. Él lo había intentado, y seguramente hubieran salido todos ganando, pero… Como el bardo no buscaba conflicto alguno, retomó su quehacer con las cuerdas del laúd.

- Pues yo haré la última guardia, si no tenéis inconveniente claro está. Dijo con una sonrisa jovial, como si la tensión que sus anteriores palabras había provocado, no hubiera existido nunca.

-  Podíamos hacer guardias de 3 horas.

La imagen de aquella parodia de mujer debatiédose bajo los fuertes brazos del moreno Jack, aquella sustancia negruzca en lugar de sangre brotando de sus heridas abiertas. No estaba preparado para eso. Había luchado con muchos enemigos en su vida, pero los enemigos con los que se había enfrentado se desplomaban sujetándose los instestinos cuando lo abres en canal con el acero y sangran de sus heridas. No se levantan después de haberle infligido un tajo mortal. Luego estaba el detalle de las muñecas flotando en el aire. Definitivamente no estaba preparado para ello. Las batallas las hacía en un ambiente más...natural, no en fríos y lóbregos pasillos mortuorios llenos de pesadumbre y locura. ¿Qué maldita locura está  ensombreciendo mi corazón?

-  Id a descansad - comentó tratando de alejar sus oscuros pensamientos - mejor sería volver a cerrar la puerta del dormitorio principal.

¿Pasar la noche en una cabaña maldita? Era lo mismo que acariciarse los genitales con el filo del machete (y Jack conocía a uno que lo hacía...) La perspectiva de dormir a campo descubierto no era muy agradable, pero estar a escasos metros de esa cosa...

-Creo que mejor son guardias de 4 horas... Con dos despiertos a la vez. No me gusta esto... este lugar, me refiero. No es natural. Es muy bahati mbaya... Como lo llamais... ¿Epäonni? No, no, no me acuerdo... Pero quiero decir que dormiremos mejor si hay dos atentos

- Pues en ese caso, y si así lo queréis… Yo mismo haré guardia con nuestro valiente capitán Liam. Dijo con una sonrisa angelical en su rostro, mientras acababa de afinar el apreciado laúd.

Cogió una silla y se coloco teatralmente en medio de todos, como si fuera un escenario. Estiró los dedos y las manos, y con gesto grandilocuente se sentó. Cogió el laúd y arrancó un suave y melodioso acorde.

- Mientras ustedes intentan dormir, les arrullaré con una delicada tonada, tan suave que les transportará a los más verdes prados, con el sol del atardecer bañándoles el rostro, abrazados a su amante… Solo déjense llevar… Concluyó de hablar suavemente, con aquella dulce y melosa voz que a tantos había embriagado anteriormente.

Y no es que solo lo hiciera por llamar la atención y admiración de sus compañeros, que también, sino que lo hacía casi por él mismo. Para poder olvidar el horror vivido en aquel sótano, y sacarse de la cabeza aquellas imágenes perturbadas que danzaban en su cabeza. Si, lo hacía para estar ocupado en otra cosa, en una cosa mucho más agradable y bella, y que le disatría y gustaba de verdad.
 

 Los compañeros que tenían la oportunidad de descansar primero se acomodaron en las literas mientras Liam y Nuño se encargaban de hacer la primera ronda de guardia.

 Sin lugar a dudas, las destrezas de Nuño, ayudaron para que los aventureros pudieran conciliar el sueño. Pero tras los presenciado, todos ellos deseaban no soñar... o no recordar los sueño, pues con lo vivido las últimas horas había motivos suficientes como para tener pesadillas para mucho, mucho tiempo.

***

 La noche pasó, sin incidentes, y con ella las pesadillas que tal vez alguno tuvo. Los cálidos rayos de sol reconfortaron a los compañeros, devolviéndoles parte de los ánimos. Y haciendo que todo se viera un poco menos lúgubre.

Iasana había permanecido sumida en sus pensamientos desde el regreso de aquel túnel. Cuando se había embarcado en aquella aventura no esperaba encontrar semejantes horrores. Sin embargo, entre todos los aventureros habían logrado superar la prueba, aunque no resolver el misterio y luego de una noche intranquila y con sueños confusos y angustiantes, la mañana traía nuevas esperanzas.

Cuando lo creyó conveniente, luego de salido el sol, despertó a los compañeros que habían tomado la primera guardia y fue en busca de agua para calentar. En un rato partirían hacia la morada del basilisco y la mujer esperaba tener el estómago lleno en caso de que no todo saliera como esperaba y no volviera de allí.

Mientras se calentaba el agua, examinó los frasquitos que había tomado del sótano para intentar reconocer alguna de las sustancias contenidas.

Nuño se despertó radiante, o al menos eso aparentaba. Aunque tal vez se tratara de la música, que a él le funcionaba como un maravilloso método terapéutico para espantar demonios. Tal vez fuera eso, o la píldora que se había tomado antes de dormir… Quien pudiera saberlo.

Fuese como fuera, el bardo se levantó lleno de energía, pues tarareaba una alegre tonada y sonreía despreocupadamente. Después de vaciar la vejiga con sonoros ruidos, se acercó a Iasana, dispuesto a echar una mano con la preparación del desayuno. A Nuño le encantaba preparar esa comida del día, sobre todo si la noche anterior había compartido con alguien el lecho. Por desgracia para él, no era el caso.

  Raúl se había despertado temprano, o mejor dicho, había salido pronto de la litera, pues estaba cansado de dar vueltas sobre el lecho sin poder conciliar el sueño. Los horrores vividos y el trabajo que quedaba por hacer, el rescate de ser Hugo, le tenían incómodo.

 Mientras IAsana y Nuño prepararon el desayuno el chaval se fue para dar de comer a la mula y preparar la carreta para el viaje que quedaba tenían por delante.

Abrió los ojos tras los primeros rayos del sol. Estiró los brazos y bostezó. Todo lo que había ocurrido el día anterior había quedado enterrado en una oscura pesadilla. Tenía vagos y nublados recuerdos de aquella pesadilla. A pesar de haber dormido muchas horas seguidas, tenía sensación de fatiga. Se frotó los ojos y preguntó:

- ¿Cómo habéis pasado la noche?

- Estupendamente. Contestó el bardo mientras se movía grácilmente entre las cacerolas y pucheros cerca del fuego. Se notaba que sabía lo que hacía, o al menos que disfrutaba de ello.

Si Nuño guardaba algún rencor hacia el Liam por las duras palabras hacia él, sin duda en su voz y expresión facial nada reflejaba.

- Preparaos para saborear los mejores huevos escalfados de la comarca… Sonrió como un crio mientras retornaba su atención al agua hirviendo que se encontraba en la perola sobre el fuego.

La hechicera agradeció con una sonrisa a Nuño cuando este se acercó a ayudar con el desayuno. Viendo que el bardo era mucho más diestro que ella en esos menesteres, se apartó un poco y mientras él hacía la mayor parte, ella siguió inspeccionando los frasquitos, esta vez con mayor atención. Sin embargo su búsqueda no dio demasiados frutos. La mayoría de ellos sólo contenían perfumes. Había uno que podía llegar a contener algo más promisorio pero sus conocimientos de alquimia no eran suficientes para identificar esa poción. Sin embargo la chica decidió conservarlo. Cuando volvieran con Torquemar, podría indagar al alquimista de palacio.

Mientras vaciaba los frascos para conservar los envases, Liam despertó y se acercó a ellos.

-He tenido noches peores... pero no quisiera repetir ésta- contestó en alusión a la velada pasada. -Aún no logro entender qué tratos tenía el heredero ni por qué protegía a ese engendro... Creo que deberíamos ver qué había del otro lado del túnel. Puedo orientarme y el lugar no está lejos. Tras contar mis pasos estimo que nos separan unos doscientos metros... no creo que nos retrasemos demasiado sin en vez de ir directo con el basilisco, damos una mirada de lo que hay en la zona- Iasana miró a sus compañeros de uno en uno mientras hablaba. Esperaba que al menos uno la apoyara en su petición ya que necesitaba darle sentido a lo vivido la noche anterior, pero sola no se arriesgaría a ir.

  Raúl llegó del exterior de atender a la mula olfateando el olor de la comida cuando escuchó las palabras de Iasana. El joven terminó de entrar y respondió, para sorpresa de algunos:

 - Yo... yo me apunto. Estoy seguro de que hay una explicación para todo lo ocurrido. Hugo no es ningún sectario ni un cabrón. Yo os acompañaré.

Las palabras de Raúl enviaron un rayo de esperanza a su corazón. Estaba seguro que el heredero era inocente. Se alegraba que al menos Raúl compartiera sus sentimientos. Durante unos instantes había dudado, pero tenía que haber una explicación a pesar de las evidencias. 

- Sabias palabras, hechicera - replicó Davenport -me parece buena idea. Detrás de esa puerta atrancada está la clave de lo que ha pasado ahí abajo - señaló el suelo - si eres capaz de llevarnos a ese punto quizás saquemos más en claro.

Se volvió hacia el Trapero. Dándole un rudo golpe amistoso sobre su brazo y le dedicó una sonrisa. Comenzaba a sentirse más animoso y las nieblas de la duda se estaban disipando.

- Comparto tu punto de vista, tienes la oportunidad de demostrar valentía y ganarte mi confianza.

 El grupo desayunó la comida preparada por Nuño e Iasana, no era bueno empezar el día con el estómago vacío pero menos lo era aún al afrontar un día incierto y que tranquilamente podría estar cargadao de problemas... como la llegada al cubil del basilisco, pero en cualquier caso eso llegaría a su debido tiempo, no hacía falta adelantar acontecimientos.

 Una vez con la tripa llena, y estando tan cerca el paradero (según creía Iasana) decidieron ir a dar un vistazo. Siguiendo a la mujer, el grupo salió del claro donde estaba emplazada la cabaña de caza y el sol empezaba a bañar con sus rayos, para internarse en la densa espesura del sotobosque de la pineda. A pesara de la desorientación al buscar un paso adecuado entre matorrales y árboles, el grupo alcanzó la zona donde la hechicera creía que debía estar la salida del túnel... pero antes de llegar una imagen sorprendió a los aventureros.

 Un pequeño claro se había abierto en el bosque en una parte que se elevaba levemente. Los árboles parecían haber sido arrancados del suelo por efectos del viento. Todos los presentes pudieron recordar como semanas atrás un fuerte temporal de viento azotó la zona.

El capitán Davenport contempló el claro. Las evidencias de los estragos de el temporal que había azotado el lugar se hacían latente al observar los árboles arrancados mostrando su raíces desnudas. Se adelantó del grupo y se acercó al claro, costaba trabajo creer que el viento había causado todo aquello. Miró derredor con ojos atentos. 

El valiente, pero a su vez prudente, y con un sentimiento de autoconservación extremadamente desarrollado bardo, se limitó a seguir a Liam a segura distancia.

Nuño miraba aquí y allí sin demasiado interés, su vista pasaba por encima de los árboles caídos sin prestarles demasiada atención, casi como si olieran al más apestoso excremento. Y como no las tenía todas consigo, el bardo cogió el arco y empezó a acariciar las flechas con plumas de oca que había en su carcaj.

- ¿Ves algo? Alzando un poco la voz para que Liam lo escuchara.

 Liam y Nuño se aproximan a los árboles caídos, atentos a cualquier percance o amenaza. A parte de los árboles caídos, logran encontrar varias cosas. La más llamativa es la que menos esperan encontrar.

 Atados a uno de los árboles hay cuatro arneses de cuero, anudados con empeño y al final de cada uno de esos se pueden apreciar un montón de huesos blancos. A pesar de no haber visto uno esqueleto de estos con anterioridad, no hay duda posible, hay los restos de cuatro caballos. Al parecer alguien los ató al árbol, antes o después de que cayeran no es muy claro, pero parece ser que atados como estaban quedaron a merced de una manada de lobos. Los cuales dieron cuenta de ellos.

 Pero a parte de esta imagen, los dos hombres logran dar con algo más, bajo las ramas partidas de los árboles se aprecia parte de una puerta de madera, atrapada bajo el tremendo peso de los árboles.