Partida Rol por web

   Tras atravesar los callejones de la zona vieja repletas de mendigos y borrachos, junto con algún que otro malhechor entre las sombras que en ningún momento se atrevió a intentar nada, el grupo alcanzó la calle en la que se encontraba la posada. Aquella visión provocó en varios el impulso de soltar un suspiro de alivio, al fin podrían dejar atrás ese día, todavía no había comenzado la parte dura pero aquella noche de seguro que iba a se complicada de olvidar. Por su parte, Freya solo vio una gran taberna de la que colgaba un tablón de madera en el que parecía haber dibujado una especie de fiera alada de color rojiza, la pobre luz de los farolillos apenas la permitían distinguir formar o colores.

  Tan placentera escena no iba a durar demasiado, como recién aparecida de la nada una sombra les cortó el paso. Se trataba de un hombre encapuchado que les había resultado casi imposible descubrir hasta que prácticamente lo tuvieron encima. Por suerte para ellos toda la tensión se disipó casi de inmediato cuando el recién llegado pronunció unas palabras de bienvenida no exentas de sorna.

-Mis felicitaciones a la feliz pareja...-

Nada más salir de aquel lugar, solté la mano del enano y alcé mis brazos con los puños cerrados, estirándome y respirando profundamente. El olor era casi nauseabundo, pero aquello me daba igual. Hacía tiempo que no sentía la brisa sobre mi piel, el frescor de la noche, aquel sentimiento de libertad…

Había pasado semanas encerrada en aquel lugar, después de haber sido vendida como esclava por culpa de aquel ogro que logró dejarme noqueada, encadenada en aquella celda, recibiendo palizas mientras me encontraba indefensa… Así que el que el mundo me recibiera con aquel olor y emanaciones, que hubiera salido herida en una pierna, y que mis acompañantes no me parecieran del todo de fiar, me parecían ahora una nimiedad; problemas que ya solucionaría después.

Al salir, la humana se dignó por fin a presentarse, a ella misma y al supuesto líder, Jake; que tampoco había hecho lo propio. Esta me pidió que les considerara aliados, visiblemente intimidada por mí, a pesar de disimularlo. Aquello resultaba un consuelo, haciéndome pensar que al menos en principio, la humana no supondría un problema. Me instó entonces a acompañarles, diciendo que me curarían y que Jake me daría todas las explicaciones que necesitara. Respondí a su invitación y sonrisa asintiendo con la cabeza, aún pensando si realmente tenía alguna otra opción ahora mismo.

Antes de emprender el camino no pude evitar echar una mirada hacia atrás, hacia aquella lúgubre salida tras la que dejaba a Nanoc. Esperaba que nuestro dios le ayudara, y con ese pensamiento me llevé la mano al pecho y cerré los ojos un instante, recordando lo que me había entregado y la promesa que le había hecho.

Recorrí aquellos callejones junto a los demás, con mi pierna ligeramente renqueante, sintiendo aquel desagradable entumecimiento, que esperaba no tuviera peores consecuencias. Entre borrachos, mendigos y maleantes, caminamos hasta dar con aquel lugar del que nadie me había hablado aún. Parecía una taberna, y a pesar de la escasa luz que había en la calle, me pareció ver una suerte de animal alado rojo en el cartel de madera. Pretendíamos acercarnos a esta, cuando una sombra nos cortó el paso. Era un hombre encapuchado, que no reconocí hasta tener prácticamente encima.

Sin saludo ni presentación alguna, soltó aquella frase que, lejos de parecerme graciosa, me molestó; aún me encontraba demasiado tensa.

- Recuérdame que te de una paliza por ese comentario cuando esté en condiciones. Si es que es capaz de recordar, abuelo… - le respondí con media sonrisa, socarrona, antes de acercarme para agarrarle del antebrazo a modo de saludo.

Nada más surgir de la oscuridad y presentarme ante ellos, mi comentario jocoso es suficiente para que mi sonrisa brille a través de las sombras de mi capucha, pero aún así me desprendo de ella con una mano, satisfecho. Freya no tarda en mostrarse molesta por mis palabras, con el carácter que ya la caracterizaba Cuando la conocí años atrás. Chocamos nuestras manos enérgicamente en el antebrazo del otro, estrechándolo con vigor. Ya era fuerte entonces, ahora lo es mucho más.

¡Abuelo! Jajaja... Sí, supongo que estos años me han tratado mucho peor que a ti. -Acepto con una amplia sonrisa, pasando mi mano libre por mi perilla mientras no me corto un pelo en echarle un vistazo de arriba a abajo. Y joder, es mucha distancia que recorrer- Tenemos que dejar de encontrarnos con tu culo en una jaula, ¿sabes? No es una sana costumbre... -Propongo irónicamente tras soltar su antebrazo- Por cierto, lamento no haber podido ser de más ayuda... -Digo ya más serio, incluyendo al enano con una mirada de costado- Me encontré con... molestos imprevistos. -Y, o mucho me equivoco, o en los fodos se han encontrado con un guardia muerto. Y no será que no le advertí que no me hiciera perder el tiempo- Por eso no pude esperaros allí, mis disculpas. -Me encojo de hombros, mirando a O'Sullivan con una socarrona sonrisa, antes de mirar de nuevo a Freya y a Balakar, quienes parecen haber recibido una buena- ¿Es... grave? -Pregunto alzando una ceja con suspicacia.

Jake hizo un gesto con la mano a Aldar quitándole importancia al asunto. - Me lo imaginé, tanta flecha no pasaría desapercibida.

Jake se detuvo un segundo para observar las calles, en aquella maldita ciudad todas parecían iguales y fácilmente podias perderte y no dejar de dar vueltas por las mismas calles como si de un laberinto se tratara.

Escuchó la presentación de Asdra.... ¿Líder? Él nunca había sido líder de nada y dudaba que llegara a serlo de este extraño y variopinto grupo. 

Por aquí  - Jake retomó el camino hasta llegar a la posada. Respiró tranquilo al atravesar el marco de la entrada. Aquellas calles no eran seguras precisamente, aunque también era verdad que pocos grupos se atreverían a atacar a semejante grupo, por muy heridos que estuvieran.

Buscó una mesa al fondo y llevó allí al grupo mientras pedía comida y bebida. Después de que todos se hubieran sentado sacó un par de frascos y se los tendió a la chica y al enano.

Esto es de parte de Nanoc, me pidió que te sacara de aquel lugar. Como ya te ha dicho Asdra, mi nombre es Jake, pero puedes llamarme Sully. Mi patrón, Heinrich, ha contratado a este grupo para recuperar unos objetos perdidos y nos vendría muy bien tu ayuda.

Como era de esperar, Aldar se tomó mis palabras con humor, haciendo alarde de su cordialidad; pero a pesar de sus amables palabras, no pude evitar fruncir el ceño por el descaro con el que me miraba de arriba abajo.

- No, muy sana no es… - respondí a su comentario sobre las circunstancias en las que nos encontrábamos, mirando mi pierna herida. – Molestos imprevistos… Lo siento por ellos. – dije al explorador con una irónica sonrisa, cuando este se disculpó por no haber podido ser de más ayuda. – Gracias de todos modos. Por suerte… - miré a Balakar. – Todo ha salido bien. – O eso creo. – Salvo porque tu camarada cree que le debo algún tipo de favor… Tiene que explicarme de nuevo los detalles, porque sigue sin quedarme claro. – reí ligeramente, mirando al enano.

Cuando Aldar se interesó por nuestro estado, resoplé.

- Espero que no, duele, pero sigo en pie, así que… Diría que eso es buena señal. Tus amigos nos han dicho que tienen algo para curarnos, esperemos que funcione…

El llamado Jake parecía tener prisa por entrar en la posada, y así lo hicimos, sentándonos en una mesa que habían dispuesto para nosotros, con comida y bebida. Tomé asiento frente al tipo, que antes de nada me dio un frasco que al parecer Nanoc le había dado para mí, el ungüento mencionado por el gnomo, añadiendo que Nanoc le había pedido que me sacara de allí. Aquello sonaba bien, muy bien, pero la segunda parte de su discurso no me cuadraba tanto.

- Quieres decir que… ¿Nanoc te ha pedido que me saques de allí, y no Heinrich? ¿O ha sido Nanoc a petición de tu patrón? Porque no entiendo nada… - me giré sobre el banco, alzando la mano para que una camarera se acercara, haciéndole una petición al oído. – Espero que tengáis dinero, porque… Cómo decirlo… Llevo semanas encadenada recibiendo palizas, a causa de ese a quien llamas patrón, así que… Espero que tengas un buen argumento para que os ayude. Porque ahora mismo no sé que me impide romperos la crisma y largarme de aquí. – dije más que molesta.

No pude evitar mirar a Aldar, sentado junto a mí, y dedicarle un susurro.

- ¿Heinrich, eh? – fue lo único que le dije, sabiendo que con lo que acababa de contar, era más que suficiente para mostrarle mi desconcierto.

Mientras esperaba la respuesta de Jake, la camarera llegaba con una jarra y un trapo que posaba junto a mí sobre la mesa. Entonces me puse en pie, apoyando mi pierna flexionaba sobre el banco, dejando caer el licor más fuerte de la casa sobre la herida mientras apretaba los dientes.

- Dame buenas razones, Sully… - insistí, tomando el trapo y lavando como pude la lesión, antes de tomar aquel frasco y comenzar a aplicar el ungüento en ella.

Me temo que no sé mucho más que tú.

Por la mente ágil de Jake pasó todo tipo de mentiras y embustes para endulzarle el oído a aquella mujer, pero decidió ser franco y decir toda la verdad.

Trabajo para Heinrich pero no me hace partícipe de sus planes, en este caso en concreto estoy igual que los demás solo que mi recompensa no es en forma de oro.- el pícaro se encogió de hombros.

Me mandó a la arena para reclutar al último componente del grupo y lo único que sabía era que me tenía que reunir con Nanoc, ni siquiera sabía que fueras tú. En las celdas me encontré con Nanoc que me pidió que te ayudará a salir de allí y que velara por ti.

Jake hizo una pausa para dar un largo sorbo de cerveza. 

En cuanto al trabajo, tenemos que ir a recuperar un objeto que se encuentra en las montañas, los aquí presentes somos los que iremos y sería de gran ayuda contar con tu hacha. Recibirás tu parte de la recompensa al igual que todos los demás.

Por supuesto, si no quieres acompañarnos, eres libre de seguir tu propio camino.

Jake había puesto las cartas sobre la mesa, ahora era aquella mujer pelirroja la que tenía que jugar.

Me encojo de hombros cuando Freya lamenta en voz alta los imprevistos, mostrando una expresión divertida. Claro que mi ayuda terminó siendo poco o nada, al menos comparada con la intervención de ese enano loco.

Bah, seguro que con algo de hidromiel resolvéis el misterio, ¿no es así, Balakar? -Le guiño un ojo al enano, volviendo a calarme la capucha entre risas, sin que me pase desapercibido el estado de la pierna de la bárbara, aunque parece que cuentan con medios para hacerla sanar en condiciones.

Jake se muestra ansioso por entrar, por lo que accedemos a la taberna, tomando asiento. Como es él quien pide comida y bebida, me limito a tomar asiento, sacando mi pipa y la pequeña bolsita en que guardo el tabaco, cogiendo una pequeña porción con dos dedos para introducirla en el hornillo con cuidado. Mientras me afano en la tarea, Freya hace gala de su habitual destreza con las palabras y las buenas maneras, lanzando preguntas antes de mostrar su absoluta desconfianza, amenaza incluida. Es esa amenaza, y la certeza de que sería perfectamente capaz de llevarla a cabo, lo que me hace sonreír mientras me retiro la capucha de nuevo, frotándome la cabeza para airear mi pelo desordenándolo con los dedos.

Eh, a mí no me mires... -Respondo a su susurro desconfiado, mostrando una sonrisa amistosa mientras me encojo de hombros- La comida se recolecta o se caza, pero el equipo, los mapas, la ropa... Para eso hace falta pasta. Cuando encuentre monedas de oro en los bosques no necesitaré visitar estas putas ciudades, ni trabajar para los tipos que tienen el dinero.

"Sully" ofrece respuestas a Freya que aclaran la situación, con ese Nanoc sobre todo. Ha sido una suerte que fuera precisamente a ella a quien les ofrecieran llevar con nosotros, o nuestro destino en esos fosos hubiera sido bien distinto. También le explica por encima los detalles de la misión, mientras ella pone su pierna sobre el bando, y no puedo evitar fijarme en el modo en que limpia la herida y aplica el ungüento sobre ese muslo que me trae recuerdos de otro tiempo, recuerdos que me hacen esbozar una sonrisa melancólica al tiempo que prendo la pipa y doy las primeras caladas tratando de avivar el contenido del hornillo. Jake le deja la puerta abierta, unirse a nosotros o largarse, lo cual es una jugada arriesgada si no le sabes "vender" lo que pretendes que "compre".

Terreno inhóspito, ruinas élficas, y a buen seguro innumerables peligros... -Enumero, encogiéndome de hombros- Pero la paga es buena, y se te facilitaría equipo, ¿no es así, Sully? -lanzo la pregunta con una irónica sonrisa, forzando la única respuesta posible- No soy quién para decirte lo que debes hacer, Freya, ni siquiera para aconsejarte. Ya eres toda una mujer... -La miro de medio lado, con una pícara sonrisa, recordando que, cuando la conocí años atrás, aún era muy joven. Qué diablos, también yo, aunque no tanto- Pero yo, personalmente, me sentiría más seguro con tu hacha a mi lado. -Y no sólo más seguro, aunque eso no voy a decirlo. Me limito a dar una nueva calada a la pipa, retirando mi mirada de ella- Además, si te tengo cerca será más fácil ayudarte cuando vuelvas a entrar en una jaula... -Bromeo, echándome a reír, esperando que se tome en serio la propuesta.

Sentado en aquella posada, deshaciendose entre gruñidos, quejidos y aspavientos, conseguí deshacerme de mi armadura, sin hacer demasiado caso a las laceraciones que las escamas de la misma habian producido en mi cuerpo.

"Estoy seguro de que he comido costillas de ternera más duras que las mias."

- Espero que ese ungüento de las narices funcione...

Con cuidado, extendí aquel mejunje con la punta de los dedos, dando respingos cada vez que siquiera rozaba los cardenales de mi costado.

- Quiero una entrada de palco para cuando esta chicarrona te borre la sonrisa, abuelo...- Sentencié sin un atisbo de humor.- Y algo me dice que no tardaremos mucho en verlo...

Decidí dejar para más tarde la tarea de extender aquella pomada en las partes más bajas de mi anatomia y, despues de olisquear un poco, chupé los restos de mis dedos. Chasqueé la lengua un par de veces. Resultaba tranquilizador conservar todavía algo de sentido del gusto y del olfato.

- Tsck, Puaj... Sully, ya sabes que me apunto a lo que sea... Burp.- Eructé sin pudor, mientras miraba con ojos extraviados la punta de los dedos todavia pringosos.- Vaya.. Esta mierda se repite...  En particular si eso significa salir de aquí y volver a meter la cabeza en las entrañas de la tierra... O acampar enmedio del salón de una casucha elfa.

Niego con la cabeza el ofrecimiento del hombre de los bosques.

- El hidromiel es para blandengues... Y no quiero saber del culo de que mosca sacan estos tipos la miel... El agua lo tengo muy claro.- Lanzo una suspicaz mirada a la puerta trasera que da a un callejón tan asqueroso que hasta los orcos declinarian la oportunidad de aliviarse allí.- Hasta que no pueda echar mano a un barril de cerveza enana... Habrá que santificar el nombre y las barbas de Moradín.

Sin miramientos dejé la armadura abollada sobre mis rodillas, examinandola con ojo crítico.

- Esto requerirá tiempo... Maldita sea mi barba... Me estoy haciendo viejo para esta mierda...- Alcé la mirada hacia el rostro de mis improvisados colegas.-  ¿Y cuando nos vamos?- Giré la cabeza hacia la pelirroja mujer junto a quien habia sangrado y masticado barro.- Y me gustaria que vinieras con nosotros, Freya.

  La porquería mugrienta que salió del vial resultaba repugnante, aquel supuesto ungüento era una especie de pasta negruzca viscosa y burbujeante que parecía tener vida propia ¡Y aún con todo el loco del enano se atrevió a probarlo! Las tripas de Balakar ardieron con la intensidad e un millar de infiernos llevándole al punto de casi regurgitar hasta la leche materna de no haberse encontrado ante el grupo.

  Pero como decía aquel proverbio, lo que no te mata te hace más fuerte y si habían logrado dejar la arena atrás aquel pringue no iba a espantarlos, aunque quizás de haber sabido lo que iba a pasar después, como mínimo se lo hubieran replanteado un poco más. En cuanto el producto milagroso lamió sus heridas comenzó a hervir sin previó aviso penetrando hacia su interior y fundiendo carne y huesos en el proceso, o al menos eso era lo que ambos sintieron, el dolor era indecible, pero en cuanto el enano y la humana cruzaron miradas y vieron como el otro contenía como podía el dolor su orgullo les impidió dejar escapar la más mínima queja. Aquél horror apenas duró un instante que se sintió como estar metidos por un año entero en el caldero hirviendo de uno de los troll que acababan de despachar, las gotas de sudor habían asomado en sus frentes deslizándose por sus sienes.

  Aún con todo aquello el resultado era indiscutible, todo rastro de herida y dolor asociado a ella se había volatilizado dejando atrás "únicamente" horrendas cicatrices de tejido ennegrecido. En fin, una manera más que tendrían de recordar aquella intensa noche en los días venideros.

Mientras limpiaba la herida, escuché las palabras de Aldar, ante las cuales tampoco podía decir demasiado; el explorador tenía razón, pero…

- Hay tipos y tipos… - mascullé, afanándome en eliminar todo rastro de tinte, sangre seca o despojo de troll que pudiera quedar en la zona afectada.

Jake respondió entonces a mi petición, con amabilidad y aparente sinceridad. Su discurso parecía coherente, Heinrich le había encargado encontrar al último miembro en el foso, donde contaba con buenos guerreros, dirigiéndole a Nanoc; que como preso de confianza se encargaba entre otras cosas de poner a punto a los gladiadores. Y Nanoc había intercedido por mí para que saliera de allí…

Sólo espero que esto no le traiga consecuencias. Ese Nimble… No me da buena espina.

Sentí el impulso de llevar mi mano al pecho, donde descansaba aquel objeto que me había entregado, oculto entre mis senos; sin embargo, me contuve, no era algo que airear de momento.

Terminando de limpiar mi muslo, Jake dio un trago a su cerveza y me habló de aquel trabajo.

Recuperar un objeto… ¿Eh?

Esbocé media sonrisa irónica, pensando en aquel hecho, y en que el líder del grupo tampoco me había vendido la misión demasiado bien. De hecho, no parecía importarle demasiado que les acompañara o no.

- Lo de la paga está muy bien, al menos hasta que las monedas crezcan de la tierra…. – comenté divertida, pensando en las palabras de Aldar. – Pero no estaría de más sentirme algo ambicionada. – reí, continuando tras una breve pausa. - ¿Me estás diciendo que podría irme ahora, sin más? ¿Sin ninguna consecuencia para ti? – pregunté incrédula, y es que aun realizando la misión, no las tenía todas conmigo con que Heinrich desistiera tan fácilmente de contar con mis brazos.

Ante mis aún persistentes dudas, Aldar intervino, hablándome también del trabajo; que más que un trabajo rutinario podía llamarse aventura. Aventura… Esa palabra que hacía que me encendiera mucho más de lo que podía conseguir la mayoría de los hombres. Con ello, el explorador también dijo sentirse más seguro con mi hacha al lado, cosa que me agradó, siempre era agradable que reconocieran la valía de una; pero la sonrisa se borró de mi rostro en cuanto mencionó el tema de la jaula.

Maldito hombrecillo... Cómo sabe buscarme las cosquillas.

- ¿Toda una mujer? Ten cuidado con lo que dices, insensato…. – respondí a Aldar con media sonrisa, mirando al enano con complicidad, dadas las palabras que me había dedicado anteriormente sobre mi condición de mujer.

Este había estado tratando ya de aplicarse aquel ungüento, no sin dejar de hacer ruiditos varios y dar respingos. Finalmente, se lanzó a preguntar cuando nos íbamos, no sin antes manifestar que él también quería que fuera.

- Así, sí, ya me siento más codiciada. – solté una carcajada, metiendo uno de mis dedos en aquel frasco y olisqueando el ungüento antes de empezar a aplicarlo en la herida. - ¡Qué demonios! – dije de repente. - Acepto, vaya que sí acepto. – añadí mirando a Jake. – Pero necesito ese equipo, ¿De acuerdo? – pedí al hombre con una sonrisa.

Pero esta no habría de durar mucho. Al aplicar aquella cosa negruzca, viscosa y burbujeante sobre la herida, sentí que mi pierna se iba a deshacer. Eché una mirada al enano, viendo en el rostro de este como también se encontraba pasándolo mal, pero ninguno de los dos abrió la boca. Con mi mandíbula apretada, aguanté aquel pequeño infierno, mientras el sudor empezaba a aparecer en mi frente, no tardando las gotas en deslizarse por mi rostro. Por un momento se me pasó por la cabeza que nos habían traicionado, que aquello era una trampa, pero no; de pronto, aquella sensación de estar quemándome con un hierro candente cesó, junto con la herida y cualquier rastro de dolor. En su lugar, una cicatriz ennegrecida se había aposentado en mi muslo.

Otra más…

Dije para mis adentros, aunque lamentando el oscurecido aspecto de la misma.

La mordacidad nunca ha sido el fuerte de los enanos, asi que no resultó demasiado complicado ignorar al barbudo hombre de los bosques, con la inestimable ayuda de aquel asqueroso potingue que además de saber a rayos, oler a truenos y escocer como el demonio, parecía estar cicatrizando magnificamente mis heridas.

Por el rabillo del ojo lanzé una mirada al torneado y firme muslo de la muchacha pelirroja, antes de retirar la busca ligeramente ruborizado.

- Las cicatrices son evidencias de la madurez y valia de quien las porta...- "En la mayoria de los casos, claro."

Con un bufido, rebusqué un moquero lo más limpio posible para improvisar un vendaje para las costillas. No es que hiciera falta, pero siempre venia bien aparentar estar ocupado mientras pensaba.

- stupendo... Francamente estupendo... Comparto el interes de la muchac...- Chasqueé la lengua, molesto, antes de añadir, remarcando cuidadosamente las palabras.- De Freya, por equiparnos debidamente y por las repercusiones de nuestra marcha... Sé que romperas el corazón del pobrecito Kravor, niña...

Sólo puedo encogerme de hombros ante la respuesta mascullada por Freya. Hay tipos y tipos, es cierto, pero en este mundo uno no puede permitirse averiguarlo todo acerca de quien pone el dinero sobre la mesa, elegir a sus patrones poniendo sobre una balanza su moralidad. Por lo que a mí respecta, todos los que tienen suficiente poder y recursos como para contratar mis servicios son gente peligrosa y despreciable, pues no habrían llegado a su posición sin pisar unas cuantas cabezas a su paso.

Sobra decir que, de haber sabido antes lo que estaba haciendo con Freya, no habría aceptado su acuerdo, pero ya es un poco tarde...

Me recuesto en el respaldo del asiento, dando una buena calada a mi pipa y exhalando el humo en varios círculos concéntricos que se elevan lentamente sobre la mesa. Fumar me reporta una gran calma, aunque prefiero sin duda disfrutar de ello junto al fuego de un campamento, no en una sucia y abarrotada taberna. Me permito sonreír ampliamente, a punto de carcajearme, ante las ansias de Freya por sentirse deseada. O ambicionada, tanto da. Sólo la miro, de medio lado, con una pícara sonrisa, cuando me advierte llamándome insensato, volviendo a centrarme en mi tabaco y celebrándolo con un par de golpes de mi pipa sobre la mesa cuando la bárbara acepta la propuesta.

No dudaba que lo haría...

No será el primero ni el último... -Sentencio cerrando los ojos, en referencia al corazón roto de Kravor- Pero tú sigue llamándola niña, insensato... -Digo, echándome a reír.

Miraba mi carne ennegrecida, cuando Balakar me dedicó aquellas palabras acerca de las cicatrices, entendiéndolas como muestra de la madurez y valía de quien las portaba. Sabias palabras, con las que estaba de acuerdo, pero no pude evitar hacer un comentario jocoso.

Con mi muslo aún sobre el banco, me incliné hacia el enano, alzando mis cejas.

- Intuyo que tenéis la misma opinión sobre las barbas, ¿No es así? – le respondí, con socarrona sonrisa, antes de dar una sonora palmada en mi muslo. - ¡Esto ya está! – exclamé, antes de bajar mi pierna del banco y volver a tomar asiento.

Balakar retomó el tema del equipo, haciendo alusión también a las repercusiones de nuestra marcha, mencionando que habría roto el corazón de Truenoferoz. No pude evitar fruncir el ceño, sin comprender el empeño del enano en creer que poseía admiradores y que iba rompiendo corazones por ahí, y antes de que pudiera decir nada, Aldar se unió a su afirmación; refiriéndose a ello como algo normal, cerrando los ojos lleno de convicción, para después reprochar a Balakar que aun así siguiera llamándome niña.

Apreté los dientes un par de segundos, antes de ser mi mano la que se cerrara con fuerza, mostrando mi puño.

- Corazones no sé, pero puedo romper otras cosas… - les dejé caer, mostrándoles una sonrisa burlona justo después, relajando mi mano en seguida. – Y se me da realmente bien. – añadí con una carcajada.

Tomé una jarra y di un largo trago, antes de volverme hacia Jake, recordando un detalle de vital importancia.

- Has dicho que iremos a las montañas… ¿Qué montañas son esas? – ni siquiera tenía la certeza de dónde me encontraba exactamente - ¿Están muy lejos de las Montañas Grises? – pregunté, dando otro trago mientras esperaba su respuesta. 

Jake miró molesto al enano. 

¿Y se puede saber lo que has hecho esta mañana en el almacén? 

Después se centró de nuevo en la humana, no te preocupes por el equipo, está todo preparado para partir mañana por la mañana. Partiremos con los primeros rayos del sol.

Jake se levantó de la mesa visiblemente cansado. 

Tengo que ocuparme de los últimos preparativos, Aldar tiene un mapa del lugar al que nos dirigimos, podéis verlo y así os ponéis al día, no sabía que os conocíais. Nos vemos a primera hora en la puerta norte.

Asdra necesitaré tu ayuda ¿me acompañas?

Jake dio media y se dirigió a la puerta.

Cierro los ojos, ahogando las ganas de reír. Esta mesa se ha convertido en un auténtico festival, donde todos compiten por hacer la gracia más grande. Freya va ganando la delantera, valga la redundancia... primero comparando el pensamiento enano hacia las cicatrices con el de las barbas; acto seguido, dejando claro que además de corazones puede romper otras cosas. Mi imaginación echa a volar ante tamaña confesión... Pero finalmente es Sully quien se lleva el premio gordo, o enano, dándole a Balakar una respuesta tan veloz y mortal como una cuchillada por la espalda cuando éste habla de conseguir equipo. "¿Y se puede saber lo que has hecho esta mañana en el almacén?", joder, que buena...

Cuando Sully se levanta, dejándome el mochuelo de responder a las dudas de Freya acerca de nuestro destino, niego con la cabeza, exhalando una larga bocanada de humor de tabaco, dejando con parsimonia que el silencio se adueñe de la mesa.

Ay... Tienes dudas sobre geografía y no me preguntas a mí en primer lugar... Me siento ofendido... -Sonrío, haciéndome el interesante, aunque no guardo silencio demasiado tiempo, consciente de que me arriesgo a recibir una merecida paliza por hacerme el listo- No llevo el mapa encima, están con el resto del equipo. -Aclaro, señalándome la cabeza- Pero lo más importante está aquí a buen recaudo. Nos dirigimos a la Montaña del Colmillo Roto. Se trata de una cima en los límites del reino, está rodeada por un espeso bosque que según antiguas leyendas estaba encantado a causa de la ciudad élfica, ahora abandonada, que antaño se erigía a los pies de la montaña. -Explico a grandes rasgos, mirando finalmente a Freya- Las Montañas Grises están más a Norte, aún dentro de la región, a un par de semanas de viaje si no recuerdo mal las distancias. Mañana podría confirmarlo, mapa en mano. ¿Por qué te interesan tanto?

- Ja.- Hicé una mueca, carente de humor, como única y desdeñosa respuesta a mis camaradas.- Chistosos... Muy chistosos... Bah...

Sin embargo, lo que comentaban era demasiado importante e interesante como para ignorarlo alegremente, asi que dejé de renegar y me pusé la armadura de nuevo. Para mi sorpresa y desmintiendo mi inicial aprensión, no hubo demasiados problemas.

- Vale... Por orden...- Ajusté las hebillas y cierres uno a uno, con la rápidez y presteza que da la práctica y la familiaridad.- Mi opinión sobre las barbas no es de tú incumbencia, jovencita... Ya hablaremos de partir, romper, morder y vacilar...- Fruncí el ceño, molesto. Tironeé de un cierre especialmente rebelde.- Siguiente...- Me giré hacia nuestro improvisado lider.- Ni idea, Sully... Todas estas horas han pasado como en una nube... Podría haberme encamado con un kobold hasta fundirlo y no recordarlo...- Me encojí de hombros restandole importancia.- Y os agradecería que os guardaseís las gracias para más tarde, gracias.

Solté una ristotada cuando Aldar se hizó el ofendido, haciendolé un gesto obsceno pero prestandole atención a pesar de todo. Giré la cabeza hacia la mujer, sinceramente interesado.

- ¿Tienes en mente una excursioncita particular, Freya? ¿Es una fiesta privada? ¿Podemos apuntarnos?