Partida Rol por web

- Lictea.- Se presentó.-También recién llegada a la ciudad hace unos días.- Unos moviditos días. La mujer tenía un cuerpo que parecía fuerte y correoso, aunque hablaba de una manera mucho más refinada.

Buenos días, dijo la druida,  mi nombre es Liria y soy una de las druidas encargadas de proteger la Isla de Roble y sus alrededores. ¿Por qué me estáis buscando? Preguntó interesada en ellos.

Ya se habían conocido. Vale que Lictea era una desarrapada y recién llegada, pero ya le fastidiaba que la druida no la reconociera de igual a igual. Se cruzó de brazos con cara de mala leche y esperó a que lomenar, siempre más dulce, dijera lo que tuviera que decir.

- Saludos Liria, ya nos conocimos en otra ocasión cuando tuvimos un problema con una rana gigante. Ahora venimos a pedirte consejo. Creemos que la casa Licorambarino se ha apropiado de unos terrenos del bosque que no le corresponden, destruyéndolos y aprovechando el terreno para extender sus vides.

- Los animales del bosque se han visto expulsados de su territorio ¿Hay algún lugar donde se registren los terrenos que deben ocupar? ¿Hasta que punto son confiables las autoridades de la ciudad para intentar recuperar los terrenos robados al bosque?

- Por otra parte sería de interés si puedes darnos información acerca de otros druidas en la zona. Por mi parte se que hay al menos dos fuera de la ciudad y que no se rigen por sus normas.

Dejó de hablar y de dar detalles. Si sus compañeros querían aportar algo de la reunión con los hombres lagarto o ampliar su información, ahora era el momento.

La druida asintió mientras escuchaba las palabras de Lomenar. Supongo que las escrituras de los terrenos se podrán encontrar en el ayuntamiento, pero dudo que se las dejen ver a cualquiera porque eso está protegido, la verdad. Además, la familia Licorambarino es una de las familias más influyentes de la ciudad y aquí no le preocupa a nadie el tema de los terrenos que hay fuera y si están atacando o no al bosque.

Como miembro del Consejo de la Ciudad, yo conseguí mantener este santuario en la ciudad con el fin de que no acabaran con toda la naturaleza que había por aquí. Ya me cuesta lo mío defender la Isla de Roble, así que desgraciadamente no puedo preocuparme también por los terrenos del exterior... dijo con cara de verdadera lástima. Creo que me dieron este terreno para callarme un poco la boca y dejara de quejarme por la ampliación de la ciudad.

Y sí, aquí en la isla somos 5 druidas. Comentó. Además hay otro druida en la ciudad, Silark que es el jefe de la embajada de los Hombres Lagartos y Ferrin, el sumo sacerdote de la capilla de Obad-hai pero que llevamos tiempo sin saber nada de él, pues ha dejado su catedral abandonada.

Lictea escuchaba interesada toda la información que Liria iba desgranando. Pues sí que había druidas en la Ciudad. ¡Hasta Silark era uno de ellos!Quizá era la razón de su "simpatía" mutua. Parecía un gallinero con muchos gallos. Como era de esperar, al menos para cualquiera no tan ingenuo y bondadoso como Lomenar, a nadie le importaba una mierda los límites de los campos de los Licorambarino. Aquella chiquilla iba a aprender lo que era la vida a base de golpes.

Lictea se revolvió incómoda cuando Liria mentó al tal Ferrin.

- Ese tipo, el druida , el tal Ferrin. Justo desapareció con el incidente de la rana gigantesca, ¿verdad?- Tener una base de operaciones en la ciudad, haciéndose con esa capilla, le resultaba interesantes, aunque sólo de pensar en la burocracia que tendrían que hacer para conseguirlo se le ponían los pelos de punta. No era en eso en lo que pensaba ahora.- Liria, tú ayudaste a derrotarlo. ¿Qué pasó con el cuerpo del anfibio? Es raro que dejara la catedral así, sin más. O lo mató la rana o él era la rana, que también podría ser.

No estaba entendiendo gran parte de la conversación aunque si le quedó claro porque los desconocidos no eran bienvenidos en ese lugar y que estaban hablando de temas de druidas.

Ella no era druida,eso saltaba a la vista, pero si estaban en apuros podía ayudar.

Quedo a la espera de ver que que acci iban a tomar, por si fuera válida para alguna y así ganarse la confianza de poder visitar con calma esa isla.

Por una parte, Lomenar suspiró al ver que Liria por lo visto no contaba con los druidas de fuera de la ciudad. Por otra parte, si Liria no había conseguido apenas proteger su pequeño reducto frente a la burocracia de la ciudad estaba claro que mucho menos podrían hacer ellos mismos.

Su ánimo se hundió. Descorazonada miraba hacia el horizonte. Iba a dejar que los Licorambarino se salieran con la suya. Los hombres lagarto a los que en principio ayudaban tampoco eran ningún apoyo real.

Cada vez comprendía mejor la postura del druida oculto, lo que no tenía muy claro es si se iba a unir a él. Desde luego mantendría su palabra y no lo delataría.

- Gracias por la ayuda, Liria, es cierto que cada cual tiene sus problemas.

Se volvió a sus compañeros.

- Estoy por tirar la toalla en este asunto, hemos llegado al punto en que no hay camino disponible y por mi parte estoy satisfecha con lo que he encontrado. Frente al avance de las ciudades la vida salvaje tiene las de perder.

El clérigo tomó la palabra para presentarse, luego de que la druida superior, hiciera lo propio; luego la conversación siguió avanzando sin mucho ánimo, invitando a la idea de que no podíamos hacer nada para ayudar al bosque.

Kranj trató de no hacer mal gesto frente a las palabras de Liria, pero le resultó imposible. Así que a nadie le interesa lo que pase con el bosque. dijo dejando escapar un profundo suspiro. Pero aquello era más una duda de la que se esperaba una respuesta.

Yo ayudé a acabar con la rana gigante tirándola al mar y efectivamente, desde que apareció Ferrin ya no está. La verdad que tienes razón con tu teoría, tiene pinta de justo esas dos opciones. Se quedó pensativa. Quizá, si investigásemos el mar, podríamos buscar el cuerpo de la rana para abrir su cuerpo y ver si está Ferrin, o directamente, quizá el cuerpo que encontremos sea el suyo.

Luego volvió al tema que estaban hablando primeramente, no es que a nadie le interese lo que pasa en el bosque, el problema es que tenemos demasiados problemas para abordar aquí como para preocuparnos de lo que pasa fuera... concluyó encogiéndose de hombros...

- Bueno - dijo tratando de no interrumpir la conversación - yo no soy druida, salta a la vista - sonrió a todos los presentes - pero tal vez pueda ayudarles. Si eso va a servir para defender este precioso paraje me ofrezco voluntaria para ayudarles con la rana. 

Necesitaba la confianza de Liria para poder investigar la isla con calma y le pareció que esa podría ser una buena forma. 

- ¡Pues menuda novedad!- Contesto a Lomenar ante sus conclusiones. Al menos no era demasiado tarde para que se diera cuenta. ¿Para qué si no estaban los druidas sino para mantener el equilibrio que, sin ellos, caería por su propio peso hacia el caos que generaban los humanoides?

- Gracias Liria.- Dijo con inusitada educación a la guardiana de la Isla de Roble. Le caí bien sobre todo porque le había dado la razón.- ¿Podrías decirnos en qué zona lo arrojasteis al mar?

- El problema es cómo nos ganamos la vida aquí. Esta ciudad te chupa los dineros como las sanguijuelas la sangre. Por un lado podemos ir a la costa más próxima al lugar donde arrojaron el cuerpo del anfibio gigante. Quizá haya suerte y la marea haya llevado el cuerpo a la orilla. Solucionar ese asunto quizá nos dé una posición más fuerte para reclamar el lugar que dejó Ferrin huérfano. Y por otro deberíamos buscar algo  con lo que ganarnos unos dineros

El bueno de Kranj no pudo ocultar su inconformismo ante las palabras de Liria. Para el caso es lo mismo. El futuro del bosque está echado a la suerte. dice dejando escapar un suspiro en señal de resignación.

Creo que es tiempo de ir a hablar con los Licoambarino. Sino nos reportamos proto, buscarán a alguien más y tal vez todo termine por complicarse aún mas. expresa a Lictea y Lomenar.

- ¿Y crees que ganaríamos dinero en la capilla? No es mala idea, pero nos atará a ese sitio y se acabó el ir y venir por aquí libremente. - contestó a Lictea - Creo que aún no estoy preparada.

Lomenar estaba profundamente desilusionada por cómo se estaban poniendo las cosas. Cada uno sobrevivía a su manera sin importarle mucho lo que le pasase al de al lado. Esa era realmente una de las formas en las que la naturaleza actuaba, pero no era la más eficiente.

Habían llegado en busca de ayuda para un bosque vivo y le respuesta era buscar un cuerpo muerto. Era cierto, cada cual se ocupaba de lo suyo.

Asintió a Kranjstar, pero tenía claro que si la druida no le ayudaba, mucho menos lo harían los Licorambarino, de hecho seguramente sería mucho peor ya que les interrogarían al respecto y posiblemente terminasen enviando alguna fuera a la zona.

- No estoy segura, Kranj... Quizás removamos donde no debemos, pero te seguiré donde vayas.

La semiorca se ofrecía a ayudarles, pero no sabía nada de lo que hablaba y estaba errando sus conclusiones. Podía meterse en un buen lío si les seguía.

- No estamos defendiendo este sitio, sino una parte del bosque de una familia muy poderosa de la ciudad. No se si te conviene venir con nosotros...

Lo dejó ahí, tampoco iba a negarse, pero si al menos advertirle.

La semiorca asintió, había entendido que no era ese bosque el que defender pero si no se les respeta los bosques todos irán cayendo uno a uno. Eso es algo que ya le sonaba de otros sitios por donde había viajado.

- Yo estoy de visita, solo quería disfrutar de esta isla maravillosa. Puedo seguir mi paseo por aquí o ayudaros, lo que prefiráis. Como me había parecido que necesitabais ayuda por eso me ofrezco, pero lo dejo a vuestro criterio ya que poco o nada conozco la historia de la que estáis hablando.

Dicho lo cual se quedó expectante mirando que decía Liria. 

Liria asintió ante las palabras de Lictea, si, la lancé junto a los astilleros. Comentó. Tampoco me fui muy lejos, la verdad. Si Ferrin hubiese estado ahí, digo yo que habría podido llegar nadando o haber invocado a un delfín para que lo llavese. 

- A mi se me da bien nadar así que lo dicho, si queréis ayuda estaré dando un paseo por aquí. - Dicho lo cual se dio la vuelta y siguió paseando por la Isla de Roble, el día pasaba y quería llegar a ver el faro del que la pequeña mujer le había hablado.

Si finalmente quisieran su ayuda, que la avisaran no estaría muy lejos. 

Lomenar sonrió a Glava, una de las pocas excepciones en las que las personas parecían interesarse por ayudar a alguien. Ciertamente la ciudad estaba deshumanizada y ni siquiera los druidas contaminados por ella eran capaces de defender el bosque. Cada vez comprendía y simpatizaba con la postura del druida de la cueva.

- Gracias por tu ofrecimiento, pero creo que aún no tenemos claro qué vamos a hacer. - respondió mientras miraba confusa a sus compañeros.

- Me da igual buscar el cuerpo de la rana gigante, ir a los Licorambarino o buscar un nuevo trabajo. Me apunto a lo que digáis, pero decididlo. Si hay un nuevo trabajo, me gustaría acercarme a la aldea del loto. En su momento ya me comprometí con ellos en volver algún día, pero no tengo ninguna prisa y creo que un grupo ya ha partido en su ayuda.

Lomenar estaba profundamente abatida, lo que contrastaba mucho con su normalmente jovial y alegre forma de ver el mundo.

Lictea era poco delicada, pero se coscaba de todo. Le enternecía la fragilidad de Lomenar. También sentía esa frustración, por supuesto. No le gustaba para nada la ciudad, pero no era una ingenua, y sabía que Tormentos Cristalinos, en cuanto tuviera la oportunidad, se expandería sin miramiento alguno.  Muchas de las congregaciones de druidas tenían su origen en situaciones semejantes.

-Vayamos a echar un vistazo a los astilleros. Es muy difícil que encontremos algo, pero un paseo puede venirnos bien para aclarar ideas.- Utilizó la palabra "paseo" por si la piel verde quería unírseles. Qué mas daba dar un paseo por una zona u otra.

El foro de punta Tormento (61)

Esta estructura de piedra, un foro rodeado de múltiples columnas y vigilado por dos grandes estatuas de caballeros montados, se abre a la interperie. En el centro del foro se alzan cuatro estatuas más; un paladín, un pícaro, una maga y un druida, a imagen y semejanza de los cuatro aventureros que fundaron Tormentos Cristalinos hace tantos años.

El puente de piedra que conecta el foro con la isla de Roble es una maravilla arquitectónica, sostenido sólo por cuatro delgados pilares que descienden hasta el suelo y el lecho marino.

La fortaleza de la Isla de Roble (62)

Esta pequeña y chaparra fortaleza está abandonada. En el pasado, el concejo mantuvo una reducida guarnición de guardias en este lugar, con la idea de convertir a isla en una base naval. Los planes se desecharon cuando un grupo de druidas se presentó voluntario para cuidar la isla, ocupar el faro de su extremo y avisar a la villa en caso de ataque desde el mar. La fortaleza aún sigue en pie, vacía y cubierta por las plantas trepadoras, y se ha convertido en el punto de encuentro predilecto de los jóvenes nobles enamorados que desean tener un lugar privado lejos de sus padres.

La Isla de Roble (63)

Esta isla de tamaño considerable emerge de la desembocadura del río del Martín Pescador. Con unos 75 metros de elevación sobre el nivel del mar, alcanza casi la misma altura de las tierras altas de Tormentos Cristalinos en su zona más elevada. Robles y un puñado de abetos cubren su superficie, halcones y águilas anidan en sus ramas, y pequeños roedores y conejos corretean entre la maleza a ras de suelo.