Partida Rol por web

 Lictea no había visto nada pero se fiaba de sus compañeros si éstos sí. 

- Acerquémonos más tú y yo.- Le dijo a Lomenar. Lictea no era una mujer cobarde y menos se iba a espantar por una manada de lobos famélicos. Con decisión avanzó hasta los árboles y allí, a cuatro patas, elevó el cuello aullando como una loca.

- Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu, auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.

Yo voto por trepar a algún árbol y esperar ahí si queréis pasar la noche...al menos los lobos nos dejarán en paz.

Lomenar sigue a Lictea y ordena a Arvak que lo siga también. Viendo que Lictea se pone a cuatro patas, ella también lo hace, pero no aulla.

La situación se mantenía en una tensa constancia. El grupo esperaba inmóvil y preparado al siguiente movimiento de los animales, pero éstos no parecían demasiado decididos a tomar la iniciativa en un asalto. -Parece que se algunos se retiran... Oigo cómo se alejan los pasos de algunos.- Habló para todos pero que con un tono de voz contenido. Si bien podía tratarse de una verdadera y genuina retirada, también podría estar confundiendo señales.

Fuera cual fuese el resultado, Leokas no permitiría que lo cogiesen desprevenido. -Os cubro.- Le dijo a la druida, poco antes de ver cómo imitaba el aullido de un lobo. Al semielfo le resultó muy complicado mantener la concentración ante un espectáculo semejante. Sabía de gente que compartía vínculos muy fuertes con la naturaleza. Pero de ahí a recurrir a la mímica para evidenciar esos lazos, era algo que Leokas no había presenciado todavía. 

La sensación de estar siendo vigilado era algo de lo más evidente para todos. Sentían como si alguien o algo los estuviera vigilando desde el momento en que habían llegado a aquella laguna. Pero aquello que los estaba observando se negó a manifestarse, muy a pesar de que Lictea y el resto de aventureros hiciera muestras suficientes para llamar su atención. 

Lomenar se incorpora al ver que los lobos al parecer no tienen ningún interés en ellos.

- Está empezando a anochecer, creo que es hora de empezar a buscar algún tipo de refugio.

La druida empieza a buscar por los alrededores algo que pueda comer y algún tipo de refugio que le permita pasar la noche. A decir verdad se siente mucho más a gusto en el exterior de la gran ciudad, la naturaleza le da nueva vida.

Hay que moverse ya, si quieres te ayudo a buscar un refugio, pero no quiero quedarme la noche a merced de los lobos...

El clerigo no entendía muy bien lo que estaba sucediendo, pero aquella sensación de ser observado ya le empezaba a sacar de su habitual tranquilidad.

Sin mas, Kranjstar su dispuso a solicitar la presencia de aquel que les observaba -Mostraos o criatura, bestia o persona... No somos enemigos, nuestras intenciones aquí solo atañen a averiguar un poco sobre lo que ocurre en los viñedos, tal vez te pueda interesar escucharnos.- dice en un tono del que esperaría fuera lo suficientemente alto para ser escuchado por aquel que les vigila.

Leonas mantenía sus sentidos atentos a los indecisos animales que les hostigaban. El hecho de que no se decidiesen a pasar a la acción no hacía más que ponerlo un tanto nervioso. -No es por menospreciar tus esfuerzos, Kranjstar, pero no creo que esos lobos estén muy versados en la diplomacia.- Le dijo a su compañero de viaje sin dejar de dirigir su mirada hacia la vegetación que los rodeaba. 

Ante aquella situación tensa e inmóvil, tan solo les quedaba aprovechar la indecisión de los animales para buscar un refugio en el que pasar la noche. -Si vamos a movernos será mejor hacerlo ya. Y donde nos quedemos, será mejor que no sea un buen lugar para rodearnos.- Parecía que las dos chicas gato y Lictea tenían mejor noción del entorno de lo que él mismo tenía. Sin soltar su arco, Leokas se limitó a observar hasta que Lictea, Lilipur o Lomenar se decidieran por una ruta a seguir.

- ¡Qué cabreo , joder! ¿Seguro que visteis bien?- Recriminó a sus compañeros. Luego, más tranquila, al ver que ya anochecía y que tendrían que pasar la noche por allí, ayudó a Leomar a buscar dónde pasar la noche de manera segura.- Aún así habrá que hacer guardias, evidentemente.- No pudo evitar reírse ante el comentario de Leokas respecto a Kranjstar.- Bichos de ciudad, juas juas.- Sus ojos se quedaros mirando la cascada.- ¡Antes de irnos a otro lado algo más alejado del agua...- Pues en las corrientes de agua clara siempre iban los depredadores.- ...alguien podría echar un vistazo tras la cascada. Muchas veces las corrientes de agua naturales horadan la roca formando grutas fácilmente defendibles.- Ella se resistía a mojarse. no le gustaba el agua como atestiguaba la roña que se acumulaba en los pliegues de la piel de su cuello y bajo las uñas.

Precisamente fue la idea de Lictea la que dio a todos un lugar donde buscar. No estaban siendo muy afortunados en encontrar refugio por la zona, sobre todo con la tensión de recibir un ataque en cualquier momento. Pero la mujer lobo avisó de que quizá tras la cascada hubiera algo, y a juzgar por la forma en la que caía y por el espacio que parecía haber tras ella, efectivamente podría tener razón. 

Para ello tan solo habría que bordear el lago que recorría, (Equilibrio CD 10), saltar un pequeño agujero, (Saltar CD 15) y Trepar un muro (Trepar CD 15) nada que unos aguerridos aventureros no fueran capaz de solucionar. 

Primera en avanzar y primera en caer, el musgo estaba más resbaladizo de lo que parecía inicialmente y....

¡¡¡XOF!!! se escucha cuando Lilypurr cae al agua.

Tras ver lo que le había pasado a su amiga, Lomenar tenía muy poca confianza en sí misma.

Cayó apenas un palmo a su lado.

En cuanto Lictea mencionó la cascada, Leokas se fijó más detenidamente en ella y convino con la druida en sus conclusiones. De haber un refugio decente para pasar la noche sin demasiados peligros, tendría que ser ahí. Con la mirada, sopesó los riesgos que supondría llegar hasta detrás de la cortina de agua. Ensimismado, repasaba mentalmente el recorrido intentando buscar la mejor ruta... hasta que el sonido de un chapuzón los distrajo de sus pensamientos. Desvió la mirada del agua justo para ver a Lilipur en el agua del lago y cómo Lomenar, quizás envidiosa, la seguía.

Leokas no pudo evitar soltar una breve risotada que enseguida logró contener. -Dejad que yo lo intente.- Dijo ya con el rostro visiblemente más clamado y con una mirada que repasaba nuevamente el trayecto que tenía que seguir para llegar hasta la parte trasera de la cascada. Con cuidado pero con soltura, el semielfo bordeó el lago acelerando un poco más en el último tramo y así coger carrerilla para el salto que debía sortear al agujero. Sin detenerse en ningún momento para aprovechar la inerca, continuó hasta llegar al muro y sujetar el primer asidero. El ascenso resultó un poco más complicado pero nada que la agilidad del pícaro no pudiese manejar. Cuando llegó a lo alto, se permitió sonreír hacia sus improvisados compañeros levantándoles el pulgar para completar una pose triunfal ante su pequeña proeza y, sin decir ni una palabra, se internó lo suficiente tras la cascada para ver qué les aguardaba.

Lictea encogió el cuello por dos veces al ver sendas caídas al agua de las mujeres. Se suponía que los félidos eran seres ágiles pero la pobre y escuálida Lilypurr había resbalado y caído en el agua. Todo druida sabía la poca gracia que le hacía a los felinos el agua.

- Ñek, ñek, ñek.- Trató de taparse la boca con la mano para que no la vieran reírse de las desgracias ajenas. Aquella noche tendrían que encender un buen fuego si querían secarse bien.- ¡Ala y la otra detrás!- Le dijo a Kranjstar dándole una palmada en la espalda. Se le habían quitado las ganas de pasar. Afortunadamente Leokas se ocupó de todo y subió hasta donde Lictea había indicado.- ¡Buen trabajo!- Le felicitó desde la distancia. Ahora sólo tenían que pescar a Leomar y Lylipurr y ver qué les decía Leokas.- ¿Me ayudas Kranjstar? Saquemos a esas dos de ahí en lo que vuelve Leokas.- La humedad que generaba el agua que caía de la cascada pulverizada en el aire generaba una superficie tremendamente resbaladiza en las rocas.- ¡Me cago en la pu...

Lomenar y Lilypurr se resbalaron en cuanto pusieron un pie en el borde del lago. Su cabeza se golpeó contra una piedra haciéndose una terrible herida. Ambas cayeron al agua y se empaparon y ahora todo el agua se había cubierto de sangre. Lictea tuvo más suerte y no se golpeó, pero también se vio completamente empapada. Fue entonces cuando sintieron que la corriente de la catarata les impulsaba a hundirse. Debían ser fuertes y Nadar (CD 15) o corrían el riesgo de ahogarse. (Ts Fort CD 15)

Un hedor rancio os da la bienvenida cuando salís de la cascada a la cueva que hay tras ella. La cortina de agua ruge junto a la boca de la gruta, creando una leve neblina en el aire. Un oso pardo del tamaño de un hombre permanece impávido sobre sus patas traseras al otro lado de la gruta.

Más hacia el interior, el pasadizo se ensancha y asciende hacia otra cueva mayor.

El clérigo tenía claro que el llegar hasta aquella cueva sería una tarea muy complicada. Lo primero sería quitarse su armadura, pues seria mucho más complicado si la llevaba puesta.

No paso el primer metro, aquello sencillamente era algo a lo que no estaba acostumbrado. Resbaló de la forma más patética posible.

Chof, chof, chof.

Loba pasada por agua. Lictea agitaba con fuerza los brazos y piernas para luchar contra la maldita corriente de la catarata y poder llegar a la orilla. Afortunadamente sabía nadar. No lo hacía bien, a lo perrito, pero al menos se no se ahogaba. Normalmente rehuía el agua excepto en las noches de la Sangre de la Luna, en la que su clan hacía baños rituales nocturnos en lagos y aguas calmas donde se reflejaba la luna. Logró llegar a la orilla y pisar tierra firme. Su rostro desencajado no auguraba nada bueno. Lico se acercó a husmear a su hermana y ésta se agitó para quitarse de encima el agua. Chorreando se quedó a la espera de ver si podía ayudar a sus compañeros, los cuales habían sufrido, además, golpes en la caída.

Ya que está en el agua, acaba cruzando la parte donde debían realizar equilibrios, al estar empapada decide usar el truco de prestidigitación para secarse, pero decide esperarse a que estén detrás de la cascada, porque seguramente se vuelva a mojar. Le dolía bastante la cabeza, así que se sentó y presionó donde tenía el golpe para que no sangrase más.