Partida Rol por web

Rurik se quedó observando al grupo, y asintió cuando tomaron una decisión, era la más lógica según su modo de pensar, y en el mejor de los casos, tendrían unas ruinas donde rapiñar algo cuando acabaran el negocio. 

-Motivo de más para partir ahora. Ya volveremos si encontramos algo, señora.

Masculló. Aunque no era sincero: esperaba no poner un pie en la choza nunca más en su vida. 

El norteño se llevó la mano a la espalda, como si fuera a desenfundar un mandoble, pero sólo cogió a Lia de la chepa y la metió bajo su robusto brazo, como si cargara un bártulo. 

Miró a Earwën y se encogió de hombros cuando se la cruzó al salir.

-Que ya está, nos vamos. Necesito un trago, y el enano también.

Mientras la rata siguiera ahí. Maquinando a saber qué maldad mientras roía algún hueso de su anterior víctima oculto entre la maraña de pelos y bigotes, Lia se queda aferrada a la espalda de Rurik como si fuera una cria de mono agarrada a la espalda de su madre. 

Sin embargo, aunque no se moviera de su posición elevada sí que escuchaba lo que decían sus compañeros. Finalmente dio su opinión.

Sí. Opino igual que Rurik. Mejor llevar la alfombra esa, o sea lo que sea lo que haya en su interior, al burgomaestre lo más rápido posible para evitar que se pueda lastimar. Además cuanto menos tiempo lo tengamos, menos probable es que nos encontremos con alguien que nos lo robe.

Cuando Rurik la cogió como si fuera un saco de patatas, Lia pataleó y se quejó -Ehhh! Que no soy un saco de patatas- Palabras que el gigantón no escuchó u obvio hasta que salieron de la casucha donde la dejó, no muy delicadamente, en el suelo. 

La muchacha se levanto sacudiéndose las manos y las rodillas e intentando recuperar la poca dignidad que le había dejado el gesto del gran guerrero. Miró al resto y preguntó.

¿Quién lleva ese engorro?- Señala el objeto que porta Varuna - Perchita, mi yegua, podría llevarlo, no le molestará. Pero es muy asustadiza y si nos atacan para quitárnoslo no podré evitar que salga corriendo y se alejará de la protección del grupo. Igual la burra es más mansa y se quede dentro del grupo si nos atacaran. Otra opción es que lo lleve alguno de nosotros, pero si nos atacaran dudo que pueda defenderse sin poner en riesgo el objeto.

Rurik, que había soltado a Lia sin mucho cuidado (aunque lo suficiente para no hacerla daño), no atendió a sus gritos, aunque se le dibujó una sonrisilla que trató de disimular cogiendo aquel artefacto que debían custodiar. Lo miró, entrecerando los ojos, como si fuese algún tipo de erudito en el tema -aunque realmente no sabía nada- y sontó "hum" con total convencimiento.

-La llevo yo.

Sentenció, echándosela a la espalda, entre su bastarda y la mochila.

-Vámonos. No quiero volver a dormir en casa de la elfa.

El norteño se volvió a Lia, mientras abría la marcha.

-No te quejes tanto, te he salvado de la maligna rata ¿no? quizá la vieja se la coma para cenar.

Rurik intentó ordenar al grupo. Delante abría él la marcha, le pidió a Earwën que protegiera a Varuna y a Lia, mientras que el enano cerraba el grupo, por si a algún bastardo se le ocurría atacarlos por detrás.

Varuna entregó aquella ofrenda envuelta en cuero crudo a Rurik, y se dispuso a caminar de vuelta a Robledo, en una formación dirigida por el bárbaro -o así lo veía ella- que parecía bastante solida.Ahora que no tenía el impedimento de aquella cosa sobre sus hombros, podría blandir bien su maza y protegerse tras el escudo.

-Esa yegua es hermosa, Lia, ¿dónde la conseguiste?- preguntó con curiosidad al escuchar sus propuestas de cómo transportar el obsequio.Además, también serviría para estrechar lazos con sus nuevos compañeros.

-Deberías tratar con más delicadeza a las damiselas, sir Rurik- añadió tras recordar el momento de como dejó caer a peso a Lia hacia el suelo-.Hay momentos y momentos para sacar la rudeza- dijo esta vez con una sonrisilla algo pícara.

-¿Cómo os conocisteis?- preguntó ahora haciendo referencia a su relación con Earwën.

Tras la mini reprimenda de Rurik, Lia farfulló algo parecido a un gracias haciendo referencia a la crueldad y malicia de las ratas y cogió las riendas de su yegua para seguir al grupo en la formación ofrecida por Rurik.

Oh! ¿Qué cómo conocí a Perchita? Resumiendo la historia: Nos rescatamos mutuamente de viejo escalvizador. Aunque si quieres te cuento la historia larga. -Espera unos segundo la respuesta de Varuna y sin darle casi tiempo a responder- Te la contaré igulmente, por si el resto está interesado.

Conocí a Mordred en un mercado cuando intenté cogerle prestado unas manzanas que a todas luces no se iba a comer. Se las veía jugosas y dulces y la cara del viejo era amargada, señal de que nunca come dulce.- Suspira- En fin, me pilló con las manos en su bolsa y me agarró por la muñeca. Era más fuerte de lo que su enclenque cuerpo hacía parecer. Y me llevó ante las autoridades de la ciudad. 

El guardia dijo que por robar, el castigo era cortar las manos. Yo le supliqué y rogué. Sin manos no podría cocinar. Al oír que sabía cocinar, el viejales me propuso otra opción: Trabajaría para él durante dos años.

Dos años por unas pocas manzanas me parecía exagerado, pero era preferible a perder una mano; así que acepté y el guardia me dejó marchar.

Resultó que Mordred tenía a otros dos jóvenes como yo en su morada. Supuestamente eran sus aprendices. Pero al cabo de un año yo ya era más capaz que los otros dos en realizar las tareas que nos enseñaba Modred.

Entonces, una día, los otros dos chicos desaparecieron. Por aquel entonces, yo supuse que se habían ido humillados por mi gran talento; pero cuando apareció Perchita me di cuenta de que el viejo los había vendido como esclavos para sacarse unos oros extra.

A Perchita la usaba para cargar pesado carros llenos de materiales y baúles. Y a mí me tenía esclavizada en la cocina y limpiando todas sus porquerías y letrinas.

Así que un día me cansé, cogí mis cosas y me fui. Esa noche, mezcle unas raíces de Valeriana en la comida del viejo y cuando cayó dormido me preparé y me fui. Pero algo debió de olerse, pues cuando estaba en el patio, le oí gritar maldiciones sobre mí. Así que desaté a Perchita y juntas huímos de su morada para no volver.

Tras su relato, saca un saco con unas monedas dentro. -También me lleve la paga que me merecía después de mis servicios- y ríe

Comenzaron a salir de la casa pero no comentaron nada de lo que había ocurrido ahí dentro, solo sobre un contratiempo.. y peludo, no entendía a que se referían, pero pareció entenderlo cuando vió que Rurik llevaba a Lia bajo el brazo y hablaron de la rata. Aunque le parecía extraño tanto barullo por un animal como ese. 

Parece que había que llevar algo de vuelta, pero ella seguía dándole vueltas a lo que había dentro de la casa, se giró y miró hacia el interior oscuro, del que no conseguía ver nada, hasta que Rurik la ordenó donde debía ir. Por la cara que puso, parecía no hacerle mucha gracia, ahora parece que debía ser la guardaespaldas de las mujeres, cuando la misión de ella era otra. Pero no dijo nada, solo murmuraba alguna que otra palabra pero nada más, obedeció y se colocó en su posición mientras las mujeres hablaban. 

- El viaje se va a hacer muy largo.. - comentó al enano.

Farfullaba maldiciones, malhumorado, cuando las botas se le hundían en el barro. Encima, Varuna le regañó, pero solo obtuvo un "Grr" como respuesta. El camino de vuelta era lo peor de aquel viaje, pero le reconfortaba el hecho de cobrar al llegar a su destino. Tiraba de vez en cuando de su burra, echándose las riendas al hombro, a veces el animal se quejaba, pero él emitía un "shh, quejica" o algo por el estilo y proseguía. Varuna y Lia hablaron de sus vidas pasadas, y escuchó en silencio durante parte del camino.

-¿Sabes cocinar? ¿y por que no lo has dicho antes? eso quiero verlo.

De toda la historia de Lia, con lo único que se quedó el rufián fue con ese detalle. Luego Varuna le preguntó a él.

-La saqué de un aprieto en el pasado y ella me saca a mi de los míos ahora. Tiene un curioso sentido del honor en su tribu. Además, a parte de su excelente habilidad con las armas, también tiene la virtud de saber aguantarme. No me quejo.

Se encogió de hombros y siguió andando, entre gruñidos.

-Preguntadle a ella si queréis más detalles, no gusto de hablar con los pies metidos en porquería. Pero al llegar al bosque mejor nos callamos, recordad las advertencias de la elfa: hay criaturas extrañas allí.

Lia mira a Rurik indignada por cuestionar sus habilidades.

Pues claro que sé cocinar. Y te lo demuestro ahora mismo- Se da la vuelta para coger sus bartulos, pero se detiene en el último momento- Bueno ahora mismo no puedo porque no tengo nada que cocinar y con esta humedad dudo que pueda encender una hoguera decente. Pero cuando salgamos del pantano preparo un plato a las hierbas aromáticas.

Se calla unos minutos para pensar qué plato preparar hasta que oye la respuesta de Rurik sobre la elfa y no puede evitar añadir levantando un dedo - Y sabe cazar. Me lo dejastéis muy claro cuando nos conocimos- Ríe risueña ante su broma.

-No me lo recuerdes orejitas... Contestó el enano a la elfa con sorna mientras relamía la última gota de cerveza de su odre.
Sin cerveza que remojara su conciencia, El peor de los enemigos del Cabezayunque amenazaba con aparecer en cualquier momento. Por crueles y peligrosas que fueran las criaturas del lugar, no había nada que pudiera hacer más daño al enano que sus propios recuerdos.
Sin la cantidad de alcohol en sangre habitual, el enano Empezaba a tomar conciencia de  quién era, por dónde caminaba, con quién y porqué. El desagradable y pegajoso fango, los molestos insectos, los posibles peligros, nada parecía importar ya salvo una cosa  - Eso que nos ha entregado la vieja en un arma ¿verdad? Dejadme verla. Necesito verla…
Sorprendía bastante ver a la fornida e imponente figura enanil cómo un vulgar mendigo pidiendo limosna. Los oscuros y penetrantes ojos del enano, con el fondo blanco por primera vez en mucho tiempo,  parecían necesitar satisfacer su petición tanto como los peces el agua.

Lia se gira para mirar extrañada al hasta entonces callado enano. -Ya la veremos cuando la entreguemos. Pero por ahora mejor que siga protegida por el cuero. Imagina que es de madera sin barnizar y se estropea con esta humedad. Tendríamos que pagarla y yo no tengo tanto dinero como dejó entrever el burgomaestre que costaba.

No. Mejor déjala guardada, Rurik.

- De eso nada jovencita. Aquí nadie va a entregar nada a nadie.- replicó el enano a la joven humana. - No hasta que pueda ver lo que esconden esas pieles - Y cerrando el paso a Rurik subió el tono de su súplica, que empezaba a convertirse ya en un enojado mandato - No daréis un paso más hasta que Ridgern Cabezayunque compruebe si todo  el honor se su familia va envuelto en ese cuero. Y con gesto severo cruzó su mirada con la del humano que entendió enseguida que aquello iba en serio y que de no satisfacer la petición del enano, las criaturas extrañas del bosque iban a ser la menor de sus preocupaciones. 

Rurik agitó la mano sin volverse ante la afirmación de Lia sobre que sabía cocinar, como si no la creyera del todo, aunque su estómago no estaba demasiado de acuerdo.

El gigante norteño entrecerro los ojos, que cada vez se hacían más y más pequeños cuento el enano más insistía. Lo prefería callado y hablador con su noviahacha o lo que fuera. 

Cuando iba a replicar, Lia también se metió por medio, a lo cual, asintió a la joven, pues su comentario era bastante acertado.

-No se la iba a dar de todos modos. Se queda así hasta que lleguemos. Porque lo digo yo y no hay nada más que hablar.

Masculló y prosiguió su andanza, volviéndose para tirar de la burra, hasta que, delante suya, se interpuso el enano, que le llegaba por la cintura, aproximadamente.

-Tranquilo, tus ancestros siguen bajo las rocas donde vivís, con tus mujeres velludas y evacuando piedras sin parar. Más bajo no van a caer aunque lo que esconda estas pieles sean suyas.

Ladró sin demasiado tacto, incluso un poco provocativo, cargando de esteriotipos su frase, que bien sabía que no todas eran ciertas, pero gustaba de sacar un poco la lengua cual filosa daga. Pero luego lanzó un poco de humo para calmar el ambiente.

-Relájate, viejo truhán. No tiene pinta de ser tuyos, no pesa demasiado.

Hizo una pausa para beber del pellejo de vino que llevaba colgado al cinto. Luego se lo ofreció al enano.

-Dale un trago y sigamos. 

Escuchó con atención la historia de la maga, sin duda era triste y dura, pero seguramente todos los allí presentes no habían vivido un camino de rosas hasta llegar a ser lo que eran.

-Hermana Lia, todos hemos cometido nuestros pecados, probablemente tengamos las manos manchadas de sangre, todos cargamos con nuestras pesadillas y portamos nuestras cruces grabadas de lamentos, pero si no fuese por todo ello, no seriamos lo que somos hoy en día.Llegado el momento, todos seremos juzgados por el ser supremo, ningún mortal se librará de su castigo y su sentencia- de nuevo sacó su lado más fanático y devoto, una parte de ella que aún no conocían del todo bien.

-Sin duda alguna, la historia que contaste es trágica y dolorosa, y si nos topamos con ese hombre, ten por seguro que haré todo lo que esté en mi mano por llevarlo ante la justicia divina- cerró su puño derecho y lo golpeó con fuerza contra su pecho, a la altura del corazón, a modo de promesa.

Acto seguido escuchó la breve historia de Rurik, no entró en detalles, pero de una u otra manera, había algo que le decía al verle, que no habría tenido una vida fácil, al igual que Earwën.Asintió ante las últimas palabras del heljarken, ya le preguntaría a Earwën sobre su vida que sin duda sería curiosa.Al parecer, el enano empezó a soltar su lengua.No sabía realmente si era por la falta de alcohol en su sangre,el cansancio o la mugre que les rodeaba, pero sin duda se había convertido en un ser osado y atrevido, y su petición podría poner en peligro aquella misión.Por suerte, sus compañeros tenían buen raciocinio, y protegieron el obsequio con firmeza.

-¡Sir Ridgern! Compórtese y conserve sus modales, aún queda un largo trayecto y nos convendría mantener la cabeza sobre los hombros, no sabemos qué nos puede acechar en cada esquina.Así que le pido por favor que guarde su cordura y controle sus impetuosas ansias- añadió la clérigo alterada ante tal situación, con mirada crítica y penetrante.

El enano ignoró a Varuna y siguió con su mirada clavada en Rurik, como si fueran los dos únicos seres sobre la faz de la tierra. - Qué sabrás tú de mis ancestros... Contestó Ridgern malhumorado, que  seguía con sus robustos y pesados pies clavados en el fango sin ánimo ninguno de moverse. Ni el norteño, ni siquiera la mula que le acompañaba  eran más tercos que un Cabezayunque. El enano tomó el odre de Rurik y comenzó a beber llegando a escurrir la seca piel del norteño - Buuuajjj, puto vino de mierda...!!! esputó Ridgern que  había sorbido el líquido sin  saborearlo hasta el último trago. - Vamos norteño, no hace falta que me la entregues, solo necesito verla  y ni siquiera entera. La espada que busco pasó meses forjándose en la fragua de mi familia. La conozco bien, me basta con ver una pulgada de su metal para reconocerla.  

Y tras escupir al suelo para quitarse el sabor a vino, volvió su mirada hacia Rurik esperando que éste le complaciera

Vió como el enano la adelantó y detuvo la caravana colocandose delante de todos, exigiendo ver lo que les habían dado. Dejó que Rurik hablara, pero el enano no pareció entrar en razón, asi que fue ahora ella la que se colocó delante del enano.

- Te han dicho que no, y es que no, asi que volvamos atrás para llegar cuanto antes y poder llenarnos la barriga de manjares.

Dijo manteniendose de pie al lado del enano.

-O tengo que llevarte en brazos??

Apareció una sonrisilla en sus labios cuando dijo eso.

Cuando el enano despreció asi su preciado vino de robledo, la ira llenó totalmente su frío corazón del norte. Apretó el puño hasta que los guantes de cuero crujieron. Dió un paso al frente, hasta "encarar" al enano. Le mantuvo la mirada -para ello tuvo que mirar hacia abajo- y se agachó a por el pellejo de piel porcino que estaba en el fango. Movió el recipiente hasta que las últimas gotas de moribundo líquido carmesí mezclado con barro cayeron al suelo. 

Juró por los mismísimos viejos dioses que tuvo que contenerse para no impactar un gancho de derecha en la mandíbula pétrea del enano. Pero frenó su rabia Berserker. Su sonrisa conciliadora ya no estaba.

-Aplazaré la riña hasta terminar el trabajo. Allí tú y yo cruzaremos acero. Nadie desprecia el vino de la amistad que con sudor he comprado, alimaña de las cavernas.

Limpió el barro de sus pieles y lo guardó al cinto. Su compañera elfa y Varuna trataban de calmarlo, a lo que Rurik añadió:

-No pierdas el tiempo, Earwën.  Por su bien sus manos no se pondrán sobre el paquete.

El norteño volvió a ponerse las riendas sobre los hombros y siguió con el paso, dando por zanjada aquella conversación.

-En marcha.

- JOJOJO No me hagas reir orejitas, ni cien como tú podríais levantarme un palmo del suelo- Replicó Ridgern a la elfa, pues en estos momentos  no entendía su simpática  ironía. La tensión creció en el ambiente, sobre todo cuando Rurik reaccionó con gran enojo después del gesto de desprecio que el enano tuvo con el vino que con tan buena intención le había ofrecido.
El norteño se encaró con el enano y comenzó un reñido  duelo de densos alientos sin haber un claro ganador. Pero Ridgern ni se inmutó. Su agrio carácter y su reciente apego constante a la bebida le proporcionaba no pocas peleas de tabernas y estaba más que acostumbrado a este tipo de desafíos.
Por suerte para todos el enano no acostumbraba a beber vino y la alta graduación del caldo no tardo en remojar los secos sesos del enano, que empezó a sentir el anhelado estado de embriaguez que necesitaba para  mantenerse alejado de sus más recientes y deshonrosos recuerdos. Los profundos ojos del Cabezayunque volvieron a su habitual fondo rojizo y la mirada inexpresiva y difusa que hasta ahora habían conocido sus acompañantes, volvía a florecer en el pelirrojo rostro del peculiar personaje. Pero las palabras del norteño no cayeron en saco roto y Ridgern le contestó casi  sin saber por qué, como hacía con cualquiera que se cruzaba en su camino. - Claro que SÍÍÍÍÍ. Los altos como tú no me dan miedoOOOOO. Sabrás lo que es un buen acero enano y no la miEEEErda de hierro que llevas....

Ridgern quiso seguir a Rurik para continuar la reyerta, pero había falcado tanto los pies en el suelo por si tenía que aguantar el envite del norteño, que  sus botas estaban clavadas casi un palmo en el fango. Le costó salir de la farragosa situación, cosa que solo consiguió cuando se cogió de la cola de la mula a su paso, cuya inercia le sirvió para sacar sus botas llenas de barro. Con una tensa calma el enano volvió a su posición, mirando a todas y ninguna parte a la vez,  con su ballesta cargada y preparada para encontrarle  nuevo dueño a una de sus saetas.  

Estuvo apunto de pararse para contestar y soltar lindezas en el idioma enano, pues era conocedor del mismo, puesto que los Heljarken comparten muchas de las palabras con los enanos. Pero no lo hizo. Si se paraba y hablaba, era para acabarlo con  sangre y acero. Solo masculló:

-No pinta nada aquí, nunca lo pintó. Por Valkar y las siete rameras que lo parió.

Tenía a la burra cogida de las riendas y la lanza en la diestra, sirviéndole de apoyo para no hundirse. No dijo nada más, estaba enfuruñado, a punto de explotar, con la cabeza gacha y la chepa en lo alto, como un perro cuyo lomo esta erizado y enseña los colmillos entre babas y espuma, centrado en seguir avanzando.

Cuando el enano se plantó delante de la comitiva, la muchacha morena aprovecho para contestar a Varuna

-Oh, sí. Si le vemos habrá que castigarle... y amordazarle rápido, antes de que sus mentiras nos vuelvan los unos a los otros. Tiene una lengua afilada y es capaz de nublar tus sentidos y tu razón tan solo con las palabras.

Al ver que el enano sigue con su cabezonería, Lia empezó a prestar atención a lo que decían los varones y a medida que iba escuchando se iba poniendo cada vez más roja a la vez que mantenía la respiración. Sin embargo, cuando estaba a punto de explotar, el enano empezó a bambolear la cabeza y dejó avanzar al grupo. Pasó a su lado mirándole con los ojos entrecerrados, pero sin llegar a decir nada y soltó el aire en una espiración larga y constante.

Tras la calurosa discusión de los aventureros que casi les cuesta una pelea, prosiguen el camino por los pantanosos terrenos que les separaban de Robledo.El ambiente estaba algo tenso y las conversaciones no fluían tanto como antes.El día fue pasando, apenas hicieron una breve pausa para comer algo rápido y seguir el viaje hasta el anochecer.Llegaron justo a la misma zona donde se reunieron con la guarda de vecería, pero ahora no había rastro alguno de ella, incluso su improvisado campamento ya no estaba, y no había ni una miserable huella de la elfa, sin duda era una experta en el sigilo y la supervivencia.

¿Qué harían nuestros aventureros? ¿Seguirían su camino de noche para llegar antes a Robledo, o pararían a descansar?