Partida Rol por web

Este tranquilo edificio de madera ubicado en el Parque de la Rana (21) suele estar silencioso y en calma, abierto a visitantes introvertidos y educados, así como a los fieles de Obad-Hai. De todos los edificios religiosos reconocidos de Tormentos Cristalinos, esta capilla es la más humilde y discreta de todas.

La mayor parte de esta estructura es al aire libre, una gran pagoda con bancos largos que rodean una plataforma central. Una torre de dos pisos actúa como hogar del cuidador y una serie de habitaciones privadas al otro lado hace a veces de almacén.

Un druida mediano llamado Ferrin Kastilar atiende la capilla.

La hora es precisa. El viento susurra. Enano postra sus pies en la tierra de rodillas amando la basta energía bajo su cuerpo, la de la tierra, del nacimiento y la muerte; de lo sólido, porque es sustento de la superficie. 

Canta el ave. Cava, cava el lagarto bajo sus túneles.- Sonrío mientras medito, agradeciendo a los espíritus que permitan mi entrada. Conmigo Muerde-Hueso, al lado, mirando alerta lo que hay. Quizás dispuesto a comer. Como yo, que me alimento del sol que cae, del aire en los árboles; frente al enorme edificio.

Me pongo de pie y dejo al roedor que busque algo para sí. Yo voy directo al lugar, adentro, donde atiende Fenrin Kastilar.

¡Jio Jio! -Entro alegre y maravillado por haberlo conseguido finalmente- ¡Si me vieran, si me vieran! Aquí estoy empezando, naciendo. El regocijo de un abandonado que abraza su adopción por los druidas. La certeza de un nuevo camino que habrá de llevar a la tumba, pero con dignidad. 

Al final dejo de hablar sólo para mi, guardo algo de decoro y me encamino hasta aquel druida. Voy con entusiasmo, con un brillo especial en los ojos. 

¡Jio jio! Vengo de lejos, como la espora que baila por el aire desde su origen, al Norte, donde la montaña no duerme y rasga la panza de los cielos. ¡Por todos los espíritus de la superficie, bajo ella y en el cielo, que hace mucho he buscado a alguien de la sociedad! Que sea mi sustento éste hogar, como roca, donde afectuoso daré mis servicios aun infantiles para proteger lo que ha de ser protegido. O para curarlo, como el Oso que decidí ser.

¡Soy Oso-de-la-forja! ¡Jio jio jio!

Me quedo con la boca abierta dándome cuenta de lo inoportuna que ha sido mi fuerte voz enana, tan propia ella para el eco de las cuevas; gruesa, varonil, a sus oídos seguro molesta. Si le sumas mi entusiasmo le darás más volumen, como aullidos y bufidos que asustan a los sapos. Ambos, ellos dos.

Entonces me tomo con la diestra de alguna trenza en mi cabellera tosca y áspera, con rostro sorprendido de boca abierta. Finalmente decido callar por un segundo, en esfuerzos de más para no bufar lleno de aburrimiento. 

Llamo con mis gestos a Muerde-hueso, la rata terrible. De carácter protector, noble. Es astuto y mordaz, muy independiente además. Sí, loss sapos abundarán, ssupongo, por los pantanoss. Siseo como consecuencia de los esfuerzos que hago por susurrar, para no proyectar mi bulliciosa voz. Digo algo evidente, en un esfuerzo desesperado por entablar una conversación de aquellas que sólo puedes sostener con un Druida. Si es que encuentras alguno que esté dispuesto a hablar del asunto; o de lo que sea.

Extiendo la mano al suelo, tan cercano que queda de mi, y él se sube por entre mis pieles hasta la cabeza. Ahí se acomoda, mueve un poco, y se sienta, como si fuera una madriguera. Servirá mientras dejo que vaya a comer algo, bajo tierra, tranquilo. Eeee... -Me aventuro algo tímido a preguntar- buen druida, ¿tendráss algo de comer? Pagaremoss con servicio. Dichososs de ayudar a cuidar anfibioss. 

Puedo comer en cualquier lugar. La tierra me abastece. Pero ahora mismo no encuentro una mejor excusa para poder tener la oportunidad de convivir un poco con quien atiende la capilla; de quién puedo aprender en éste camino en busca de sabiduría que apenas empieza. 

Nadie cuida tan bien de Lorys y los demás como yo. Dice poniendose nervioso y mirando alrededor. Después mira hacia su sapo y se pone en pie. ¿Verdad que no Loryss? Dice seseando como lo haces tú. Nadie cuida de elloss máss que yo. Assí que lo lamento, ssi ussted quiere comida, tendrá que comer en las tabernass, ¡para esso esstán!

¡Lo de menos es la comida! Me sobresalto un poco, pero pronto bajo la voz mirando en rededor arrepentido, recomponiendome en una postura tranquila y sumisa, aparentemente esperada por aquel mediano en el templo que preside. Hago un gesto cordial abriendo mis dos manos expuesto como los animales, y pido perdón mientras me explico.

Por supuesto sigo susurrando- Yo puedo comer en cualquier lado, muerde-huesso me trae alimento porque yo lo alimento. O los árboless. La tierra también, con ricas raícess. 

Soy honesto. Cuando he necesitado he comido. No entiendo, ¿por qué toca dar monedass para comer? Los ossos cazan, y yo soy Osso-de-la-Forja. 

Sé que no soy bueno dando explicaciones. Al final estoy algo enredado porque no debí preguntar por comida, y ahora no sé ni cómo hacer algo cordial por él. Incluso estoy perdido del tema, porque no sé hablar algo que no sea de comida. ¡Torpe de mi!

Así decido simplemente ser honesto, aceptando que ese Druida es tan antipático como la mayoría. ¿Por qué no aceptass ayuda de un osso para cuidar de lass ranas?

Una mano sobre mi barbilla repleta de pelos gruesos, trenzados como deben ir; mientras la otra apoya el codo de aquella en un signo de profunda curiosidad. Claro que con ojos ingenuos y confiados de cualquier palabra que emita su interlocutor.

Igual no me puedo ir aun, Iborian puede que venga en camino. Le dije a sus subalternos que estaría por acá. Es importante que sepa lo que escuché de camino desde las montañas de Agnurthen, la forja del orden; hogar de mi madre campesina. Mejor sserá que aceptes mi ayuda o me verás acá ssentado hasta que llegue.

Lass ayudass son desinteressadass y benéficass.Dice tratando de imitar tu voz. Ssi lo que quieress es ayudar a cuidar ranas. Ve al parque y vigílalas. Yo no tengo problema en que lo hagass. Pero como ha dicho Lorys no necesitamoss ayuda de nadie. Pero ssolo ssi tú quieres dárnossla sserá bien recibida. Empieza por el parque, allí hay mucho que hacer y mucho que vigilar.

Así como dices una cosa dices otra... Confundido miro la nariz que baja sobre morro de oso, rojita con unos dientes mortíferos, pequeñita y húmeda, de roedor; de Muerde-hueso. Levanto zarpa diestra, mi mano derecha, y acaricio esa peludita piel, áspera, ruda, protectora; simple como yo que no entiendo lo que ocurre. "Primero dices que sólo tú los cuidas, pero luego dices que sí puedo hacerlo. Osea que tú lo haces cuando otros no lo hacen o quizás al revés, ¿o no? Porque.. ¡Aghhhhhhhhh!"

Doy media vuelta. Trato de entender la situación con poco éxito desgraciadamente, mirando por todas partes mientras me voy algo despistado y confundido; deseoso de correr y cazar, ajeno de tantas cosas complejas, solo con el aire, el viento y la lluvia. Como antes, como el bosque que me cuida y que cuido. De sus ríos el agua bebo para vivir, que luego cosecho para las demás criaturas.

Debería sentirme ofendido también, pero le doy muy poca importancia a la tibieza que la gente muestra con alguien como yo. Finalmente lo único que importa es que tengo permiso de un guardian para cuidar el hogar de los anfibios. No sé muy bien de qué, pero si hay alguien dedicado exclusivamente a ésa labor será porque allá hay sendas que debe transitar el Oso que cuida y sana.

Porque a eso he venido, a aprender de nuevas tierras para curarlas y protegerlas. Osezno crece, porque nuevo aroma llegará en vientos de cambio; de serenidad y paz.

Voy al parque de las ranas. Algo hambriento por cierto. Oso comerá al llegar.

¡Ferrin, Ferrin! -Para mi mismo gruño. Me escucho con largos bufidos roncos, pero es sólo mi voz buscando al druida que cuida de los anfibios- ¡Alguien intentó mover la roca del pantano! ¡Rápido, rápido!

Esa mala manía de referirme a mi en tercera persona, al oso. Hablo de mi, pero parece de otro. He pasado por encima de ese aspecto tranquilo del templo, tan estóico y pacífico. Vuelvo con bulla, escandaloso y gritón. ¡Pero es que no puedo hacer nada yo sólo!

Muerde-hueso viene tras de mi sin saber qué ocurre. Mira y olfatea. Yo sí sé. ¡Necesito que alguien venga conmigo!

¡Estoy agitado! Respiro fuerte, pongo el cuerpo de medio lado, justo a tiro de salir corriendo con él. Si me sigue.

Este tranquilo edificio de madera ubicado en el Parque de la Rana (21) suele estar silencioso y en calma, abierto a visitantes introvertidos y educados, así como a los fieles de Obad-Hai. De todos los edificios religiosos reconocidos de Tormentos Cristalinos, esta capilla es la más humilde y discreta de todas.

La mayor parte de esta estructura es al aire libre, una gran pagoda con bancos largos que rodean una plataforma central. Una torre de dos pisos actúa como hogar del cuidador y una serie de habitaciones privadas al otro lado hace a veces de almacén.

Un druida mediano llamado Ferrin Kastilar atiende la capilla.

Exhaló entonces una sonrisa al hallar el tranquilo templo del dios de la Naturaleza. Algo así pensó que hallaría a puertas de la Dríada Bailarina. Se adelantó lentamente hasta la pagoda, retirando su capucha con ambas manos a paso lento. Las telas de la capa bailaban al vaivén de sus pasos, y buscó la mirada a quien regentara aquél lugar.

Por un momento, la tranquilidad del parque que rodeaba a la pagoda le hizo recordar un ápice del hogar, de los profundos bosques de Tethyr y las hermosas vistas sobre las copas de los árboles de Suldanessalar. Su mano palpó entonces el zurrón donde trasportaba la flecha quebrada entre paños y la realidad la devolvió a Tormentos Cristalinos. Fue entonces cuando se acercó hasta el mediano, y en el gesto del saludo élfico le habló.

- Dulce agua nos brinden los cielos. Soy Silmëwen de Lotar, de los bosques de Tethyr. Celebro hallar la presencia de los guardianes del equilibrio dentro de estos muros y hallar un ápice de los santuarios de los bosques tan lejos del hogar. He venido desde largas distancias en busca de los de mi pueblo, aquellos tel'quessir que habitan entre humanos y otras razas. De saber algo acerca de esto, agradadecida os quedaría si pudierais contarme acerca de ellos.

La elfa esbozó una sonrisa al observar el comportaminto del druida, respondiéndole.- Vine en busca de tel'quessir en Tormentos Cristalinos, en concreto una familia sureña, de los bosques de Tethyr, de nombre Oiale Vanya....¿sabe dónde podría hallarles? o quizás ¿hay alguna especie de elfería por la ciudad donde suelan reunirse? De igual modo, habláis verdades en cuanto a mi comportamiento. He llegado a la ciudad junto al alba y mentiría si dijera que camino distendida por la ciudad. ¿Daría alojamiento la capilla a una elfa de los bosque por los días que están por venir? Quizás vos o Lorys necesiten algo en que os pueda ayudar a cambio. El abrazo de Obad-Hai cubre a todos los habitantes de sus bosques y también los reúne fuera de ellos.

¿Has oído, Lorys? Preguntó Ferrin. Busca a los ghhsgsgg.. después escupió y empezó a reírse el solo. Me temo que se ha equivocado, aquí no hay nadie con semejante disparate de nombre, aquí la gente se llama Lorys, o Ferrin, o nombres más normales, pero aaaaaaaghhh... volvió a escupir, aquí nadie se llama así.

Que yo sepa lo que busca no existe, aunque si por elfería se refiere a donde va Lorys de vez en cuando, es decir a la Isla de Roble, entonces seguramente sí.

¿Alojamiento? Preguntó mientras se ponía a reírse. ¡Lorys, la señorona preguntona quiere que la acojamos gratis en la capilla! ¡Aquí ya nadie cabe más! ¡Lorys y yo ocupamos todo el espacio! ¡Estás loca! Dijo mientras daba saltitos alrededor de ella mientras gritaba una y otra vez, "Loca, loca, loca".

Frunció su ceño al escuchar el delirio del druida y se preguntó cómo podía albergar sabiduría aquella mente caótica. Creció respetando a los druidas y sacerdotes tanto del Seldarine, como de la naturaleza, pero aquél comportamiento era la primera vez con el que se encontraba. Turbada, apartó la mirada entonces, y cubrió su cabeza de nuevo con las telas de la capucha en silencio, dejando al mediano con su discusión interna.

La isla del Roble. Abandonó aquella arboleda dedicada a Padre Bosque para dirigirse a aquél lugar. Preguntó a algunos ciudadanos de Tormento Cristalinos, aquellos que mejor presencia y confianza le brindaran a Silmëwen, siguiendo el paso oeste del Martín Pescador. Cuando por fin alcanzó la boca de su desembocadura, pudo ver con claridad la isla hermana de la ciudad, conectada y bien defendida por una fortaleza. Presupuso que debería ir hacia allí entonces, guiada tan solo por las corazonadas que Sehanine pudiera enviarle para su empresa. La muchedumbre parecía entonces dirigirse en una especie de foro de la ciudad, más denso que los propios mercados y casi tan escandadloso, y tan solo por unos instantes y seducida por su curiosidad, la elfa decidió desviarse para echar un vistazo.

Hola mediano, lindo lugar es este, me gusta mucho. - Dijo Karna que sabía que no tenía gran cosa que hacer allí- ¿Que noticias tienes? ¿Por qué hay tantas ranas? ¿Hay algo que hacer por aquí?