Partida Rol por web

Fantasma se levantó de pronto, al ver a alguien más allá.

- ¿Esa no es de los X-Men?

Al otro lado de la cafetería había una mujer vestida de rojo. Tenía una taza de café en las manos, y hablaba distendidamente con Hécate. Su vestimenta y su cabellera pelirroja la delataban. Debía de ser Rachel Summers.

- ¡¿Taxi qué?! – gritó César, sorprendido por el súbito teletransporte.

Cuando se vio en el tejado del Liceo abrió mucho los ojos, necesitó unos segundos para procesar lo que había pasado.

Moussa lo había llevado consigo a través de uno de sus portales. Bueno, qué esperaba…

- Sí, bueno – respondió sin muchas ganas al comentario de Moussa sobre las vistas.

César no parecía muy animado que se dijese. Fuera cual fuera su historia, no debía de tener ganas de compartirla. Estuvo unos segundos de pie, con las manos en los bolsillos y el viento acariciándole el rostro con fuerza.

No dijo nada más.

Ante la pregunta del senegalés sobre si había volado alguna vez se encogió de hombros y desvió la mirada. El blindaje emocional del piroquinético parecía ser demasiado grueso como para que las palabras de Moussa lo atravesasen.

Si César se cerraba de aquella manera a su compañero no había nada que…

¡¿Qué cojones?!

Cuando Moussa se dejó caer de la torre César se asomó rápidamente.

- ¡TE VAS A MATAR!

El grito sonó desesperado. César había derrumbado el muro que lo separaba de su compañero, y las emociones se destilaron en su voz de una forma evidente.

Preocupación genuina. Miedo. Rabia.

Salamandra extendió una mano hacia su compañero, como si aquel gesto pudiese cambiar el hecho de que Moussa se precipitaba a toda velocidad hacia el suelo.

Por supuesto, Atajo se encontraba en completo control de la situación. Materializar el portal para salvar su vida no le costó lo más mínimo. Pero antes de desaparecer por éste, durante unos instantes, sintió cierto calor en su interior.

Al ver que Moussa no había intentado suicidarse, César se alejó del borde y se dejó caer hacia atrás. Respiraba entrecortadamente.

- ¿Estás loco? – le preguntó cuando apareció junto a él -. Podrías haberte espachurrado contra el suelo.

El tono de voz de César estaba cargado de reproche.

- ¡Casi me matas del susto! – le gritó mientras se ponía de pie.

Salamandra no parecía muy dispuesto a meterse en el portal y arriesgar su vida. La propuesta de Moussa quizá no había acabado como él quería.

Pero, sin duda, César había pasado de no mostrar nada a ser completamente transparente.

Después del pequeño discurso de Juno di una palmada, tal vez demasiado fuerte, que hizo vibrar los vasos de la mesa

-¡Bravo! ¡Alguien que lo entiende! -dije con entusiasmo.- No todos tenemos poderes cucos como lanzar lucecitas de colores, volar o cambiarnos el vestido. Otros hacemos cráteres, nos convertimos en bestias, producimos incendios o hasta podríamos provocar hipotermias. -miré a Estigia. Sonreí poniéndome la mano en el abdomen, donde poco antes me había hecho cosquillas con sus poderes.- Podemos ser peligrosos. Si reducís lo que ha dicho Sextus-sensei a "quedarnos quietos sin hacer nada" creo que no habéis entendido nada de la clase.

Me puso un poco triste que pasaron por alto lo importante que era esa clase. Sobretodo con mi historia. Si hubiese venido antes al Liceo, tal vez no se me habría ocurrido enfrentarme directamente a Ultrón.

Fantasma me hizo girar la cabeza al instante. No conocía muy a fondo a los X-Men, sobretodo desde que sus misiones no son a la luz del día. Solo investigué sobre los más famosos. Aunque esta era... ¡Marvel Girl! 

-OMG -dije en voz alta.

En realidad a penas sabía de ella, pero hacía ilusión ve alguien "famosete" caminando por tu escuela. Era como cuando te encuentras a un cantante que no sueles escuchar pero te tienes que hacer una foto con él.

Sí que era mejor actuar y arriesgarse que quedarse quieto. Al menos así lo pensaba la chica y por eso estaba hoy aquí. Había mentido a sus abuelos en varias ocasiones, inventando que necesitaba controlar mejor sus poderes. Lo que quería era lanzarse a la aventura, fuera de aquél hogar demasiado protector.

Pensaba en aquello cuando señalaron a Rachel Summers y ella "resortó", incorporándose de inmediato. Los demás vieron que se llevaba el puño a la boca y lo mordía.

- Es ella. Vamos. La podemos conocer en persona.

Dirigió la mirada a Diana, cuando cayó en la cuenta de que no le iba a hacer el menor caso, de modo que rectificó su objetivo y lo que hizo fue acercarse a Marina. Necesitaba que al menos una chica le acompañara, o podría quedar mal.

- Vamos a acercanos, aunque sea a saludarla. Si Hécate nos mira fijamente, nos quedamos a una distancia prudente. Pero cuanto más cerca mejor. ¿Venís? 

Preguntó al resto. Tenía unas ganas descomunales de ir allí, pero el miedo de dar una mala impresión le hacía preferir ir acompañada. Y no podía salir corriendo como una fangirl. Tenía que ser más natural.

- Bueno, pero que si no queréis ir, no pasa nada.

Dijo esperando que nadie tomara eso en serio.

A Diana le alegró realmente que Juno estuviera de su parte, esperaba que todos entendieran que no era cuestión de poderes destructivos, sino de la capacidad de saber controlarse en según qué situaciones... todo hasta que Rudy decidió hablar. 

- Creo Rudy, que no deberías juzgar los poderes de nadie... no se trata de tener la capacidad de quemar una casa o crear un cráter, se trata de actuar con responsabilidad, no porque creas que un poder es inofensivo, la persona que lo tenga va a ser inofensiva .- Diana no sabía qué le había molestado más, si el que hubiera obviado su actuación con respecto a aquella discusión o que tachara su poder de inofensivo -. Nadie sabe el alcance ni siquiera de sus poderes, como para juzgar los de otros y su forma de actuar.

Puede que sus palabras sonaran molestas e hirientes en cierto momentos, pero la voz de la chica se encontraba completamente calmada... si estaba molesta, no se notaba en absoluto.

Tras aquel pequeño discurso se giró para ver a la señorita Summers acompañada de Hécate, Diana se moría de ganas por conocerla y entablar conversación con ella, pero tenía claro que Hécate no se lo permitiría... aunque decidió arriesgarse, obviando el hecho de que Sara se había parado cuando estuvo a punto de preguntarle si iba con ella. Si había algo que a la chica se le daba bien aparte de transformarse en personas e imitar su forma de actuar, era leer las intenciones sin necesidad de leer la mente. Así que decidió seguir a Sara y a Marina, aunque una sola mirada de Hécate haría que la metamorfa se diera la vuelta y volviera por el mismo sitio por el que había venido.

Sara había pensado que Diana se quedaría sentada tranquilamente, al margen de aquél acercamiento, de modo que fue una sorpresa verla levantarse. Se había equivocado en su juicio, así que ahora le tocaba corregirlo y le hizo un gesto con la mano, indicando que fueran juntas. La chica solía ser poco emotiva, por lo que había podido ver, pero esto demostraba que era también una fan de los hombres X.

Ella todavía no había empezado a acercarse, pues aún esperaba que los demás reaccionaran a la situación. Con suerte, irían todos juntos y la profesora no podría negarles el gusto de presentarse ante la heroína británica. Porque le sonaba que Rachel era británica. Le había visto alguna vez con aquél hombre musculoso con la bandera de Inglaterra por uniforme. Era curioso, pero no, no se lo preguntaría. No era tan importante.
 

Solo pude mirarla con cara de susto. Guau, no esperaba esa reacción de Diana. No pretendía meterme con los poderes de nadie, solo decir que había algunos más peligrosos que otros. 

Pero Diana... La notaba rara, distante desde el incidente del día anterior. Tal vez me había precipitado al cogerle la mano. ¡Pero demonios! ¡No le estaba poniendo un anillo! Solo quería... ¿Ser cariñoso? Pero no salió como esperaba. Se lo tomaría como lo que parecía. Un joven hormonado que ya se había enchochado* con una chica alucinante que acababa de conocer. Ni si quiera le había quemado las cejas como le hice a Suzie, mi anterior novia (duró una semana).

Mejor me callaría y no diría nada, a ver si lo iba a empeorar. Las palabras no son lo tuyo, Rudy.

-Zumalacárregui, sí. Tranquilo, Iván, los apellidos vascos son difíciles para la mayoría, incluso a veces para los propios vascos. El más largo registrado es “Burionagonatotorecagageazcoechea” y mi padre tenía un compañero de la fábrica que se apellidaba “Zuatzolazigorriaga”, que tampoco está nada mal –comentó en tono distendido el vasco. Sí, las particularidades de los vascos eran notables, un pueblo interesante y singular, orgulloso de sus diferencias y peculiaridades. Aunque se hacía difícil imaginar a Aitor con una txapela.

-Supongo que es más interesante desde un punto de vista científico que experimentarlo. Pero, ¿volverías al pasado y enmendarías el viaje a Faë si pudieras? Aquí eso es menos hipotético que fuera del instituto, eso está claro.

La duda planteada era interesante per se, pero trataba de ser inocua, no como las pullas y bombas que iba dejando Moussa por el camino. La cuestión era reflexionar, darse cuenta si todo lo que había perdido merecía más la pena que lo obtenido, si renunciaría a volar, a haber conocido a su abuelo, incluso a ese pañuelo que llevaba y que sin duda significaba algo importante para el chico-hada. La vida da muchas vueltas y a menudo miramos hacia atrás con melancolía, pero, ¿realmente cambiaríamos lo sucedido en caso de poder? ¿Acaso el pasado no era algo que nos convierte en quienes somos? Las malas vivencias hacen de nosotros personas mejores, o al menos pueden hacerlo. ¿No son acaso más valiosas entonces que un pasado en el que nos pudiéramos convertir en niños mimados y con ello en malas (y/o insufribles) personas?

-Arcadia es, además del nombre de una región griega cerca de lo que fue Esparta, el nombre que tú le das a la tierra de tu abuelo, Iván, “Faë”, la tierra de los seres feéricos. Hay mucha mitología al respecto y multitud de juegos de rol lo toman como un trasfondo, dotándole de reglas que al parecer no distan mucho de lo que dices. Según algunos, tiene lugares luminosos y otros oscuros, veraniegos e invernales, con duendes valerosos y honorables enfrentados a otros mezquinos y violentos. Los caminos entre lugares, los “trods” unen naturalezas más que lugares, de manera que partiendo de un bosque podrías ir a una llanura luminosa y acabar en una corte de brillantes y risueñas hadas , mientras que podrías desviarte hacia lo más oscuro del bosque y acabar en el maloliente cubil subterráneo de un trasgo. Pero no he estado nunca ahí, así que me ganas en experiencia. Y creo que no me agradaría demasiado estar allí –añadió de manera empática, porque la experiencia, aunque probablemente la más importante de su vida, estaba claro que había dejado huella no sólo por buenas razones.

La reaparición del tema de las clases de ética de profesor Sextus, como Aitor se temía, fue tan espinosa como cabía preveer: todos tenían una opinión y eso era todo. La ética no es una ciencia, sino un intento de tener unas directrices con las que encauzar tu vida con uno u otro propósito. Da lugar a infinitas discusiones y no resuelve realmente nunca nada, sólo invita a la reflexión. Ya Napoleón lo tenía muy claro, a pesar de ser un gran mecenas de las ciencias, jamás se interesó por los hombres de letras, a los que encontraba insufribles con sus discusiones nunca resueltas y nada productivas.

-Ah, la paradoja del uno más importante que muchos o muchos más importantes que uno. Creo, y es una opinión personal, en esto no hay una verdad absoluta, que debemos tratar de comportarnos lo más cívicamente posible, lo que nos obliga, moralmente, a ayudar a los que lo necesiten, aún a riesgo de nuestra propia vida. Los más dotados pueden ayudar más. En cualquier caso, nuestro intento de ayuda no debería empeorar la situación, así que si apreciamos un peligro mayor por nuestra acción que por nuestra inacción, no deberíamos actuar. Ahí es donde interviene el entrenamiento: aprenderemos a controlar nuestros poderes, a conocer nuestros límites y a superarlos. Así haremos más efectiva nuestra actuación y menos peligrosa.

Y eso era todo lo que tenía que decir al respecto. Clarificador, esperaba, aunque seguramente algunos no se lo tomaran así. Por suerte o por desgracia no dio tiempo de mucho más cuando el grupo 4 detectó la presencia de la pelirroja Rachel Summers, también conocida como Rachel Grey y Marvel Girl. Por un momento Aitor estuvo tentado de indagar su situación legal y algunos datos que desconocía (nunca se había interesado especialmente en el tema de los superhéroes, a excepción de algún telépata y tecnólogo), pero en el último instante se convenció a si mismo que el hecho de poder hacerlo no le daba el derecho a hacerlo. Además, ella estaba allí para ayudar, flaco favor sería acusarle de algo, o acercarse y que leyera en su mente lo que acababa de hacer. No, no iba a hacerlo. Retiró sus dedos de su tablet y sonrió.

-Vayamos, puede ser interesante –dijo para las chicas, que se habían mostrado interesadas en acercarse a la telépata.

Sin pensárselo más, se levantó y comenzó a andar con paso tranquilo pero decidido hacia la pelirroja, atento, eso sí, a cualquier señal de desaprobación por su acercamiento. De todas maneras era un chico bien educado, así que no esperaba que simplemente le indicaran groseramente con un dedo que volviera por donde había venido…

Moussa mantuvo su gran sonrisa en los labios cuando reapareció junto a César. El subidón de adrenalina hacía que su corazón latiese a una velocidad vertiginosa y que se sintiese más vivo que nunca. Tal vez no podía volar como Iván o Sara, pero podía hacer algo que le permitía sentir el viento en la cara y ese extraño nudo en el estómago cuando la gravedad te reclama.

Colocando las manos tras la cabeza, mostró una pícara mirada y se dejó caer de espaldas. De nuevo, un portal se abrió y lo engulló para hacerlo reaparecer a unos veinte o treinta metros de altura. En aquella ocasión se dejó caer "tumbado" y al pasar a la altura de César, volvió a sonreír ampliamente. Poco después, reapareció junto al joven que dominaba las llamas.

-¿Seguro que no quieres probar? ¡Es divertido! Ayer quise hacerlo, pero me acojonaba el estamparme contra el suelo. Pero después de la batalla contra megamind, tengo mayor control de mis poderes. Ya no me canso al usarlo y logro abrir los portales casi de forma inconsciente. No hay peligro, Bro. Más peligroso fue lo de ayer y todos nos lanzamos de cabeza contra esas chatarras.

Ladeando la cabeza, se rascó la oreja con el meñique permitiendo que el tiempo pasase en silencio. Aquello no se le daba bien, así que optó por decir la verdad.

-Tenías a todos preocupados y Sara pensó que sería bueno que hablase contigo. Creo que le gustas, aunque también creo que le gusta Bosch. Sí, creo que os pone ojitos a los dos, pero no creo que el viejo te suponga mucha competencia.

De nuevo resultaba difícil saber si hablaba en serio o si le estaba tomando el pelo. La verdad era que ni el propio Moussa estaba seguro de lo que decía, simplemente soltaba lo primero que se le pasaba por la cabeza y no le daba mayor importancia.

-No voy a preguntarte sobre tu pasado o lo que te pasó. Pero la vida es una mierda que nos escupe toda clase de...bueno, de mierdas. A veces eso hace que pensemos que somos los culpables de todo. Lo que pasó en tu casa, estoy seguro que no fue culpa tuya. Nosotros no pedimos estos poderes y desde luego, no vienen con un manual de instrucciones. Aunque ahora que lo pienso...aunque viniesen con uno, dudo que lo leyésemos. Lo que supongo que quiero decir, es que he visto como te has jugado la vida por salvar a un montón de pringados que estaban durmiendo mientras Megamind atacaba la escuela.   -Moussa se encogió de hombros.    -Además tendrías que ver la cara que has puesto al pensar que me iba a estampar contra el suelo. Tú y yo somos bastante parecidos, puede que tratemos de hacer ver que nos importa una mierda la gente. Pero ayer no dudamos en usar nuestros poderes en salvar vidas, bueno, quizás yo un poco. Pero al final lo hicimos y si solo uno de nosotros no hubiese estado aquí, quizás el resto hubiese fracasado a la hora de proteger la escuela. Quizás pasó algo malo con tus poderes en el pasado, pero ayer salvaste decenas de vidas con ellos. Creo que eso equilibra mucho la balanza. Ahora solo imagina lo que podrás lograr cuando domines por completo tus poderes. En fin, creo que es hora de vengarse del león Aslan...¿Te apuntas? Por cierto...creo que tus poderes van más allá de dominar el fuego. Cuando estaba cayendo y alargaste la mano, sentí como un extraño calor en mi interior, quizás puedas hacer que otros vuelen o que tu mismo te eleves en el aire. Deberías de practicar un poco, en fin, ¿vamos a por el león?

Los componentes del Grupo 5 que quedaban en la cafetería se acercaron a Hécate y a Marvel Girl con cierta cautela. Fantasma hizo ademán de levantarse también para ir a conocer a Rachel, pero Augurio lo cogió por la muñeca y lo retuvo en la mesa.  

Avanzaron lentamente, evaluando si la reacción de las dos mujeres les hacía detenerse y recular. Pero, de hecho, cuando Hécate les vio acercarse esbozó una sonrisa y les indicó que se acercasen más con la mano.

- Mira, Rachel – comenzó Hécate, revelando que tuteaba a Marvel Girl. Quizá eran amigas o ya se conocían de antes -. Estos son los estudiantes que nos salvaron ayer.

Los presentó uno a uno por sus nombres en clave. Parecía ser que los profesores ya estaban al tanto de los nuevos nombres de cada uno de los novatos, o quizá era el que el Grupo 5 merecía especial atención por parte del profesorado. En aquel momento no tenían manera de saberlo.

Estigia, Sirena, Ms. Justice, Cráter, Vent y, por último, Zenitram. Marvel Girl se tomó su tiempo para evaluar a cada uno de los novatos. Parecía algo seria y distante, pero la taza de café entre las manos y los ojos entrecerrados delataban que más bien lo que sentía era cansancio.

- Vaya, parece que Atajo y Salamandra no están con vosotros – señaló Hécate, resaltando lo obvio. 

- Es un placer conoceros – Rachel sonrió -. Vuestros profesores me han contado lo que hicisteis ayer. Fuisteis muy valientes.

El elogio de Marvel Girl parecía sincero.

Seguramente los estudiantes del Grupo 5 ya lo sabían, pero Rachel era una poderosa telépata del Instituto Jean Grey.

- Llegué ayer para atender a vuestros telépatas, he pasado toda la noche en la enfermería – admitió, dejando entrever el cansancio en su voz -. Pero hemos hecho progresos. En unos días podremos despertarlos.

Hasta ese momento no se habían dado cuenta pero los movimientos de los labios de Rachel no se correspondían con las palabras que escuchaban.

- Vuestra mentora, la alienígena, es la que se llevó la peor parte – confesó algo apenada mientras miraba fugazmente a Aitor -. Pero quiero que sepáis que estoy haciendo todo lo posible.

Tras ver de nuevo el espectáculo “controlado” de Moussa César acabó tranquilizándose.

- Tienes razón – admitió -. Parece divertido.

Su rostro había hecho una rápida transición en los últimos minutos. De hermético a leve sonrisa, pasando en medio por una fase de terror. Estar con Moussa era como una especie de montaña rusa.

Ante el comentario de que quizá le gustaba a Sara, el piroquinético respondió con una pedorreta.

- Que va, cómo le voy a gustar a esa estirada… - metió las manos en los bolsillos y dejó que su mirada se perdiese en el horizonte -. Aunque tiene buenas tetas…

El último discurso del senegalés acabó animando definitivamente a César. Moussa pudo ver la chispa de la gratitud en su mirada, y una media sonrisa en su rostro.

- ¿Sabes?, cuando me dijeron que tenía que venir aquí me pensaba que todos serían unos pijos hijos de superhéroes, y que me mirarían por encima del hombro. Pero… - se encogió de hombros – se ve que me equivocaba. Hay gente legal aquí.

La media sonrisa se César se convirtió en una mueca de malicia.

- Venga, vamos a vengarnos del león.

Lograron llegar hasta ella y fue una grata sorpresa que Hécate fuera tan simpática. De hecho se la había imaginado mucho más severa. Ya le había hablado de ellos a la mujer. Sara estaba encantada con la buena reputación que habían adquirido, aunque ahora tocaba cuidarla y no excederse con ella.

- Es genial conocerla, Ms Rachel. Me encantan los X-Men. Me encanta también ese chaquetón rojo que usas a veces. Pienso llevar también chaquetón cuando forme parte de un grupo.

Sonrió cortésmente, aunque se moría de ganas por dar un chillido. Se quedó pensando que algunos X-Men habían comenzado muy jóvenes a luchar, así que ellos tampoco tardarían en hacerlo.

- Podríamos ir pensando en una competición entre alumnos de las diferentes escuelas. Amistosa. Sin garras de adamantium por miedo, digo, por medio.

Se había lanzado a hablar y se había liado, se lo tenía merecido. Al advertir el error prefirió cortarse un rato y dejar que el resto hablara. Aunque ahora no sabía lo que iba a hacer Vent en presencia de un mutante que era o había sido enemiga de Magneto. Buscó con la mirada a Iván. ¿Se había acercado también?

Su discurso parecía haber animado a César. Tal vez había sido debido a que en cierto modo, él mismo se había sincerado con el piroquinético. Fuese como fuese, pese hacer que el muchacho se aterrorizase, al final había logrado animarse. Así que la misión había sido un éxito. ¡Otro punto para el gran Moussa! Tal vez después de todo estar allí no fuese tan malo y puede que incluso, acabase liderando al SG4. Ya se imaginaba las portadas de las revistas, en las que le mundo entero les adoraba y les llovía el dinero. Con toda esa pasta se compraría una isla viviría en ella con quién sería su futura mujer, Beyonce.

-Hay muchos pijos aquí, eso por eso por lo que la gente como nosotros tenemos que estar unidos. Por otro lado, los del grupo parecen más o menos legales y hablando del grupo...Una buena venganza requiere preparación y astucia. Necesitaremos la ayuda de Aitor para cumplir con mi plan, pero tendré que...bueno, contarle una mentirijilla para que nos ayude. Aún así, mi plan tiene algunos puntos abiertos por lo que si contamos con ayuda de alguien más, pues mejor que mejor. De todos los del grupo, Rudy y Diana son los más "heroes" de todos nosotros, por lo que no nos ayudarían. Sara es demasiado niña buena como para hacer algo malo y Aitor no se metería en estos jaleos. Pero Iván es de los nuestros, seguro que se apunta a gastarle una buena broma a Aslan.    -Moussa se rascó la barbilla con aire pensativo.   -Tengo que conseguir que Aitor cree algún tipo de mierda que tiña el pelo de color rosa, una especie de gel sería perfecto. Seguro que no le cuesta nada y que es algo muy sencillo de hacer. Le contaré que es para ganarme el favor de alguna piba del colegio que me mola, pero en realidad lo usaremos para teñir a esa bola de pelo de color rosita. Después le sacaremos fotos y las publicaremos en internet, el gran Aslan será el hazmereír de la comunidad de los superhéroes. Estoy pensando...que podríamos arrojarle primero algo en plan bombas fétidas. Como es una especie de hombre animal, seguro que tiene la nariz muy fina, como un perro. Así que se irá a lavar y si tiene la nariz atrofiada, no se dará cuenta de que su gel no huele como siempre, pues se lo habremos cambiado por el que nos creará Aitor. Así que el propio Aslan será quién se tiña el pelo. ¿Te imaginas su cara cuando salga de la ducha y se vea en el espejo toooodo de colo rosa?   -Moussa se cruzó de brazos y frunció el ceño manteniendo el aire pensativo.    -Bueno, no es mi mejor plan, pero es lo primero que se me ha ocurrido. Reconozco que hay que trabajar la idea, pero seguro que entre los tres podemos darle una buena lección a Aslan. Vayamos a buscar a Iván a la cafetería, con suerte seguirá allí...aunque antes...

Una retorcida sonrisa se dibujó en los labios de Moussa cuando un portal brillante apareció a su lado, acto seguido alzó la vista hacia el cielo donde un segundo portal flotaba a gran altura. Aquella era la oportunidad de César de disfrutar de un salto al vacío, aunque si prefería no hacerlo, simplemente los teleportaría hasta la cafetería en busca de Iván.

Al irse acercando, Diana se percató de la amistosa mueca en el rostro de Hécate ¿Les estaba animando a acercarse?. Quizá un poco sorprendida e incrédula comenzó a caminar, hasta llegar a donde se encontraban aquellas dos señoritas, para pararse a unos pocos metros, los suficientes como para poder analizar a Marvel Girl de arriba abajo... solía hacerlo, necesitaba memorizar cada milímetro de cada persona, para intentar ser lo más fiel posible cuando se transformara, y ayudaba a su memoria celular con una gran capacidad de almacenaje en su memoria.

- Atajo y Salamandra tuvieron un ligero contratiempo, pero seguro que estarán aquí pronto.- Dijo a Hécate antes de fijar sus ojos de nuevo en la señorita Summers-. Encantada de conoceros Señorita Summers, yo soy Diana Castelló o Ms. Justice como me han llamado en la academia.- Pocas veces podías conocer a la que podría ser uno de tus mitos infantiles, y cuando Diana lo hacía, trataba a esa persona con el máximo respeto posible -. Gracias por el elogio, pero simplemente hicimos lo que era correcto y lo que estaba al alcance de nuestras manos.

Cuando Sara comenzó a parlotear sin parar Diana no pudo sino darle un codazo disimulado en la espalda, parecía que la chica se había emocionado demasiado y comenzaba a decir locuras.

- ¿Fueron ya capaces de dilucidar cuál fue la causa de la "desconexión" de los telépatas? .- Preguntó aliviada -. Muchísimas gracias, de verdad, a mi por lo menos me preocupa mucho la recuperación de nuestros compañeros y tutores. No importa el tiempo que lleve despertarlos... lo importante en sí es que despierten.

La chica sonrió, una sonrisa sincera y aliviada, no conocía a esa gente desde hacía mucho tiempo, pero si no despertaban podría llegar a significar que no habían hecho todo el esfuerzo que debían... y eso la apenaba.

-Me temo que Gata Lunar estaba abierta a mi en el momento de la incursión del Dr. Ratchet. No estoy seguro de si eso podría haber causado que estuviera más expuesta y su actual estado. Si puedo ayudar en cualquier cosa, por favor, no dude en decírmelo -intervino Aitor abruptamente. En aquellas palabras del vasco había una poco habitual muestra de sentimiento de culpa.

El joven genio lo había comentado hacía bien poco: tenía problemas con su telepatía. Gata lunar había tenido la gentileza de comenzar a guiarle silenciosamente, sin ponerle en evidencia y con gran amabilidad. Él se lo había pagado dejándola expuesta al ataque psíquico. O al menos es lo que pensaba el chico. Ahora bien, como buen vasco era obcecado y estaba claro que no había intervenido en el tema de la recuperación de la pequeña mentora de su grupo porque se lo habían negado, pero con una mente como la suya sólo era cuestión de tiempo que encontrara alguna solución a la situación. Si le dejaban.

En manos de los profesores del Liceo estaba el que Aitor creyera en su propio futuro como telépata o lo descartara por resultar un obstáculo.

-Hey, qué pasa. -dije cuando llegamos a Hécate y Rachel Summers. No se me ocurrió otra cosa, no era mucho de usar tantos formalismos.

Me fastidiaba saber tan poco sobre ella, si no, estaría mucho más entusiasmado. Miré a Sara mientras le hacia la pelota a Marvel Girl. ¿En serio la conocía? ¿Como podía saber tantas cosas sobre superhéroes? Si los X-Men a apenas salían en las noticias a no ser que fuese una atentado mutante o antimutante. Y poco peleaban en medio de la ciudad.

Yo sabía de su existencia por haberla visto en un reportaje. Fue cuando hubo aquella explosión en Stamford, yo tendría unos cinco años más o menos. Marvel Girl, entre un montón de superhéroes, salía rescatando a gente de los escombros y levantando muros por su telequinesia. Pero poco más había visto de esa mujer.

-Yo soy Cráter, jeje. -dije a Marvel Girl mientras sacaba mi móvil.- Puedo... Ummm... ¿Un selfie, contigo? Jeje.

Luego, Diana preguntó sobre el estado de los telépatas. No había estado pensando mucho sobre ello. Sí que estaba preocupado por ellos, en especial por Salara. Pero no creía que fuese más que un fuerte golpe telepático o algo así. Aunque si tenían que traer a alguien de fuera...

-Espero que se pongan guay pronto. No podré defender la escuela cada día, jeje. -dije levantando los hombros a modo de broma.

¿Volver al pasado y enmendar el viaje a Faë? Menuda pregunta. No llegó a responderla, porque la situación cambió con la llegada de Rachel Summers y Hécate. ¿Volvería? No. Una parte de él quería ir atrás, deshacerlo todo… Pero… ¿De que serviría? Él seguiría siendo quien era… Alguien “especial”, sin Liceo que le apoyase. No hubiera conocido a la gente que realmente le gustó conocer en Faë, y a pesar de la sorpresa, vivir en el “futuro” no estaba del todo mal. Su familia, al menos la que importaba (su padre), estaba con él. ¿Pero quien no querría volver atrás y enmendar al menos las pequeñas cosas? No las grandes decisiones quizá, pero algunas cositas que, conociendo el devenir, hubieras hecho de forma diferente.

Cuando aparecieron las dos heroínas, el grupo se animó fácilmente a ir a conocerlas. Iván no sabía quién eran. Hécate era una profesora sí, pero no la había conocido aún más allá de en las imágenes del día anterior en la sala de peligro, y de la otra no tenía ninguna idea. Así que siguió al grupo, pero sin llegar a acercarse del todo a la pareja, volando a ras de suelo, con las piernas cruzadas y la barbilla apoyada en la mano mostrando un completo desinterés, no muy dispuesto a entablar conversación u hacer otra cosa que acto de presencia.

Por lo que la tal Rachel dijo, Salara se había llevado la peor parte del ataque. A Iván le daba pena, sí… Pero le parecía que quizá debería sentir algo más que eso. Era como cuando uno ve muertes en las noticias… Si no conoces a la víctima, puede horrorizarte el hecho pero poco más. Simplemente no conocía lo suficiente a Salara, con la que no recordaba haber cruzado más de un par de palabras, para tener ese tipo de apego con ella.

Entonces Sara empezó a hablar, mencionando a los X-Men, lo cual llamó la atención de Iván. Seguía sin saber quién era, pero ahora que tenía una pista estaba intentando entablar la conexión y quizá recordarla… si es que su abuela le había llegado a hablar de ella. Se había centrado en los “súper” más notorios, pero sabía que había un enorme espectro de ellos por el mundo. Muy posiblemente ni siquiera le había hablado de ella.

La siguiente pista vino de Diana, que la llamó “Señorita Summers”. Eso sí que logró hacer mella en la memoria de Iván, “X-Men” mas “Summers” es igual a “Ciclope”. ¿Quién sería ella? ¿Una prima o familiar? ¿Lanzaría rayos ópticos? ¿Estaba Cíclope casado? No lo recordaba bien… pero le vino a la imagen una fotografía con una exuberante mujer rubia. No creía que Rachel fuera ella. Así que tenía que ser familiar.

Ahora le picaba la curiosidad… Pero no podía preguntarle a los del grupo cuatro, que estaban justo frente a ella, así que se arrimó a Sirena, y le susurró aprovechando un momento en el que Aitor y Rudy estaban hablando.

- Oye, chico perdido en el tiempo en apuros. – Se señaló a sí mismo, antes de inclinar la cabeza en dirección a Rachel Summers - ¿Quién es? ¿Prima de Cíclope o algo así?

César asintió, sonriente, a la propuesta de Moussa. Seguro que aquel plan los metería en problemas, pero era demasiado bueno como para dejarlo pasar.

- Pero no podemos dejar que los otros se enteren, si no seguro que se chivan – advirtió.

Con los poderes combinados de Moussa e Iván seguro que tenían una oportunidad de engañar al enorme león, o eso pensaba César.

- Venga – dijo, aceptando la propuesta de Moussa de la “caída libre” -. Por probar no pasa nada.

Se le notaba en la voz que no le acababa de gustar la idea de lanzarse desde lo alto, pero quizá no quería decepcionar a su amigo.

Una vez en el aire, a Salamandra se le disparó la adrenalina y comenzó a disfrutar de aquello más de lo que habría sospechado. Como un niño pequeño que se acaba de montar por primera vez en una montaña rusa, le pidió a Atajo que volviesen a tirarse “otra vez”… unas dos o tres veces.

Después de haber puesto en peligro sus vidas repetidas veces decidieron volver a la cafetería a por Iván. Justo después de cerrarse el portal a sus espaldas una figura apareció en el tejado. Era Bosch.

- Lo he vuelto a perder… - murmuró por lo bajo, algo decepcionado.

Sirena sonrió a Iván y escribió algo en su teléfono móvil. Luego se lo mostró al chico hada.

“Rachel es una mutante muy poderosa, telépata y telequinética. Se parece mucho a Jean Grey. Tiene que ser familia suya, seguro.”

No había sido de mucha ayuda, pero era mejor que pensar que la mujer disparaba rayos ópticos.