Partida Rol por web

Aquellas imágenes, esas terribles imágenes con un nombre impío e impronunciable que se entierra en los oídos como una daga al rojo vivo, inunda todo mi pensamiento. La sangre es todo lo que me rodea y aquella entidad, aquel dios oscuro y terrible, la demanda con necesidad y furia. Caigo al suelo en una posición fetal, suplicando por que las imágenes se detengan, porque no sigan entrando en mi cerebro como lo está haciendo, como una herramienta realizando un agujero en la madera.

 - "Por favor, sal de mi cabeza y déjame en paz. Quiero vivir, no quiero sangre. ¡KHORNE!"

Murmuro entre llanto y estremecimientos. De pronto, el filo de un arma golpea el suelo de mi lado con violencia. Abro los ojos como un reflejo ante la posibilidad de morir y noto lo que está sucediendo.

Me pongo de pie mientras le hablo a mis compañeros:

 - "No hay un origen. ¡Toda la puta torre está maldita y debemos salir de aquí! ¡Tomemos lo que podamos y larguémonos de aquí cuanto antes!"

Me acerco al altar para así tomar lo que pueda antes de huir.

Las palabras de Leopold me golpean por su dureza. Toda la torre parecía estar maldita y no seríamos capaces de eliminar esa maldición por cómo iban las cosas.

El instinto de supervivencia se mezcló con el instinto materialista y el segundo ganó por poco, así que fui corriendo hacia donde Harr había destrozado la urna y cogí lo que pude de allí. Justo lo que cupiera en mi mano izquierda y salí de aquella maldita torre como alma que lleva el diablo, nunca mejor dicho.

Vale, Leopold. Fuera de aquí. Hacia la puerta!!!!!!!

Los consecutivos golpes del enano consiguieron hacer un poco mas grande la hendidura en la piedra del altar, lo suficiente para que Ándor metiera la mano y sacase un puñado de ese oro maldito por la sangre de las víctimas sacrificadas allí.

De nuevo el enano fue el blanco de la ira del poseído Kurt, el cual seguía avido de sanngre y acero.

Hårr "el velloso" había destrozado el altar. Quería buscar alguna reliquia deliciosa para vender a algún cazarrecompensas o conseguirlo como trofeo de honor. En cualquier de los casos se llenaría los bolsillos de tanto oro como espacio tuviese. El deseo de su viaje. Pero antes de que pudiera expandir su corto brazo hacia su tesoro descubrió que ya no podía moverse. Estuvo tan cerca...

"¿QUÉ OCURRE AHORA?"

 Después del fallido tajo que habría partido por la mitad al mago, Kurt se irguió lentamente. Los blancos ojos se posaron en la espalda del hombrecillo peludo que se afanaba en destrozar el altar del Amo. 

 La horrible sonrisa se hizo más ancha y una lengua negra brotó lamiendo la sangre allí donde había golpeado el puño del enano. ¿Que era el brillo del oro comparado con el de la sangre brotando de una herida? o ¿las riquezas con la gloria de la matanza?

 Con paso lento avanzó, la punta de la espada chirrió arañando el suelo. Situándose detrás de Hårr agarró la espada con las dos manos y la alzó con la punta hacía abajo, dispuesto a clavarla en la nuca del enano. 

 Pero el golpe no llegó, el Amo también estaba en el enano. Kurt volvió a bajar la espada y se situó al lado de Hårr. Con la cabeza ladeada miró a los otros dos hombres. 

El enfrentamiento entre Hårr y Kurt es intenso, pero el hacha del enano ha conseguido abrir más espacio en el altar y darnos así algo de acceso a su contenido.

"Debemos rescatar algo que sea. No irnos de acá con las manos vacías."

Ándor me dice que nos vayamos de aquí pero no ha sacado lo suficiente para que el viaje y los peligros sean una ganancia. Comienzo a llenar mi mochila con oro y joyas para irnos luego mientras observo atento a que el peligro no sea tan grande, para así poder largarnos. Quizás las escaleras que se ven con aire del exterior entrando sea el mejor camino para huir de aquí. 

De pronto, ante el grito de horror de Hârr, la mirada de todos convergio en el enano, y después en la negra mancha que comenzó a extenderse desde la empuñadura del hacha maligna por todo el brazo del enano. En apenas segundos su brazo derecho explotó en un intenso dolor que desgarraba músculos y la samgre salpicó todo. El brazo se convirtió en una masa tentacular con afilados dientes en donde se suponía que estaba su mano, aferrando todavia el hacha.

Un tentaculo de color rojo oscuro, como la sangre, ocupaba ahora el lugar del brazo derecho de Hârr.

El artefacto extraño pareció fundirse con su brazo derecho, ortorgándole una mutación tentacular de pesadilla. Donde antes tenía los dedos sujetos, ahora solo veía numerosos dientes afilados. Su brazo se convirtió en un enorme miembro que todavía no podía relacionar como propio. La explosión dolió y el alarido le salió del interior de sus entrañas. La unión entre ese tentáculo y su hombro escocía como una herida abierta. Ya no tenía vello en ese lado, eso le enfureció. Solo el miedo por convertirse en uno de los seres abominables que tanto odiaba venció su codicia. Lanzó el artefacto con las paredes estrechas, intentando destruir las calaveras luminosas, como sugirieron sus excompañeros.

—¡GRAAAA! DEMONIO MALDITO Y ASQUEROSO, FUERA DE MÍ —gritó en el impulso de romper las calaveras.

Ese nuevo miembro parecía ser resistente, pero sin su anterior brazo no podría minar como antes. Sabía que no es un impedimento, conocía enanos que hacían su labor hasta con la boca. Tener algo así en su cuerpo y no intentar eliminarlo sería la más vergüenza en su gente, si vino buscando respeto no lo conseguiría con ello. Más tarde podría eliminarlo y quedarse manco, ahora parecía tener nuevos enemigos.

—VENID AQUÍ, BASTARDOS. ¡¡LO HABÉIS HECHO VOSOTROS!! ¡¡Sois traidores!! Siempre lo supe.

Tenía mucha ganas de combatir con ellos a muerte.

Aquello no me gustaba nada. El brazo del enano se había convertido en un tentáculo negro que aún sostenía el hacha. Kurt intentaba matar a Leopold y el mismo Leopold parecía un tanto ido después de intentar detectar magia en la torre.

Con lo que había cogido del agujero suponía que tendría bastante como para salir de allí con algo más que un buen acojone en el cuerpo. Lo sentía por los que habían sido mis compañeros hasta entonces, pero no me arriesgaría a caer en el influjo de lo que fuera que había en aquella maldita torre. Leopold nos había avisado y eso para mi fue bastante como para salir de allí cagando leches.

Solo esperaba que el viejo estuviera esperando en el barco y que pudiéramos ponernos en marcha lo más aprisa posible. De momento había escapado de la atención de mis compañeros y de la posesión del mal que habitaba allí, pero no tendría mucha más suerte si me mantenía en el rango de influencia de aquella entidad.

Salí corriendo por donde había venido sin ni siquiera mirar atrás.

Ándor echó a correr sin mirar atrás, abandonándoos a vuestra suerte y no era para menos. Hârr había mutado, Leopold había visto el oscuro poder y Kurt era el esclavo de un ruinoso ser. Todo apuntaba a que os abandonarían en aquella maldita torre.

Había perdido cualquier control sobre su propio cuerpo cuando aquella temible voluntad se había extendido por cada fibra de su cuerpo y ahora, lo que quedaba de su conciencia amenazaba con desvanecerse borrado por aquella risa. 

 Una risa cruel formada por el eco del entrechocar de las armas en los campos de batalla; compuesta por el sonido de la carne al desgarrarse y los huesos al quebrarse. Esa risa era el grito de millones de almas sacrificadas en combate para mayor gloria del Dios de la Sangre y Señor de las Matanzas. Esa risa le impelía a que matara o muriese; al Oscuro Dios le daba igual.

  El pequeño Kurt se encogió escondido en el último rincón que quedaba de su alma y rezó. Rezó para que la Llama Eterna le iluminara en este momento de oscuridad. Rezó al Padre Invierno para que la fortaleza volviera a su corazón…

 La mano apretó con fuerza la empuñadura de la espada. El brazo se alzó dispuesto a golpear en nombre de Khorne. Pero el grito que surgió de la garganta de Kurt fue ¡Ulriiiicccc!. En el último momento, el nordlandes, desvío el tajo que golpeó en uno de aquellos montones de cráneos.

 Notaba la presencia maligna rascando en su alma, intentando hacerse con el control una vez más.

- ¡Vuelvo a ser yo! Tenemos que salir de aquí ¡Ya!. No… no podré resistirlo otra vez. - Kurt envainó la espada y con paso torpe se dirigió hacia la puerta; por el camino recogió el arcabuz. 

Lleno mi mochila con todo el oro que puedo cuando veo que uno de los brazos de Hårr se transforma en un monstruoso tentáculo que habla de la corrupción que Khorne está ejerciendo sobre nosotros con cada minuto que seguimos en este lugar maldito. Ándor huye y es lo mejor que puede hacer.

Sin dejar de cargar en mi mochila lo que pueda, le grito al enano:

 - ¡Hårr, suelta esa mierda corrupta y huye de aquí!"

Veo que Kurt consigue luchar contra el influjo de los poderes ruinosos y resistirse a él por un instante, por lo que decide huir también, lo que me parece lo mejor. Sé que solo quedaré yo en la habitación, lo que probablemente podrá sobre mí los ojos del dios de la sangre.

"Pero esto tiene que haber valido la pena."

Siento el odio y las ganas de violencia hacia mis compañeros pero sé que ese es el influjo de Khorne que amenaza con obligarnos a destruirnos. Continúo cargando mi mochila de oro unos segundos más, después intentaré huir para volver al barco y no regresar jamás a este lugar.

El enano ya había soltado el arma maldita y para su desgracia su brazo no había recuperado su forma. Seguía teniendo un miembro ancho y duro como la piedra, pero viscoso y larguirucho acabado en colmillo. ¡Qué horror! ¿Pero no ha sido entrenado para la desgracia? El gusano de la anterior aventura fue como de pesadilla, esta vez el gusano en su brazo, no había mucha diferencia.

—¡Yo también necesito oro! ¡Y otro brazo! Tendré que pagarlo con algo... —dijo, llenando sus bolsillos, monedero y todo lo que cupiese de joyas. No podía salir de allí con la mano vacía.

Agarró lo que pudo y entre insultos a esos bastardos se dispuso a abandonar la estancia. Les abandonaría a su suerte, obvio, han sido los culpables de mutar su brazo, según él. ¿Qué había por las escaleras? No lo sabría y no se atrevía a perder el tiempo, se sentía como si se agotara.