Partida Rol por web

Asentí a las palabras de la joven y me sitúe detrás de Fjalar. No se apreciaban signos de que nadie hubiese pasado por allí, pero había mucha basura, era imposible precisarlo. En cualquier caso ya habían tomado una decisión, y solo podían continuar hacia delante.

Dejé que Elendil pusiese su oreja tras la puerta y esperé en silencio para ver cual era su reacción.

El enano observó con cautela todo lo que se almacenaba a su alrededor tratando de encontrar alguna pista o algún rastro. Esperaba que el ladrón no se hubiera internado mucho más en el castillo, pero creía firmemente que si había entrado por donde ellos lo habían echo habría aprovechado las salas menos utilizadas para adentrarse.

 La sala había sido saqueada. El lugar no parecía revestir ninguna sorpresa: ni trampas, ni pasadizos secretos... ni siquiera muros que girasen o paredes que se deslizasen. Los humanos eran muy aburridos a la hora de construir.

 Ningún rastro del supuesto ladrón en esta zona.

 La puerta del final de la armería estaba fría, además, una ligera brisa se colaba justo por debajo. Era evidente que la puerta daba al exterior, pero debía ser al patio de atrás en vez del de delante. No se oían pasos ni ruidos a través de la puerta, más allá del correr del viento y los ruidos normales de la noche. A lo lejos, el silencio de la ciudad salpicado de los sonidos lejanos de las campanas de los templos, marcando las horas.

 De pronto algo atrajo la atención de Elendin: pasos y voces. En el piso de arriba. Hablaban en Oestron, por lo menos dos voces, puede que tres. Sin embargo estaban bebidos y arrastraban mucho las palabras para poder entenderlos. Hablaban en Oestron. Algo sobre una mujer y unas gallinas, o algo por el estilo. Eran todas voces de hombres.

 Elendin miró hacia el lejano techo y vió caer algo de polvo y gravilla al crujir las tablas bajo el peso de los tipos.

 Elendin escuchaba detrás de la puerta junto a Ragnar. Detrás de ellos, Tirlindë murmuraba palabras de poder mientras Elendorn jugaba con la punta de una flecha entre sus dedos. Un poco más allá, Rudigar y Fjalar exploraban la armería. El enano parecía buscar alguna pista entre la basura y los restos de escudos y armas.

Elendin miró al grupo alarmada y se llevó una mano a los labios con rapidez, indicando silencio. Después señaló hacia arriba y susurró:

- He escuchado voces, arriba, son todos hombres y hablan de una mujer y unas gallinas... parece que están bebidos. La puerta da a un patio, creo que al patio de detrás... se oía el viento a través de la puerta pero ningún sonido más - cuando informó, preguntó al grupo - ¿no sería mejor abrir otra puerta que no dé al patio antes de aventurarnos al exterior?

-El ladrón no dejó ningún rastro en esta zona-confirmó el enano a sus compañeros-. Tienes razón, deberíamos probar por otro lugar.

A Fjalar no le gustaba equivocarse, creía que encontrarían lo que habían venido a buscar escondido en algún rincón de alguna sala inutilizada, pero la más sencilla no tenía ningún rastro y si era, como el joven decía, alguien que desconocía el lugar no debería haberse internado más...

El joven y pequeño ballestero del grupo asintió en silencio a las palabras de la líder del grupo, pasando a continuación a esperar que se decidieran por alguna puerta. Rudigar era de los que seguían, no de los que abrían camino, en este caso literalmente.

Intentó, eso sí, no sólo continuar haciendo el menor ruido posible, sino también tratando de atender a cualquier movimiento inesperado. Siendo el tirador más mortífero del grupo era su responsabilidad procurar que nada peligroso se acercara al mismo, al menos sin haber sido "tocado" en el proceso. Y se tomaba sus responsabilidades muy en serio.

Al noldo no le gustaba la idea de darse la vuelta, por lo que esperando que el grupo atendiese a sus juicios morales dijo entre susurros:

-¿Darnos la vuelta? es cierto que puede que la corona no esté aquí, pero aún puede haber más salas que si nos puedan dar alguna pista, aquí todo lo que hay son maleantes, ladrones y todo tipo de escoria surgida de los bajos fondos, y yo no soy de los que deja al mal campar a sus anchas, voto por eliminarlos, tengo mi hechizo de dormir preparado y un ataque rápido no debería suponer más problemas para nosotros, así nos quitamos futuros problemas que puedan atacarnos luego... -concluyó esperando que la mayoría se decantase por hacer "justicia".

El silvano estaba pensativo, pensaba igual que el Noldo, eliminar el mal siempree era bueno, incluso si pensaba que otro mal les utilizaba para librarse de los de la fortaleza...

- estoy de acuerdo con él, eliminarlos será útil, pero a la vez, si solo 1 escapa... Tendremos a toda la fortaleza en guardia. ¿Miramos primero por aquel comedor?

Pensaba en cual sería el siguiente paso. Si lo que Elendin decía era cierto, aquellas ruinas estaban más populadas de lo que esperaba.
Dos, cuatro...y ahora más voces en el piso de arriba. Eso contaban al menos 6 personas en las cercanías. La cosa se estaba poniendo peligrosa.
El Noldo y el Silvano proponían eliminarlos. Pero yo no lo veía tan claro. ¿Como lo harían son alertar al resto de los bandidos? Si empezaban una refriega ahora, quien sabía cuantos más podrían aparecer.

No lo veo prudente. No sabemos cuantos mas puede haber cerca susurré.

 El grupo regresó al comedor y tomó la puerta que tenían enfrente de aquella por la que habían accedido desde la base de la torre. Este acceso daba a una nueva torre, idéntica y paralela a la anterior en todo. Es decir, que de aqui también emergían cuatro puertas, una en cada pared. 

 Sin duda, una de las puertas daba al comedor, aquella por la que habían llegado. Al mismo tiempo era bastante probable que la puerta de su izquierda diese al exterior, siendo la puerta que ya habían visto más allá de la puerta grande del mismo comedor. ¿A dónde accederían las otras dos, situadas enfrente de ellos y a su derecha?

El mago se apresuró a realizar un plan entre susurros antes de que alguien advirtiese su presencia por lo que le dijo a los demás:

-Dividámonos nuevamente, Ragnar y Fjalar atrancad la puerta de entrada, Elendorn y Rudigar entreabrid la puerta de la derecha y echar un vistazo con discreción, Elendin y yo haremos lo propio en la puerta restante -concluyó esperando que todos vieran bien el plan de acción, pues cada segundo cuenta y ya habían actuado así de coordinamante minutos antes.

Si por el silvano fuera, volverían sobre sus pasos y acabarían con el mal reunido en la torre previa. El hechizo del noldo de primer plato y la flecha de Elendorn, el virote de Rudigar y la jabalina de Ragnar de segundo, quizás uniéndose Elendin a la lluvia de proyectiles y corriendo el enano por si a pesar de aquel envite alguno todavía quedaraen pie. Estaba claro que tarde o temprano se toparían con alguien, lo importante era que si sonaba la alarma, quedaran menos que pudieran acudir.

- si no hay inconveniente, bien por mí, aunque si buscamos algo escondido en algún lugar de la fortaleza, nos toparemos con alguien con seguridad... Algunos rodeos son buenos y evitar patios que nos dejen al descubierto también, pero a ser posible preefreriría acabar con los que parezcan aislados, antes de que las alarmas les permitan rodearnos...

Claro que atacar podría hacer saltar esa alarma, pero a escondidas tarde o temprano los sorprendidos serían ellos.

El enano asintió al plan del noldo y, posteriormente, al del silvano.

- Quizá sea hora de hacer más segura la torre si no encontramos rápido el objeto que venimos a buscar-murmuró Fjalar más para sí que para el equipo.

Aún con todo decidió observar la sala por si se les escapaba algo.

No había muchas más opciones y era mejor seguir explorando que lanzarnos a una lucha abierta con los guardias que allí había.
Busqué en las inmediaciones algo con lo que atrancar la puerta que daba al patio exterior e hice una seña con las manos para dar a entender que estaba de acuerdo con la sugerencia del Noldo.

Aunque resultaba extraño, casi inaudito, que Rudigar desafiara las indicaciones del mago, no pudo evitar discrepar en su lenguaje corporal. Una mirada significativa intercambiada con Elendorn dejó claras sus desavenencias. Fue el elfo arquero el que le puso palabras a sus ideas. Por fortuna las discrepancias en aquel grupo se enfocaban de manera muy civilizada.

En cualquier caso, había que seguir avanzando. Tarde o temprano encontrarían a alguien y entonces su ballesta tendría que dar buena cuenta del sorprendido. Las saetas corrían más que los hombres y probablemente tuviera que demostrarlo una vez más antes de que acabara la noche.

El hobbit, no obstante, se posicionó junto a la puerta que Tirlindë había determinado abrir y esperó a que Elendorn hiciera los honores.

La montaraz asintió a ambos elfos, sin mostrar demasiado entusiasmo ni ninguna opción alternativa, y se preparó para que abriesen la puerta que abriesen, a ella no la pillase desprevenida. Por el rabillo del ojo vio como Ragnar atrancaba la puerta del patio, aprobó su movimiento en silencio y siguió preparada y en tensión para descubrir que había al otro lado.

 Fjalar y Ragnar localizaron un pequeño banco de madera, poco más que un taburete improvisado, que probablemente usaban aquellos bandidos durante las guardias. O puede que fuera un resto de los anteriores pobladores de la fortaleza. En todo caso, a Fjalar le pareció percibir que aquella había sido una sala para la guardia, igual que la anterior torre que habían visitado. Con la banqueta apuntalaron la puerta para no tener ninguna sorpresa.

 Con sus armas de proyectiles en las manos, Rudigar y Elendorn abrieron la puerta de la derecha. Esta daba a una amplia estancia destinada a contener las escaleras nobles de la fortaleza. Sin mas accesos que el que habían usado, unos amplios escalones de alabastro ascendían al nivel superior. Los clavos oxidados en las paredes sugerían que se habían colgado escudos o blasones en el pasado, así como seguramente se había cubierto la escalera con una alfombra, de la que no quedaban ya más que despojos.

 Finalmente, Elendin y Tirlindë abrieron la puerta de enfrente. A juzgar por la chimenea excavada en la pared a su derecha, aquel lugar debía haber sido un magno salón. Probablemente los antiguos pobladores comían y bebían en aquella sala, al menos cuando el tiempo no les permitiese hacerlo fuera, en alguno de los magníficos patios. Ahora no quedaba más que polvo y silencio, los muebles se habían reducido a polvo o se habían usado en la chimenea por parte de los saqueadores. Sin embargo aquella sala contenía otra puerta. Una que probablemente llevase también al patio de atrás.

El mago echó un detenido vistazo a toda la sala por si hubiese algo importante allí, tras ello, le habló nuevamente al grupo diciendo:

-Creo que lo mejor es seguir por esta puerta antes de ascender por las escaleras, hay que asegurar este nivel, por lo que espero que ahora os quede claro que no se puede evitar la confrontación, así pues, ¿continuamos por aquí? -dijo finalmente esperando que así fuera.