Partida Rol por web

Esta tienda siempre parece estar rodeada de olores extraños, y un número inusuaal de cuervos revolotea por sus aleros y canalones. Un cartel sobre la puerta muestra un quásit rompiendo una varita sobre una calavera con cuernos, mientras un espíritu maligno de algún tipo emerge del extremo roto de la vara.

Esta atestada tienda está llena de objetos extraños; también se pueden encontrar a la venta componentes de conjuros y objetos alquímocos por encargo del gremio de alquimistas (30).

Un perro guardián junto a la puerta custodia el lugar.

¡Hola! dijo Aire al ver al perro guardián. Le tendió la mano para estrechársela, pero el perro no hizo nada.

Bueno... maleducado he venido aquí porque necesito que alguien me diga qué conjuro es éste. Le tengo aquí, mire...

Le enseñó el pergamino al perro, que sólo lo olisqueó. No tardó mucho en olvidarse de la muchacha, y ésta se indignó

¡Qué vergüenza! ¡Voy a reclamar dentro!

Entró en la tienda, y ella y Aristóteles se quedaron con la boca abierta. Había muchas cosas por todos sitios. ¡Era como la casa de Aire! Se puso a mirar por todos lados, cogiendo y dejando con delicadeza todo lo que tocaba. Se acercó hasta el vendedor.

¡Ualaaaa! ¡Cuántas cosas bonitas tienes! ¿No necesitarás a alguien que te tragia estas cosas bonitas a la tienda, verdad? ¡Porque es fantáaaaastica!

Aristóteles croó, y recordó qué venía a hacer allí. Ah, sí, sí. Tengo este pergamino, y necesito saber qué conjuro tiene. ¿Me lo podría decir?

Dimdel sopesó el precio que le daba la mujer y la verdad es que no tenía ni idea de cuánto podrían costar, así que acercándose un poco más sacó un segundo huevo y se los entregó a la humana.

-Me parece un precio muy razonable- le dijo mientras miraba de reojo a la extraña mujer que acababa de llegar- si me deja ver un segundo lo que tiene, tal vez si me interese algo y si no, me quedaré con su valor en monedas si le parece bien.

Se apartó un poco del mostrador para echar un vistazo a lo que había en la tienda y permitir a la nueva clienta solucionar sus asuntos.

Misha contempló a la recién llegada y le pidió algo de calma, pues el gnomo estaba primero y no le gustaba que se le colaran. Pero por si acaso, le interrumpió para advertir a la muchacha, los conjuros de leer un pergamino son 5 piezas de oro, así que si tenéis suficiente oro para pagarlo, dádmelo y os lanzaré el conjuro en cuanto acabe con este buen hombre.

Mientras la mujer se lo pensaba, le mostró a Dimdel una serie de artículos que tenía en stock para que él los viese y decidiese*.

Dimdel echó un vistazo a todo lo que había allí. Había cosas maravillosas que nunca había visto antes y otras de las que había oído hablar. Los precios eran muy altos, así que tras mucho decidir, se fijó en un par de objetos. Uno le podría venir bien y el otro, seguro que le iba a venir bien.

-Me interesa este, aquel de allí y creo que esa poción me vendría bien ahora mismo, que en la catedral de Pelor andan bastante liados.

Las cuentas salían justan, así que haciéndose a un lado para que la otra clienta no viera lo que estaba sacando, extrajo un tercer bulto de su mochila.

-Pensaba llevarlo al gremio de alquimistas, pero sus palabras sobre los peligros que tendría en manos poco hábiles me han hecho recapacitar. Con los dos primeros pago los objetos y con este tercero me vendría bien el oro, aunque comprendería que me diera menos de lo que me dijo al principio.

Quería llevarse bien con aquella mujer, pues esperaba poder tener tratos buenos en el futuro con ella y poder beneficiarse de una relación apropiada.

¿Un tercero? Dijo la mujer al verlo. Aquello le pilló por sorpresa. No esperaba que aquel mediano se hubiera encontrado con tantos. Supongo que por ese puedo darte 100 piezas de oro. ¿Te parece bien?

Aire se aburría, no entendía nada de lo que decían ni de qué hablaban. No tenía oro, no tenía nada de oro. Pero tenía que encontrar respuestas.

¿Ya me toca? dijo, con impaciencia, esperó a que terminara de vender al hombrecillo para continuar. No es que quiera saber usar este conjuro, es muy poderoso para mí. Pero un hombre está haciendo cosas horribles con él, ¡ha matado a un amigo mío haciéndolo de piedra! gritó, con lágrimas en los ojos. Sólo necesito saber qué hace para poder denunciarlo

-Me parece genial. Muchas gracias por todo. Si necesitas algo, no dudes en pedirmelo por si lo pudo conseguir- dijo Dimdel a la dependienta. Sabía que con el último huevo había perdido según el precio que le ofreció al principio, pero sentía que era lo mejor como ya había augurado.

Mientras guardaba sus nuevas pertenencias no pudo dejar de escuchar a la mujer del pergamino.

-Vaya, parece un asunto importante- pensó mientras se colgaba la mochila.

-Pero no puedo atender ese asunto ahora, Mai-Cor me necesita y los lagartos no van a esperar.

En un instante, volvió a rebuscar en su bolsa y extrajo cinco monedas de oro.

-Yo pagaré el oro para que puedas leerle el pergamino- tal vez se estuviera equivocando y la mujer solo intentara regatear el precio, pero el gnomo sabía muy bien lo que era llegar a la ciudad sin dinero y si ese era el caso de ella, así la ayudaría un poco.

-Espero que soluciones pronto lo de tu amigo- le dijo mientras se marchaba de la tienda.

Misha tomó las 5 piezas de oro que de forma altruista pagó Dimdel y entonces lanzó el conjuro sobre el pergamino. No tardó nada en averiguar de qué se trataba. Efectivamente, eso que tienes entre manos es un pergamino de "de la carne a la piedra" le respondió. Tal y como su nombre indica, el receptor del conjuro queda convertido en una estatua inerte y sin mente. Y solo un mago muy poderoso es capaz de poder lanzar un conjuro como éste. Así que le devolvió el pergamino a la chica y la advirtió. Así que es mejor que te andes con cuidado, puede que toda esta trama te quede demasiado grande. Pero, si quieres, puedes contarme más y quizá pueda ayudarte. ¿Cómo sabes que tu amigo ha sido convertido? ¿Qué es lo que ha pasado exactamente?

¡Oh, gracias, gracias! gritó Aire a Dimdel justo cuando se iba por la puerta. Le hubiese gustado ir tras él y darle un abrazo, presentarle a Aristóteles y que él también le diera un abrazo, pero las palabras de la dependienta le hicieron darse cuenta de que no podía irse en ese momento.

Al llegar a la ciudad, escuchó que un sacerdote de Boccob llevaba desaparecido durante meses. Intentando poder conseguir algo de oro para sobrevivir, empecé a investigarlo. Los guardias no sabían nada, y en su templo me dejaron entrar en su habitación. Escondido, supongo que por temor, encontré este documento:

La investigación sigue en curso, creo que he hallado una pista sobre lo que está tramando Desthen. Sin duda puede ser la última y la que me ayude a revelar todo este rompecabezas. Parece que el arcanista se ha dedicado a buscar pergaminos de "de la carne a la piedra" y ha usado criaturas vivas para realizar sus esculturas. ¡Ya decía yo que muchas de las figuras que vendían tenían gran parecido con las criaturas de los alrededores de la ciudad!

    El pobre Merrin no se ha dado cuenta de nada. ¡El pobre ha sido otro más en la lista de engañados!

    En fin, estoy algo asustado pero creo que lo mejor es ir a hablar con él, ¡necesito que me de una explicación y me aclare todo este asunto! Después avisaré a Merrin del engaño. Sí, creo que será lo mejor...

Alguien también me dijo que había una estatua que se parecía mucho al sacerdote, pero yo eso no lo podía saber, pues no le he visto nunca. Así que fui a hablar con Desthen, a pesar del peligro que eso suponía.

Dejó a Aristóteles sobre el mostrador y se desató la trenza para vovler a hacersela lentamente. Pero no conseguí nada. Sólo conseguí que Desthen desconfiara de mí y me amenazara con ir a la guardia si seguía preguntando.

Al final conseguí ayuda. Un hombre que se ha ido a apagar un fuego y mi amigo, el que digo que han hecho de piedra. Él, aprovechando de que estaba padeciendo una extraña enfermedad en la piel, fue a Desthen y atacó a su vanidad, diciendo lo buen mago que le habían dicho que era. Nos quedamos fuera, escondidos, esperando que volviera... Y no salió nunca.

Al final, decidimos entrar en la casa. Nos atacó con dos criaturas asquerosas y malignas, pero no nos hicieron ningún daño. Revolviendo en sus cajones, encontré varios pergaminos de estos, y entonces Desthen nos amenazó:

"Lo mejor será que os andéis con cuidado. O al final lo lamentaréis"

Y, visto que nadie quiere ayudarme, sigo sola intentando resolver este asunto.

Misha se había quedado boquiabierta al escuchar toda aquella trama. No sabía nada sobre ello, conocía a Desthen pero jamás hubiera sospechado nada de él y también había visto a Merrin varias veces cuando visitaba el museo. No podía creerse lo que escuchaba, pues había ido miles de veces a ese museo. ¡Esto es terrible! Dijo la mujer. ¿No has pensado en avisar a la guardia? No entiendo como nadie quiere ayudarte, ese hombre es muy peligroso, y mucho más si vuestro amigo nunca salió con vida de allí. ¿Por qué no has hablado con Iborian y sus soldados? Quizá ellos puedan resolver todo este asunto mucho más rápido que vos.

No me escucharon Aire agachó la cabeza y una pequeña lágrima cayó sobre el mostrador de Misha. Yo me presenté y también presenté a Aristóteles la pequeña rana croó, en señal del dolor que había sentido cuando no quisieron conocerle Pero son sólo palabras, eso me dijeron. Además, yo soy una extraña, y él aquí es conocido. ¿De quién os fiaríais vos, de una recién llegada o de un hombre que habita aquí desde hace tiempo? Sólo quería ayudar a la gente, pero la gente no parece que quiera ser ayudada. ¿Crees que ese tal Iborian me ayudaría?
 

Cuando vio a su sapo le tendió la mano para ver si le dejaba acariciarlo. Después continuó hablando, Iborian es el jefe de todos los guardias de la ciudad, puedes verlo y hablar con él en el cuartel. Seguramente él te haga más caso, sobre todo si le cuentas todo lo que me has contado a mi. ¡Es imposible que lo ignoren y que no traten al menos de investigarlo! ¡Aunque sea un poco! Dijo tras tenderle un pañuelo para que pudiera secarse las lágrimas. Diles que vas de mi parte, y que si hace falta que vengan a hablar conmigo. ¡Yo les insistiré en tus palabras!

Aristóteles saltó para que Misha le acariciara. De vez en cuando le gustaba recibir mimos de la que no era su dueña, porque así se sentía importante y el centro de atención. Al fin y al cabo, ¿quién no se dejaría acariciar por una mujer tan bella?

Aire escuchó las palabras de la mujer mientras miraba cómo Aristóteles disfrutaba. Cogió el pañuelo y se secó las lágrimas, meditando qué podía hacer. Teniendo una aliada como ella, ¿la harían caso? Al menos tenía que intentarlo. Por todas esas estatuas de piedras que eran como padres para ella y ahora seguro que estarían muertos por culpa de ese mago.

Muy bien, pues iré ahora mismo a hablar con ellos. ¡Tienen que saber la verdad! Muchas gracias por ayudarme, Misha. Volveré por aquí si necesito que me ayudes. ¡Gracias, gracias!

Se abalanzó sobre el mostrador y dio un par de besos a la mujer en la frente. Aristóteles saltó a sus manos, pues como buen familiar, sabía que la aventura estaba próxima, y tenía que acompañar a Aire. No tardaron ni dos segundos en desaparecer de allí.

Esta tienda siempre parece estar rodeada de olores extraños, y un número inusuaal de cuervos revolotea por sus aleros y canalones. Un cartel sobre la puerta muestra un quásit rompiendo una varita sobre una calavera con cuernos, mientras un espíritu maligno de algún tipo emerge del extremo roto de la vara.

Esta atestada tienda está llena de objetos extraños; también se pueden encontrar a la venta componentes de conjuros y objetos alquímocos por encargo del gremio de alquimistas (30).

Un perro guardián junto a la puerta custodia el lugar.

Thörgus nota como al acercarse a su compañero se le eriza un poco el lomo, al acercarse a la tienda descubrió el motivo. Un perro parecía proteger el negocio de indeseables. Calmó a Darko, que así se llamaba, lo dejó atado fuera y entró en la tienda.
-Buenas, hay alguien? preguntó mientras su mirada se perdía entre todo lo que aquella tienda podía ofrecerle.

Misha es una humana de mediana edad, poco amiga de las tonterías. Abrió la puerta tras la llamada de Thorgus mientras lanzaba una mirada directa al can que yacía en la puerta. El animal, como si de un contacto telepático se tratase se despereza y no quita ojo del recién llegado y su compañía.

- Buenos días, dígame, ¿en qué podría yo ayudarle?

-Buenos días, estaría interesado en algunos pergaminos de hechizos. El chico de los ultramarinos, Ratic creo que dijo,
me envió aquí. Y por lo que veo acertó de pleno. En mi vida había visto tantas cosas interesantes juntas.
Contestó Thörgus sin parar de escudriñar todos los rincones de la tienda con la mirada.

Claro. Dijo la mujer. Tenemos gran cantidad de ellos, los más básicos y de menor nivel realizados por lanzadores de conjuros prácticamente novatos son los más baratos, puedes encontrarlos a partir de 12 piezas de oro. Contestó.