Partida Rol por web

Lomenar había caído al lago tras resbalar justo detrás de Lilypurr golpeándose fuertemente en la cabeza, pero demostró una agilidad asombrosa al recomponerse casi de inmediato y salir a la superficie. No tuvo el más mínimo problema en salir del lago.

Pero estaba empapada y el frío de la noche se iba intensificando por momentos, la necesidad de refugio cada vez era más apremiante. Por otra parte la cabeza le sangraba y le dolía intensamente.

Arvak correteaba alrededor de su compañera como si estuviera ansioso por algo. El lobo percibía que algo no iba bien.

Lo primero que hizo Leokas al internarse en la gruta tras la cascada fue agazaparse y pegarse a la pared de piedra bruta al ver la figura de un oso sobre sus cuartos traseros. En tensión y con la esperanza, el semielfo esperó no haber llamado la atención del animal porque, de ser así, tendría que unirse al chapuzón colectivo que se habían dado las mujeres del grupo. Aguzando vista y oído, prestó más atención a lo que tenía delante para evaluar la amenaza real de lo que se le presentaba. 

Al igual que sus compañeras, Kranjstar cayó también al lago. Era increíble como era posible que la mayoría de los presentes se hubiesen resbalado y encima golpeado la cabeza contra las piedras. Afortunadamente el resto lograron salir de allí sin morir ahogadas. Se desenvolvieron bien entre las cataratas y consiguieron volver a la orilla del lago para volver a intentar alcanzar a Leokas.

El clerigo resbala y cae al agua como si de una roca se tratara. En el proceso, se golpea en la cabeza, por suerte siempre ha sido un cabeza-dura, algo terco y complicado de convencer. Haciendo un esfuerzo, mas imitando a sus compañeros que otra cosa, logra hacer las veces de nadar para tratar de ponerse a salva, afortunadamente la desesperación no le ganaba aún y pudo avanzar hacia un lugar en el que pudiera estar a salvo. -Alguno tiene una cuerda!?- preguntó con fuerte voz.

Ahora ya sabía donde NO pisar, por lo que pasa sin problemas el tramo con musgo sin caerse esta vez.

Y tan confiada iba, que se fué directa al agujero, por no coger el impulso adecuado.

AL final se había hecho de noche. Al viento y al frío se unía ahora la lluvia, una gran tormenta se había desatado. Lomenar estaba empapada de haberse caído al agua, pero ahora le daba igual, estaba completamente calada y sentía mucho frío.

Tenía que intentar llegar al posible refugio o arreglarse alguno ella misma para pasar miserablemente la noche. Al menos los lobos no atacaban aunque la sensación de peligro se mantenía en el ambiente.

Se decidió, tenía que pasar. Con mucho cuidado sorteó las resbaladizas piedras y llegó al otro lado. Ahora tenía que saltar. Se concentró y recitó unas palabras, una energía le rodeaba y notó una nueva fuerza en la piernas.

Un gran salto. El agujero quedó atrás, solo restaba un muro y se encontraría a salvo al otro lado del mismo. Al menos, si llevaba cuidado aunque no consiguiera superar el muro, caería en el mismo sitio donde se encontraba, solo tenía que tener cuidado de no lastimarse.

Muy lentamente fue asentando los pies sobre el muro. Tuvo suerte de encontrar apoyos suficientes hasta conseguir encaramarse al mismo y, tras comprobar la altura, se dejó caer al otro lado.

No se lo creía, pero había conseguido pasar.

Esta vez Lictea se quedó observando desde la orilla a la espera de ver si Leokas asomaba la cabeza por donde se había ido. Mientras sus intrépidos compañeros seguían intentando la hazaña.

- ¡Ouch!- Le dolió como si hubiera sido ella cuando vio caer a Kranjstar y a la félido. Lomenar por su parte parecía arreglárselas bien en su segundo intento. Lictea sopesaba si pasar de nuevo o no. Ya había quedado suficientemente en ridículo.- Dile a Leokas que si tiene una cuerda nos vendría de puta madre.- Avisó a Leomar mientras ayudaba a los otros a salir del lago y vigilaba los alrededores.

- De acuerdo, buscaré algo - Se oyó decir a Lomenar desde el otro lado.

Lictea ayudó a Kranjstar a salir del lago. Ahora estaban todos empapados y heridos, lo que invitaba a cualquier depredador a que les atacasen. Mientras tanto, Lilypurr trató de superar las pruebas necesarias para acceder a las cataratas con el mismo éxito que antes. Cayendo de nuevo al agua y arrastrada por la corriente.

En cambio, quien tuvo más suerte fue Lomenar, que rápidamente desapareció tras la cascada para investigar qué había al otro lado.

Un hedor rancio os da la bienvenida cuando salís de la cascada a la cueva que hay tras ella. La cortina de agua ruge junto a la boca de la gruta, creando una leve neblina en el aire. Un oso pardo del tamaño de un hombre permanece impávido sobre sus patas traseras al otro lado de la gruta.

Más hacia el interior, el pasadizo se ensancha y asciende hacia otra cueva mayor.

- Bueno...- Dijo Lictea mientras ayudaba a Krajstar a recomponerse un poco.- A partir de ahora haremos guardias mientras esperamos a ver qué nos dicen esos dos. Los lobos siguen merodeándonos por ahí, ahora sí que los he visto.- No entendía por qué los lobos se quedaban ahí  como a la espera habiendo una pastora de lobos en el grupo. Vale que no era su región y no tenía por qué ser considerada allí como una autoridad entre ellos, pero no dejaba de ser una druida.- Estad bien atentos, a no ser que queráis volver a intentarlo...- Sobre todo miraba a Lilypurr que le parecía más en forma que el clérigo.- Quizá podría pedirle a la diosa que te otorgara sus favores.

Lomenar contempla al oso que, de momento, permanece tranquilo y a su compañero Leokas.

- Leokas, no hagas ninguna acción agresiva y permanece tranquilo. Si tenemos suerte no atacará.

Lomenar habla pausadamente y con tono suave al oso. A su lado Arvak tiene una actitud amistosa hacia el oso.

- Olvidate del oso e intenta ayudar a llegar aquí a nuestros compañeros.

Aun con la molestia del golpe y el fastidio que le propinaba el frio de aquella tormenta, el clerigo trata de aferrarse bien a un terreno solido y estar fuera del agua Gracias... Tratemos de ayudar a Lilypur. le dice a Lictea mientras intenta hacer algo por la chica gato, pero aun se encontrar algo aturdido.