Partida Rol por web

Que tuvieran que pagar por adelantado a aquellos que habían intentado estafar a la posadera no parecía entusiasmar especialmente al clérigo, pero antes de que pudiera decir esta boca es mía, Cólera habló. Y la petición que hizo logró que el pelorita abriera la boca para replicar, alzando un dedo para acompañar un sermón que murió en sus labios. Fue cerrando los mismos y descendiendo la mano mientras le daba vueltas a aquello. 

¿Era nauseabundo y cuestionable? Sí, lo era... Pero era una mejora más que significativa respecto a anteriores comportamientos de la bestezuela, y realmente nadie iba a ser dañado con aquello. Como mucho, el orgullo de alguno de los presentes. Y el mal gusto no era delito, ni siquiera moralmente condenable. 

-Cólera, si alguno de estos hombres quiere, eres libre de ofrecer esa piedra por sus servicios. Sería... Preferible que no requirieras de ello, pero sigo viendo esto como una pequeña victoria. Aún haremos de ti una criatura civilizada y sensata-replicó, casi con la sombra de una sonrisa en los labios. 

-...En fin-dijo, devolviendo su atención al trío-el trabajo era sencillo. Unos trasgos descontrolados atacando una población cercana. Ha resultado no ser tan sencillo. Aparte de algunos líderes más peligrosos, tienen un dragón con ellos, puede que la misma fuente que ha agitado las aguas. No estábamos en condiciones de plantarle cara, heridos y en solitario, y por eso estamos aquí. 

Ya tuvo que salir Castor a decir que había un dragón. ¿Acaso a ellos les habían informado de ello al asignarles la misión? Pero bueno, se resignó pues tenía cosas que hacer.

- Me Retiro a descansar.

Buenas noches, encanto, dijo, guiñándole un ojo al tipo siniestro.

Aprovechó el momento para llamar con la mano a Kailee, y pedirle la cena y reservar una habitación para la noche.

Si un dragón os parece demasiado, dos compañeros míos deberían llegar antes de la medianoche, y mañana saldrán hacia Puente Brandon, a reunirse con el resto de mi grupo. Son ellos quienes están ocupándose de los muertos vivientes de los que os he hablado. Nosotros nos uniremos a ellos en cuanto acabemos con esos molestos trasgos y lagartos.

¡Que se quedara quieto todo el mundo! ¿Qué había dicho esa especie de lagarto sobrealimentado? ¿Que le pagaría a cambio de una actuación? ¡Justo lo que llevaba esperando oír desde que llegó a la ciudad!

 -Por favor, déjenme un poco de espacio, este bello señor, o señora, con escamas tiene una petición. ¡Dejadme espacio, carajo!

Dicho aquello, y en cuanto tuvo un poco de espacio para poder arrojarse al suelo con comodidad, Enzo se dejó caer mientras gritaba de dolor. Empezó a retorcerse en el piso, mientras gritaba de manera angustiosa, como si alguien estuviera apuñalándole o sacándole la piel a tiras. Tas unos minutos de griterío y fingir un dolor absoluto, El bufón se levantó, sacudió sus ropajes y saludó al público, concretamente a Cólera.

 -¿Y bien? ¿Satisface eso vuestra necesidad de gritos?

Cólera latigueó con la cola y sacudió los hombros de emoción, escuchar aquellas súplicas, lamentos y alaridos le devolvió el apetito y comió con ganas de aquel plato de pollo que le habían puesto delante.

- Zíii... - babeaba verde de manera copiosa, muy satisfecha con la escandalera pero aguardando a ver si alguien más se sumaba a entretenerla - Yorosiguritos, manianabrá zangreituripas, uaaaa... - le pudo entonces el sueño y bostezó mientras se estiraba, sus garritas arañando el suelo.

Kailee tomó las cinco piezas de plata de Huesos y le dio las llaves de lo que sería su habitación. Luego atendió ante la petición de Lucrecia y también le cobró las 7 por la cena y el alojamiento. 

La interpretación de Enzo fue sublime y las pocas personas que había en el Bote del Lagarto se desternillaron de risa e incluso le dieron algunas monedas de plata por aquella actuación. El bufón no se creyó al ver como los parroquianos le habían dejado un total de 5 piezas de plata por su actuación. ¿Acaso Vincenzo, el rey de bufones sería el primer bardo en labrarse una reputación en Tormentos Cristalinos? Hasta ahora, todos los que lo habían intentado habían sido apedreados o cuanto menos abucheados, pero su técnica comedística había resultado un éxito y había logrado hacerse con una pequeña cantidad de platas muy necesarias para la horrible situación que estaba pasando el joven. Después Cólera asintió conforme, su actuación merecía sin duda la gema que había sacado Cólera del zurrón de su compañero.

Un intrincado letrero, tallado para representar un velero en llamas, pende sobre la entrada de esta taberna y posada. Media docena de pequeños lagartos cuelgan sobre el letrero. Los lagartos han aprendido que las diminutas "llamas continuas" que parecen quemar el velamen del barco atraen a las mejores polillas. Los lugareños creen que los lagartos dan buena suerte , y a menudo les arrojan insectos o trozos de carne cuando entran al local.

El Bote del lagarto es un establecimiento bastante limpio y acogedor, popular entre los visitantes y la clase media de Tormentos Cristalinos. La decoración a base de lagartos se extiende por toda la taberna, con estos seres tallados en la barra y las paredes o pintados en platos y mesas.

La taberna sirve un amplio abanico de bebidas alcohólicas (incluida la cerveza Rana azul) y todo tipo de panes y mariscos.

La propietaria de la taberna es una elfa cuya mano izquierda perdió hace años.

Un varano al que todo el mundo llama Lengua Pegajosa actúa como portero y mascota de la taberna.

Una de las cejas de Lucrecia fue ascendiendo durante la actuación de Enzo hasta que se quedó alojada en lo alto de la frente, y a duras penas consiguió bajarla de allí cuando el arlequín se puso en pie y los parroquianos le arrojaron monedas. Esto explica lo que pasa en esta ciudad, se dijo. Mejor haríamos en largarnos a tierras más templadas, en clima y carácter. Y lo haría, algún día, pero primero había que exprimir las oportunidades que ofrecía esa ciudad, por magras que fuesen.

Un talento singular, reconoció. ¿Los demás contáis con plata suficiente o necesitáis un adelanto? Id madurando las opciones que os he propuesto. El dragón y los trasgos con estos caballeros, o los no muertos con mis compañeros de Puente Brandon.

Chaos entró en el lugar sintiéndose un poco fuera de lugar. El sitio estaba muy limpio comparado con los sitios donde acostumbraba a estar. El lugar estaba concurrido y decidió que había sido buena idea ir allí.

Paseando entre las mesas, en dirección a la barra, escuchó una de las conversaciones que se tenían en una de ellas. Normalmente no habría prestado atención, pero la mención de un dragón atrajo su vista hacia aquella mesa en particular.

Se acercó a la mesa y se presentó.

Perdonad que me inmiscuya en la conversación, pero he escuchado que hablabas de un dragón. Me llamo Chaos Visker y he estado hace poco en un pueblo llamado Llagron y también he visto un dragón. No podía enfrentarme a él yo solo y había venido buscando ayuda. Si me ayudais, podría ayudaros yo a vosotros. Un trato justo si os parece.

Cuando terminó su actuación, Vincenzo Biancarella escuchó algo que hacía mucho que no oía: risas. ¡Y por los dioses, que sonaban a coro celestial! El bufón realizó varias reverencias frente al respetable público, sintiéndose realizado por primera vez desde que llegó a aquella ciudad. ¡Y encima le habían pagado con dinero de verdad! Por no mencionar que el dragón le entregó a él la piedra prometida. Si podía venderla por un buen precio, podría sobrevivir una temporada extra en aquella ciudad. Quizás... ¡Quizás el Viejo Dios que Ríe estaba demostrándole su piedad por una vez en la vida!

Fuera como fuese, la cuestión era que ahora podía pagarse la fonda.

 -Señora, si me prestáis dos piezas de plata para poder pagarme una habitación con cena, os lo agradeceré con toda mi alma. Y prometo devolvéroslo mañana, en cuanto venda esta pequeña piedra.

Dicho aquello, Enzo depositó las cinco piezas de plata en la barra.

 -Una habitación, por favor. Y si mi nueva jefa tiene a bien prestarme dos piezas más, me gustaría una habitación con derecho a cena.

Leonard escuchó atentamente, luego dio una mirada a sus compañeros, y fue franco con Lucrecia;

-Lucrecia, la  verdad es que yo y mi grupo somos aventureros recién llegados a la ciudad. Como verás, nuestro estado físico, tanto económico, no es el mejor, y no se si el enfrentarnos a un dragón sea una opción viable para nosotros, al menos, no por ahora. Creo que tratar con no muertos será más plausible, y, una vez resuelto ese problema, podríamos acompañarlos a resolver el problema con el dragón. -Dijo Leonard, mirándola, para luego mirar a Enzo y Apolo a ver que decían.

Apolo observó a Lucrecia, y tras pensarlo un momento, Leonard fue quien rompió el silencio, concuerdo con mi compañero, nuestras capacidades se adaptan mejor a enfrentar muertos vivientes más que a derrotar dragones, respecto al adelanto, si no es una molestia lo tomaré, una buena cena y una noche de descanso es una sabía forma de iniciar una nueva aventura.

-Si nada ha cambiado, creo que la señorita Lucrecia se ofreció a ayudarnos antes de que partiéramos a por esos no muertos-explicó el clérigo. Parecía que los ánimos se templaban y el valor disminuía, lo que no le extrañaba, pero prefería ver aquello allí cuando aún tenían tiempo de rectificar, que en el lugar donde debían acudir y quedar vendidos. Incluso otro extraño se acercó, lo que le valió un asentimiento del hombre como inicio del saludo.

-Mi nombre es Cástor, y en otras circunstancias no tendría problema con ello, pero tenemos un trabajo pendiente, además de haberle prometido ayuda con su problema a cambio a la señorita.

Así es, pero no es un problema, dijo la joven. Como decía, no vine sola a la ciudad. Dos de mis compañeros están reclutando en las tabernas, y hemos acordado reunirnos aquí. Si no se han acobardado, imagino que querrán partir mañana temprano hacia Puente Brandon, donde se encuentra el resto del grupo. Podéis marchar con ellos, y nos encontraremos con todos vosotros encuanto nos deshagamos de ese dragón.

Lucrecia cerró el puño, lo levantó frente a sí, sopló en los dedos y, cuando volvió a mostrar la mano abierto, había en su interior tres lustrosas monedas de oro, que entregó a los tres hombres, una a cada uno.

No es una fortuna, pero es suficiente para la cena y la habitación, y aún os sobrará. Aceptadlo como señal de la firma de nuestro contrato oral.

Podría ayudaros con vuestro problema si permitis que me una a vosotros. DEspués podríamos ir a cazar al dragón. La paga también es buena por ese dragón que os he contado.

Por fin había encontrado un grupo al que unirse si le aceptaban. Necesitaba hacer algo distinto a quedarse sentado en las tabernas a esperar que llegara una oportunidad.

¿Permitís que me una a vosotros?

Enzo aceptó la moneda de oro de Lucrecia, pero nada más recibirla, recogió las cinco piezas de plata que había ganado con su actuación y se las entregó a la rubia, pagando a la posadera la cena y el cuarto con la moneda de oro.

 -No os ofendáis, pero prefiero mantener mis deudas al mínimo. Simplemente por si acaso, ya sabéis. Y tened por seguro que en cuanto pueda os devolveré el resto de la moneda de oro.

Porque no quería deber nada a nadie, sobre todo a alguien que pensaba llevarles a enfrentarse a muertos vivientes. Quería tener la seguridad de que podía rajarse en cualquier momento sin que le echaran en cara pagos o préstamos de dinero otorgados.

 -En cuanto a lo del dragón, conmigo no contéis. ¡Necesito trabajo porque quiero vivir, no morir como un perro! Lo de los muertos vivientes me parece más realizable, pero no voy a mentiros: si puedo vender la piedra que me ha dado este pequeñajo y sacar una suma decente, lo más probable es que también me retire de ese trabajo. Después de todo, yo hago esto por el dinero, no por la gloria ni otras razones más elevadas de espíritu.

Su compañero Vincenzo tenía mucho orgullo, algo que no se esperaría habitualmente de un bufón, era bueno saber que era un hombre que no gustaba tener deudas, a pesar de que eso pudiera llegar a traer algún problema, en especial cuando Apolo era más calculador y manipulador, yo, mi estimada señorita, por mi parte le agradezco enormemente su generoso adelanto, ahora si me disculpa iré a prepararme para la feroz batalla de mañana, dirigiéndose a la posadera le entrego la moneda de oro, mi adorada Kailee, un cuarto y cena para mí, si no es ningún problema, necesito recuperar mis fuerzas para combatir a esos muertos vivientes.

De su grupo, parecía que solo quedaba él en pie para decidir sobre el nuevo y su oferta. Filos se había retirado, extrañamente callado, y Huesos y Cólera se habían retirado ya... Aunque, siendo sinceros, no les conferiría tampoco demasiado poder de decisión a ninguno si estaba en su mano. Finalmente, tras unos segundos de duda, se encogió de hombros.

-Supongo que ese mal tendrá que ser enfrentado tarde o temprano. Puedes venir con nosotros, Chaos, pero recuerda el orden en función de llegada: primero nuestro dragón, luego los no muertos, finalmente el tuyo... Al menos, yo te acompañaré llegado el momento. 

Las palabras del bufón, sin embargo, apuntaban a que iban a perder a uno de aquellos tipos más pronto que tarde, una mala noticia aunque esperable. 

-En fin, será mejor descansar... Van a ser unas jornadas largas.

Había conseguido ser aceptado por Cástor y esperaba que el resto del grupo no pusiera objeción en que fuera con ellos.

Gracias, Cástor. Encantado de poder compartir camino con vosotros. Por lo que veo hay trabajo de sobra para hacer así que mejor descansar bien y nos encotramos mañana aquí para partir.

Se acercó al posadero y pidió una habitación donde descansar.

Zarus entró a la posada algo agitado por la prisa de su andar. No demoró mucho en encontrar a Lucrencia, pero prefirió esperar a que terminara de hablar y escuchar a algunos con quienes conversaba.

Se acercó lentamente a la mesa donde estaba la chica de cabellos dorados y saludó a todos los presentes. -Te ha ido bien buscando algo de gente. Yo de mi parte he podido completar mis encargos, así que podemos marchar mañana a primera hora, luego de adquirir algún par de cosas que nos hagan falta. - 

El joven Lazarus, escuchó el tema del dragón sin mucha prisa, deseaba poder ir a ver de inmediato a tal criatura solo por conocerla, pero de verdad le parecía una locura tratar de enfrentarlo, a duras penas hace un par de noches habían sobrevivido a una arpía, un dragón debía de ser al menos el doble de complicado. 

-He escuchado un poco de lo que han hablado primero, en verdad es posible derrotar a un dragón? Y en todo caso, no es mejor acabar con la amenaza de los muertos primero? Es que lo segundo se puede complicar bastante si siguen multiplicandose, será una epidemia sino le ponemos fin ahora.- dijo invitando a pensar.