Obviamente no tenía mas elección que salir por la otra otra puerta, si no habia forma de buscar una manera de abrir la anterior. Namarra avanzó asomandose con cuidado
Tirada oculta
Motivo: Sigilo
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+8)=24 [16]
Tirada oculta
Motivo: Esconderse
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+9)=28 [19]
No tiene cerradura la puerta por la que entré?
Elianne esperaba, quieta como una estatua, a que sus compañeras salieran de las profundidades de aquel convento maldito.
Era extraño pensar como todo el mundo, fuera de ese lugar, seguía sus vidas con tranquilidad. Me muero de miedo, y los pájaros trinan. No pudo evitar una sonrisa nerviosa al ver los lugares a donde los nervios le dirigían los pensamientos.
¿Qué estaría pasando ahí abajo? Raellia no lo sabía, pero a cada segundo que pasaba sentía su intranquilidad crecer, preocupada por sus compañeras. ¿Se las apañarían bien? ¿Saldrían las dos de allí? Por todos los dioses, esperaba que lo lograran.
En cuanto Lucrecia giró por el pasillo dio a uno nuevo que volvía a girar otros noventa grados. Esta vez mucho más pequeño que el anterior. Ahí al lado tenía una puerta, justo la que habían abierto sus enemigos el día anterior para liberar a los dos seres repungantes que le habían atacado.
Además, cuanto más se adentraba en el interior del edificio, el olor era mucho más desagradable y a cada paso que daba se hacía más y más insoportable. Un hedor a muerte y descomposición que no había que ser muy inteligente para saber que tenía que proceder de aquellos seres. Aunque de momento, Lucrecia no había visto a ninguno de ellos.
Podía seguir investigando algo más, pero el conjuro de invisibilidad no duraría mucho. Pero las huellas que la mediana había dejado continuaban por ese pasillo y se introducían en las puertas del fondo a la izquierda.
Las puertas señaladas como - PUERTA - están cerradas y las que dices están abiertas.
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PARED | * | ||||||||||||||||||
PARED | * | ||||||||||||||||||
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-PUERTA- | PARED | ||||||||||||||||||
-PUERTA- | PARED | ||||||||||||||||||
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PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | ESCALERA | ESCALERA | PARED | PARED | PARED | ||||
-PUERTA- | PUERTA | ||||||||||||||||||
-PUERTA- | Lucrecia. | PUERTA | |||||||||||||||||
PARED | PARED | PARED | PARED | ¡PUERTA! | PARED | PARED | ¡PUERTA! | PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | PARED | PUERTA | PARED | PARED |
Desgraciadamente la segunda puerta estaba tan cerrada como la primera y no parecía tampoco tener ninguna cerradura.
- Podéis seguir roleando -
Lucrecia no tenía la menor intención de ir más lejos. Si Namarra estaba donde parecía indicar el rastro, y seguía viva, daría gracias a la fortuna. De lo contrario, volvería corriendo a la planta baja, lista para marcharse y no volver hasta que estuviera segura de que podía enfrentarse a esos monstruos hediondos.
Se acercó a la puerta a la que conducían las huellas, dio dos golpecitos suaves y puso el rostro contra la puerta. Namarra... ¿estás ahí?
Sin esperar respuesta, con toda la cautela que era posible para alguien que había anunciado su presencia por adelantado, empujó la puerta para poder ver el interior con sus propios ojos.
El tiempo transcurría lento. Elianne no estaba segura de si llevaban esperando minutos u horas. Tenía mala espina, pero seguía sin haber señales de movimiento abajo, así que tampoco había motivos para realmente alarmarse ahora más que antes tampoco.
Exhaló con algo de pesadez, y notó tensos los hombros. Trató de descontracturarse con un pequeño movimiento del cuello, sin éxito, y continuó esperando.
El kraken se revolvía constantemente, esperando. El gigantón bufaba de impaciencia.
-Hemos de confiar en ellas. Paciencia
Sanya tenía razón, debían confiar en ellas. Debían pensar que saldrían... Pero eso no evitaba que la preocupación estuviera devorando por dentro a la muchacha. ¿Y si no salían? ¿Qué harían entonces? ¿Cuánto debían esperar?
Lazarus no pensaba en que Lucrencia debería arriesgarse a ir, pero eso era cosa suya. Se buena y no me hagas ir a buscarte. dice como despedida, pero si que iba en serio lo que decía. Un enlace de mensaje estaba hecho, pero aquello no daba garantía de reaccionar lo suficientemente rápido como para ir a su ayuda.
Presiento que debemos estar listos para lo peor. dice en relación a la suerte de la mediana era poco probable que siguiera con vida.
Tengo arco en mano.
Justo llegó a lo que parecía ser la cripta del templo. La sala estaba decorada con cinco sarcófagos, todos ellos con las lápidas desplazadas y los féretros abiertos.
Namarra parecía estar allí buscando por la zona.
Os dejo seguir roleando.
¡Ahí estaba! Bien visible, como esperaba —aunque viva, para su sorpresa—, y buscando váyase a saber qué entre los sarcófagos. ¿De ahí habían salido los monstruos? No tenía sentido que hubiese tales criaturas en un templo de Pelor... Claro que el templo estaba abandonado por alguna razón, y esas criaturas podían vivir eternamente si no se acababa con ellas, ¿no?
¡Namarra! llamó a la mediana desde el umbral, todavía sin alzar la voz por encima de lo esencial. Soy Lucrecia. El camino está libre. Corre a las escaleras.
Se echó a un lado para dejar pasar a la mediana, vigilando el pasillo del que procedía el hedor de los no muertos.
Namarra casi gritó del susto que se llevó cuando la puerta se abrió sola pero reconoció la voz de Lucrecia y asintió. La halfling recogió todo el tesoro que había acumulado y salió como alma que lleva el diablo, aprovechando su velocidad mágicamente aumentada.
-Vale! Nos vemos arriba!
Cuando la mediana pasó por su lado moviendo sus piernecitas a velocidad sobrehumana —sobremediana, en realidad—, Lucrecia la siguió a paso ligero hacia las escaleras, sin dejar de mirar a su alrededor.
Elianne miró de nuevo a su ballesta ¿Podía imaginar realmente lo peor? Había muchos escenarios posibles, y no tenía ningún deseo de ponerse a pensar cuál sería el más desagradable.
De momento cabía esperar, al menos hasta que el sol comenzara a declinar.
Mientras Lazarus se impacientaba, empezaba a mirar de reojo a los demás. Es que a nadie más se le pasó por la cabeza que esa mediana estaba loca al volver a bajar. Debieron marcharse a penas salió el sol.
Vamos Lucrecia, que es lo que ves? susurró esperando que su mensaje tuviera respuesta.
Si la conexión de mensaje está activa, pues a ver si el máster le hace llegar el susurro.
Finalmente Namarra subió por las escaleras a toda velocidad y tras ella y algo más rezagada, llegó Lucrecia.