Partida Rol por web

Enfrentarse al despreciable toxicómano pone al límite las fuerzas y energía de Larry. Retenerlo resulta imposible, aquella cosa se mueve con una ferocidad que nunca antes había visto, así que en un último intento desesperado por escapar, clava el pie en la rodilla del toxicómano y lo arroja hacia el carro que poco antes, había usado Lucy como escudo.

Un gran dilema cruza la mente de Larry en aquel instante. Recoger el maletín supondría regresar sobre sus pasos alejándose así de Lucy y el ascensor. No está muy lejos, pero en aquellos instantes unos meros segundos pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Aún, sabe que lo que guarda en el interior del maletín puede serle de gran utilidad más tarde, así que con una desesperada carrera recoge el maletín y se lanza al encuentro de Lucy.

La carrera, pese a ser corta, resulta de lo más intensa. Los gemidos del toxicómano le impulsan a correr más y más. No mira atrás, sabe que si lo hace puede ser su perdición, así que simplemente corre hasta lanzarse al interior del ascensor.

El botón de la planta baja se ilumina nada más pulsarlo, tras lo cual, no duda en rodear con los brazos a Lucy. Las puertas comienzan a cerrarse y entonces, la sangre lo tiñe todo.

El impacto arroja a Larry contra la pared del ascensor a la vez que el grito de Lucy se alza agónico. Las puertas del ascensor, que se habían detenido momentáneamente, se vuelven abrir cuando detectan la entrada del toxicómano y tras unos instantes, vuelven a cerrarse lentamente.

Aferrado a Lucy con toda la fuerza que sus delgados brazos le permiten, el despreciable ser ha logrado morderla en el hombro, provocando que su vestido comience a teñirse de sangre.

Lágrimas recorren el rostro de Lucy a la vez que suplica auxilio.

Joder. Vaya sartenazo y ni se inmuta.

Tras el estruendo metálico del cajón cayendo al suelo noto un pequeño impacto en mi pie. Al bajar la vista veo un picahielos afilado. No lo dudo ni un instante. Ya habría tiempo de explicar más adelante a quien hiciera falta que ataqué a un soldado con un picahielos porque se estaba comiendo a un ayudante de cocina...

Jodido día...

Levanté con fuerza el picahielo y ataqué la parte trasera de la cabeza mientras el soldado no dejaba de aproximarse a Kat.

Menuda fuerza tiene éste cabronazo, me ha hecho volar literalmente... ¿és acaso normal? Había escuchado que los individuos locos de verdad, pueden sacar una fuerza inusitada incluso en un cuerpo de complexión débil... pero ésto ha sido demasiado.

Me levanto como puedo, mientras mi mirada salta desesperada de Lucy al cabrón que nos está atacando... mis temores se hacen realidad cuando compruebo que no he logrado llegar a tiempo para evitar la agresión y la sangre se empapa en la herida abierta de Lucy que sigue mirándome desesperada.

El sentimiento de ira y culpabilidad que despierta en mí, al ver la sangre de Lucy és irrefrenable... si ella no me hubiera esperado se habría librado de semejante mordisco. Maldito salvaje de mierda... reuno todas mis fuerzas y empiezo a darle con el pesado maletín en el rostro del yonki, mientras grito salvaje:

-¡¡MALDITO!! ¡¡VETE A LA MIERDA!!

¡Venga ya!

Ni se ha enterado del sartenazo. bueno, en realdiad sí que se ha enterado porque viene a por mi. La situación no me gusta un pelo y con lo rápido que es lo mejor será reducirlo... si es que me ayudan... que tenerlo persiguiéndonos. Por eso decido pegarle otro sartenazo en la cabeza. ¡No puede ser que el de antes no le haya hecho nada! en cualqueir caso... estoy lista para echarme a un lado y que se coma el armario si eso no funciona

Sumido en un estado de puro salvajismo, el soldado trata de abalanzarse una vez más contra Katherine. Sus dientes, rotos y cubiertos de sangre, tanto fresca como reseca, amenazan con devorarla la cara si se mantiene lo suficientemente cerca. Su aliento apesta a muerte y putrefacción, es un abismo que no ampara nada bueno.

Raymond por su parte, aprovecha el arrebato del soldado, para proyectar un potente golpe con su improvisada arma. El pica hielos se clava en la base del cuello con relativa facilidad, pero no hay reacción alguna por parte del soldado, ni tan siquiera cuando Raymond extrae el arma. Aquel ser, sea lo que sea, parece incapaz de sentir dolor alguno.

Pese a ser rápido, el soldado realiza movimientos erráticos, pero todos saben que si logra atraparlos, será su fin. El desprecio que siente hacia las vidas humanas ha quedado más que presente ante lo que ha hecho con el cocinero y lo que sin duda, les hará a ellos si tienen ocasión.

Katherine, alza una vez más su sartén a sabiendas de que tal vez lo único que logre, sea cabrearlo aún más. Pero si desea sobrevivir no la quedan demasiadas opciones, así que aferrando con ambas manos la sartén lanza un nuevo ataque. Su mente está calmada, años de entrenamiento la han servido para mantenerse en un estado de serenidad casi absoluto en medio de un combate, pero el aspecto salvaje, casi demoníaco del soldado logran intimidarla cuando sus miradas se cruzan. Los dos pozos de oscuridad que habitan en los ojos del soldado muestran que es un ser sin alma, no hay nada en su interior salvo una rabia y un ansia inhumanos. Tal vez por todo ello Kat cierra los ojos en el último momento y la sartén pasa a escasos centímetros del soldado.

La joven ha perdido su oportunidad y tiene prácticamente encima al soldado, ahora todo depende de Karen...

La sangre carmesí se desliza en un torrente sin fin por el níveo cuello de Lucy. Sus ojos se torna vidriosos y sus gritos caen en intensidad hasta convertirse en un mero susurro. Las piernas se niegan a sostenerla durante más tiempo y comienza a desfallecer.

La furia invade el corazón de Larry, quién tomando su maletín como arma improvisada, golpea con fiereza la cabeza del toxicómano. El odiado ser de nuevo está completamente concentrado en su ataque hacia Lucy, por lo que no se defiende, ni trata de apartarse.

El golpe impacta de forma violenta contra su objetivo, provocando que la cabeza se incline hacia atrás de una forma tremendamente dolorosa y cae al suelo soltando a Lucy. Pero lejos de darse por vencido, gruñe a la vez que extiende las manos hacia Larry ansioso por catar también su sangre y su carne.

La escena quedaría para siempre grabada en la mente de Larry, el cuerpo de Lucy cayendo a cámara lenta, la sangre salpicando el ascensor y el maletín subiendo y bajando una y otra y otra y otra vez, convirtiendo los huesos en astillas y aplastando finalmente el cráneo del toxicómano.

Aquello lo deja exhausto, la sangre ahora recorre sus propias manos y el maletín, en otra elegante y lujoso, se encuentra mellado y cubierto de los restos del cráneo del primer hombre al que Larry ha matado en su vida.

El ascensor se abre y el cuerpo sin vida cae fuera del mismo. El sonido de gritos y alboroto no tarda en llegar hasta Larry, quién armado aún con el maletín, lanza un rápido vistazo al exterior. El pasillo está casi desierto, salvo por un joven pinche de cocina que abandona su lugar de trabajo con el rostro desencajado por el terror.

La puerta de la cocina, situada al final del pasillo, es una de esas que se abren para ambos sentidos. Impulsada por el empujón del pinche de cocina, la puerta va y viene mostrando la escena que se desarrolla en el interior de la cocina, casi como si de un espectáculo de diapositivas se tratase.

Un hombre, un soldado afroamericano ataviado con ropajes sucios y ensangrentados, muestra un estado de locura similar al del hombre que acaba de abatir. Haciéndole frente, ve a una de las hermosas y jóvenes camareras que ha estado atendiéndolo durante el banquete ¿Katherine? Sí, ese cree que era su nombre y a un hombre disfrazado de payaso. Las cosas no parecen irles demasiado bien.

-Mierda, lo que faltaba atraer la atención de esa bestia- digo preocupada mientras veo como se desparrama todo por el suelo, aunque con suerte tomo el hachuela mientras vuelvo la mirada hacia el soldado y enarcando una ceja me muevo con rapidez intentando acertar un golpe que cause daño a ese engendro.

Mientras iba en carrera observo que Kat toma la iniciativa y da un golpe en seco, que solo llama la atención de aquel monstruo y se abalanza contra ella estampándose contra uno de los armarios; se vuelve e intenta apresar a Kat nuevamente, en lo que el payaso le trunca su arma improvisada. –¿Pero es que este demonio no se muere con nada?- parecía eterna mi llegada hasta aquel individuo, era difícil tratar de golpearlo mientras se movía de un lado para el otro.

Tomo fuerza y con un pequeño salto intento golpearlo con fuerza.

Karen podía escuchar sus propios latidos desenfrenados a la vez que sentía cómo las piernas la temblaban. Atacar a una persona no era plato de buen gusto para ella y mucho menos, usando un arma como la que sostenía entre sus manos. Pero sabía que si no ayudaba a sus compañeros, era probable que alguno de ellos (puede que incluso ella misma) sufriese un aciago destino similar al del chef.

La cocina se la antojó de lo más pequeña en aquellos momentos, Katherine y Raymond estaban prácticamente en medio de su camino y no fue hasta que el soldado se abalanzó, que pudo actuar. Tan cegado estaba el soldado por devorar a Kat, que no hizo amago alguno por defenderse.

El filo del arma resplandeció y se hundió en el costado del soldado. Durante unos instantes, el pánico amenazó con dominarla, pues el arma parecía haberse quedado atorada entre las costillas del soldado. Así que tiró con todas sus fuerzas, lo último que necesitaba, era perder ahora su única arma.

La suerte pareció sonreír a los presentes, pues un cúmulo de circunstancias jugó a favor de los supervivientes. El soldado extendió los brazos y apunto estuvo de saltar sobre Kat, cuando resbaló al pisar los restos de los platos rotos que Kat había destrozado en su espectacular entrada en la cocina. Pero aquello por sí solo no fue todo, pues Karen, aprovechando ese momento de vulnerabilidad, tiró del arma con todas sus fuerzas. La combinación de todas aquellas acciones, provocó que el soldado cayese de espaldas al suelo. Vivo, rabioso, pero al menos estaba en el suelo.

Mi rostro se mantiene casi sereno, casi. Larga tradición de actuar en frío y bajo presión impiden que me derrumbe ahí mismo y me ponga a llorar, por lo menos abiertamente.

Porqué por dentro, estoy hecho una auténtica mierda.

Ya no és solo que el tema de la boda, la felicidad de mi hermano, lo del collar... se vaya a la mierda, se trata también de asesinatos, demencia, histería... brotes de locura y mi primer asesinato. Vale, fué en defensa propia y de Lucy, pero asesinato... nunca había hecho tal cosa... y me aterra hasta dónde he llegado.

Me aterra hasta dónde llegó el toxicómano. Y me aterra hasta cuanto podrá llegar Lucy, que sigue en mis pies, mientras más adelante desde una de las cocinas parece atisbarse otra escena más de horror.

Y de nuevo el vil espectro de las decisiones se me aparece para mostrarme distintos caminos, y ninguno bueno...

Por un lado debería agarrar a Lucy, y buscar ayuda médica... igual aún se la puede salvar, aunque antes tendría que hacer un torniquete para detener la hemorragía. Pero eso implicaría no poder ayudar a los de la cocina... o pedir ayuda para ellos en todo caso.

Por otro lado, podría aprovechar para hacer el intercambio de collar... y dejarla morir. Es una posibilidad que me aterra y que nunca tomaría, no por una vida. No por la vida de Lucy que me esperó... en vez de eso, sólo la menciono para contabilizarla, aunque nunca la tomaría. Me da asco el pensamiento en sí.

Por otra parte podría ir a echar una mano a la cocina o pedirles auxilio, pero significaría abandonar a Lucy a su suerte... en parte creo lo tiene dificil y los de la cocina aún pueden tener una oportunidad...

La lógica me dice que ayude a los de la cocina, pero por primera vez en mi vida, dejo que sea mi corazón el que cante... quizás por los nervios de haber matado a una persona no pienso con coherencia, o quizás Lucy despertó un sentimiento en mi que nunca creí posible... ayudar a quienes me ayudaron.

Trato de salvarla, arrancando parte de su ropa ya desgarrada para detener la hemorragía. Mientras grito por auxilio.

-¡AYUDA POR FAVOR! ¡LA ESPOSA DEL EMBAJADOR HA SIDO ATACADA, UN MÉDICO!

Yo mismo he estudiado medicina en mis ratos libres, más como amateur que como practicante, pero nociones tengo, como casi de todo... pues al fin de cuentas he cultivado mi cabeza. Pero si ni tan siquiera sé dónde están los instrumentos médicos del hotel, poco podría hacer...

-Aguanta Lucy, todo saldrá bien, ¿me oyes Lucy?

Por el rabillo del ojo no puedo evitar mirar hacia esa cocina, dónde otra tragedia se masca. Si logro contener la hemorragia a tiempo, y la dejo estable, trataré de ir a ayudarles, si nadie ha oido mi llamada... maldita sea... espero que a mi hermano le esté yendo mejor las cosas y se hayan puesto a salvo.

Maldita sea ¡Para ya!

Alzo mi sartén para volver a darle en la cabeza, esta vez al estar en el suelo el satisfactorio sonido del impacto resuena por la sala.

Eso tiene que haberlo dejado ko... ¿Verdad?

No me temblará la mano si debo matar a alguien para defenderme pero eso, ni mucho menos, significa que me vaya a gustar hacerlo ni que después me vaya a sentir bien. Y darle más sartenazos será matarlo...

En cualquier otro momento de sus vidas, ninguno de los presentes habría imaginado jamás encontrarse en semejante situación. El mero hecho de que los tres actúen con semejante violencia contra el soldado, es tan solo un claro ejemplo de lo desesperada que es aquella situación.

El instinto de supervivencia dejar atrás las dudas morales que puedan tener y sin dudar ni un solo ápice, Katherine golpea con el canto de la sartén al soldado. El golpe es tan sumamente fuerte, que produce un chasquido de lo más desagradable. La nariz del soldado, cubierta de sangre ahora, se muestra en un estado de lo más lamentable. Fractura y casi reducida a una masa sanguinolenta, ahora el rostro del soldado se muestra mucho más asqueroso y amenazador.

El golpe no ha sido suficiente para derrotarlo, pero confuso, tal vez incluso algo cegado por salpicaduras de sangre, se dedica a lanzar dentelladas de un lado a otro.

No ha bastado el golpe ¡Y eso que ha sido un buen porrazo! ¿Voy a tener que hacerlo de nuevo? Sin duda eso parece porque no le hace ni por asomo el efecto que debería. apenas si parece mareado cuando debería estar casi ko del todo.

-¡Mierda, para ya!

No quiero matar a nadie. Pero ¿Dejar que me muerda como al cocinero? antes le dejo la cabeza hecha una masa de hueso y cerebro. Me da igual que eso me vaya a provocar pesadillas o me haga vomitar. Si es que eso llega a pasar. Defenderme es lo primero y el soldado es una clara amenaza.

Vuelvo a golpear.

Los golpes cayeron sobre el soldado una y otra vez. Su resistencia hacia el dolor era simplemente indescriptible, no importaba lo que tratase de hacer por reducirlo, él seguía gruñendo y tratando de atraparlos entre sus ensangrentados dedos. Finalmente, unidos, los tres descargaron sobre él una lluvia de golpes tan sumamente violentos, que la sangre del soldado les salpicó de pies a cabeza.

Para cuando el soldado dejó de moverse, poco quedaba reconocible de su rostro. Ahora era tan solo un amasijo de carne y huesos rotos. Una imagen de lo más desagradable que revolvió el estómago de los tres. "Fue en defensa propia" era lo que los tres se repetían una y otra vez, pero la verdad era que eso no los tranquilizaba lo más mínimo. Con las armas aún entre sus manos temblorosas, los tres se alejaron del cuerpo. En sus corazones yacía una dura verdad y era, que no sabían si alegrarse o sentirse horrorizados por el hecho de que el soldado ya no se moviese.

Casi por puro instinto, se alejaron de la cocina y nada más adentrarse en el pasillo, vieron a un hombre a lo lejos, sosteniendo entre sus brazos a una mujer cubierta de sangre. Karen y Kat no tardaron en identificarlo como el hermano del novio. El hombre pedía auxilio y se podía apreciar que no había pasado tampoco por una buena experiencia.

Las puertas del ascensor que se encontraban a penas a un par de metros de Larry, se cerraban y abrían una y otra vez. Un cuerpo, con la cabeza destrozaba y tendido sobre un gran charco de sangre impedía que las puertas se cerrasen.

Larry por su parte, tras unos intensos segundos de soledad, pudo ver que la puerta de la cocina se abría. Se su interior emergieron dos de las hermosas camareras que le habían atendido y un hombre disfrazado de payaso. Todos ellos mostraban síntomas de fatiga, sus pupilas estaban dilatadas y por supuesto, estaban cubiertos de sangre. Cada uno de ellos portaba un arma improvisada que aferraba con fuerza.

El mundo se estaba viniendo a bajo, solo que ellos aún no lo sabían.

Menuda mierda todo. He tenido que matar, aunque quien sabe quien dio el golpe de gracia dada la violencia de la que hemos tenido que echar mano. No importa, he sido parte de ello y no me gusta. Claro que ¿Qué otra opción tenía?

Sartén en mano lidero la marcha al pasillo y, al fondo, un hombre con otra clase de problemas. No lo atacan de manera salvaje, sino que porta a una muejr herida. Por la cantidad de sangre que la mancha bien podría ser un cadáver ya.

-Joder...- no pierdo tiempo y me acerco. -mira, aquí todo es una locura. Vamos a ir a buscar las llaves de mi coche al vestuario y después al coche para irnos a toda pastilla. De cabeza al hospital con ella si la traes. Aquí no... no me voy a quedar. Lo siento si sueno cruel, pero parece muerta ya.- Y a una muerta no se la puede ayudar -Y no quiero quedarme aquí con la que se ha montado.

Eso es. Suena fría como una puta arpía. Lo que sea con tal de largarte de ahí.

Un simple vistazo a la situación y un análisis rápido de  lo que había pasado me hicieron llegar a la única conclusión posible.

No es mi jodido problema.

Eché un breve vistazo al tío de traje que llevaba ¿un cadáver?. Lo tenía claro entre la muerte y la vida no había elección posible.

Estoy contigo Kat, ¡al vestuario! Cogemos las llaves, si puedo algo de ropa y salimos echando leches de aquí.

Aferro con fuerza el picahielos como si vida dependiera de ello. El hecho es que, visto lo visto, efectivamente depende de ello.