Partida Rol por web

Para solicitar la tarjeta de residencia, tendrás que dirigirte al Ayuntamiento. Allí te dirán lo que es necesario, aunque deberás darte prisa, porque están a punto de cerrar.

- Muchas gracias.

Le contesto consciente de que no llegaré a tiempo y que de seguro cobrarán por ello, además seguro que necesitaría comprar una casa, lo cual tampoco estaba entre mis posibilidades.

- Que tenga una buena guardia.

Me despido para poco después proseguir mi camino.

Al fin Heian puedo llegar a la ciudad de Tormentos Cristalinos, el camino fue largo y duro. Al llegar a una de las puertas de la ciudad queda maravillado por la inmensidad de sus murallas y torres. Al ver tal infraestructura se le viene a la cabeza.
- Esto debe haber sido trabajo de enanos.
Viendo que las puertas estaban cerradas, no le quedo mas remedio de levantar un precario campamento en las proximidades de las murallas. Pero sin antes, bajo la luz de la luna, buscar un poco de leña para así poder hacer una pequeña fogata y poder calentarse un poco en lo que restaba de la noche. Observando el cielo se daba cuenta de que la oscuridad de la noche estaba empezando a ser debilmente opacada por la luz del amanecer.
Una vez que consiguió un poco de leña con su espada hizo un pequeño pozo para poder prender el fuego. No quería que por accidente ocasionar un incendio.

El puto orco podía haber hecho llevar las manos a las empuñaduras de la espada a cualquiera, y no solo por ser orco aunque fuera el motivo que él pensara. Si hubiera sido humano, enano o el mismísimo enviado de Heironeous hubiera sido igual. Era feo como la madre que lo parió, su ancha cara estaba encajada en un cuerpo hipermusculado y enervado, colgando bajo su mochila llevaba un enorme espadón y de su cuello como una bufanda una cadena de pinchos. Resultaba terriblemente amenazador, y él lo sabía. 

Quien no apartara la mirada y conociera a otros orcos vería un rostro cargado de dolor, angustiado y mustio que observaba la puerta con ánimo de echarla abajo como si fuera un titán, como descorchar una botella de vino.

Merodeó alrededor del humano que apilaba leña y se sentó cerca de la puerta, fuera del bien delimitado haz de luz del fuego que dibujaba una sombra en aquella clareada mañana en que la luz parecía tener un tono ceniciento. El metal de su equipo sonó cuando sus nalgas encontraron reposo en la dura piedra y tan solo dejó sus manos colgando y su boca cerrada alternando su mirada entre los dos rostros pálidos

Luego de que Heian prendiese el fuego y se acomodara frente a la fogata, observo caminar de un lado al extraño orco.
Mierda que es feo. Pensó al verlo.
Con un gesto de su mano, lo invito a que se acercase al fuego, pues nadie debía pasar frío y capaz en un futuro le podría necesitar su ayuda.

El humano miró a Barrabás... ¿Qué miraba? Entonces levantó la mano y movió los dedos .... ¿Le estaba haciendo burla? El cuello de Barrabás endureció como mármol y en dos pasos se plantó frente a la hoguera con los puños cerrados. ¿Cuanto medía aquel orco? ¿Dos metros? ¿Más? Era bastante impresionante, abrió la boca despacio observando al humano con sus grandes ojos negros. Se había burlado o le había llamado, en cualquier caso Barrabás estaba cansado... no físicamente, eso nunca, pero descuartizar a aquel humano no le satisfaría-  ¿Qué-tú-Querer?

Al ver la reacción del orco, Heian con tranquilidad lo mira y se rie un poco.
- Solo te invitaba a unirte a la fogata, pero si no quieres eres libre de marcharte.
Luego miro el fuego y pregunto.
- ¿A que vienes para estos lados?, si no importa que pregunte.

El humano habló rápido pero al orco no se le escapó ni una. Fogata sonaba a fuego, invitaba a fuego... ¿querría decir que le invitaba a acercarse al fuego? ¿O era alguna clase de bebida espirituosa? En su tribu, el padre de Torconudo hacía unos preparados de hierbas que se llamaban Uya d'Obio, que vendría a ser algo así como Fuego de Draco. Los guerreros orcos bebían larguísimos tragos del caldero antes de entrenar.

A la pregunta de a que venía Barrabás se acercó al humano, que no a la hoguera, sin agacharse ni sentarse le miró desde arriba - Mi-pueblo-muerto. Yo-Barrabás. Pueblo-muerto-no-saber-donde-ir

Orco-va-pueblo-de-muchos-pueblos: Tormento de Cristal. Yo-oído.

Tú-humano ¿Ir-a.vivir-Pueblo-humano?

El sonido sutil de los arbustos apartados sonó desde la espesura cuando la noche ya clareaba y el alba asomaba. Frente a ella estaban por fin las murallas de la ciudad. 

Una bocanada de aire condensado asomó desde el interior de las telas de la capucha y su atención se centró en el fuego que crepitaba próximo a las puertas cerradas de la ciudad. Como una centella, su mano se dirigió hacia el carcaj que portaba a su espalda al avistar la figura del orco, pero la compañía del humano y la proximidad de la propia civilización la detuvo; y ciertamente, preferiría no tener que esgrimir arma alguna en largo tiempo, pues largo había sido el viaje y las piernas comenzaban a flaquearle tras toda la noche a través del bosque.

Meditó por unos instantes entonces su situación. Las puertas estaban cerradas a cal y canto hasta seguramente la bien entrada del alba y las opciones que se le presentaron fueron las de esperar al otro lado de la pareja, o unirse al calor del fuego ya alimentado.

Sus botas pisaron entonces las ramitas que despedían la entrada al bosque y se dirigió hacia ellos en silencio, extendiendo sus manos para sentir el calor de las llamas al llegar. 

El cabello claro casi cobrizo de la elfa asomó en mechones apelmazados desde la capucha, y su capa húmeda por la humedad nocturna y el barro de sus botas hablaban por si solas. Había sido un viaje largo y el silencio que acompañó a la muchacha no denotaba proximidad, aunque sí necesidad.

Heian escucha las palabras del orco. El sabía lo que era la pérdida de seres queridos, entonces le respondió.
- Mi nombre es Heian, Barrabas. Acércate al fuego y calienta el cuerpo frío por la noche.
- Yo se lo que es perder a alguien. A mi me arrebataron la vida de mi hijo, y según lo que he oído sus asesinos pueden llegar a estar acá. 
- ¿Que vas a hacer una vez que entres a la ciudad? Pregunta
Mientras hablaba con el orco, siente un ligero ruido entre los arbustos. En ese momento dice.
- Escuchaste algo Barrabas? Luego observa en la dirección que creía que provenía el ruido y observa acercarse a una persona al fuego.
- Parece que mi fuego ha traído a otra persona.
 

No saber - Responde Barrabás a Heian, junto al fuego, pero encarado a él sin sentarse. Aunque relajado por las facciones de su cara, el musculoso cuerpo no deja de marcar la voluminosa fuerza de aquel orco, los enormes brazos caen a ambos lados de un torso verde y peludo.

Al oír las ramas y ver que los ojos de Heian se dirigen al bosque, la mirada de Barrabás atraviesan el iluminado camino de hierba hasta aquella mujer de rasgos juveniles y enormes ojos en una faz casi plana - No-persona, elfo-mujer

Barrabás cruzó su mirada con ella y resopló cansado mirando entonces las puertas de Tormentos... ¿A qué había venido? ¿Qué esperaba hacer allí? ¿Comer hobbits?

-Qué observador...-Musitó la elfa en un hilo de voz al escuchar al orco.

Retiró la capucha con ambas manos dejando al descubierto el rostro élfico y las facciones faciales se mantuvieron tensas observando al orco, expectante. Su piel clara reflejaba la luz que el fuego ofrecía, y su mirada corría intercalada entre ambos, en desconfianza entre los desconocidos.

El rostro de la elfa era hermoso a ojos humanos, en una mezcolanza entre las lineas de sangre de los tel'quessir. De ojos verdes y cabello dorado oscuro de los solares, su tez blanca no reflejaba vetas doradas ni el brillo azulado de los lunares. Bajo la capa azul oscura podía verse la manufactura élfica de una malla de batalla, adornada por varios blasones que se repetían en los bajos de la propia capa.

Se dirigió al humano maduro después.

-Disculpad el atrevimiento en verdad. Pero las llamas de vuestro fuego avivan la noche que ya termina y ofrecen lugar al otro lado de las puertas de la ciudad, donde solo la intemperie aguarda. Quisiera acompañaros hasta que los cielos se tiñan violáceos y las puertas se abran.

Las palabras de la elfa sonaron sinceras y marcadas por una entonación digna de una Dama.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señores.  Soy el encargado de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano.

La tribu de Barrabás se había caracterizado por ser los más diplomáticos entre los orcos, comerciando con algunas otras especies como ogros viajeros o humanos de la estepa. Günter explicaba a Barrabás y Torconudo como funcionaba el dinero, con mucha paciencia frente a aquellos humanos ataviados con pieles variopintas, que reían y sonreían con ternura ante el método de enseñanza de los orcos, aquellos humanos vendían unos colorantes para las pieles y Günter contaba una y otra vez las monedas.

Barrabás dió dos pasos mirando atrás. Habían quedado conversando el elfo-hembra con el humano. Sacó una pieza de plata con cuidado de su bolsita y desde un paso de distancia se la tendió al guardia - Entrada a Ciudad-de-muchos-pueblos

Tinkle estaba embelesado mirando la gran muralla. Había viajado hasta el pueblo de al lado en una caravana, y decidió andar hasta las puertas colosales de la ciudad.

Cuando el guardia habló, Tinkle movió la cabeza para salir de su empanada, y le miró:

- Claro, claro, aquí tiene. A ver donde lo llevaba... estese quieto señor Morrison... aquí está - dijo extendiendo las cinco monedas una a una, contándolas en alto para que el guardia lo viera, en la bolsita que este abrió.

- Disculpe caballero, como podría conseguir el permiso de residencia del que ha hablado?

Heian se sorprende de la presencia de lo que parecáa ser un Haffling. Escucha las indicaciones de guardia y saca de un pequeño saco las 5 monedas que solicito y se quedo escuchando para poder sacar la libreta de residente.
Una vez dentro de la ciudad, lo primero que debería hacer es buscar una habitación para poder descansar un poco, ya que no había dormido nada hace mas de un día.