Partida Rol por web

Esta tienda siempre parece estar rodeada de olores extraños, y un número inusuaal de cuervos revolotea por sus aleros y canalones. Un cartel sobre la puerta muestra un quásit rompiendo una varita sobre una calavera con cuernos, mientras un espíritu maligno de algún tipo emerge del extremo roto de la vara.

Esta atestada tienda está llena de objetos extraños; también se pueden encontrar a la venta componentes de conjuros y objetos alquímocos por encargo del gremio de alquimistas (30).

Un perro guardián junto a la puerta custodia el lugar.

La joven se siente emocionada de encontrar una tienda así, ya que de niña ayudaba a su tía* a sanar enfermos y preparar posiones y brebajes en una tienda parecida a la que se le presentaba frente a ella. Milkahá se acerca a la puerta para llamar, pero no le quita el ojo de encima al perro, lleva el báculo en la mano...

Misha es una humana de mediana edad, poco amiga de las tonterías. Abrió la puerta tras la llamada de Milkahá mientras lanzaba una mirada directa al can que yacía en la puerta. El animal, como si de un contacto telepático se tratase se despereza y no quita ojo de la recién llegada.

- Buenas tardes, dígame, ¿en qué podría yo ayudarle?

-Buenas tardes, soy Milkahá de Kadmandilhi, he llegado esta mañana  a la ciudad, no tengo mucho dinero y me gustaría poder servirle como ayudante y tal vez si me lo permite como aprendiz, las artes alquímicas y arcanas son de mi interés-  la joven hace una reverencia en el lugar mismo donde se encontraba, sin dar un paso mas, siempre atenta al perro que de un modo u otro le puso muy nerviosa al moverse de repente.

- Buenas tardes, en principio no estoy interesada en buscar a nadie más para trabajar. La verdad que estoy bastante contenta commo funciona mi negocio hasta ahora y no pretendo cambiarlo.

Lo único que podrías hacer es ayudarme en un asunto un poco turbio. Necesito encontrar el lugar del Mercado Negro. Por su culpa mi tienda no va todo lo bien que realmente debería ir. Ellos no pagan impuestos, ni tasas, ni nada... viven al margen de la ley y eso es una injusticia... Así que si quieres ayudarme, podrías empezar por ahí. A cambio podría recompensarte.

-Me parece bien, buscare la mayor información sobre el mercado negro en la ciudad, aun que me siento un poco decepcionada por no poder quedarme con usted para aprender sus artes, en cuanto sepa algo vendré a buscarle- la chica da media vuelta pero algún pensamiento la detiene antes de terminar su giro y vuelve a encarar a su interlocutora -solo un par de preguntas mas: cual es su nombre y no se si es legal usar hechizos dentro de la ciudad...-

Mi nombre es Misha, y sí, no hay problema en que uses hechizos en la ciudad, siempre y cuando no provoquen daño directa o indirectamente a nadie. Por lo demás, no hay ningún problema.

- Bien Misha, buscare lo que me pides, que tengas buena tarde- se despide con una sonrisa en los labios y camina en dirección de las tabernas preguntando direcciones a los transeúntes, el hambre se siente como fuego en sus entrañas y esta cansada, piensa en comer algo en la taberna y tal vez encontrar algo de información.

Esta tienda siempre parece estar rodeada de olores extraños, y un número inusuaal de cuervos revolotea por sus aleros y canalones. Un cartel sobre la puerta muestra un quásit rompiendo una varita sobre una calavera con cuernos, mientras un espíritu maligno de algún tipo emerge del extremo roto de la vara.

Esta atestada tienda está llena de objetos extraños; también se pueden encontrar a la venta componentes de conjuros y objetos alquímocos por encargo del gremio de alquimistas (30).

Un perro guardián junto a la puerta custodia el lugar.

-Bueno días...- Entro a la tienda como si entonara con el lugar.

-Llevo un tiempo buscando unas pociones, si es que aquí pueda encontrar...
También tengo algo que me gustaría vender, es antiguo...- Digo sacando el libro de magia que había encontrado en la tumba de Mereklar y poniendolo sobre el mostrador.
-Perteneció a un poderoso mago de la ciudad de los gatos sagrados, Mereklar.-

Con una mano sontengo la herida en el pecho. -Es lo que pude conservar sin problemas, fui asaltado al entrar a la ciudad, me despojaron de alguna que otra poción que tenia para vender... Hora busco algo que me pueda sanar...-

Entre tanto la mujer iba y venia, hacia un leve vistazo de lo que había en la tienda, para detener la mirada en el can lo que me hacia surgir una sonrisa. -Admirable lealtad, es un buen guardián...- Tanto las personas como las bestias deben ser dominadas y bien instruidas, esa obediencia me complacía.

Aunque cada hoja valga el doble del costo de una poción, poco se que el libro puede valer mas y solo puedo limitarme a regatear.
-100 monedas y 2 de las pociones, sé que el libro lo vale. . . Y si pueden usar la magia, te pagare lo que cueste el que me lancen un conjuro, el mismo encerrado en la botella.
A los clérigos no se le paga, pero no me puedo permitir que ellos lo hagan. Si tu puedes, créeme que no podría poner mi vida en otras manos... Tendrás un cliente asegurado...-
Tal vez la doncella me gustaba, tal vez la necesitaba, sin muestra lasciva enarque las cejas hacia arriba, como un padre pidiendo perdón a una hija, esperando su respuesta.

Mi trabajo aquí es simplemente el hecho de vender los objetos, no soy lanzadora de conjuros, así que no puedo ayudarte. Pero el trato que ofreces me parece adecuado, 100 piezas de oro y dos de las pociones me parece un precio justo por lo que ofreces.

¿te interesa?

-Lo mismo digo... un trato justo - Sedo el libro, empujando este hacia ella, en seña de cerrar el trato.

Espero a que me pague las monedas, entre tanto tomo una de las pociones y guardo la otra.
-¿Sabes donde puedo encontrar algún lanzador de conjuros que venda sus servicios?- Pregunte sin perder hilo a la conversación.

Espere su respuesta, respondí con una sonrisa e incline la cabeza para indicar que ya me iba. -Qué tenga un agradable día.-

Saliendo del lugar, ya sintiéndome mejor, camine por las calles hasta encontrarme con una taberna, a la primera que me cruce entrar. Esta: El Erizo Borracho...

Pues desde el mismo templo de Boccob, donde se encuentra el gremio de magos, como a cualquier aventurero que sepa de magia y que encuentres por la ciudad, pasando por el Gremio de Alquimistas.

Concluyó mientras entregaba las pociones y pagaba el resto de monedas al extraño hombre.

Igualmente, finalizó tras comprobar que se marchaba de allí.

Esta tienda siempre parece estar rodeada de olores extraños, y un número inusuaal de cuervos revolotea por sus aleros y canalones. Un cartel sobre la puerta muestra un quásit rompiendo una varita sobre una calavera con cuernos, mientras un espíritu maligno de algún tipo emerge del extremo roto de la vara.

Esta atestada tienda está llena de objetos extraños; también se pueden encontrar a la venta componentes de conjuros y objetos alquímocos por encargo del gremio de alquimistas (30).

Un perro guardián junto a la puerta custodia el lugar.

Dimdel quería terminar con eso cuanto antes. No sabía muy bien si podría sacar algo de dinero, pero supuso que era el mejor lugar para preguntar.

-¿Hola?- dijo al entrar echando siempre un vistazo al perro por si reaccionaba de forma alarmante- -Buenas, tengo un objeto que tal vez les pueda interesar, es un huevo de cocatriz-creo- pensó mientras esperaba respuesta.

Si no encontraba comprador en aquel lugar, tal vez le pudieran decir cosas que buscaban para el futuro.

Dimdel extrajo con cuidado el huevo de la bolsa después de dejar el escudo de Mordrogath a un lado.

-Aquí está- dijo mientras se lo entregaba a la mujer -La experta en estas cosas eres tu, así que deberías decirme cuánto podrías darme por él. Tengo otro posible comprador, pero no me gusta demasiado y como soy nuevo en la ciudad prefiero hacer buenas amistades que tratos mediocres

Mientras hablaba, Dimdel se fijaba en todo lo que podía ver a su alrededor para hacerse una idea del precio que podría tener aquel huevo. Si era bueno, tal vez le entregara otro para aumentar su bolsa.

-También podríamos hacer un trueque- le comentó pensando que en una tienda con ese nombre, sin duda alguna podría haber cosas interesantes -¿cuánto estás dispuesta a darme?

Dimdel estaba absolutamente perdido sobre el valor que podría tener aquel huevo, por lo que fue incapaz de saber si Misha le estaba tratando de hacer algún tipo de trato justo o simplemente estaba negociando o incluso engañándole. Puedo ofrecerte como máximo 150 piezas de oro por él. Le dijo. O si quieres algún material de mi tienda, puedo llegar a darte hasta 300 piezas de oro si te lo cobras en material. Eso lo dejo a tu elección. Aunque me gustaría saber quién está interesado en objeto como éste. Pues realmente no deberías venderlo a cualquier persona, entrenar una cocatriz no es complicado, pero puede ser muy peligroso. Es mejor que esté en manos seguras.