Partida Rol por web

Kranjstar se queda impresionado ante la belleza de aquellos campos. Ahora había que buscar pistas o lo que fuera que diera luz sobre lo que había sucedido aquí Han logrado algo? Pregunta al resto de los presentes.

- Grrrrr.

La imagen de aquellos campos, antinaturalmente ordenados, podía parecer bella ante los ojos de cualquiera pero no de Lictea. No era más que un ejemplo de los efectos que la civilización provocaba en la Naturaleza. Era un atentado contra la diversidad de las especies y el equilibrio. La ventaja era que, entre tanto orden, encontrar algo que se saliera de lo normal no debía ser muy complicado.

Usando la mano de visera, la mujer loba echó un vistazo al paisaje buscando cualquier cosa que se saliera de la normalidad. Con un gesto rápido y seco de su mano Lico se puso a olfatear y rebuscar entre los viñedos. Poco después, Lictea hizo lo propio, realizando una tarea concienzuda que la aislaba del resto del mundo.

Mientras Lictea comenzaba su tarea, ayudada por su lobo, o viceversa, Daélric calló. No quería molestarla o distraerla, sabía que tanto lo uno como lo otro, en el mejor de los casos, acabaría con un lobo de tamaño considerable mostrándole los dientes amenazadoramente. No le apetecía imaginar el peor de los casos. Y, aunque allí no estaba la guardia para molestar, tampoco estaba para guardar el orden. Estaban solos. Mejor permanecer todos bien avenidos.

Tomando ejemplo de la druida el bardo se echó también la mano a la frente para hacer visera y contemplar los alrededores. Puede que no fuera muy bueno reconociendo pisadas -qué demonios, era una absoluta calamidad- pero seguía teniendo un par de ojos y si los hombres-lagarto tuvieran la genial idea de repetir la visita a los campos, bueno, eran verdes, pero no invisibles, ¿no?

Kranjstar miró con extrañeza algo en el cielo Es normal que cuervos sobre vuelen este tipo de terrenos? dijo señalando hacia el punto en el que se veían. Tal vez deberíamos acercarnos a ver, no lo crees? dirige esta ultima pregunta a la que debería ser la mas versada en la materia, además no quería entorpecer su búsqueda, pero el volar de aquellas aves, para el clérigo, eran casi un indicio de su deidad, una "señal".

-No creo... ¿Lictea? Los cuervos se alimentan de cuerpos, cuanto más recientes mejor, ¿verdad? A lo mejor hay un cadáver... -la idea hizo que el bardo arrugara el ceño y pusiera un gesto de desagrado bien clara- o una persona moribunda -esto dejó claro que prefería la segunda posibilidad a la primera- Creo que deberíamos ir a echar un vistazo... podrían ser hombres-lagarto incursores o uno de los Licorambarinos o sus sirvientes...

Ahora que estaban en el campo, bueno, en los campos de cultivo, pero definitivamente lejos de tejados protectores y edificios que le dieran cobertura, el urbanita de Daélric parecía un pez fuera del agua y se veía obligado a recurrir a los que les pasaba justo lo contrario. Lictea era obviamente el caso contrario. Él la había guiado dentro de la ciudad, o al menos había proporcionado ese tipo de sensación. Esperaba que se aplicara el caso contrario. O casi se diría que lo necesitaba.

Lictea esto, Lictea aquello. ¡Oh sí! Las tornas se habían dado la vuelta y eso que estaban en un campo todo ordenado pro la mano del hombre y no en la naturaleza pura y salvaje. El pajarillo había estado toda su vida enjaulado y ahora que salía al exterior no sabía ni qué hacer con sus alitas atrofiadas. Agachada y de espaldas a Daélric éste no pudo ver la sonrisa maliciosa que se le formaba en su rostro. Tanto mejor para el bardo pues ver sonreír a Lictea no era plato de buen gusto.

- Los cuervos son omnívoros, osease que no le hacen ascos a nada. Es un encarnizado depredador que come desde insectos a mamíferos. También comen vegetales, se pirran por el maíz, las uvas...- Hizo un gesto mostrando alrededor todos los viñedos.- ¿Qué es lo que tenéis delante de vuestras napias? Viñedos, eso es, y de ahí salen las uvas ayayaya jejeje.- Se reía ella sola, con su áspera risa, encantada de la vida por ignorancia de sus acompañantes.- Pero sí tenéis razón en una cosa. También son carroñeros y allí donde hay un cadáver nunca faltan los cuervos. Así que habrá que ir a ver por si acaso, ¿no? Ya que estamos aquí, digo, a no ser que os caguéis en esos bonitos pantalones.- Le pegó un buen manotazo en la espalda al bardo. No podía evitarlo, se sentía como una madre protectora cuando veía su debilidad.- Por aquí hay distintos tipos de huellas, pequeñas y grandes. Nada raro supongo, pero déjame ver...

El elfo se arrodilló junto a la naturista para ayudarla a buscar en el suelo.

¿Que estamos buscando exactamente?

Aerion era un urbanita, pero tenía buena vista... de cerca.

-En resumen: no lo sabemos con seguridad. Tal vez huellas de hombres-lagarto. Tal vez de humanos. Sangre... Y por los cuervos omnívoros devoradores de uvas y maíz, ahora probablemente busquemos un cadáver. O un grano de uva enorme -dijo el bardo, sarcástico, sin poder evitar sonreír. Esperaba no llevarse un rapapolvos de la druida por ello, pero el chiste le había salido irreprimible.

Lictea estuvo buscando un buen rato más, agazapada junto a su hermano lobo. Cuando por fin adquirió de nuevo la posición bípeda, se giró hacia sus compañeros con el ceño fruncido.

- No te asustes pajarillo, aquí no encontraremos cadáveres.- Dijo haciendo alusión a los cuervos y levantando la mirada hacia ellos.- Es evidente que los campos se están echando a perder, pero no hay ningún rastro de hombres lagartos por los alrededores. En mi opinión descartaría su participación sin lugar a dudas.- La mujer salvaje se hurgó en la boca, con su mano de uñas negras, para quitar de sus molares las molestas semillas de una uva que había probado para ver si estaba madura.- Por otro lado sí que hay huellas de cuervos y varanos, un tipo de lagarto grande. Me parece, así a primera vista, un burdo intento de culpar a los hombres lagartos de los destrozos en los campos. Para ojos inexpertos, sus huellas podrían confundirse.- Miró a Daélric cuando habló de "ojos inexpertos". Sin embargo había en su expresión cierta admiración hacia el bardo,  pues había elegido a los hombres lagartos como clientes su inocencia ahora le parecía ahora indiscutible.-He visto también huellas de una sola persona allí donde los destrozos de los cuervos han sido mayores. Quizá esté usando a los cuervos de alguna manera para destrozar el cultivo y utilizando los varanos para echar las culpas a los hombres lagarto. La pregunta es, ¿quién y con qué intención?- El objetivo era la destrucción de los campos de cultivo, con la cual la druida estaba totalmente de acuerdo, o lo principal era crear un conflicto con los hombres lagarto para que fueran expulsados de Tormentos Cristalinos. Dejó que sus compañeros asimilaran la información antes de decidir qué hacer.

El clérigo escuchó atento a sus compañeros y luego recordó lo dicho en el templo. Lo cierto es que esta familia ya de antemano tienen problemas con estos hombres lagarto, nada de raro habría en que ellos mismo trataran de inculparlos de esto. Quien mas, aparte de los miembros de esta familia puede tener algo contra ellos?

-¿Contra los hombres lagarto, contra los Licorambarino o contra los viñedos? A ver... Contra los hombres-lagarto cualquiera suficientemente memo como para juzgarlos por tener piel escamosa en vez de carne blandita (o que haya tenido la mala suerte de topar en su vida con alguno de ellos poco civilizados o con algún agravio contra los humanos, lo que tampoco sería muy complicado); Contra los Licorambarino imagino que cualquiera o casi cualquiera de las familias nobles del entorno, las relaciones entre ese tipo de familias siempre son, cuanto menos, complicadas, y a menudo están entrelazadas por baños de sangre periódicos o afrentas y agravios que se remontan a tan antiguo que ni se acuerdan de qué las provocó; y contra los viñedos... bueno, se me ocurren dos opciones: la primera, los propietarios de viñedos de la cercanía (menos producción, mayor precio y mayor beneficio), la segunda, que por la razón que sea los Licorambarino hayan tenido problemas para contratar el personal necesario para atender los campos y ahora busque una triquiñuela para salvarse. No lo veo muy claro todavía, deberíamos averiguar a quién pertenecen esas huellas -reflexionó el bardo en voz alto. Como de costumbre lo suyo había sido un torrente de palabras volcado sin demasiado cuidado sobre sus oyentes.

-Lictea, ¿esas huellas tienen algo peculiar, algo que nos pueda ayudar a identificar a la persona de alguna manera que no sea rastreándolo? Altura, peso, una forma curiosa de caminar, un tipo de bota especial...

No creo que hacer conjeturas sin datos nos sea muy util, mejor encontrar alguna pista y seguir en esa dirección, tal vez los campos no esten abandonados del todo y podamos encontrar algún campesino al que sacar información.

Después viendo que Lictea parecía una persona irritable prefirió dejarle espacio en vez de interponerse en su camino.

Era inconcluso lo que decía el bardo, pero sin embargo, sus aportes eran muy importantes y con los indicios adecuados, seguro hallaría la forma de desenmarañar este misterio. Y allá estaba Lictea, tal vez la única capaz de encontrar pistas en estos terrenos, la chica era impulsiva e imprudente, pero sin duda no era una mala persona.

Teniendo cuidado de no interrumpir lo que hacia la chica lobo, el clérigo se dedicó a observar a cierta distancia los hallazgos encontrados Testigos...? era posible que alguien hubiese podido presenciar algo, pero seguramente esto había ocurrido bajo en manto de la oscuridad de la noche.