Partida Rol por web

A Heian no le gusto mucho la idea de tener que pagar nuevamente el arancel cuando regresasen. Pues el dinero era lo que escaseaba en sus bolsillos. 
- En marcha. No debemos perder tiempo. Que el camino puede ser largo.

- Ya me lo imaginaba- dice Tinkle mirado al guardia. Las arcas de la ciudad debían estar llenas con tantas tasas. 

- Ya has conseguido el permiso de residencia Sanya? Porque si lo tienes, esta tasa está exenta! Ya me he informado en el ayuntamiento.- dice sonriendo Tinkle. Estese quieto señor Morrison. Si si ya le presento ostia!- en ese momento Tinkle parecía que estaba completamente loco, pero abrió parte de su túnica, mostrando un murciélago que colgaba entre las telas.

- Es mi compañero de viaje, salude hombre, no sea tímido! -dice saliendo de las puertas, andando con sus compañeros hacia el destino indicado.

Heian observa al pequeño murciélago y para entablar un poco mas de confianza y ponerle un poco de vida al viaje saluda al pequeñin.
- Hola Mr Morrison. Dice el carpintero con una sonrisa.
- Bueno, es mejor que apuremos la marcha si queremos dar alcance al mensajero. Sujetando bien su arco a la espalda se dispone a aumentar la velocidad, esperando que sus compañeros hagan lo mismo.

-Pues la verdad es que no. Aunque estoy interesada. Durante el viaje podrias contarme que hace falta...

- Seguro que mucho.

Comentis distraída. Había estado buscando a aquel hombre y al parecer este había podido dejar la ciudad sin ningún problema, por lo que era de hora de ponerse en marcha.

E ir rápido.

Pego la oreja a lo que están comentando mis nuevos compañeros. No se cuánto tiempo iba a estar en Tormentos Cristalinos, pero la idea de no tener que pagar la tasa por entrar a la ciudad me resultaba muy tentadora. 

- Pues la verdad es que me dijeron en el Ayuntamiento lo siguiente:

Los requisitos necesarios para obtener la ciudadanía son:

- Demostrar habilidades comerciales. (4 rangos en Artesanía, Interpreta u Oficio).
- Ser capaz de ayudar en la defensa de la villa. (Tener al menos nivel 2 de PJ)
- No ser un criminal o rufián reconocido.
- El pago de una tasa de 10 po.

Los beneficios obtenidos gracias a la ciudadanía son:
- Abrir un negocio y tener propiedades en la villa
- No pagar la tasa al entrar a la villa
- Derecho a voto cuando el concejo pone a referendum alguna ley.

Tinkle dijo todo eso pensando por si se dejaba algo, terminando:

Parece ser que además de seguir ganando dinero, quieren ciudadanos capaces para defenderla y hacerla prosperar. No son nada idiotas estos cristaleños.

Guardias de puerta... ¡Guardias! Galantes vigilantes de la civilización, la última frontera entre lo salvaje y lo urbano, entre el atraso del campo y el progreso de la ciudad, entre el peligro de extramuros y la seguridad de intramuros. Guardias... Siempre tan molestos. ¿Por qué no podían simplemente meterse en sus asuntos y dejar pasar a todo el mundo? Si había algo que odiara mas que la cerveza aguada o el vino agrio eran los impuestos...

- ¡Buenos días buen señor! - Exclamó con la mejor de sus sonrisas - ¡Buenos a la protección del puesto de guardia! ¿Eh? ¡Qué menudo día hace aquí fuera! ¡Ja ja ja! - Caminó hasta el guarda con paso tranquilo, echando mano a la bolsa de monedas que llevaba al cinto, cada vez mas y mas ligera. ¿Le quedaban solo 12 mp? ¿Cuándo se había gastado el resto? O encontraba pronto a sus camaradas de armas o encontraba otro trabajo, porque dado su ritmo de vida se iba a quedar sin dinero antes de lo que desearía. 

- Supongo que tendré que pagar la tasa para entrar - Dijo, mirando su bolsa con gesto triste - Soy nuevo en la ciudad, ¿Saben? Primera visita. ¡Y miren que he recorrido mundo! Pero jamás me había dejado caer por Tormentos Cristalinos... Menudo nombre, ¿Eh? ¡Espero que no se llame así por la calidad de sus tabernas!

- ¿Cinco piezas de cobre entonces, no? - Suspiró - ¿Acaban de entrar a hacer el turno o están por salir? Porque no se ustedes, pero yo estoy muerto de hambre. ¿Saben de alguna buena taberna en la que comer? Una buena y barata, claro, que con estas tasas para entrar... - Fue a echar las monedas en la mano del guarda pero se detuvo en el último momento - Entonces... ¿Sois guardas de esos que no dejan pasar a nadie sin pagar la tasa, verdad? - Pasó sutilmente del formalismo del trato de usted a tratar a los guardas con mas familiaridad - Firmes y profesionales guardas que no harían una excepción con un excompañero de profesión ¿No? Que aunque no lo parezca, en tiempos fui guarda de ciudad también, allá en el sur. ¡Como de interminables se me hacían las guardias nocturnas! ¡Infinitas! El sargento no nos dejaba ni jugar a los dados, ¿sabéis? Lo llamábamos "pellejo de toro" porque era tan duro como el cuero, en todos los sentidos. ¡Menuda pieza el viejo Walter! ¡Pocas noches habré pasado en los calabozos por no cumplir! Él era demasiado estricto, yo demasiado joven y las muchachas demasiado licenciosas, si entendéis lo que quiero decir... - Alzó un par de veces las cejas para remarcar lo obvio. 

- Bueno, no quiero aburriros con historias, que seguro que tendréis muchas y mejores que las mías siendo guardias de una ciudad tan grande. - Asintió, con las monedas aún en la mano - ¿Me perdonáis la tasa e invierto mejor esas monedas en unos picheles de cerveza para los tres? - Sonrió ampliamente, invitándolos a aceptar su propuesta.

Se había inventado toda la historia sobre ser guarda, claro, y no tenía intención alguna de invitar a ese tipos, pero todo fuera por ahorrarse esas monedillas que bien le vendrían para otras cosas mas rentables y satisfactorias. Ahora, que si no les había convencido acabaría pasando por el aro y pagando la tasa antes de tener que empezar su  el calabozo. 

Uno de los guardias parecía sonreír ante lo larga que tenía la lengua aquel recién llegado. No paraba de hablar desde el primer instante en que había puesto un pie en la entrada, pero el guardia hoy tenía un buen día, y no tenía intención de ser malintencionado con él.

Tomó el diezmo que le entregó, y con una amplia sonrisa rápidamente le aconsejó por una buena posada. En Tormentos Cristalinos hay de todo, tienes las posadas baratas, baratísimas de mala calidad, caras, carísimas de muy buena calidad y luego tienes tres que no están mal y que sus precios no difieren mucho. Pero al final, si lo que quieres es tomar una buena cerveza, lo mejor es ir al Bote del Lagarto, Kailee es la más entrañable de todos los taberneros de la ciudad, y no tiene mal genio. El lugar es un poco raro, pero merece la pena, aunque siente especial cariño por esos dichosos hombres lagarto. Pero bueno, no todo puede ser perfecto.

Eso sí, todavía es un poco pronto para comer, supongo que aún estarán preparando la comida en las tabernas, quizá espérate un poco a que entre bien el mediodía. Pero para una cerveza siempre hay tiempo. Aunque no para nosotros... Dijo encogiéndose de hombros y esperando el diezmo de entrada. Iborian no nos lo permitiría, es tan estricto como tu exjefe, nos tiene bastante amargados, y lo mejor que te puede pasar es que te toque guardia en la puerta, al menos no sufres el continuo acoso de sus órdenes.

La jugada no había salido tan bien como le hubiera gustado, mala suerte. No siempre se podía ganar. Dejó las monedas en la mano del guarda y tomó sus consejos. Eso sería mejor que nada. Por lo menos no le habían echado a patadas, que tampoco sería la primera vez.

- ¡ Al Bote del Lagarto pues! - Exclamó, regresando la bolsa de monedas al ciento con una mueca, sintiéndola mas ligera. Iba a entrar en la ciudad cuando se detuvo de golpe, recordando algo importante que se le había pasado - ¡Por todos los dioses! ¡No me he presentado! ¿Dónde están mi cabeza y mis modales? - Hizo una profunda y elaborada reverencia - Mi nombre es Wolfgang, Wolfgang Ehrlichmanm, el honrado me llaman, porque siempre digo la verdad. Formo parte, o formaba - Se corrigió - De una compañía de espadas de alquiler ¡Los Bravos de Castellar! Una compañía humilde formada por los mejores y más valientes hombres de todo el continente. Nos hemos separado por avatares del destino y ando en su busca. ¿No habrán cruzado por esta puerta, verdad?

- En cualquier caso - Añadió - ¿Saben dónde se reúnen los mercenarios y otros aventureros en busca de patrones? Ando algo escaso de dinero y la contribución a la ciudad que acabo de hacer ha menguado aún más mi bolsa.

¡Oh! ¡Lo lamento! La verdad que no me suena de nada el nombre de la Orden de la que habláis. Así que no sé si alguno de sus compañeros habrá venido aquí antes. Lo siento. Dijo el hombre arrepentido por no poder ayudarle. Normalmente la gente tiende a reunirse en las tabernas, pero si son personas muy especializadas se reunen en gremios. Supongo que el Bote del Lagarto es un buen sitio por donde empezar. Concluyó con una sonrisa.

Asintió, sonriendo. No parecía que fuera a sacarle nada más a aquellos guardas, así que mejor dejar de tostarse la nuca al sol y entrar en la ciudad, en busca de esa famosa taberna, sus compañeros o algo de trabajo, cualquier cosa sería bien recibida.

- Pues vaya... ¡Agradecido estoy en cualquier caso! ¡Que pasen buena guardia, señores, espero volver a verlos! - Dijo, encaminándose por fin al interior de Tormentos, con fingido paso despreocupado, atento sin embargo a todo lo que la ciudad pudiera ofrecerle.

Sanya iba cojeando, la herida del hombro cada vez le dolía más y tenía la ropa empapada de sangre. No se había retirado la flecha por miedo a romperla y cuando llegaron a las puertas y le reclamaron el pago de la tasa, le clavó una mirada al guardia que, de ser una flecha, lo hubiera atravesado.

-Estoy bien, gracias por preguntar.

Esos lagartos se habían escondido demasiado bien, así que la única alternativa que nos quedaba era correr. Conseguimos llegar a Tormentos y los guardias nos piden la cuota de entrada.

- Aquí tiene - saco las 5pc y se las entrego al guarda - Sanya, debemos curarte esa herida tan pronto como nos sea posible. Si se infectara podría ir a peor.

Llegando un poco más atrasado que sus compañeros debido a sus cortas piernas, al llegar, Tinkle se apoyó en sus rodillas recuperando el aliento, sacó las monedas de su bolsillo, se las dio al guardia, agradeciéndole la labor.

Después, miró a sus compañeros:

- A donde vamos chicos. Yo creo que habría que llevar a Sanya a curarla.

-¿Llevarme a donde? No tenemos oro que gastar. Naaah, estaré bien con un poco de descanso. No os preocupeis. Quizás nos encontremos un clérigo bien intencionado por ahí - dijo sin mucha fe.

- Bueno, podemos ir al templo a ver si hacen el favor de sanarte tu herida.- dice el gnomo con buena intención, colocándose delante de Sanya.