Partida Rol por web

En cuanto llegamos a clase se hizo un corrillo alrededor de Daniel. Me mantuve a su lado, para que no se sintiese solo en un momento tan "agobiante". Fantasma fue el primero en presentarse.

-¡Fantasma es muy guay, puede hacerse intangible! -dije señalando al chico con el pulgar.

Luego Sara fue presentando a los demás. Decidí ayudarle un poco.

-Aquí su majestad Abeja Reina...-dije señalando a la chica con las alas de insectos, haciendo uso de una broma que tenía con ella. Ana era realmente guapa. ¡Y antenas y alas le daban un toque sexy!.- Esta mañana hemos hecho una carrera en clase de vuelo y me ha humillado completamente. Jejeje.

Henry alias Misil, era el chico alto con el pelo moderno y acento americano. Cuando Sara lo presentó, yo saqué rápidamente el móvil y le enseñé un vídeo a Daniel.* En él, Misil se chocaba conmigo, creando una  onda expansiva.

-Él tiene super velocidad incontrolada. -dije tocándome la frente, donde había recibido el golpe, y mirando a Henry riéndome.

Augurio era el chico rubio con ojos dorados. Pensé en tirarle una bola de papel, a ver si la interceptaba antes de tiempo. Pero el chico me lanzo una mirada acusadora antes de tiempo.

-Víctor ve el futuro cercano, jeje. -dije levantando las manos inocentemente. Saqué una pequeña libreta que llevaba en el bolsillo de atrás.- Pero no sé cuantos minutos exactamente. Jeje.

Era sabido por la mayoría que apuntaba los poderes de la gente en mi libreta. Me gustaba imaginar los límites y las cosas que podrían llegar a hacer cada uno. Y sobretodo las heroicidades que podrían lograr.

Cuando llegó el turno de Noelia, me puse a su lado y le abracé con un brazo.

-¡Juno se convierte en un monstruo rosa, no offense, super alucinante! -dije mientras le miraba de reojo.- Me debes un pulso, eeh.

Martí, alias Silvano, era el siguiente. Expliqué su poder sobre el control de las plantas y la madera.

-Y además tiene bonus. ¡Es super cute y kawaii! -solté a Noelia y le di un abrazo a él.

Luego señalé a la dos chicas que se sentaban juntas, más alejadas. Una era rubia y la otra tenía la piel azul.

-Las divinas, de allí son Tramuntana y Égida. Aeroquinesis y campos de fuerza.

Entonces Abeja Reina hizo la pregunta del millón.

-¡Eso, eso! ¿Tú que tienes? -pregunté ilusionado.

Aunque luego Sara se fue un poco de la lengua, sacando el tema de Omnis. Se me pusieron los pelos de punta solo de pensar en él.

-¡TIAAAA! -dije con los ojos como platos.- Por Dios, no es momento para eso.

¿Es que se quería cargar el momento? ¡A veces estaba en las nubes esta chica!

-Ya hablaremos de eso, en serio. -dije poniéndome serio.

La chica corrió a su habitación cogió sus libros y el material necesario, y se dirigió rápidamente al baño... no tenía mucho tiempo antes de que empezara la siguiente clase. Se duchó rápidamente, más para limpiarse la mente, que el cuerpo se relajaba extrañamente estando debajo del agua de la ducha. Al terminar, salió del baño ya vestida, no había llevado ropa al baño, ni puesta, ni para ponerse, así que se "vistió" de la forma que mejor sabía.

Al salir de las duchas tomó rumbo a la clase y allí fue donde se encontró con César. El chico, tan escueto como siempre la saludó, y ella, que en aquel momento no se encontraba en su mejor momento replicó su movimiento de cabeza y respondió con un "Hola, César". A su siguiente pregunta solo asintió y puso los ojos en blanco... y para aquel momento ya se encontraban en la clase.

Se sentó donde siempre, en la primera fila, colocó todo el material que creyó necesario para la clase que se les venía encima y se giró a contemplar el espectáculo que se estaba formando detrás suyo. Se estaban presentando e insistiéndole al chico nuevo a que les hablara acerca de sus poderes. Y entonces... Sara. A veces abría la boca más de lo necesario, quizá el chico sin quererlo estuviera metiéndose en la boca del lobo, pero no era cuestión de asustarle ya el primer día. La cara y la mano derecha de Diana se fundieron en un genuino facepalm, que probablemente resonara por todo el aula, para acto seguido apoyar su cabeza sobre las manos y suspirar hondamente. No dijo nada, no lo necesitaba, simplemente se quedó allí esperando a que la clase comenzara.

Lo primero que uno podría pensar al ver a Moussa, era que de alguna manera se había encogido quedando atrapado en una ropa que era al menos, dos tallas más grandes de la que sería la idónea para él. Como siempre, portaba ropa cómoda, un pantalón de chándal y una sudadera Nike de color roja. Una mochila (bastante desgastada) colgaba de su hombro y portaba una tablet en las manos, una que parecía reclamar toda su atención. Aunque al comprobar que en aquella ocasión E.S.T.H.E.R iba a tardar de verdad en proporcionarle los datos que había solicitado, soltó un suspiro y avanzó hasta su lugar habitual en la clase.

No quiso atosigar más aún al novato, además tampoco se sentía con muchos ánimos de recibir al sustituto de su amigo herido. Pero la intervención de Sara le obligó a detenerse y alzar la cabeza para mirar a la cara a Daniel. Supuso que tendría que ser amable con él, después de todo, el nuevo no tenía culpa de nada.

-Bienvenido. Puedes llamarme por mi nombre o Atajo, lo que prefieras. Yo soy la voz de la discordia del grupo 4. -Añadió lanzado una mirada a los miembros de su equipo y encogiéndose de hombros. Su rostro estaba marcado por la seriedad, aunque no pudo evitar torcer los labios en un amago de sonrisa ante el comentario sobre Omnis. -Sara ha hecho bien, el nuevo merece saber la verdad. Que él decida si quiere jugarse la vida perteneciendo a nuestro grupo o no. Aunque si se queda, habrá que ponerle aprueba para saber de lo qué es capaz. Si va a quedarse es mejor que se habitúe a nuestras tácticas de combate y que conozca nuestras capacidades. Rudy seguro que puede diseñar algún escenario en la sala de peligro, algo sencillo para empezar a conocernos. ¿Qué dices, Rudy?

Finalizó Moussa dejando aquella responsabilidad en Cráter, después de todo estaba seguro de que si alguien se emocionaría poniendo aprueba al novato y descubrir sus poderes, ese sin duda sería Rudy. Por lo que supuso que diseñaría algo realmente llamativo para la simulación que gustaría a todos.

Su llegada a clase no fue como tenía pensado.

Acostumbrado a entornos más sosegados, donde se educaba a los futuros líderes que trabajarían para llevar a Inglaterra a lo más alto, a Daniel aquello le desbordó. Cada nuevo año en su antigua escuela era una muestra de elegancia y prudencia - donde por supuesto, siempre había excepciones - y su primer paso en un aula del Liceo le recordó que ya no estaba en casa. Ahora ya no era un estudiante más, sino un potencial héroe - o villano - en cuyas manos estaría la vida de miles de personas.

- Eh... yo... - dio un paso atrás, anteponiendo las manos como si quisiera formar una barrera entre el grupo de estudiantes y él. Llovían las preguntas y las sugerencias. Alguien habló de arriesgar la vida, de alguien llamado Omnis, y Daniel parpadeó, confuso. El iris de sus ojos cambió del azul a un morado oscuro, como si alguien hubiera diluido unas horas de pintura en un vaso de agua. Entonces Rudy llegó a su rescate, quedándose a su lado y tomando la palabra para hablarle de otros compañeros. Dio nombres, anécdotas y descripciones, demostrándole que allí no debería haber secretos. Al menos, no demasiados. Entonces respiró tranquilo, dándose cuenta que estaba tocando la pared con la espalda, y llenó su pecho de aire. El color de sus ojos regresó al azul original - Encantado de conoceros a todos. Como ha dicho... er... Sara, mi nombre es Daniel.

Esbozó una leve sonrisa, aunque sus ojos permanecían serios y formales. Espalda recta, barbilla levantada. Por unos momentos había parecido un simple adolescente asustado, pero recuperó la compostura y ahí estaba de nuevo el Daniel D´aeth que ya habían conocido sus compañeros. Para Moussa el acento era fácil de distinguir, provenía de Inglaterra y eso se notaba al hablar.

- Veréis, mi don es... - miró alrededor. Se había hecho un rápido silencio, incómodo - Tengo lo que se conoce como el Toque de Midas. Normalmente mato con el roce de mi piel. Hay excepciones en las que a veces convierto a cosas y objetos en oro, pero normalmente rompo lo que toco.

Observó las expresiones en sus rostros. Algunos sorprendidos, otros temerosos. Por supuesto, esperaba incredulidad por la mayoría, pero sí que sus posturas corporales cambiaron. Como si no estuvieran cómodos. No se atrevió a mirar a Rudy para ver su reacción. Pasó un segundo. Dos. Tres. Era demasiado. 

Rompió a reír. Una risa comedida, suave y limpia. 

- Perdonad, era sólo una broma - dijo, finalmente. Sabía cuál era la respuesta correcta. Había estado presente cuando se rellenó la documentación para el Liceo. Recitó - Capacidades físicas sobrehumanas y Capacidad para Negar la Atracción Gravitatoria terrestre. Vuelo, básicamente. Sé que no es demasiado, comparado con algunos de vosotros. Siento ser una decepción.

Ladeó la cabeza ligeramente, esperando ver su reacción. Entonces recordó algo, y el muchacho alzó un dedo.

- Ah, también tengo esto - extendió la mano y una leve esfera de arena se compuso sobre ella, surgiendo cada grano de entre sus ropas, como una segunda piel. Movió los dedos, haciendo bailar la esfera elegantemente. Recitó unas líneas de un poema clásico - "Si hemos de entrar en el desierto, ya estoy en el desierto. Si la sed va a abrasarme, que ya me abrase".

La siniestra descripción de Daniel de su supuesto Toque de Midas sorprendió al grupo de estudiantes. Unos se quedaron tensos, incómodos. Otros no parecían creérselo. Sin embargo, Fantasma parecía emocionado.

El chico rubio de los ojos dorados, Augurio, se encontraba sentado algo alejado del grupo. Comenzó a reír de pronto, mientras todos callaban.

Fantasma iba a decir algo cuando Daniel decidió revelar la broma. Todos rieron con él - excepto Augurio que había comenzado antes de tiempo.

- Jo, tío. Pues ese poder habría sido alucinante. ¿Te imaginas poder convertir lo que tocas en oro? - le comentó a Abeja Reina, que todavía reía a su lado.

- Volar no está nada mal - le dijo Juno -. ¡Ojalá pudiese yo!

- Oye pues lo del poder de Midas habría sido un marrón para encontrarte nombre, creo que hay un alumno de tercero con un poder parecido - comentó Silvano, pensativo.

Las chicas del fondo seguían ajenas a la conversación, no parecían muy interesadas. Aunque la de la piel azul miraba de vez en cuando al corrillo de adolescentes que se había formado entorno al estudiante nuevo.

- Y lo de la arena mola que te cagas, sí señor. Puedes hacer… ¿como un montón de arena?- preguntó Fantasma mientras extendía los brazos, enfatizando su expresión.

Daniel no tuvo mucho tiempo de responder, ni el resto del Grupo 4 de conversar. Augurio alzó la voz para toda la clase.

- Vamos a comenzar - anunció.

Todos corrieron a sentarse en su sitio, dispersándose el corrillo en unos pocos segundos. Daniel no tuvo problemas en encontrar un sitio libre.

Hécate cruzó entonces el umbral de la puerta.

Clase de Viaje Dimensional, aula 4C

Todos, incluido Daniel, conocían a la profesora de Viaje Dimensional. Hécate era una atractiva mujer de unos cuarenta y tantos. Siempre vestía elegantes conjuntos blancos decorados con dorados y marrones.

Como profesora era exigente, y esperaba de los estudiantes un comportamiento ejemplar durante las clases. Pocos alumnos se atrevían a alzar la voz o jugar en sus clases.

La mujer de blanco solía presentar un aspecto impecable. Pero aquel día unos pequeños detalles ensombrecieron su imagen. Tenía magulladuras en los brazos, y cojeaba un poco al andar. Anduvo hasta su mesa, frente a los estudiantes, seguida de un espejo de pie que se deslizaba por el suelo sin hacer ruido alguno.

Hécate barrió el aula con la mirada, pasando lista mentalmente. Sonrió cuando cruzó su mirada con Moussa. El senegalés pudo ver la satisfacción en la mirada de la profesora, aunque esta no dijo nada al respecto.

- Buenos días, alumnos - saludó la profesora mientras juntaba las manos con delicadeza frente a su pecho -. Como ya habréis visto, hoy tenéis a un nuevo compañero. Se llama Daniel y se incorporará al Grupo 4. Espero que lo tratéis bien, pues ahora es uno más de la familia.

Durante las clases Hécate empleaba un tono de voz sosegado y extrañamente atractivo. Daba con calma la materia, dando tiempo a todo el mundo para asimilar la información. Sin embargo, su discurso podía volverse a veces soporífero. Por lo menos hasta que llegaba la hora de “Ver a través de la ventana”.

En aquella asignatura, la mujer de blanco les hablaba de otras dimensiones. Mundos extraños que aguardaban más allá del velo que separaba las distintas dimensiones. Algunos eran maravillosos, bellos paisajes inimaginables para el ser humano, llenos de flora y fauna fascinantes. Otros eran oscuros abismos, páramos desprovistos de vida, e incluso inacabables mares llenos de fuego.

Todos los mundos estaban conectados de algún modo, por lo que no era extraño que los superhéroes pudiesen acabar en uno de esos lugares durante sus carreras. Las diferentes dimensiones podían ser refugios, los hogares de sus aliados o incluso fuentes de poder.

En ocasiones incluso se iban de excursión a otra dimensión, siempre que la profesora considerase que era lo suficientemente inofensiva para sus estudiantes.

Aquel día Hécate les habló de una dimensión que se había usado en el pasado como una prisión: la Zona Negativa. Les contó que estaba deshabitada en su mayor parte, aunque existían algunas criaturas y especies nativas.

Con un gesto el espejo que había traído consigo a clase se situó junto a ella. Su superficie, que mostraba un reflejo de los estudiantes, comenzó a teñirse de colores cambiantes. Y entonces, como si se tratase de una pantalla de televisión, vieron un paisaje en el espejo. Un yermo desolado de roca y magma.

En el pasado, Reed Richards había construido en su interior una prisión para personas con poderes. Sin embargo, había caído en desuso con el paso del tiempo.

Aquel día la lección no consistió en observar las maravillas de una bella dimensión. Pero Hécate les transmitió un inquietante mensaje. Aquellos lugares, para los que no tenían los poderes o la tecnología para escapar de ellos, también podían ser prisiones.

Al cabo de unos cincuenta minutos, la clase terminó. El espejo volvió a mostrar el reflejo de los estudiantes, y con eso la magia del momento se disipó.

- Hemos terminado por hoy. Para la próxima clase sería interesante que pensaseis si encerraríais a un villano concreto en una dimensión y cuál escogeríais.

Sin detenerse mucho rato a hablar, Hécate le mostró una sonrisa a Daniel y se marchó del aula acompañada de su espejo.

Todos los estudiantes comenzaron a levantarse, pues la próxima clase no se daba en aquella aula.

Entrenamiento de Combate se daba en el gimnasio.

Clase de Entrenamiento de Combate, gimnasio del Liceo

Conversando mientras andaban, los estudiantes se dirigieron al gimnasio interior de la escuela. A las puertas les aguardaba el severo subdirector del Liceo, Albert Bosch.

Los intensos ojos azules de aquel hombre arremetían contra todo lo que veía. Poseía una penetrante mirada capaz de ver la propia alma. Sostenerle la mirada al Señor Bosch era un gran ejercicio de voluntad al que tenían que enfrentarse los estudiantes más problemáticos del Liceo, pues él solía estar a cargo de los castigos.

Era un hombre elegante y severo. Siempre vestía con traje, excepto para las clases de Entrenamiento de Combate. En aquel momento iba vestido con cómoda ropa de deporte de tonos oscuros. A pesar de su edad aparente había demostrado más de una vez estar completamente en forma. En especial para la asignatura que daba.

Los estudiantes entraron en el gimnasio bajo la atenta mirada del subdirector. Se dirigían al vestuario, donde se vestirían con el uniforme de la escuela. El mono gris oscuro con el emblema de la escuela sobre el corazón era el discreto traje que llevaban los estudiantes durante las clases en las que hacían ejercicio físico. Era como un traje de superhéroe, hecho uniforme. Al estar hecho de partículas inestables se adaptaba a los poderes de los portadores. El de Fantasma, por ejemplo, se volvía intangible igual que él, pues la ropa común lo traspasaba si usaba su poder.

- Es algo embarazoso… - admitió el mismo tras explicarle aquello a Daniel.

Bosch detuvo al estudiante nuevo antes de que entrase en el gimnasio.

- Tú eres Daniel, ¿verdad? - le preguntó mientras lo miraba de arriba abajo, analizándolo con aquellos intensos ojos suyos - Toma, es para ti - dijo mientras le tendía un uniforme de la escuela -. Póntelo.

Una vez todos estuvieron cambiados, se reunieron entorno a Bosch fuera de los vestuarios. Advirtieron rápidamente que aquel día había un gran cuadrado de diez metros de lado en el centro del gimnasio.

- Durante los últimos meses hemos estado practicando técnicas de defensa personal sin poderes. Pero hoy vamos a comenzar con las prácticas de combate aplicando poderes. Dado que ya tenéis algo de práctica de la asignatura de Técnicas de Rescate Civil, vamos a hacer una tanda de enfrentamientos uno contra uno.

Bosch hablaba con un tono de voz severo, que no admitía réplica. No proponía actividades para la clase, sino que las explicaba y se hacían. Así sin más. Sus palabras despertaron un murmullo general.

- El objetivo es sacar al oponente de la zona de combate - dijo mientras señalaba el gran cuadrado - inmovilizarlo o hacer que se rinda. Podéis serviros de vuestros poderes para cumplir tal tarea, aunque me gustaría ver la aplicación de lo aprendido en clases anteriores.

El subdirector observó a los estudiantes, expectante.

- ¿Quién quiere comenzar?

No había podido evitar hablar de Omnis pues es algo que debían de tener en mente, no en vano amenazaba por destruir todo el liceo, no sólo a ellos. No esperaba sin embargo que a algunos de los miembros del grupo le sentara mal. Cada uno tenía su forma de verlo y quizá era un tema peliagudo como para tratarlo tan directamente, o quizá era mejor así para que Daniel supiera que había un peligro cerniéndose sobre el liceo. Al ver al chico asustarse pensó que eran los demás los que estaban en lo cierto pero al final Daniel se recompuso así que todo siguió con bastante normalidad.

Cuando Hécate les explicó lo de las prisiones en otros lugares era posible que ya supiera de la problemática que tenían ellos mismos. ¿Se podría encarcelar a Omnis? Si de verdad tenía el poder de hacer cualquier cosa, ¿no podría salir de cualquier parte? ¿era la muerte la única forma de vencerlo? Si no encontraban la forma de detenerlo, entonces, ¿qué opción quedaba además de convertirse ellos mismos en su verdugo? No le gustaba nada la idea. Todo aquello significaba que tendría que informarse mejor sobre ese alumno chalado. Por lo pronto, ¿dónde estaba ahora mismo?  ¿libre, encarcelado? ¿lo sabría Hécate o quizás Zeus? Tendría que hablarlo con las dos. Zeus como líder de la nueva generación tendría que saber algo al respecto.

Iba dando vueltas al asunto hasta que ya en la clase de Bosch les planteó lo de enfrentarse entre sí. Sara no podía empujar a nadie, ni inmobilizar. Aunque tenía un truco reservado todavía que sería realmente útil en un combate así, no iba a usarlo contra sus propios amigos porque consistía en invocar al propio miedo hacia la muerte, lo cual sería una experiencia muy dura desde el punto de vista psicológico. Así que  su mejor opción sería otra.

- Venga chicos, alguien que se enfrente contra mí.

Salir la primera seguro que suponía una desventaja porque podía enfrentársele alguien bien preparado contra ella, pero no le importaba lo más mínimo. Había que superar el ejercicio y quien ganara o perdiera no tendría que tenerse en cuenta. Aunque quizá estaba siendo demasiado idealista pues no dejaban de ser adolescentes y por ende prejuzgaban con demasiada rapidez.

La alicantina se acercó hacia el señor Bosh.

- Es una buena práctica. A menudo es necesario conseguir atrapar a un enemigo o apartarlo de algún lugar.

Comentó al profesor mientras se colocaba en el centro de la zona de combate.

Afortunadamente, su broma había sido bien recibida y sus compañeros de clase no menospreciaron sus habilidades, sino todo lo contrario. Mientras se sentaba, pensó que era bueno que no hubiera individuos agresivos como había podido ver en el campo de juego porque eso habría ocasionado un encontronazo demasiado pronto.

La clase de Hécate fue soberbia. Acostumbrado a una educación densa y centrada en los logros académicos habituales, poder aprender sobre campos de los que siempre había querido aprender, como la existencia de otras dimensiones o planes, le mantuvo atento y pletórico. Además, ver cómo la profesora ya parecía encontrarse en mejor estado de salud le hizo sentir mejor, y aunque pretendía preguntarle cómo se encontraba al terminar, el relevo vino demasiado rápido. Tendría que ser para otra ocasión.

- Gracias, señor - dijo, formal y educado. Estaba más que acostumbrado a las miradas firmes y regias, por lo que dedicó un leve cabeceo para acompañar sus palabras y acudió junto a sus compañeros para cambiarse de ropa. Partículas inestables, le explicaron: Ideales para adaptarse a las necesidades especiales de cada uno. Antes de empezar realizó algunos estiramientos para ver qué tal se adaptaba a su cuerpo y luego esperó junto a sus nuevos compañeros a que todo empezara.

- Disculpe, Profesor, Sara - respondió, alzando la mano. Se adelantó unos pasos y miró a todos - Si me permitís, querría preguntaros algo, aunque soy nuevo y quizás es algo... poco habitual. ¿Quién diríais que es el más... fuerte, o poderoso de vosotros? Veréis... en toda mi vida nunca he podido medir mis habilidades con alguien... con una persona con dones especiales. No sé si soy bueno o soy sólo... alguien del montón. Y creo esta clase me va a dar la oportunidad de hacerlo. Quiero enfrentarme al mejor de todos porque sólo aspirando a lo más alto podré saberlo.

Sara echó un momento el cabello hacia atrás en un gesto instintivo, mientras Daniel preguntaba por el más poderoso del grupo lo cual era algo un poco comprometedor.

- Imagino que te refieres al más poderoso en un combate. Seguramente Aitor nos podría vencer a cualquiera si cuenta con la ayuda de uno de sus robots el cual nos retendría mientras él nos ataca mentalmente. Pero si te refieres a algo más físico. Bueno, diría que te puedes medir contra Rudy o Diana. Ellos son fuertes y ágiles a la vez. Marina es también muy poderosa pero no vuela lo cual le puede dificultar la lucha contra ti. Luego, Moussa es muy esquivo porque se puede teleportar y arroja una energía muy destructiva. César te puede abrasar. En cuanto a mi, también soy efectiva en combate pero generando hielo. Así que tienes muchas opciones. Pero podríais hacer una pelea de chicos, Rudy contra tí, creo que eso sería muy divertido. Él tiene poderes similares a los de Hiperión que era muy poderoso.

Buscó algo que sonara interesante, de hecho miró a Rudy y le guiñó un ojo esperando que aceptara el reto contra Daniel. 

Daniel al final cedió, tras alguna broma, pero cedió... les contó lo que podía hacer, con quizá más o menos acierto, pero lo hizo. Otro musculitos atleta con capacidad de Vuelo para el grupo. La joven sonrió, quizá este chico se pareciera demasiado a Rudy, aunque su actitud no fuera para nada la misma.

A aquella conversación le sucedió una más que intensa clase a la que la profesora Hécate acudió algo magullada. ¿Qué habría pasado para que una de las profesoras más poderosas del Liceo saliera herida? No se le ocurrió preguntar, puesto que igualmente la profesora no le contestaría, aunque más adelante trataría de averiguar sobre el asunto.

Satisfecha por la clase de Viaje Dimensional, salió rápidamente hacia la siguiente, entrenamiento de combate. Al parecer tocaría combates por parejas, y aunque la idea no le llamaba especialmente la atención... no podía negarse. La primera en ofrecerse, Sara. Los poderes de Estigia abarcaban mucho, así que no podía llegarse a imaginar las posibilidades que tendría contra la dama del hielo, por lo cual no hizo ademán de emparejarse con ella. Pero entonces Daniel hizo una petición, la verdad es que el chico era interesante, aunque probablemente tampoco tuviera nada que hacer contra él si resultaba ser otro Rudy más.

Cuando Sara la mencionó en los "físicamente fuertes" junto con Rudy, Diana enarcó una ceja ¿Desde cuando el poderío físico era una de sus capacidades?.

- Emmmm .- Dijo Diana cuando Sara terminó con su pesquisa -. ¿Desde cuando la fuerza bruta es uno de mis fuertes? Gracias por el voto de confianza Sara pero no soy para nada comparable a Marina, y no creo que pelearme a mazazos contra Daniel sea una buena forma de entablar amistad .- Sonrió -. Quizá lo mejor es que te enfrentes con Rudy o quizá con Marina, podrán darte más guerra que yo, te lo aseguro .- La metamorfa sonrió y le guiñó un ojo al británico... la verdad era que aunque la suposición de Sara no fuera acertada, por lo menos la había hecho sonreír, y ya era un paso para comenzar a encontrarse mejor.

-Muy gracioso -dijo Aitor con tono neutro casi deshumanizado en respuesta a la broma de Daniel- Yo me estaba planteando si tomar esa misma vía con mi nuevo traje, pero teniendo en cuenta al resto del equipo puede que sea más provechoso que me especialice en otras cosas...

Así era Aitor, capaz de emular (e incluso superar) los poderes de otros y acabar desechándolos para cubrir otro "nicho" de poderes. Era posible que con la suficiente dedicación y tiempo pudiera llegar a desbancarles a todos.

-Lo de la arena sólo lo había oído de un supervillano estadounidense. Interesante -opinó.

Seguramente sería más interesante incluso el origen de aquellos poderes, pero el vasco era demasiado discreto para preguntarlo abiertamente. Sin duda el mismo Daniel acabaría desvelándolo si lo juzgaba relevante.

La clase de Viaje Dimensional, para Aitor, resultaba interesante a la par que a menudo incomprensible. Apreciaba la información que la profesora aportaba sobre otras dimensiones y sus habitantes, pero el uso que hacía de la magia le desconcertaba e incluso, hasta cierto punto, le irritaba. ¿Por qué había que alcanzar aquellos lugares a través de poderes místicos si él mismo había comprobado que era posible llegar hasta allí por medios tecnológicos? Empíricamente, habría que añadir. La destrucción del laboratorio donde se reunía el Club de Inventores era algo de lo que todavía se hablaba y que probablemente quedaría como una de esas historias de instituto que perduraban generaciones enteras. Aunque no fue una experiencia agradable, sí fue muy instructiva. Y consiguió volver con sus compañeros *casi* ilesos.

En cualquier caso, ya sabía la respuesta que daría a la pregunta de la profesora a poco antes de que acabara de formularla. El informe ocuparía de 20 a 22 páginas y lo entregaría puntualmente la siguiente clase.

Respecto a la clase de entrenamiento de combate, Aitor recibió con alegría la noticia de que por fin podrían utilizar sus poderes. Hasta el momento sólo había demostrado su torpeza natural de capacidades humanas corrientes y molientes, pero hoy iba a ser diferente. Hoy podría usar el traje en el que llevaba trabajando estos últimos tiempos. Lo había preparado con elaboradas subrutinas defensivas y dotado de capacidades de maniobra y movimiento que rozaban lo inhumano. ¡Al fin podría ponerse a la altura de compañeros como Cráter o Sirena!

-Me ofrezco voluntario -dijo simplemente mientras se ajustaba un cable en la base de su cuello y el traje de músculos artificiales que llevaba parecía cobrar nueva vida.

Repentinamente los pasos de Aitor adquirieron una fluidez y gracilidad desconocidas en el normalmente patoso adolescente.

Sin duda lo que esperaban era que fuera Rudy el que se enfrentara a Daniel, pero no sabían a qué nivel estaban las capacidades del nuevo miembro del grupo 4, así que alguien tendría que sacar conclusiones al respecto. El señor Bosch desde luego que tomaría nota, pero desde la perspectiva del propio grupo 4 el más apropiado era sin duda Aitor, y lo haría en primera persona, aprovechando para evaluar los resultados de su traje.

Mi cara de confusión surgió cuando Daniel hizo la broma sobre Midas. Al principio no entendí nada, me extrañaba que ese fue su poder y que no llevase guantes (como hacía el de tercero) o alguna precaución. Pero luego todo se aclaró. Era fuerte y volaba, a parte de hacer cosas con la arena.

-Vaya, vaya. -susurré alzando una ceja.

Así que sus poderes eran parecidos a los míos... Si digo que no me preocupaba mentiría. Si bien ya había otros con fuerzas considerables en el equipo, yo me consideraba el powerhouse de este. ¿Que pasaría ahora? A lo mejor Daniel hacía lo mismo que yo, pero mejor. Tal vez no me necesitaban más en el equipo...

No, no debía pensar eso. Era mi equipo, mis amigos y ellos me querían tanto como yo los quería a ellos. ¡Y Daniel sería uno más de ellos!

Me sorprendieron bastante sus poderes. No esperaba que un chico como Daniel, serio, británico y un tanto pijo, tuviese unos poderes tan... "físicos". Esperaba algo como lanzar rayos o controlar mentes. ¡No tardaría en anotar e idear todas las cosas que podríamos hacer juntos!

La clase Hécate-sensei se pasó igual que todas las demás. Era muy guay ver las dimensiones a través de los espejos, sobretodo los primeros minutos que echábamos el ojos. Peeeeeero, a veces se hacían aburridas estas clases. No habría sido la primera vez que la profe me llama la atención por cabecear.

¡Luego tocaba Entrenamiento de Combate! ¡Bien!

Estas ya eran más entretenidas, aunque a veces Bosch era demasiado estricto y aburrido y no dejaba hacer cosas chulas con poderes. Aunque en esta parecía que la cosa iba a cambiar.

Algunos se presentaron voluntarios para pelear, pero Daniel hizo algo diferente. El hizo una petición, quería enfrentarse al mejor. ¿Tal vez el chico se creía que era el mejor?

Hubo algunos comentarios. Sara habló sobre Marina, Diana y servidor. Eran fuertes, pero yo lo era más. Parecía que Daniel venía pisando fuerte, así que tenía que demostrarle que aquí no eramos moco de pavo.

-¡Na, na, na! -dije avanzando.

Choque un puño contra el otro, bastante fuerte, para hacer ruido y parecer un boxeador que espera para pelear.

-Señor Bosch, creo que el único otro parangón de clase soy yo. -dije alzando la mano. Luego miré a Daniel, levantando una ceja y sonriendo, y dije.- Yo creo que puedo con él.

Tras la propuesta de Bosch, como era previsible, las voces de los estudiantes se hicieron escuchar. Sara fue la primera en ofrecerse. Bosch asintió con la cabeza.

- Muy bien, señorita Carrión. Su poder, sin duda, es de los más versátiles del grupo. Tengo curiosidad por ver cómo los emplea.

Bosch miró a los estudiantes, estudiándolos. Parecía que buscase algo, pero Daniel lo interrumpió con una petición.

Sus palabras parecieron llamar la atención del subdirector, que clavó su severa mirada en el estudiante nuevo.

- Señor D’aeth… - dijo con una mezcla de sorpresa y deleite -. Estaba deseando ver de lo que es capaz.

No hizo falta que Bosch escogiese a un oponente, porque rápidamente los miembros del propio Grupo 4 le propusieron a Daniel los oponentes más apropiados.

Sara habló de Aitor. El genio, con los materiales adecuados, podía ser uno de los oponentes más problemáticos para cualquier estudiante que no gozase también de poderes telepáticos. Una fuerza de voluntad menos que férrea era suficiente para que Aitor encontrase una brecha por la que colarse. Por si fuera poco, también gozaba de sus inventos y de un brillante intelecto con el que siempre iba un paso por detrás.

También se mencionó a Diana. Quizá no era la más fuerte físicamente, pero sí que tenía una increíble pericia en el combate cuerpo a cuerpo. Sus poderes metamórficos le daban versatilidad, y por si fuera poco contaba con otros recursos como su forma pétrea y la invisibilidad. Sin duda, sería una dura rival a batir para cualquiera.

Marina era uno de los pesos pesados del Grupo 4. Era fuerte y resistente. No sabía pelear tan bien como Diana, pero lo compensaba un poco con su fuerza bruta. También disponía de un poderoso recurso, su voz de sirena. Sin embargo, puede que no se viese con fuerzas para usarla contra un compañero. Todavía no la controlaba por completo.

La última opción que propusieron era Rudy. En términos de fuerza y resistencia estaba por encima de Marina. También era capaz de volar y disparar rayos ópticos. Con su combinación de poderes Rudy se defendía fácilmente en el cuerpo a cuerpo y a distancia. Era versátil de una forma sencilla y básica que le permitía enfrentarse a cualquier reto. Parecía el rival más “de la talla” de Daniel.

Bosch se tomó unos instantes para pensar.

- La verdad es que contamos con muchas opciones interesantes - admitió, complacido pero sin mostrar signos de ello en su rostro -. No he presenciado lo que el señor D’aeth puede hacer, pero guiándome por los poderes creo que el señor Vergara sería un rival apropiado. Quizá, para una primera toma de contacto, nos vendría bien enfrentarle a un oponente con el que pueda medirse de igual a igual.

El subdirector parecía bastante convencido, pero entonces otra voz se alzó entre los estudiantes.

- Yo quiero pelear con él.

César dio un paso al frente, sobresaliendo entre el resto de estudiantes. El ajustado uniforme le hacía lucir una figura esbelta, pero fibrada. No llevaba ningún accesorio consigo, a excepción de unos extraños guantes reforzados de color rojo intenso. Los guantes Ifrit que el Club de Inventores había fabricado para él. Aitor reconoció en ellos la maestría de su compañera Tesla, que usaba unos guantes parecidos para dirigir su propio poder.

Aquel joven lucía una expresión hostil, desafiante. Clavó su mirada en Daniel mientras arqueaba una ceja. Su heterocromía le daba un aspecto extraño y desconcertante a su mirada, al menos para los que no le conocían.

Y es que todavía no había dirigido una sola palabra al nuevo estudiante. No se había presentado siquiera.

Aquella era la primera vez que César miraba siquiera a Daniel.

- Si ha venido para sustituir a Iván quiero pelear con él - aclaró con una agria determinación - ¿Quieres ver si eres bueno? - le preguntó mientras se le acercaba - Entonces gáname. Demuéstrame que mereces estar en este equipo - lo provocó tras situarse a escasos pasos del joven británico, sosteniéndole la mirada.

La clase de Hecate despertó una nueva pregunta en la cabeza del senegalés, más tarde, cuando tuviese un momento de respiro acudiría a la maestra hechicera en busca de su sabiduría. Pero por el momento tenía que acudir a una clase con Bosch y si algo había aprendido a las malas, era que no podía faltar ni a una sola de sus clases.

Una vez allí y tras descubrir cual sería el ejercicio del día, no pudo evitar arrugar la nariz. Combatir contra sus compañeros en aquellas condiciones no le apetecía lo más mínimo, después de todo, era seguramente el más débil del grupo.Sus compañeros habían multiplicado su poder desde su llegada al Liceo, él en cambio, tan solo había mejorado su resistencia a la hora de usarlos y poco más. Claro que para compensar esa falta de poder, comenzó a adiestrarse en las artes del combate con el propio Bosch. Pero entonces llegó el aciago día en el que Iván cayó gravemente herido.

El perder a uno de sus amigos y verlo postrado en una silla de ruedas provocó un gran cambio en Moussa. Por primera vez en su vida se entregó en cuerpo y alma a los estudios. No se detendría hasta volver a ver caminar a su compañero. Debido a ello, había reducido las sesiones con Bosch a una o dos a la semana. En pocas palabras, ni su poder, ni su cuerpo, ni su mente estaban preparados para combatir a sus compañeros.

Además aquel día estaba más distraído que nunca, tenía demasiadas cosas en la cabeza y para que negarlo, esperaba con impaciencia el informe que había solicitado a E.S.T.H.E.R. Así que se quedaría hasta ser desafiado por alguno de sus compañeros o ser el último en salir. No estaba muy seguro qué es lo que pasaría, pues la gran mayoría estaban enojados con él. Así que bien podían ignorarlo o bien, Marina o Diana, podían desafiarlo para darle una lección. De un modo u otro, no le importaba demasiado, afrontaría el combate cuando llegase.

Mientras aguardaba a que alguien saliese para enfrentarse a Sara, Daniel tomó la palabra y después, todos comenzaron a hablar. Rudy parecía el que más papeletas tenía para enfrentarse al nuevo, pero entonces César apareció desafiante. Aquello era malo, realmente malo. El poder de César podía llegar a ser el más destructivo de todos, pero si tal y como sospechaba estaba ligado a las emociones, entonces el nuevo corría un gran peligro.

Moussa no dijo nada, simplemente lanzó una mirada a Bosch para advertirlo. Un combate entre aquellos dos muchachos no era buena idea, no lo era para nada.

El joven inglés agradeció que tantos de sus compañeros quisieran medirse contra él. Probablemente fuese la curiosidad por saber cómo se manejaba el chico nuevo, pero la idea de que quizás querían ponerle en su sitio le pasó por la cabeza. Rápidamente se obligó a olvidarse de ella: todos, sin excepción, habían sido extremadamente amables y dudaba que todo fuese una pantomima. Incluso percibió cierto interés por parte de su profesor para conocer sus habilidades, cosa que le provocó sentimientos encontrados.

Cuando, primero Aitor y luego Rudy se aproximaron a él, una leve sonrisa afloró en su rostro. Y estaba a punto de aceptar el desafió de su nuevo compañero de habitación cuando un muchacho con el que todavía no había cruzado palabra se adelantó y se plantó a pocos pasos. Había algo en sus ojos que no supo identificar, pero claramente estaba decidido a todo. 

- No he venido a sustituir a nadie - dijo serio - Pero si crees que debo demostrar que soy lo suficientemente bueno para ser vuestro compañero, acepto gustoso el reto.

Asintió levemente, manteniendo la mirada fija con César. Aún no había tenido tiempo de conocer a todos los compañeros así que no sabía qué clase de dones tendría su contrincante. Estaba en desventaja. Tendría que estar preparado ante todo. 

- Antes de nada, quisiera disculparme - dijo, extendiendo la mano con intención de estrechársela - por las posibles contusiones o heridas que sufras durante el combate. No me contendré y dudo que me respetaras si lo hiciera.