Partida Rol por web

El Regente de Jade I: El Legado de Muro de Salmuera.

El Espiritu Kami.

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06/04/2017, 23:07
Kelsier Deznad.
Sólo para el director

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Kelsier observó al feo y lamentable perro aullar constantemente. Con prudencia y a cierta distancia el joven explorador se decidió por intentar comunicarse con el animal.

- Eh, bicho feo. Sí tú, el perro más feo de toda Punta Arena y posiblemente de Varisia - dijo con tono suave y un punto de humor -. ¿Que ocurre? ¿Tienes hambre? - preguntó al animal, tratando de entablar una relación no hostil con el animal y ver si podía disuadirlo para que se marchara y no arruinase la celebración.

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07/04/2017, 09:43
El Perro de los Vhiskirville.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

El can observa en la distancia a Kelsier durante unos segundos. Ladea la cabeza, como si escuchara o pudiera comprender las palabras del semielfo.

Y finalmente lanza un breve aullido antes de darse media vuelta y alejarse a toda velocidad por los callejones de Punta Arena.

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07/04/2017, 09:43
El Regente de Jade.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

A los pocos segundos de que Kelsier salga de la posada, los aullidos del sabueso cesan.

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07/04/2017, 09:47
Ameiko Kaijitsu.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Me gusta tocar, me gusta la música, me gusta bailar. Y haber estado en tan estrecho contacto con Sandru y los suyos, no ha hecho sino alimentar mi vena artística. Ahora cuando hago sonar mi samisen ya no es sólo el dulce lamento contenido de la música tradicional de mi pueblo, los tien. La fuerza, el color de las canciones varisias entonadas en familia alrededor de las hogueras se entretejen con los sones más lánguidos y suaves, propios de mi cultura. Es algo nuevo, único y lo adoro. Shelyn me ha bendecido para esto, para crear y entregar la música a los demás.

Me fijo en los pasos de Vankor y los sigo, pero introduciendo una ligera variación. Luego lo miro por encima del hombro mientras ejecuto un giro, desafiándolo.

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07/04/2017, 14:24
Kelsier Deznad.
Sólo para el director

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Kelsier observa al pobre chucho y lo sigue con la mirada como se aleja. Quedándose incómodo al intuir que el perro pretendía algo.

¿Tal vez seguirle?, se preguntó el joven semielfo. No pierdo nada observando y confirmando si el perro se va del pueblo, después de todo, razonó mientras sus piernas comenzaron a moverse raudas y ligeras, siguiendo al chucho.

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07/04/2017, 18:47
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Giorgino se quedó esperando la respuesta de su tío, pero esta no llegó y lo dejó algo desconcertado. Supuso que su proposición lo había alegrado tanto que se había quedado sin palabras, así que sonrió y abrazó a su tío con alegría.

-¡Gracias tito! ¡No te arrepentirás! ¡Además nos lo pasaremos muy bien! Yo nunca estuve en Magnimar, aunque me gustaría participar en una de esas grandes carreras de carros que organizan, estoy seguro que puedo ganar. -Giorgino levantó la cabeza, como si escuchara algo.- ¡Escucha! ¡Hasta el perro se ha callado! ¡Eso es un buen augurio! ¡Has tomado la decisión correcta!

Dejó de abrazar a su tío y se volvió hacia su abuela y Petunia muy contento, por fin demostraría que podía ser un buen conductor de caravanas y ayudar a su tío como lo había hecho su padre. Además ir a Magnimar le atraía mucho porque era la ciudad más grande que existía por los alrededores y siemrpe escuchaba maravillas sobre ella.

-Abuela. ¿Vendrás con nosotros? ¡Di que si! Yo puedo llevar tu carro.
-Se acercó a Petunia y señaló la jarra que aún no había soltado.- Veo que lo estás celebrando por todo lo alto. ¡Así me gusta! ¡Vamos a bailar! ¡¿Quien se apunta?!

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07/04/2017, 18:57
Sandru Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

El inagotable torrente de palabras de Giorgino entraba y salía de la mente de Sandru mientras el veterano mercader no oía más que el odiado aullido por encima de el volumen de la música. Hasta que cesó. Sandru quedó tan sorprendido que no se apercibió en primera instancia de que Kelsier había abandonado la Posada.

Ya más centrado, devolvió sus sentidos a su sobrino el cual parloteaba sin cesar sobre su supuesto triunfo, y su supuesto viaje como caravanero. La mano de Sandru salió despedida como una serpiente y agarró con fuerza la oreja de su sobrino, atrayéndolo a su presencia.

- No tan rápido jovencito. Primero, no tienes quince años. Ningún varisio es un mercader como tal hasta que cumple esa edad en la que recibe su Kapenia, y no veo que tú tengas la tuya. - Evidentemente Sandru ponía en su sitio a Giorgino, ya que él tenía la Kapenia del muchacho. Y había dejado claro que no se la iba a entregar hasta que cumpliera los quince años.

- Además, no me consta que tengas el consentimiento de tu madre para partir en una caravana. Y como sabes ella tiene la última palabra al respecto mientras vivas bajo su techo. Ningún varisio que se precie deshonraría a su madre. - Una mirada ominosa de Sandru desarma la jovialidad del joven. La siempre enfadada Martha era un constante freno para las locuras que Giorgino tramaba a diario. A lo mejor pecaba de sobre protectora con el muchacho, si bien la cicatriz de la pérdida de su marido Alder, debía ser bien dolorosa para ella aún. Y eso que no sabía toda la verdad. Sandru apretó la mandíbula con gesto serio.

- Pero no quiero desanimarte. Cumple los quince, haremos una buena fiesta y recibirás tu legado y con él la capacidad de decidir tu destino. -  Sandru torna su mirada en un gesto pícaro. - Claro que aún deberas convencerme a mí. Como bien te pueden decir tus primos, no contrato vagos ni maleantes, jo, jo, jo. -

Sandru conversa un poco con Giorgino, pero se muestra inflexible, y tras unos momentos se aleja en dirección a la cocina con la excusa de traer más cervezas. Más en el camino se detiene en una de las ventanas de la Posada tratando de distinguir a Kelsier y al ahora silente chucho.

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07/04/2017, 20:03
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

-¡Ay, ay, ay, ay!

Giorgino sitió el tirón en su oreja que lo alejaba de Petunia, su abuela y el baile. Al volverse vio que era su tío Sandru, seguramente quería darle otro abrazo o bailar con él, bailar entre hombres no era nada raro entre los varisios solo una expresión de alegría como la que estaban viviendo, así que Giorgino volvió a abrir los brazos.
Las palabras de su tío hicieron que toda su expresión cambiara de repente. El semblante serio, los brazos caídos y una repentina desgana y falta de energías lo invadió. No eran un jarro de agua fría, ni un balde, ni siquiera un barreño o una bañera, sentía como si todo un mar helado le hubiera caído encima de repente.

-Pero... yo... Casi... No... Mamá...

En su mente las frases eran coherentes y tenían todo el sentido y los argumentos para hacer cambiar de opinión a su tío.

Pero yo pensaba que os acompañaría en este viaje.

Yo estoy preparado tío Sandru, pregúntale a los primos, puedo seguir el ritmo de cualquier conductor de carros.

Casi he cumplido quince años, falta muy poco tiempo ¿Que diferencia habrá?

No puedes dejarme aquí solo por eso, es injusto...

Mamá comprenderá que vaya, además ahora casi no hay nada que hacer en el campo y si me pagas algo de dinero nos será de mucha ayuda, las cosechas apenas dan para vivir.

Pero en el estado que se encontraba apenas pudo decir nada más. Solo se quedó mirando al suelo conpungido mientras rascaba uno de los tablones con la punta de su bota.

-Sí tío Sandru...

Aquello era injusto. ¿Como no podía ser caravanero? Estaba seguro que la Señorita Ameiko se había ido mucho más joven de aventuras y nadie le había dicho nada. Incluso era lo suficientemente mayor para su otro tío, Jubrayl, que hacía poco le había ofrecido trabajar para él, pero Giorgino quería ser caravanero y lo había rechazado. Ahora sus esperanzas se veían postergadas durante un tiempo que al muchacho se le antojaba una eternidad.
Sin ganas de mucha fiesta Giorgino se alejó en silencio arrastrando un poco los pies y se apoyó en una de las paredes cerca de Hattori, el anciano era muy buena compañía en momentos así, solía estar a sus cosas, barriendo y recogiendo y no le molestaría.

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07/04/2017, 20:29
Serveris.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Giorgino me anima a que me tome una cerveza junto con él. En ese momento hago la cuenta de que no he hecho más que ayudar a servir y limpiar durante toda la reunión. Supongo que debo disfrutar un poco más este tipo de instancias antes de llegar a la edad del viejo Hattori.

Le sonrío y me acerco a él para celebrar con los parroquianos el motivo que nos convoca.

Entonces, escucho el aullido de ese perro que parece ser un signo de mal augurio. No creo demasiado en esas cosas, solo pienso en que ese perro debería ser entrenado para que se vuelva un buen compañero, incluso un fiero guardián.

"Yo creo que podría conseguirlo. Hice un buen trabajo con Roiyaru."

Dejé al pobre fuera del Dragón Oxidado, cerca del bebedero por si le da sed. No es mucho camino desde acá a la granja de mi padre, pero como siempre hago que galopemos a máxima velocidad, puede haberse agitado un poco.

Giorgino intenta convencer a Sandru para que lo lleve en su próximo viaje. Pienso en que también me gustaría ir y poder ver algo más del mundo, pero me apena un poco dejar a mi padre solo con todo el trabajo de la granja. Suspiro y hablo, aunque más para mí mismo:

 - "Ojalá pudiese ir también."

Lo digo solo como un susurro, pues no dejaré al viejo aunque ya no nos soportemos. Es mi padre y le debo eso. Cada día él hace menos y ya acostumbra a beber más de lo que trabaja. Si le dejase solo, de seguro lo encontraría muerto cuando vuelva y esta vez sí sería un suicidio.

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10/04/2017, 10:38
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Vankor sonrió ante el reto. No era un gran bailarín y lo sabia. No era cuestión de que tuviera dos piernas izquierdas, pero poseía mas fuerza que destreza y el resultado final quedaba deslucido frente a cualquiera que gozara de una agilidad o de ese tipo de movimiento felino que los hacía especialmente agradables de ver moverse. Aun así, Vankor tampoco tenía un sentido desarrollado de la vergüenza para cosas como aquellas y creía que el objetivo era pasarlo bien, así que siguió bailando al ritmo de la música de la posadera.

Pero no era algo que quisiera hacer solo así que conforme cruzaba el salón de un lado a otro, cogió de la mano a Serveris y tiró de él para que se incorporará al baile y después hizo lo propio con su hermano, con un Giorgino con cara de mustio y del jefe Sandru. Pronto eran varios los hombres que seguían la música de Ameiko. Vankor se colocó en su avance ante la vieja Koya e hizo un gesto para que todos los demás bailarines hicieran lo propio sin detenerse en su danza. Era claro su propósito. Bailar para la mujer mas vieja de la zona, la madre de Sandru a todos los efectos, y que celebraba su cumpleaños en aquel día.

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10/04/2017, 11:25
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Giorgino seguía apoyado en la pared lamentando su mala suerte y vislumbrando su tan desdichado futuro. ¿Cuanto quedaba para su cumpleaños y que pudiera ver cumplidas las palabras de su tío? ¿Semanas? ¿Meses? Demasiado tiempo cuando un solo día le parecía demasiada espera.
Vio como su primo Vankor bailaba por todo el salón e iba arrastrando tras de si primero a Serveris y después a Bevelek, no pudo evitar sonreír ante la escena, aunque cuando vio que se dirigía hacia él comenzó a agitar las manos negando.

-No, no quiero primo, no me apetece bailar.

Pero eso a Vankor parecía darle igual. Lo cogió y con mucha más fuerza de la que Giorgino tenía lo separó de su pared catapultándolo hacia la última posición de la cola que se estaba formando, para no terminar cayendo al suelo se agarró de la cintura de su primo Bevelek y una vez allí siguió el baile, al fin y al cabo era una fiesta para su abuela y ella se merecía que todo el mundo estuviera feliz, así que intentó bailar lo mejor posible para que Koya se sintiera orgullosa de todos.

-¡Venga tío Sandru! ¡Enséñanos como se hace!

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10/04/2017, 12:47
Sandru Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Devuelta su atención al interior de la posada debido al creciente barullo y ritmo de la música, Sandru no puede evitar una sonrisa al ver que el espíritu varisio se está apropiando de la celebración.

Repartió las cervezas en un abrir y cerrar de ojos, tomando una para sí mismo antes de, siguiendo la invitación de Vankor, unirse al grupo de esforzados bailarines que al ritmo de la música regalaban un espectáculo a Koya, haciendo brillar los ojos de la madura mujer. A lo mejor la madura adivina veía más allá de la escena presente perforando las brumas del tiempo, y se imaginaba que estaba embarcada en ese viaje que tanto anhelaba. Seguro que nos imaginaba danzando alrededor de un fuego de campamento, rodeados de coloridos carromatos tan propios de nuestra gente, arropados por el viaje y el camino. Quizás Koya soñaba.

La petición de Giorgino lo sacó de la ensoñación, una que había hecho propia y descubrió que anhelaba quizás tanto como su madre. A petición popular se remangó la camisa dejando al aire los sonoros abalorios que llevaba, tomando una posición privilegiada en el centro de los bailarines. Comenzó a mover los pies aun lado y a otro, entrecruzándolos con rapidez, elevando las rodillas en algunos avances a la altura del pecho mientras saltaba y cabrioleaba con un ritmo y brío digno de un quinceañero.

- ¡Vamos jóvenes! ¡No veo que os esforcéis demasiado! ¿Vais a dejar que un viejo os deje en evidencia? ¡Jojojoooo! -

La risa de Sandru invadió la posada como un vendaval de alegría incitando incluso a los más reticentes a mover (con más o menos éxito) los pies de aquí para allá.

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10/04/2017, 14:10
El Perro de los Vhiskirville.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Sigues al chucho durante un par de minutos por las calles de Punta Arena. Finalmente, tras doblar un recodo lo ves al extremo opuesto de la calle, mirándote a lo lejos. Te da un escalofrío al mirar esos ojos. Casi estás seguro de que el animal tiene la rabia y parece en estado terminal.

Si tuvieras que apostar dirías que la gente, en efecto, tiene razón al indicar que es un signo de mal agüero, aunque algo en tus huesos te dice que encierra una maldición aún peor para quien provoque su muerte.

Tras ese breve intercambio el perro se interna en el callejón y cuando alcanzas su posición ves un par de bifurcaciones, pero ni rastro del animal. Le has perdido.

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10/04/2017, 14:28
Kelsier Deznad.
Sólo para el director

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

El observar el comportamiento y el estado del chucho, hicieron que Kelsier comprendiera que había algo anómalo en aquel animal. Algo antinatural. Algo maldito en él. Decían que era un perro de mal agüero, un can que precedía a un mal presagio. Cada momento que pasaba, el medioelfo temía que aquel pobre animal estuviera allí para advertir de algo nefasto.

Muchos pensarían que acabar con el perro sería una manera de librarse de él o de darle una muerte piadosa, pero el explorador comenzó a comprender que quien le diera muerte sufriría un infortunio.

Mientras pensaba todo ello, corriendo tras Vhiskirville, éste se introdujo en un callejón con rapidez. Para cuando el muchacho alcanzó la boca de la calle, el perro ya había desaparecido en una de las dos bifurcaciones en las que terminaba el acceso. Torció el gesto, pero avanzó con cautela, llegando a la intersección.

Se puso de cuclillas y miró el suelo, buscando rastro de qué camino había tomado el animal. Si en algo era bueno el chico era en seguir pistas, y eso haría.

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10/04/2017, 17:47
El Regente de Jade.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

No parece que se te dé nada bien rastrear en pueblos, con las huellas de tanta gente y carros. Lamentablemente pierdes el rastro, inviertes en ello media hora y te percatas de que para seguir buscando tendrías que invertir la noche entera. Y, probablemente, no serviría de mucho.

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10/04/2017, 19:13
Kelsier Deznad.
Sólo para el director

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Kelsier chasqueó la lengua al saber que el chucho se le había escapado definitivamente. Mejor sería volver a la posada y disfrutar de lo que restara de la celebración. Antes de abandonar el lugar miró a ambas calles y memorizó a que lugares podrían conducir tanto una como otra. Tras ello, regresó al Dragón Oxidado.

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11/04/2017, 15:49
Bevelek Dalmuvian.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

La fiesta no era el habitat natural de Belevek, era un hombre serio o trataba de aparentarlo, quizás en el fondo fuera tímido, pero en esencia era lo mismo. No era de la clase de personas que se desenvolvían bien en una fiesta, aunque le agradaban, siempre era bueno estar en un lugar tranquilo y tener algo que celebrar. Los viajes podían ser peligrosos y en ocasiones no todos volvían de los caminos.

Debido a sus problemas para adoptar un rol en aquel acontecimiento social, Belevek se mantuvo en un segundo plano durante el transcurso de la fiesta. Había sonreído ante la efusividad y la alegría que desprendía el joven Giorgino como siempre, había escuchado su petición y aunque el creía que el joven estaba preparado para acompañarles, dudaba de que Sandru pensara lo mismo. Era joven y habilidoso, pero su tío se preocupaba por él, como era normal. Quizás él pudiera echar una mano en aquello y ayudar a que los deseos del joven se cumplieran, podría hablar con Sandru. Quizás fuera una buena idea, sí. Pero era hacerle correr un riesgo innecesario, debía meditarlo con calma.

Desde su posición había permanecido atento a su hermano, como siempre, incluso se había tensado un poco al notar un conato de conflicto entre Vankor y el joven Severis, pero todo parecía un malentendido. Lo que le hizo relajarse e ir a por algo de bebida. Fue en ese preciso momento, y con la guardia baja, que su hermano le involucró en un baile del que él no deseaba ser partícipe, sin embargo y por miedo a parecer desafortunado o maleducado se unió. Pese a las dimensiones de su corpachón, el fornido varisio demostró bailar con más destreza de la que seguramente se le podría atribuir en un principio. Sus pies y sus piernas marcaban unos movimientos que combinados con los de sus brazos parecían coordinados y correctos. No estaba al nivel de Sandru, pero visto desde cierta distancia se podía llegar a creer que Bevelek era un bailarín medianamente competente.

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11/04/2017, 19:06
Koya Mvashti.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Desde que la conociera, ya hacía muchos años, la música de Ameiko había evolucionado, mimetizándose con la cultura varisia pero sin dejar de ser algo exótico. A pesar de estar empoltronada en una silla, el pie de Koya no dejaba de golpear el suelo enmaderado al ritmo del compás del samisén. Se sentía como una reina en su trono, plena de felicidad, mientras recibía los saludos y atenciones de unos y otros. ¿Esta era la recompensa de una edad avanzada? Si era así pagaría con gusto las penalidades de la vejez.

- No me perdería tu primer viaje por nada del mundo.- Contestó Koya a su amado Giorgino a la vez que intentaba no mostrar en la expresión de su arrugado rostro la angustia que le generaba que éste condujera su carro.

Es un chico, como su padre, pero aún su cabecita está hueca.- Mejor que Sandru llevara su carro, como siempre. Ya era un hombre hecho y derecho y ella necesitaba tranquilidad durante el viaje para estudiar las cartas. Seguramente la madre de Giorgino pondría pegas para dejarlo marchar pero para eso estaba Koya allí y no iba a dejar que el talento de su joven nieto se desaprovechara malviviendo en una granja.

El aullido del chucho ese erizó los suaves pelos de la nuca de la vieja adivina. Su mirada se endureció al instante en un claro reproche a la actitud que había tenido Sandru con el perro. Se presentaba con todo el descaro a medio de las celebraciones de su cumpleaños. No podía significar nada bueno e, inconscientemente, metió la mano en uno de los pliegues de su falda para sentir el tacto suave y tranquilizador de su baraja de cartas, herencia de su madre. Con un gesto de fastidio desechó la idea pues no podía ausentarse de allí ahora. Mucho menos en aquel momento pues, cuando levantó la mirada, un nutrido grupo de hombres se acercaba a ella, danzando al son de la música.

- Quien no gusta de bailar buena persona no es.- Sentenció sin importar si eso ofendía a alguien ya que era un dicho varisio que ella compartía plenamente. No sólo eso, sino que todo buen bailarín era siempre buen amante, como había podido comprobar en su dilatada vida.- ¡Ay, si me pillarais con menos años!- Hizo el esfuerzo de levantarse, algo tambaleante y apoyándose en el respaldo de la silla. Para sorpresa de todos, no se quedó ahí, sino que ni corta ni perezosa, se subió a la misma. Desde las alturas extendió un brazo para que alguno de los gentiles galanes le ayudara a conservar el equilibrio, tan sólo un reflejo borroso de lo que fue, y poder taconear un poco sobre el taburete.

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11/04/2017, 19:50
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Giorgino contemplaba el baile de su tío mientras él mismo se movía al son de la música de Ameiko en un intento de imitar a Sandru, aunque todavía necesitaba mucha práctica para acercarse al nivel de alguno de sus mayores.

-¡Muy bien! ¡Así se hace!

Giorgino bailaba y aplaudía, no solo a Sandru sino a todos los que se habían animado mientras sonreía y saludaba a Petunia lanzando un beso al aire en su dirección. Después volvió a concentrarse en el baile y en su abuela que parecía disfrutar del espectáculo. Por un momento Giorgino pensó que Koya se iba a atrever a bailar con ellos pero su sorpresa aumentó cuando la vio subirse a la silla para bailar allí encima. Se acercó solícito aceptando la petición que su abuela hacía para que alguien la tomara de la mano.

-¡Hurra abuela! ¡Eres la mejor!

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13/04/2017, 12:44
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Cuando el jefe Sandru cobró protagonismo marcándose un baile, las palmas de Vankor atronaron acompañando cada paso, cada salto, cada giro hasta enrojecer. Fue entonces cuando la vieja Koya se subió a la silla, tendiendo una mano que esperaba fuera recogida sin necesidad de pedirlo. Vio al joven Giorgino extender al suya para hacer los honores, pero Vankor esquivó a unos y otros y con un leve empujón lo apartó. Una sonrisa enorme se dibujó en su cara, dándole un especial atractivo, oscurecido las más de las veces por su habitual seriedad. 

-Primo, tienes una flor más allá que espera esa mano tuya así que aparta de aquí y atiéndela como se merece. De tu abuela me encargo yo -pero Vankor no tomó la mano de Koya sino que agarrándola por la cintura, la bajó de la silla y la puso en el suelo, o más exactamente sobre sus pies-. Hora de bailar, jovencita -dijo y una argentina carcajada acompañó sus primeros y suaves compases de baile.