Partida Rol por web

El encapuchado miro y remiro a la mujer caballero que le había hablado en su lengua materna, en sus ojos brilla la luz de cuando un cazador ve a su presa.

Cuando el cuarto soldado les llamo para adentro, alexander simplemente entró y observo a aquellos que se convertirían en las piedras de la calzada hacia su ascensión a santo de bronce.
Cuando empezaron a repartir las telas observo a la mujer caballero para ver cual le había tocado -tsk – la suerte no le acompaño.
Ahora se disponía a buscar a su próximo sacrificio, mientras se quitaba la capucha para dejar al descubierto su cara y se ataba el pañuelo a la cabeza.

- Bien, si  no  hay  preguntas, podemos  empezar. 

Tras  decir  esto, las  puertas  dobles  se  abren.

Sé que es costumbre decir lo de "las damas primero", pero no lo voy a respetar en esta ocasión. Dejo que ellos pasen antes que yo. 

Noto cómo el chico ruso me mira de forma rara. Concretamente, estaba mirando el pañuelo azul que cuelga de mi cuello. 

¿Le habrá fastidiado que haya traducido lo que ha dicho? No me gusta un pelo su actitud. 

Sólo por si acaso, prefiero no dejar de mirarle de reojo. 

Poco  a  poco, todos  los  reclutas  vais  atravesando  las  puertas.

Una  vez  fuera, os  encontráis  en  lo  que  parece  una  arena  de  combate: una  amplia  extensión  circular  cubierta  de  arena, delimitada  por  unos  altos  muros  donde, en  lo  alto, se  encuentran  las  gradas. 

Podéis  ver  que  la  arena  no  está completamente  desértica, sino  que  hay  diferentes  estructuras. Podéis  contar  12  columnas  esparcidas  por  la  arena  y  diferentes  restos  y  ruinas  de  lo  que  parecen  edificios, es  decir, sitios  perfectos  para  poder  cubriros  o  esconderos. A  parte  de  esto, hay  cascotes  de  diferentes  tamaños  por  algunas  zonas  de  la  arena.

A  medida  que  vais  saliendo, los  otros  reclutas  se  van  abriendo  en  abanico  sin  separarse  demasiado  de  la  pared. 

Al  otro  lado  de  la  arena, podéis  ver  si  problema  como  van  saliendo  más  reclutas  de  otra  puerta. Todos  ellos  también  llevan  pañuelos  de  diferentes  colores. 

Cuando  salís, echáis  una  mirada  a  vuestro  alrededor.

Os  fijáis  que  las  gradas  están  practicamente  vacías  y  que, en  una  zona  concreta, hay  una  especie  de  "palco"  o  similar, donde  veis  un  trono. Una  mujer  de  pelo  morado  claro  está  sentado  en  él  y  lleva  un  sencillo  vestido  blanco.

En  sus  flancos  hay  dos  personas. Una  chica  de  unos  veinte  años  de  pelo  azul  y  un  chico  de  unos  15  de  pelo  blanco. 

A  parte  de lo  anterior, te  fijas  que, sobre  una  de  las  columnas  de  la  arena, se  encuentra  de  pie  el  misterioso  encapuchado  que  os  ha  dado  los  pañuelos.

Parece  que  está  ahí  colocado  de  forma  específica  porque  se  encuentra  justo  en  la  trayectoria  del  sol, de  manera  que  es  muy  difícil  poder  verle, aunque  aún  así  eres  capaz  de  reconocerle.

Sin  embargo, no  sabes  muy  bien  cómo  ha  llegado  hasta  ahí. 

Observo momentáneamente las gradas. Así que vamos a ser observados. Tiene su lógica. Aquí no sólo se mide nuestra capacidad de ataque, sino también nuestra actitud. 

Aquí no sé contra quienes me voy a enfrentar. Lo mejor que puedo hacer es cubrirme las espaldas, siguiendo las enseñanzas de mi maestra. 

- Bueno, viendo el panorama... Mejor que me adapte un poquito a las circunstancias. 

Dicho esto, comienzo a conjurar mi armadura de luz. 

Sin dudarlo un instante, Alexander se lanzo al centro del recinto. No pensaba perder mucho tiempo en esta prueba, mientras una cúpula de hielo se formaba a su alrededor, como un lobo en la estepa siberiana esperaba que su presa apareciera en el rango de su mirada.

Vale, entendido. 

Entonces primero escudo, luego ya lo que quiera. 

Un d100. 

Según esto, vuelvo a tirar...

93 + 75 = 168
 

Pone que son 300 puntos de Resistencia. 

Veo como más aspirantes entran del otro lado, como aun no localicé al que tiene el pañuelo de mi mismo color sigo buscandolo uno a uno mientras sigo andando con paso firme hacia el centro sin apresurarme como aquel extraño extranjero. Estoy decidido en no permitir que nadie vaya a matar así que aparte de buscar a mi compañero tambien me interpondre si creo que alguien esta apunto de dar un golpe mortal.

Al ver las gradas, las 12 columnas y las estructuras dentro de la arena, sonreí de costado.

Tiene sentido...

No me gusto nada a mi tampoco la actitud del joven, pero no era mi problema, comencé a caminar despacio hacía una de las ruinas, buscando una posición que me diera altura.

Algunos  de  los  nuevos  "reclutas", al  igual  que  Alexander, se  lanzan  a  la  arena  de  forma  rápida, mientras  que  otros  son  un  poco  más  precavidos  y  avanzan  con precaución.

Una  vez  pasado  el  choque  inicial  de  encontrarse  en  la  arena a  plena  luz del  sol, todos  los  jóvenes  empiezan  a  buscar  a  su  objetivo  en  las  filas  contrarias. La  distancia  es  considerable, aunque  los  pañuelos  se  ven  con  claridad. Sin  embargo... Parece que... No  hay  ningún  color  que  corresponda... 

Todos  vosotros  apenas  tardáis  un  par  de  segundos  en  daros  cuenta  de  esto, de  manera  que, ¿y  ahora?

Como  contestando  a  vuestras  preguntas, la  arena, lentamente  se  empieza  a  mover. En  puntos  concretos  empieza  a  girar  sobre  si  misma, hasta  que  se  abre  dejando  salir  algo...

Pañuelos...

Decenas  y  decenas  de  pañuelos  surgen  de  la  arena  para  mantenerse  suspendidos  en  el  aire  medio  metro  del  suelo. Todos  se encuentran  en  el  centro, formando  lo  que  parece  una  especie  de  círculo. Sin  embargo, no  es  lo  único  que  se  mueve  en  la  arena...

Junto  a  los  pañuelos, algunos  cascotes  y  piedras  también  empiezan a  elevarse... Al  principio, se  mantienen  ahí, suspendidos, pero  al  instante, cada  uno  de  los  cascotes  se  lanza  contra  un  oponente  diferente.

Los  reclutas  saltan,giran, esquivan, paran  e  incluso  golpean  los  pedazos  que  llegan  hasta  ellos. Algunos  lo  consiguen, otros  no.

Al  ser  uno  de  los  que  se  había  acercado  con  más  rapidez, Alexander  es  el  primero  en  sufrir  el  ataque. Practicamente  sin  hacer  ningún  movimiento, de  la  nada  aparece  un  muro  de  hielo  que  se  interpone  entre  él  y  la  roca. Golpea  con  fuerza  pero  el  escudo  aguanta, tras  lo  cual  se  deshace  en  pequeños  trozos  de  hielo  más  pequeños  que  empiezan  a  flotar  a  su alrededor.

Los  siguientes  son  Artemias  y  Opa. El  primero, aprovechando  la  cobertura, se  apoya  en  una  de  las  ruinas  y  salta  por  encima  del  cascote  que  se  dirige  hacia  él, aunque  no  encoge  los  pies  con  suficiente  velocidad  y  le  golpea  en  una  pierna. Opa, sorprendido, intenta  golpear  la  roca  que  se  dirige  hacia  él  para  partirla  en  dos, aunque  tampoco  lo  hace  con  suficiente  velocidad  y  le  golpea  en  el  pecho  con  violencia.

La  última  es Yelena, la  cual, con  rapidez, mueve  sus  manos  y  entona  unas  palabras, creando  un  escudo  de  luz  que  bloquea  a  la  perfección la  roca. Tras  esto, el  escudo  se  deshace  en  pedazos  más  pequeños  que  empiezan  a bailar  alrededor  de  la  joven.

Parece  ser  que  no  han  sido  los  únicos  en  sufrir  daños, ni  los  únicos  en  ser  capaces  de  defenderse. La  cuestión  es:

¿Y  ahora  qué? 

Los  pañuelos  siguen  en  el  mismo  sitio...

Vosotros  habéis  podido  ver  que  los  pañuelos  estaban  rodeados  por  unas  líneas  que  se  movían  sin  cesar  a  su  alrededor, simulando  mucho  el  movimiento  del  viento... Una  matriz  psíquica...

Al  igual  que  las  rocas, se  han  empezado  a  elevar  y  os  han  atacado  movidas  por  una  matriz  de  las mismas  características.