Partida Rol por web

El viaje del Uthero

Un nuevo rumbo (Escena I)

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18/08/2016, 19:48
Larazys Flaerin

El capitán tenía la espada en la mano y la había manchado en sangre varias veces. Los yitianos se entretenían en acertarle con sus flechas y ballestas, mientras que un joven grumete luchaba por defenderle con un escudo metálico. El combate pintaba feo, y cada minuto que pasaba más yitianos se aprestaban a abordar la nave.

-¡Abandonad los escorpiones, todos a la refriega!

La flecha que casi dió a Liv resbaló sobre su armadura. Estaba sudando bajo el acero de su armadura en aquellas aguas tropicales, y tenía una expresión de evidente nerviosismo. Se giró hacia la bruja roja, que se había parapetado para que no le alcanzaran las flechas.

-Necesitamos un milagro, señora. ¡Y me da igual de que Dios provenga!

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18/08/2016, 20:20
Dan Rogare
Sólo para el director
- Tiradas (2)
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18/08/2016, 21:07
Valença

Valença se lanza contra la tromba de monos amarillos que se afana para llegar hasta su capitana. Tira dos estocadas contra los piratas que se acercan hacia Ben y él.

¡Coge a la puta, Ben! Maldita sea! Le ordena, a la vez que hace lo posible para llamar la atención de ambos atacantes al atacarlos. Cogedla! Vuelve a gritar, dirgiéndose a cualquiera que le pueda oír. Valença se siente como esos enanos de ojos rasgados. Igual de loco que ellos. Sólo quiere matar.

Valar morghulis...

- Tiradas (4)

Notas de juego

Ataque 1: 7+10+9=26

Daño ataque 1: 27

Ataque 2: 7+6+6=19

Daño ataque 2: 25

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18/08/2016, 22:03
Liv

Liv estaba atenta a lo que acontecía a su alrededor, no estaban teniéndolo lo que se decía fácil por lo cual no le sorprendió oara nada que el capitán le dedicara aquellas palabras. La pelirroja asintió rápidamente, de entre sus ropajes sacó su vela de cristal y pronto comenzó el ritual tratando de olvidarse de lo que había a su alrededor.

Mantuvo los ojos cerrados, llamando a los tripulantes de las otras naves como un susurro imposible de ignorar. Los necesitaban y su voz era eso, un llamado para que vinieran a ellos y tuvieran la ayuda que necesitaban. Estaba tan concentrada que las flechas podían pasarle muy cerca pero también estaba confiada en su Dios, todo saldría bien.

- Tiradas (1)
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19/08/2016, 16:22
Connor

La cabeza rodó por la cubierta y fue a parar a un amasijo de cuerdas en un extremo de la cubierta. Pero eso Connor no lo supo, ya que su atención estaba en ese momento en sopesar las posibilidades que se ponían frente a él. El espadachín y el muchacho de la espada valyria (¿de dónde habría sacado esa arma? ¿Un noble exiliado?) parecían estar teniendo problemas, pero también estaban demostrando su valía en las armas.

Otro cantar era la cantidad de yitianos que se avecinaba con ímpetu, como la misma marea en un día tormentoso. Eran muchos, aguerridos, rápidos y no paraban de gritar en ese idioma extraño. Pero Connor conocía de gritos de guerra, conocía la inferioridad numérica y luchar contra oponentes aguerridos. Él había luchado mucho y nunca se había acobardado. Su deserción había sido por otras razones...

Levantando la espada de hoja ancha se lanzó contra el grupo más cercano de yitianos, imponiendo su presencia y su imponente escudo pesado con un blasón despintado que nunca le había pertenecido.

-¡Vengan y prueben mi acero!- gritó con su voz grave y rasposa de tanto frío sufrido tiempo atrás.

Un yitiano esmirriado y con cara desencajada por la adrenalina se le interpuso, y Connor dejó caer la espada con velocidad sobre éste. El pirata quiso interponer su arma y saltar hacia un costado, pero la pesada hoja ponienti y el músculo del mercenario pudieron más, haciendo que un corte hiciera salir el líquido precioso que mantenía con vida al de ojos rasgados. Aprovechando el momento de duda del pirata, Connor retrajo el brazo rápidamente para realizar una estocada profunda hacia el pecho de su contrincante, siempre atento a las nuevas amenazas que le caerían encima como abejas a la miel.

Se había puesto en un lugar peligroso, pero esa era la vida. Arriesgarse, dar todo, y salir airoso de ello. Si podía repeler por más tiempo a esa horda que infestaba la cubierta, les compraría un tiempo valioso a los demás y se estaría ganando realmente su soldada en aquel viaje extraño y repleto de peligros.

- Tiradas (4)

Notas de juego

Ataque 1: 6 - 2 + 16 = 20

Daño 1: 13

Ataque 2: 6 - 2 + 16 = 20

Daño 2: 17

Daño total: 30

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21/08/2016, 20:25
Director

Ben tiró fuertemente de la Mantícora, esquivando golpes y saetazos, para llevarla en dirección a una escalinata cercana, que bajaba hacia el sollado. Mientras, Dan se trataba en combate con uno de aquellos piratas, chocando espadas con mucho estruendo. Valença, más preciso, largó dos estocadas a su rival, una al pecho y la segunda al cuello, que le cortó una arteria principal. El tipo cayó sobre su compañero, rompiendo su guardia y haciendo más fácil que la espada de Dan le diera un tremendo tajo en diagonal.

Connor clavó su acero en otro de aquellos energúmenos, que aunque no murió por el golpe quedó tan herido que retrocedió detrás de sus compañeros. Mientras, el combate se mantenía igualado. Superada la sorpresa inicial, los tripulantes se defendían bien haciendo uso de sus medias picas, con las que tenían ventaja en el combate. Los yitianos les tiraban a quemarropa con algunas de sus ballestas, poniendo a prueba los petos de acero y provocando algunos heridos más.

La refriega prosigió durante unos minutos, hasta que uno de los vigías piratas gritó. Unas velas venían recortando desde la bahía de la isla de Marahai. Eran las dos carabelas braavosi, que acudían prestas al combate, disparando sus escorpiones sobre las naves enemigas. Una de ellas, alcanzada en la línea de flotación, hizo aguas y escoró a babor, amenazando con hundirse.

Los piratas estaban contrariados, aunque aún luchaban para intentar recuperar a su capitana. Dan, Valença y Connor formaban un muro de acero que les cortaba el paso hacia la escalinata, mientras el joven Ben le había puesto a la Mantícora unos grilletes y la había atado al techo en la bodega, donde aquellos que no combatían se habían refugiado del enemigo.

La Nymeria ya aproaba al buque insignia de los yitianos, dispuestos a abordarles, mientras que la Cimitarra se acercaba para apoyarles con una contracarga de sus marineros, que ya disparaban ballestas sobre el enemigo, dándoles de su propia medicina.

-¡A ellos, hacedlos retroceder! -gritó el capitán.

Llegaba el momento de ajustar cuentas por los muertos y heridos del Uthero. Compañeros durante el largo viaje al este, sus pérdidas dolían y provocaban furia homicida.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Haced una tirada de ataque con dificultad 10+. Por cada punto superado sobre 10, será un enemigo al que mataréis. Podéis narrar como os ensañáis con el enemigo.

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21/08/2016, 21:07
Connor

Los vientos del combate habían cambiado. Con la Capitana enemiga prisionera, y los braavosi organizados y sedientos de venganza, Connor vio que el destino de los yitianos estaban grabados en acero y sangre. Las carabelas se acercaban demostrando la puntería de los artilleros, las medias picas comenzaban a avanzar formando heridas en los cuerpos de los piratas apenas armados con espadas cortas y machetes, y los mercenarios aprovecharon el ímpetu para avanzar a su ritmo.

Y el ritmo de Connor fue lleno de adrenalina. Se había lanzado al centro de un grupo de yitianos, y creó un pandemónium en sus filas, destrozando con su gran espada, esquivando hojas de acero herrumbroso con su escudo o con su rápidos reflejos, extraños para un hombre de su tamaño, y haciendo que los piratas fueran a recordar esa furia gigante... si sobrevivían.

Con un golpe de su escudo rompió los pocos dientes que le quedaban a un pirata que intentó derribar al hombre que parecía estar poseído por algún Dios guerrero occidental. Remató la faena con otro golpe del escudo, pero esta vez a la garganta, haciendo que se ahogara con su tráquea rota. Un mandoble horizontal partió en dos a un delgado yitiano que vio cómo sus intestinos comenzaban a deslizarse para perder el conocimiento apenas segundos después. Un machete golpeó contra las anillas de acero de Connor casi sin fuerza, cuya respuesta no se hizo esperar: de un codazo desarmó al atacante, y con el pomo de su espada le partió el cráneo con un crujido horripilante.

Dos yitianos pensaron que juntos podrían, pero se encontraron con que los pies de Connor ya se habían acostumbrado a la cubierta y podían resultar tan ágiles y traicioneros como su espada. Una estocada certera y profunda abrió un surco en el pecho de uno de ellos, mientras que sacando la espada roció de sangre al segundo que vio venir la pesada hoja. Colocó su sable en la trayectoria, pero éste no resistió el golpe partiéndose a la mitad y dejando que la hoja se alojara en su clavícula, soltando un grito aterrador.

Connor ya no veía lo que sucedía detrás suyo. Se había alejado de la línea de picas y ni siquiera veía a Dan, Ben y Valença. ¿Estarían bien? En el fondo sabía que no debía alejarse de ese frente unido y organizado, pero también se daba cuenta que debía aprovechar el efecto que estaba generando con su arremetida que le hizo acordar a los salvajes con los que había luchado tiempo atrás.

Se agachó para esquivar un hacha y pateó las piernas del que había atacado. Cuando éste quiso retroceder, Connor se lanzó hacia delante con la espada en ristre perforando el estómago de su enemigo. Justo a tiempo levantó el escudo para recibir un mandoble potente de un yitiano diferente a los demás ya que poseía una musculatura mayor. El alfanje que utilizaba era pesado y de un buen acero, pero no podía romper la guardia del escudo de Connor. Una espada corta intentó colarse por un costado de la cota de malla, pero Connor pudo percibirla justo a tiempo para correrse a un lado. Pero no fue tan rápido como para esquivar el golpe horizontal del alfanje, que le arrancó el escudo del brazo.

Tomó la espada a dos manos y acompañando su ataque con un grito, cortó de manera ascendente los dos brazos que sostenían el alfanje. El pelo del ponienti escurría sangre y su enemigo lo hacía por los muñones.

Girando sobre sus talones, descargó su impulso sobre el otro atacante, quien no se esperó tal despliegue de velocidad  y recibió en el cuello toda la potencia del golpe. Casi se desprende la cabeza, que apenas se sostuvo por unas hebras de piel.

Detuvo con su espada un machete, y otro golpeó rozando la cota luego de intentar esquivar un golpe. Aún no tenía heridas, y si las tenía no las sentía. Sabía que tenía que seguir luchando. Deslizó la hoja por el canto del machete y cortó la mano que lo sostenía, desprendiendo un grito de su portador que retrocedió sosteniéndose el brazo mutilado. Con el envión del corte realizó un barrido cercano al suelo que hizo que el que lo había rozado cayera al suelo sosteniendo su rodilla herida de gravedad. Sin detenerse a pensarlo, clavó la espada en el pecho del caído para que no se volviese a levantar.

Levantó el escudo del suelo y se detuvo a observar lo que sucedía y le alegró ver que la faena terminaría pronto. Dos yitianos gritaron, tal vez buscando venganza por los que yacían en el suelo alrededor de Connor, y sus hojas melladas quisieron danzar mortalmente. Pero no se esperaron la carga del gigante que hizo que uno se cayera sobre la espalda y el otro apenas pudiera esquivarlo casi perdiendo el equilibrio. El del suelo recibió un pisotón en la garganta que provocó un gorgoteo estremecedor, mientras que al otro le tocó esquivar una estocada e intentar devolver el golpe, que sólo hizo que su fin se acercara cuando Connor lo esquivó y lo dejó pasar frente a él y le rebanó el cuello usando su impulso.

Un virote impactó en su escudo al mismo tiempo que un yitiano intentaba desarmarlo golpeando su brazo con un garrote. La espada cayó. Dos piratas quisieron aprovechar la situación y se lanzaron contra el desarmado guerrero, pero no se esperaron que desenvainara con tal velocidad un cuchillo que lanzó al ojo del más cercano con una puntería pasmosa. Levantó una ballesta que estaba caída aún con la carga lista y gatilló apuntando al otro que corría hacia él y que apenas pudo esquivar. El virote salió con precisión y se alojó en el centro del pecho del pirata que cayó sobre sus rodillas sosteniendo la punta del asta profundamente incrustada. Con la ballesta descargada golpeó la cabeza del último que tenía junto a él y quebró la madera y el hueso.

Soltó el ya inservible instrumento de muerte, y recogió su espada ensangrentada que había esperado ansiosa el agarre firme de su amo. Con un molinete de su muñeca cortó el rostro de otro, y dando dos pasos hacia delante lo derribó por la borda. ¿Cuántos llevaba matando? No lo sabía, no llevaba tal cuenta mortífera, pero se daba cuenta que eran muchos. Pero también muchos de sus compañeros, marinos y guerreros con los que había compartido comidas, historias y risas, yacían muertos detrás suyo. Y eso le dio nuevos aires, nuevos impulsos asesinos.

El pomo de la espada partió una mandíbula, cuyo dueño cayó en el sueño de la muerte luego de recibir la punta de la hoja en su costado izquierdo. Connor levantó la espada para detener la caída de un hacha que se dirigía a su cabeza y la madera del mango del hacha no resistió el impacto. La cabeza de hierro golpeó un hombro de Connor, pero sin dejar mayor herida que un moretón. El desarmado oponente quiso dar media vuelta, pero la espada lo traspasó por el pecho antes siquiera que pudiera dar completamente la espalda al combate que había iniciado.

Los gritos de los moribundos, de los heridos y de los victoriosos guerreros se confundía en una cacofonía que resultaba embriagadora. Una brisa marina le dio frescura al rostro ensangrentado de Connor, y le trajo el olor a muerte, heces y orín propio de un combate de esa magnitud.

Un yitiano logró derribarlo cuando aunó fuerzas con otros dos amarillos esmirriados. El ex guardia de la noche sintió cómo otra ola de adrenalina lo invadía, y detuvo dos ataques con su escudo. Con la espada cortó una pierna, no sabía de quién, ni le importaba. Se sentía como un animal enjaulado luchando por su vida... y era eso lo que estaba sucediendo. Un hacha cayó junto a él cuando la mano que lo sostenía había perdido todo impulso vital luego de que Connor se encargara de hacerlo. El que quedaba pateó el brazo del caído e hizo que la espada se alejara unos pasos de éste. Tomando el hacha, la lanzó contra el pecho de su enemigo, y un crujido del esternón acompañó la despedida de esa vida.

Apenas armado con su escudo se fue acercando a la espada, mientras interponía la madera entre el acero y su cuerpo. Cuando finalmente su pie creyó tocar la pesada hoja, tres yitianos corrieron hacia él. Uno apenas pudo dar un par de pasos cuando un virote proveniente de una carabela se le incrustó en un oído. Los otros dos llegaron justo a tiempo para ver cómo Connor levantaba la espada. Quisieron detener su carrera, pero ya era tarde: el toro ponienti cargó y empaló a uno, mientras que al otro lo empujó con el escudo para que cayera a las ensangrentadas aguas.

Su respiración era agitada, había estado cerca de la muerte una veintena de veces, pero así era el combate. Dos piratas más corrieron hacia él y ya cansado, el guerrero desvió la hoja con su escudo y cortó la garganta del desdichado. El siguiente cayó bajo una estocada de una media pica que se acercó a Connor: el muro había avanzado y alcanzado al mercenario.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ataque contra los piratas: 33 (6 de Fuerza + 10 + 9 + 8) :O (creo que Connor entró en una furia importante jaja)

Espero que no les resulte largo el relato... 23 bajas eran muchas y fue un desafío (no sé si habré contado bien :P )

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22/08/2016, 06:10
Dan Rogare
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

¿Tengo un resultado de 14 en mi tirada o se cuenta el diez y los dos 3's por ser iguales? para dar 28 (14 + 14)

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22/08/2016, 08:05
Valença

De pasar a poder ser arrollados por los piratas ahora se habían cambiado las tornas con la ayuda de sus carabelas. Por un momento se había cagado en todos los muertos al creer que no había sido buena idea tomar a la capitana viva, pues era bien claro que sus piratas se batían como diablos por recuperarla, pero ahora ya estaba hecho.

Si esa puta no nos sirve de nada, le voy a hacer un agujero por cada compañero muerto hoy y me encatará ver como se desangra...

Ahora tocaba batirse a fondo para expulsar a los piratas de su nave y así lo hizo. Valença danzaba por la nave, matando de forma desapasionada, como ajeno. Todo estaba plagado de enemigos y sus movimientos eran casi mecánicos, fruto de la práctica. Parar, clavar, esquivar, media vuelta, clavar. Finta y clavar. Clavar y clavar. Estocada sobre la preparación del pirata del machete. Estocada a la rodilla del de la maza, media vuelta y ataque a su espalda. Escurrirse bajo la guardia del del alfanje y ataque a la ingle.

Sabía que muchos de ellos no estaban muertos, sino malheridos... Y sabía la tarea desagradale que tocaría después, de rematar a los heridos y lanzar sus cuerpos al mar.

Recuerda sus caras Valença... Reclamar el botín de esos malnacidos... Quizás alguno lleva algo de valor... Irá bien para redondear la paga y poder gastarlo en el siguiente puerto... Finta, tomar hierro, deslizamiento y entrar al cuello... Concéntrate, Valença. Estos piratas son duros.

- Tiradas (1)

Notas de juego

7+7+8+9=31

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22/08/2016, 16:36
Director

Notas de juego

¿Tengo un resultado de 14 en mi tirada o se cuenta el diez y los dos 3's por ser iguales? para dar 28 (14 + 14)

El resultado más alto sería el 10. Para calcular los resultados no se miran los modificadores, si no los dados "naturales". El modificador se sumaría a posteriori.

Y pon algún mensaje xD

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22/08/2016, 19:14
Dan Rogare

El combate se prolongaba. Los refuerzos venían en camino, pero esos malditos piratas eran bastante capaces de dejarte las tripas por toda la borda si te confiabas.

Dan sudaba a chorros por el sol del día y el extenuante ejercicio. Matar cansaba, y mucho. Todo el mundo empezaba a bajar el fuelle y a luchar sin estilo ni gracia alguna, y Dan no era la excepción. Parada, tajo, paso; parada, tajo, paso y repetir. Esos condenados piratas de piel amarillenta y ojos rasgados eran todos parecidos. Dan se empezó a preguntar en algún remoto rincón de su mente si no eran alguna clase de aparición de esas aguas extrañas, alguna ilusión producto del sol y de la magia inherente a los mares inexplorados.

Sus compañeros empezaban a cansarse también, pero entre todos eran un cuerpo combatiente de buen nivel: Valença y Connor resultaron formidables, y Dan unió sus fuerzas a ellos. Tras pasarle una buena cuarta de acero de un lado del pecho al otro a un yitiano y lanzarlo por la borda, tuvo que pararse en el sitio a recuperar el aliento.

¿No están listos para morir aún? —le preguntó a sus amigos con una risa amarga. Esperaba que ninguno de los piratas se fijara en él por unos segundos, para reanudar el combate.

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24/08/2016, 20:13
Director

https://www.youtube.com/watch?v=VfbYoUjpnqw

Los marineros empujaron a los yitianos de vuelta a sus embarcaciones. Fue una masacre, y la cubierta se llenó de la sangre de los muertos y los muchos cadáveres que en poco tiempo comenzaron a tapizar sus tablas. Los supervivientes, que se habían refugiado en la tercera de sus pequeñas naves, soportaban ahora un abordaje de los marinos braavosi. Mientras, a costa de muchas bajas, habían rechazado el intento de abordaje en su nave almirante, que se separaba del grueso en busca de la libertad, huyendo del combate.

Victoria...

Los hombres del oeste respiraron aliviados cuando el último de aquellos energúmenos se montó en sus naves y éstas ponían rumbo fuera de aquellas aguas. El capitán quiso "despedirse de ellos con estilo", y eso involucró una andanada de los escorpiones, que provocó más bajas y daños en sus buques. Los marinos gritaron de júbilo, aún cuando habían sufrido bajas.

-¿Cual ha sido la factura del carnicero? -preguntó el capitán al maestre.
-Ocho muertos, diez heridos.

Los números asustaban, habida cuenta de que la tripulación del Uthero la componían solo 85 hombres. Entre los muertos estaban el carpintero y uno de los marineros más queridos, un viejo lobo de mar que siempre contaba historias y cuidaba de los grumetes más jóvenes.

Las velas del enemigo se alejaban, y ellos emprendieron la persecución para seguir disparándoles con sus armas. Querían venganza, a pesar de que el pañol del cirujano estuviera lleno de heridos de diversa consideración. Había que labrarse una fama, poner el miedo en el cuerpo de aquellos hijos de perra.

-¡Capitán, velas en la lejanía, por la amura de babor!

Eran barcos de gran calado, y muchos. Al menos una decena, que se movían en rumbo de intercepción sobre las naves piratas, que iban a quedar atrapadas entre ambas flotas.

-Que suba la traductora, quizá la necesitaremos -dijo el contramaestre.

Aminoraron en su persecución, ya que no sabían si las nuevas naves eran amigas o enemigas, y esperaron acontecimientos. La batalla que se produjo no duró más de dos horas, y ellos pudieron ver el combate desde la barrera. Maduvanti identificó las banderas de la flota como propias de la flota del emperador dorado de Yi Ti, que al parecer no sentía ninguna simpatía por la Mantícora. Abordaron a las dos naves de una forma contundente, empleándose con la misma brutalidad y celo que antes los piratas habían mostrado para con ellos. Parecían, no obstante, mejor armados y disciplinados que sus anteriores oponentes.

Tomaron la nave capitana de los piratas, y la otra la quemaron, con parte de su tripulación todavía dentro. Podían escuchar los gritos en la lejanía, y les puso los pelos de punta.

Cuando el combate terminó, una de aquellas naves se acercó al Uthero, enarbolando una bandera blanca en señal de paz. El capitán no sabía muy bien como reaccionar, ya que si huía sería considerado sospechoso. Si aquello era una fracción de la flota yitiana, no podían convertirlos en sus enemigos. Necesitaban amigos en aquellas aguas, y ellos tenían una baza atada en la bodega.

-No empuñéis las armas, aunque conservadlas a mano. Traed las baratijas que teníamos preparadas para los intercambios, y agrupad a nuestros muertos para que sepan que hemos sido atacados por los piratas.

Los marineros obedecieron las órdenes al punto, mientras la solitaria nave cuadrada se acercaba a la flotilla braavosi. El Uthero enarboló también una bandera blanca, en señal de parlamento pacífico, y el capitán mandó que trajeran encadenada a la piratesa, y que ésta se mantuviera de rodillas junto a él y los mercenarios.

Finalmente, una pequeña barca pidió permiso para abordar el galeón, y los marineros de la flota del dios-emperador abordaron la cubierta del Uthero, fijándose en la sangre y los muertos yitianos, que estaban tirando por la borda en aquel momento. Ellos también habían peleado duro, y era obvio por que estaban manchados de sangre y con esa mirada que queda después de la lucha.

- Tiradas (1)
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24/08/2016, 20:36
Zheng Sheng

El que parecía el jefe, por ser más viejo, se acercó a donde estaba el capitán y la prisionera, a la que miró como si fuera una molesta cucaracha que debía aplastar con su bota. Luego miró a aquellos hombres y su extraña embarcación, y habló en su idioma, que a ellos les parecía extraño aunque refinado, con muchas inflexiones y cambios de tono. Era díficil saber si un yitiano estaba enfadado contigo o feliz, por que siempre sonaban como si estuvieran un poco cabreados con su interlocutor.

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24/08/2016, 20:38
Raina Maduvanti

Escuchó sus palabras y parpadeó, respondiendo en su propio idioma. Tuvieron una breve conversación, al cabo de la cual informó al capitán del Uthero y los que con él estaban.

-Es el almirante Zheng Shen de la armada dorada del dios-emperador. Dice que habían seguido la pista a la Mantícora después de derrotar a varias de sus naves hacía tres meses. El... mmmm... creo que se dice "consejero imperial" Wu Sidao había puesto precio a su cabeza, y ellos habían sido encargados con la tarea de llevarla hasta la Ciudad del Cielo en Yin para que sea ejecutada por sus muchos crímenes y robos. Ha preguntado que quienes somos nosotros, y que cuitas tenemos con la Mantícora.

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24/08/2016, 20:42
Larazys Flaerin

Se había quitado el casco para ponerse su gorra con penacho, que le sofocaba menos en aquel calor estival. Se mantenía gallardo junto a la prisionera, procurando dar una imagen de cierto poder. Era, posiblemente, la única baza con la que contaban.

-Informe al almirante que somos una flota de exploración pacífica enviada desde la muy noble ciudad de Braavos por el señor del mar y el banco de hierro. Hemos sido atacados por la Mantícora en Marahai, y a pesar de las bajas, rechazamos su abordaje y la hicimos prisionera.

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24/08/2016, 20:44
Raina Maduvanti

El almirante parpadeó por aquellas palabras, que significaban poco para él. Ella tradujo en términos que él podía entender, y al cabo de un momento el hombre se mesó la barba y contestó señalando a la piratesa.

-Siendo así, os ordena que le entreguéis a la prisionera para poder regresar a puerto, donde estáis invitados a recalar. Hablará al consejero de vosotros, para que decida si procede establecer relaciones diplomáticas con occidente.

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24/08/2016, 20:46
Maestre Drox

El maestre escuchó aquello y pensó que era una excelente oportunidad para hacer amigos. Él supo leer entre líneas, ya que el almirante deseaba apuntarse el tanto de la captura de la Mantícora para ser recompensado por su emperador. Sin embargo, según había leído a Longstrider en su libro de viajes, los yitianos respetan sobre todas las cosas el honor del servicio a su emperador, pero no pueden negar el valor demostrado de los extranjeros si éste redunda en el servicio de su monarca. Ellos podían ser los héroes, y eso les convenía para no tener problemas en aquellas lejanas tierras.

Así que le habló en su propio idioma, que algo de él sabía.

-Con todo el respeto, almirante. Capturamos a la Mantícora tras un duro combate, sin la ayuda de su flota. Nuestros muertos, que tiene ahí presentes, claman justicia. Será para nosotros un placer y un honor entregar al emperador dorado a la prisionera.

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24/08/2016, 20:51
Zheng Sheng

Miró a aquel hombre vestido como un monje. Le sorprendió que un ojos redondos supiera hablar la lengua del reino medio. No iba armado, así que supuso que se trataría de una especie de sabio. Reflexionó sobre aquello. Podía tomar a la prisionera a la fuerza, pero si atacaba a aquellos extranjeros quizá el imperio ganara otro enemigo. Y de lo que estaban necesitados en aquellos momentos era de un aliado, ya que a la muerte del viejo emperador el señor de Carcosa y otros autoproclamados emperadores amenazaban con disolver lo poco que quedaba del imperio milenario.

-Está bien. Diga a su capitán que nos sigan hasta puerto. Allí el consejero decidirá lo que ha de ser.

Les saludó apoyando la palma de la otra mano sobre el puño derecho, cerrado. Dicho ésto, se retiró con sus hombres, regresando a su nave.

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24/08/2016, 20:57
Larazys Flaerin

Se quitó la gorra y se pasó la mano por el cabello sudado. Miró al maestre, ya que aquella había sido una buena jugada. Y sonrió. La rata de biblioteca iba a resultar útil como diplomático, después de todo.

-Bien. Caballeros, lleven a la prisionera de vuelta a la bodega. Maestre, de apropiado sepelio a los hombres y démosles sepultura en el mar. Quiero la cubierta limpia y trapo en esas jarcias, para seguir a los yitianos hasta su puerto. Señora -dijo a Liv- Ayude al cirujano y al maestre con los heridos.

Respiró hondo, caminando hacia su camarote para quitarse la armadura y lavarse toda aquella sangre. Ben le acompañó, así que le escuchó mascullar.

-Veamos a donde nos lleva todo ésto...

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24/08/2016, 21:15
Connor

¿Más? pensó Connor al ver la flota que se aproximaba. Hasta que la bandera blanca fue izada. Envainó su espada larga luego de limpiarla con las ropas de un yitiano, y aguardó con el escudo colgando ya de su espalda.

Esos hombres claramente eran más disciplinados, mejor armados y hasta más feroces que los piratas que habían matado en la cubierta del Uthero. Por suerte tenían a la muchacha traductora.

Durante todo el intercambio de palabras, el mercenario se contentó con observar a los hombres que acompañaban al almirante de las tropas del emperador. Y se sorprendió cuando el Maestre habló esa extraña lengua, pero cuando vio que se retiraban y que el Capitán ordenaba seguirlos mientras se trapeaba y limpiaba la cubierta, Connor suspiró.

-Buen combate, muchachos, gran habilidad hay aquí- dijo escuetamente palmeando los hombros del espadachín y del portador de la espada de acero valyrio -Vaya espada la que tienes, eh, un buen tesoro has traído-

-¿Estás bien, muchacho?- le preguntó a Ben antes de que se fuera, después de todo, combatieron juntos una buena parte y él lo salvó al grumete por lo menos una vez.

Luego se dirigió hasta la sacerdotisa.

-Si necesita ayuda, sé manejarme con los heridos... no sería la primera vez que tengo que vendar a un compañero- dijo sacándose los guantes ennegrecidos de sangre ajena.

Notas de juego

Muy buena peli esa ;)