Partida Rol por web

Zarus observó que ya estaban listas las comitivas y era momento de ponerse en marcha. Sin embargo, le preocupaba que solo dos se encargaran de llevar las armaduras y armas hasta la ciudad. -No es por ser ave de mal agüero, pero me preocupa un tanto que solo ustedes 2 vayan a llevar eso. Que tal si los bandidos se les vienen encima? Y ya que esta "mercancía" es lo único que tenemos de valor, para llamar su atención, tal vez sirva mejor de cebo.- dijo solo por sugerir.

Finalmente, alguien mas se ofreció a acompañar a Zarus -Pues vamos! le contestó a Raelia, sumandole una sonrisa a sus palabras, le complacía tenerla cerca, por si ocurría algún problema.

Observaba cómo se iban dividiendo, y su temor se hacía realidad: tendría que separarse de su hermano para asegurarse de la protección de la enana.

- Bien, yo voy con Namarra. Anduyn, me gustaría que vinieras con nosotros aunque entiendo que quieras ayudar con el prisionero. Ten mucho cuidado.

Poco a poco el grupo se fue dividiendo entre tres actividades diferentes y mientras algunos querían interrogar al prisionero otros se quedarían por el pueblo hablando con las buenas gentes del lugar y reuniendo más información. Su hermana, como era de esperar, se decantó por la opción más peligrosa: regresar a la ciudad con el botín. Las palabras de Zarus le dejaron intranquilo, así que se dirigió a Sanya, Elianne y el Kraken.

-Si vosotros os ocupáis del prisionero creo que acompañaré a mi hermana a Namarra y a Vand a la ciudad, creo que resultaré de más ayuda sumando una persona más que proteja el botín ante los codiciosos que intentando comunicarme con el prisionero en un idioma que desconozco. -Entonces respondió a Lucrecia.- No te preocupes, Ilmater siempre provee. -Dicho esto se acercó al grupo que iría a la ciudad.- No te preocupes hermana, os acompañaré para asegurarnos la bendición de Ilmater y que los negocios sean propicios.

Con suerte podrían sacar dinero para pagar la deuda contraída con Sanya y sobraría algo para repartir entre los más necesitados de la zona.

Yo poseo algunos objetos de cierto valor, si es necesario un cebo más jugoso, dijo a Zarus. Pero un puñado de armaduras y armas no van a atraer la atención de nadie. Como he dicho, si conseguimos un carro, será más sencillo echar sobre él unos fardos de paja, y taparlos con una lona, o unos sacos rellenos de tierra.

Los grupos estaban hechos, a falta de que Snit se optara por uno u otro, y que decidieran un lugar de reunión: probablemente, el propio Salmón Sabroso. Pero otro asunto preocupaba a Lucrecia todavía, tras lo sucedido el día anterior.

Antes de separarnos, por favor, los sanadores, ¿podéis echar un vistazo a quienes estén heridos?

Muchos planes pero poca opción. Lo único que podía sacar en claro Snit era lo obvio. No tenían ni idea de qué hacer ni cómo hacerlo. Miró a su alrededor; no podía ser la única en darse cuenta de esa situación. Pero estaba claro que, o bien los demás no querían verlo, o esperaban algún tipo de milagro para poder seguir avanzando.

Snit comía en silencio, escuchando palabras y planes. Sentir el estómago lleno le hizo sentirse más fuerte y descansada. ¿Cuál sería su siguiente paso? Si fuera por ella, se iría tranquilamente en soledad, sabía cuidarse sola. Pero su necesidad de monedas lo cambiaba todo.

Yo me iré a interrogar al prisionero. Quizá mis habilidades puedan servir de apoyo. sentenció, limpiándose la comisura de los labios y poniéndose en pie.

Antes de que se marcharan los que irían a la ciudad, Zarus habló con el último en unirse a esa comitiva. -Vayan con cuidado. Aún sino es en el camino, la ciudad esta llena de pillos y timadores. Será mejor que lleguen al "El Yunque". Decidle al herrero que son mis compañeros de viaje y que estamos tras la pista de unos bandidos que pudieron robar su cargamento, acá en los caminos del norte. Puede que si bien, a él no le interese comprar lo que llevan, les diga a donde ir a venderlo a la fija y no den tantas vueltas en el asunto y también puede decirles cuanto pueden pedir por lo que llevan, púes es un experto haciendo armas y armaduras.-

Namarra sonrió al humano mono y le guiñó un ojo antes de prepararse para partir.

-Gracias, Zarus. Así lo haremos. Volveremos en cuanto podamos.

El kraken, Elianne, Snit y Sanya dejaron la estancia para dirigirse al establo. 

Audo contestó mientras a Namarra, sí, está claro que nos interesa que acabéis con los ladrones, de ahí que os demos un pago por ello, pero yo solo digo que aquí no tenemos armero y por eso dudo que les interese comprar armas y más de segunda mano. Dijo encogiéndose de hombros porque no tenía muy claro si Namarra se quedaría conforme con su respuesta. 

¿Mapa del bosque?* La verdad que no, no tengo ninguno por aquí. Dijo Audo encogiéndose de hombros sin tratar de comprender para qué lo querían. ¿Acaso se creerá que en el mapa vendrá puesto la ubicación de los ladrones? Pensó extrañado por la pregunta.

Sobre la carreta y la mula, supongo que Alberic o su primo os la puedan prestar. No creo que tengan problema. Dijo el tabernero confiado en que así fuera. A algunos de vosotros ya os llevamos ayer, supongo que no os costará encontrar de nuevo el camino, ¿verdad? La verdad que no tenía mucha ganas de dejar que su hija volviera a acompañarles. No lo creía necesario cuando ya habían ido antes.

Finalmente el grupo terminó por dividirse y cada uno escogió la opción con la que se sentía más conforme.

El grupo formado por aquellos cuatro aventureros salió de la posada para dirigirse hacia el establo. Cuando llegaron ante él pudieron ver como la puerta era golpeada con dureza. El gran trasgo que se hallaba en su interior tenía ganas de salir y quizá abrirle la puerta pudiera ser un peligro. Así que no estaría de más preparar un plan de actuación antes de abrir a lo loco.

—Yo puedo comunicarme con él...—Elianne miró el cielo encapotado, apenas garuaba, pero el prospecto de otro día empapada no la animaba. Resopló con fastidio— incluso si no habla nuestra lengua, pero debo estar en contacto para eso. También puedo dorm-¡Ay!—PUM. El trasgo lanzó otro topetazo contra la puerta, sobresaltándola—...o encantarlo antes sin tener que abrirle. Creo que encantarlo es lo mejor...—Miró el granero, y luego a un charco de agua a sus pies. No quería sonar a que se imponía... PUM— ¿Alguna otra idea?

Yo lo dejé atado y debe de estar muy flojo despues de la paliza que se llevó pero no me parece mala idea que pruebes a hechizarlo. Nos ahorraría muchos dolores de cabeza.

Elianne se paró ante la puerta que volvió a retumbar con un nuevo topetazo. Inspiró ondo, hizo un par de gestos con las manos y dijo su encantamiento con voz clara y reververante

—¡Ty miy druh!— luego esperó unos segundos y habló con voz suave hacia el prisionero —¿Te has calmado ya? ¿No vas a arrancarme la cabeza si te dejo salir?— Si no entendía sus palabras, Elianne esperaba que por lo menos "reconociera" su voz y dejara de ser directamente hostil.

Sanya embrazó el escudo y agarró su hacha, dispuesta a tener que volver a zurrarse con aquella cosa. La verdad es que no le apetecía. Apenas se había recuperado de sus heridas y sentía que la podían derribar de un solo golpe.

El Kraken escuchó a la maga conjurar y se tapó los oidos. En su mente, si escuchaba, él también podía caer bajo su hechizo. Cuando acabó el conjuro, el gigantón se colocó junto a la puerta, dispuesto a abrirla ante la primera indicación.

Elianne abrió la puerta para poder lanzar su conjuros sobre el enemigo que había en el interior del establo. La criatura no fue capaz de entender las palabras de Elianne le pronunció, pero cuando abrieron la puerta no atacó, simplemente se la quedó mirando con cara de "No entiendo nada". Eso quería decir que el hechizo había surtido efecto, pero que no hablaban el mismo idioma.

Elianne les dio una sonrisa de satisfacción a sus compañeros. De su bolsa de conjuros sacó un poco de sal que tragó rápidamente y luego un poco de hollín, con el que se tiznó la punta de la nariz.
—Razumem te— el reverberar arcano estaba de nuevo en su voz. Sintió que se le destapaban los oidos.

Se acercó al trasgo y le puso una mano sobre el hombro mientras le dedicaba una sonrisa amable. Luego se volteó hacia sus compañeros.
—Ya puedo entend...— la expresión triunfante se esfumó de su rostro, y Elianne frunció el ceño frustrada— ¡Carajo! Siempre olvido como funciona este conjuro. Yo puedo entenderlo, pero el no comprenderá ni una palabra— les dedicó una mirada de pena y lástima, como pidiendo disculpas.—¿Alguna vez jugaron a las charadas?

La enana se relajó al ver que el conjuro había funcionado pero tabmién se dió cuenta de que el montruo no la entendía, así que probó a hablarle en gigante.

-Yo sé hablar gigante. Tiene pinta de hablarlo. Puedo hablar por ti si lo entiende.

HRUK JORNARGO MERRORARUM UND APTA*

La criatura seguía ahí, parada y sin decir nada. Si entendía algo de lo que le decían no parecía querer contestar.