Partida Rol por web

La perra ya había visto aquello antes, y sabía que era malo. Es, aunque no lo viese, como se le hubieran metido una pedrada … y su cabeza, aunque sin sentir el sílice del pétreo proyectil, así lo procesó. De un tirón sacó la cabeza de la presa del elfo, y bajo el hombro de este clavó sus dientes. Gilú tenía toda la razón, sabían donde atacar, y no ayudaban a matar orcos, bichos mucho más resistentes que un elfo, sino que los mataban. Él lo sabía, y ahora lo sentía en carne propia. El dolor era insoportable, y terminó rodando por el suelo, entre borbotones de sangre, que manaba copiosamente por entre sus dedos. La mano que aguantaba la herida era un charco rojo y los chillidos del luchador se tenían que escuchar en mucha distancia a la redonda.

Ahora, dolorido, el elfo estaba a merced de una bestia iracunda, la cual consideraba, no solo que habían atacado a quién ella  había que defender, sino también a su hermana y a ella misma.

Estás impresionada por la evolución de las cosas, así que estás lenta, por la sorpresa. Incluso te sientes decepcionada contigo misma, ya que todo eso se ha desatado por no haber dormido a la perra la primera.

Además, sientes una fatiga corporal extraña (Te recuerdo a tus años de novata), ya que tu cuerpo está siendo sometido a mucha tensión y el poder que ha circulado por tu cuerpo es bastante.

Para maniobras corporales tendrás que realizar una maniobra fácil de AUTODISCIPILINA, y así descubriremos el penalizador que tienes. Si tienes 100 o más, no tienes penalizador, pero tampoco bono.

Para maniobras corporales tendrás que realizar una maniobra fácil de AUTODISCIPILINA, y así descubriremos el penalizador que tienes. Si tienes 100 o más, no tienes penalizador, pero tampoco bono.

Además tendrás las penalizaciones oportunas por la pérdida de vida y el aturdimiento.

Y ojo, que has de proteger la zona, ya que si la usas, fuerzas o expones, duele.

Habrá encontrado un hueco entre las placas o algo.

Con las manos intentado hacer presa, y sin posibilidad a tocarla, conforme se arrastra te muerde. No existe opción. Tú lo intentaste...ella respondió. Si estás usando tu capacidad para una acción, y si te empeñas en ella totalmente, no tienes opciones o capacidades para otra cosa más.

En términos de juego: No guardaste para usarlo como defensa. Recuerda que usaste tu 127 entero para tu maniobra.

De repente, todo se vino abajo. No podía ser. El animal no sólo no se había dormido, sino que había herido gravemente a mi compañero. Aún así, me atreví a lanzar un nuevo conjuro para tratar de dormirlo. Me sentía cansada, muy cansada, de repente. Pero tenía que intentarlo. No podía permitir que mi compañero pagara mi error de cálculo... Así pues, una vez más, extendí mi puño y me encomendé a Varda.

El animal se revuelve, lanzando dentelladas. Joder, es fuerte, se me va a escapar. Una vez escuché a Ithlarion decir que dándoles unos golpecitos en el morro, los perros tienden a calmarse. Lo intento probar, craso error. Ese y el fijarme más en la sacerdotisa que en el animal.

En un gesto sorpresivo por la rabia que demuestra y lo rápido que se gira, los dientes del animal se cierran en mi costado. Al principio pienso que se han clavado en la armadura, como la vez anterior, hasta que un intenso dolor me recorre todo el lateral, haciendo que mis fuerzas flaqueen y la perra se escape. Ruedo un poco por el suelo y me pongo instintivamente en pie, aunque sujetándome el costado herido. Si quiere guerra, la tendrá, yo no soy un orco, soy más fuerte.

Me preparo para atacar si veo que la sacerdotisa vuelve a fallar, aunque la herida duele horrores.

La perra se lanza sobre Gilúvatar pero cuando parece que le va a morder por segunda vez, case sobre este, y mientras el elfo intenta defenderse de la perra como pueda, intentando poner las piezas metálicas de sus antebrazos frente a las fauces, esta se estrella, ya con los ojos cerrados. Un ruido de babas reboza al pobre combatiente, que no ha tenido bastante con el mordisco, que además, ahora, lo moquean, como si fuera un vulgar pañuelo.

No tarda en ponerse en pie, listo para enfrentar otro peligro, para descubrir que su costado sangra más de lo que quería reconocer. La seguidora del valar se percata a la perfección de las lesiones, pero se debate a que paciente atender primero. El estabilizado por la magia o el mordido por una perra defensora y fanática.