Partida Rol por web

El rostro de la Bestia

02.- Quaerens quem devoret

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13/01/2009, 10:15
Director
Sólo para el director

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16/04/2009, 18:39
Director

Coincidiendo con la primera nota que llega desde la Iglesia os dais cuenta de que algo ha cambiado. El ambiente está más cargado, como lleno de energía*, de tal forma que el más mínimo roce con ropas o cabellos provoca ligeros pero sonoros chispazos. Además, el cielo comienza a llenarse de nubes con un extraño tono rojizo que puede verse pese a lo oscuro de la noche, como si las propias nubes estuviesen iluminadas. Por otra parte, la temperatura comienza a ascender de forma más que evidente y una fina y maloliente lluvia de ceniza y azufre comienza a caer sobre las cabezas de todos los presentes.

Notas de juego

* Si supieseis lo que es la electricidad os habría dicho que el ambiente está cargado eléctricamente.

Os dejo tiempo por si queréis gritar, llorar o comentar algo. Si no, seguiré narrando...

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16/04/2009, 18:42
Director

La iglesia de San Gabriel es, sin lugar a dudas, un sitio peculiar. Sus altas columnas, sus desnudas paredes, la cruz tímidamente sombreada tras el altar de tosca piedra y su imponente rosetón dan al templo un aspecto y una personalidad especial que sorprende a quien no está acostumbrado a estar entre sus muros, hasta el punto de hacerle sentir pequeño ante la inmensidad constructiva y espiritual del lugar.

Pero por si el edificio ya de por si no fuera suficientemente inquietante, la presencia en su interior de varias decenas de monjes en pie, con los ojos cerrados y un ligero bamboleo de cabeza y torso, que cantan al unísono extrañas canciones en latín, dan al lugar un aspecto que llega a rozar lo grotesco.

Mientras tanto, Gonzalo y María se mantienen apartados y guardan silencio, superados por la situación y a la espera de acontecimientos o de que la noche pase lo más rápidamente posible.

Notas de juego

Lo mismo de antes, os dejo por si queréis hacer algo. Si no, seguiré narrando :)

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16/04/2009, 18:58
Director

Desde la primera nota de los monjes, Gonzalo nota que algo ha cambiado en la Iglesia. No es algo tangible ni fácil de explicar, pero de alguna manera nota que algo extraño está ocurriendo. El ambiente está como cargado de energía, la temperatura parece haber ascendido de repente varios grados y un desagradable olor a azufre parece comenzar a inundarlo todo.

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17/04/2009, 15:52
Abraham

Abraham tiene que hacer un esfuerzos para seguir con lo que está haciendo intentando ignorar las molestias que le agobian. Su piel le pica casi en cada centímetro y siente como si su cabello intentara escapar de su cuerpo. El calor agobiante y el hedor invaden sus fosas nasales y le dejan ligeramente, con la ayuda del olor y el color de la sangre que embota todos sus sentidos con el cántico que retumba a lo lejos.

No puede evitar cerrar los ojos y musitar una plegaria a su Señor.

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18/04/2009, 18:08
María Somontano

María sabía que estaban en un Templo. En la Casa del Señor. Sabía que esos hombres eran hombres consagrados, eran Monjes, al servicio de la Iglesia y de sus fieles. Sabía que esos cánticos veneraban a Dios y sus enseñanzas, porque entendía la mayoría de lo que ellos se decía, no en vano están cantados en latín, un lengua que como mujer educada para la corte, y en un ambiente convenientemente religioso, conoce.

Entonces, al amparo de la Cruz, rodeada de palabras bíblicas, de buenos cristianos... ¿Por qué sigue sintiendo esa terrible desazón...?

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19/04/2009, 08:24
Director

Esta obra es sencilla de entender, especialmente después de varias repeticiones:

"Desde lo profundo te llamé, Señor. Señor, escucha mi plegaria. Desde lo profundo te llamé, Señor"

Notas de juego

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19/04/2009, 08:43
Director

Notas de juego

La melodía del templo vuelve a cambiar.

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19/04/2009, 12:00
María Somontano

María se gira hacia su acompañante y le susurra quedamente:

-Aunque esas melodías pueden pareceros extrañas, sus palabras son sacras, buen Gonzalo. La primera rezaba "Desde lo profundo te llamé, Señor. Señor, escucha mi plegaria. Desde lo profundo te llamé, Señor", y ésta segunda dice así: "Éste es el día que el Señor ha hecho: déjanos regocijarnos y ser felices por ello. Aleluya."

Notas de juego

Dire, estás poniendo los mensajes a todos, incluso el de mi escena privada. ¿Quizá has cambiado loa configuración por defecto?

 

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19/04/2009, 12:09
Abraham

Notas de juego

¿La oímos todos, verdad?

Es decir que la acústico de la iglesia transmite el sonido a todo el monasterio... Si pasara algo allí (un grito, p.e.), ¿nos enteraríamos?

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20/04/2009, 08:33
Director

Notas de juego

Hombre, no es lo mismo un sonido emitido por varias decenas de gargantas que uno emitido por tan solo una. Digamos que no, que lo más normal es que no escuchaseis un grito desde la distancia que estáis.

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20/04/2009, 08:42
Director

Pese a lo realmente inquietante de la situación, Abraham y Hicham deciden continuar atendiendo al herido, que parece no haberse dado cuenta de lo que está ocurriendo a su alrededor y sigue más preocupado por lo que tiene en la corta distancia, más concretamente entre su abdómen y su pelvis. El comerciante, por solicitud de Hicham, comienza a quitar las ropas y armaduras al herido, mientras que el curandero prepara algunos jirones de tela y comienza a extraer algunas hierbas de su saquillo.

Ambos ven salir corriendo a Tomás detrás del otro peregrino.

Notas de juego

Hicham, tírame primeros auxilios o medicina (lo que tengas más alto).

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20/04/2009, 08:48
Director

Tomás persigue al peregrino al que cree en posesión del sagrado cáliz hurtado de la iglesia. El hombre se dirige, velozmente pese a su edad, hacia las puertas del monasterio con la evidente intención de escapar de allí lo antes posible y sin hacer demasiado caso al cambio de ambiente que acaba de ocurrir.

Tomás consigue ver desde la distancia que el ladrón llega por fin a las puertas del monasterio y, aunque parece dudar un instante, en vez de abrir las cancelas decide lanzarse contra el muro y ponerse a trepar.

Unos gritos terribles inundan la noche y ocultan por un instante los cánticos de los monjes en la iglesia.

Cuando Tomás se acerca a la puerta, observa horrorizado como los muros se han convertido en una especie de masa gelatinosa e informe, que ha hecho desaparecer puertas y ornamentos y que parece tener retenido al desgraciado ladrón, a cuyo alrededor algunas decenas de pequeñas bocas parecen estar dando buena cuenta de él.

Pese a los esfuerzos del pobre hombre por soltarse, gritar y patalear, al cabo de unos segundos, su cuerpo inerte y sin vida, es escupido a unos pocos metros del muro y yace allí con toda su ropa desgarrada y llena de sangre y todo su cuerpo horadado de miles de pequeñas heridas.

Notas de juego

Quítate 2d10 de RR (y súmaselos a IRR de forma que la suma siga siendo 100)

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20/04/2009, 09:00
Director

Al cabo de unos momentos escucháis unos terribles gritos de dolor masculinos, que no parecen venir de la iglesia sino de algún lugar mucho más cercano.

Os fijáis también en que Damián sí parece estar afectado por la extraña situación y se encuentra a poca distancia de vosotros con los ojos abiertos como platos y mirando todo alrededor, pero totalmente paralizado.

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20/04/2009, 15:09
Hicham

Hicham continua con su tarea, tranquilamente sin enterarse de todo lo que sucede a su alrededor.

Concentrado en la pomada cicatrizante, mezclando con precision los distintos ingredientes, hasta que algo le perturba.

Cuando ve a Damian se queda perplejo y mira a Abraham mientras empieza a untar la pomada en la herida del peregrino herido.

-"¿Que le pasa a ese?"

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: primeros aux
Dificultad: 90-
Resultado: 65 (Exito)

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20/04/2009, 23:23
Abraham

Abraham hace esfuerzos por no mirar en la dirección de los gritos aunque al final la curiosidad vence a la prudencia. Sabe que probablemente Tomás estará dando su merecido al otro ladrón y que en cuanto acaben con éste tendrán otro paciente al que atender de alguna que otra herida mortal, si el pobre desgraciado tiene suerte.

El robo es un pecado que un comerciante no ve con buenos ojos, pero Abraham criado siempre entre unas discretas comodidades y sin tener que afrontar más problemas que los cotidianos del camino, es un hombre sensible y sentido... Nada preparado ni curtido en tareas de combate ni curtido en el fragor de la batalla. Ya el esfuerzo que supone contener las náuseas ante la presencia de la sangre (ajena) es para el lid suficiente digna de elogio.

Cuando oye la inquisición del curandero no puede evitar dirigir su mala vista hacia donde la cabeza del sarraceno señala, y ve el lamentable estado de Damián.

- "Hermano Damián, ¿vos encontráis bien?"

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21/04/2009, 13:41
Gonzalo Blasco

-No me fío un pelo, señora mía, y estimo que deberíamos acercarnos a la puerta, por lo que pudiera pasar. Estos monjes me ponen la piel de gallina, y encima todavía no sé dónde está mi primo.

 

Digo susurrando a la señora.

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21/04/2009, 13:45
María Somontano

La mujer le mira, asustada. En el mismo tono le responde, asintiendo:

-¿Eso creéis...? Está bien, movámonos. Yo... tampoco me siento tranquila, si os he de ser sincera. Y no tengo motivo, por ahora. Pero hay algo... Por cierto -se interrumpe, cambiando de tema y de registro, e indicando con la cabeza hacia un grupo de tres monjes jóvenes- ¿os habéis fijado en ese monje de ahí...? Ese que parece haber estado encerrado. Pensé... en vuestro primo, que acabáis de nombrar. Si me perdonáis el atrevimiento...

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21/04/2009, 15:31
Director

Notas de juego

Sin duda... pese al tiempo que hace que no le ves y lo cambiado que está, ése hombre al que señala la baronesa es tu primo.

Parece estar en peores condiciones que el resto, con un aspecto blanquecino y las ropas sucias y desgastadas, pero sin embargo está cantando igual que el resto de monjes.

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21/04/2009, 19:03
Gonzalo Blasco

Al ver la demacrada apariencia del tipo que me señala la señora, no puedo sino estremecerme, de compasión primero, y de ira después. Muevo la cabeza con energía, totalmente fuera de mí, pero con contención dada mi responsabilidad con la mujer a la que protejo. Mi primera intención es abrirme paso hacia mi familiar, deshaciendome de todo el que se cruce en mi camino, mas no me es posible dejar a merced de los acontecimientos a la señora que está mi cuidado.

 

-Sí, es él.

 

Digo escueto.