Partida Rol por web

Mollie miró por la ventaba. ¿Anochecer? Preguntó dubitativa. Pero qué decís. Si queréis rechazar la petición lo entiendo, pero aún quedan horas de día. ¡Pero si estoy sirviendo la comida! El sol ha dejado de estar en el punto más alto del cielo, pero de ahí a definirlo como que está anocheciendo... la mujer se había quedado asombrada pues pensaba que se hallaba ante un grupo de cobardes y también de sinvergüenzas. ¿Encima pretendéis que os deje pasar la noche en mi posada de forma gratuita? Mollie se encogió de hombros malhumoada y siguió atendiendo las mesas que había en la posada. Había dado por hecho que la estaban tomando el pelo y no iba a consentir nada de eso en su casa.

El enano con el que habían hablado, seguía en la mesa tomándose un buen y abundante guiso de carne. También negaba con la cabeza, era como si aquel grupo hubiese decepcionado por completo a sus dos contratistas.

Entendiendo la situación en la que estaban pero no sin estar muy apenado, continua su camino hacia la calle mientras le hace un gesto a sus compañeros para que lo sigan.

Pedir posada a medio día parecía extraño y era mejor pensar afuera como llevarían a cabo la búsqueda.

El brujo se encogió de hombros  y siguió a Rudolphus.

-Intentemos buscar ese rastro, compañeros. Si no quisiésemos el contrato, lo habríamos dicho, señora. A mas ver.-Añadió a modo de despedida.

Pues Erik parecía tener un mal día. Entre los errores de localización y la pérdida de la noción del tiempo, estaba deseando que llegara la noche para dormir y dejar atrás aquel nefasto día.

-Chicos, perdonad pero estoy algo perdido. Veamos: aún tenemos media jornada para averiguar donde se encuentra ese meldito campamento trasgo, pero no tenemos ni pajotera idea de como encontrar el rastro. Bien por nosotros! Ahora, la cosa está en encontrar alguien que nos pueda ayudar y, más tarde, algún lugar donde pasar la noche. Porqué creo que Mollie no parece tener la más mínima intención de dejarse convencer.

El hechicero suspiró sonoramente.

-Podemos explorar la zona. Puede que encontremos alguna pista sobre el paradero de ess criaturas.

Asiento y me giro a mis compañeros.

-De acuerdo. Pongámonos en marcha. Si no tenemos un rastreador, intentémoslo nosotros como podamos.

Nos dirigimos al lugar del último ataque.

Me pongo a ayudar a Erik a buscar el rastro.

-Veamos si encontramos alguna pista.

Erik comenzaba a estar algo desesperado, no solo por no encontrar rastro alguno sobre la guarida de aquellas criaturas, si no por el temor de estar perdiendo el tiempo y el posible trabajo que los esperaba en Loto.

-Venga chicos, afinemos la vista!

A pesar de que Erik lo intentaba, incluso con la ayuda de Bjorn, no había forma de encontrar ningún rastro. Estaba claro que no eran expertos en aquello y o buscaban a alguien con dotes de exploración o buscaban alguna otra forma para dar con la cueva. Pero así no iban a ser capaz de encontrar la entrada.

Tras el fracaso buscando rastros (que es algo que nunca había hecho), el brujo se acercó a sus compañeros, y les dijo:

-Creo que sin un rastreador, estamos en punto muerto. Pero esta no era nuestra misión inicial. ¿Qué os parece si continuamos y, a la vuelta, lo intentamos de nuevo? Tal vez encontremos algún hábil rastreador entre tanto, o el grupo precedente haya tenido éxito. O tal vez no, y nos podamos juntar con algún superviviente.

Björn se encogió de hombros, esperando el parecer de los demás.

-Tienes toda la razón, Bjorn. Aquí estamos perdiendo el tiempo y poco podremos hacer. A la vuelta, puede que tengamos más suerte!

Y mirando a la lejanía, Erik reflexionaba sobre los próximos pasos del grupo. Sabiendo que no tendrían posada gratuita, nada les ataba a aquel poblado. Puede que la mejor opción era aprovechar las últimas horas de sol y dirigirse a Loto.

-Qué os parece si vamos dirección Loto? Si salimos ahora, aún tendremos suerte de llegar.

muchachos déjenme intentar hechar una mirada, tal vez estos viejos ojos noten algo mas Rudolphus se da una vuelta por el camino a ver si hay forma de encontrar algo.

Si su búsqueda resulta infructuosa, se gira hacia Erick y le dice pues en este momento parece que ya alguien trata de ayudarlos, a lo mejor sea conveniente seguir hasta Loto y buscar al rastreador allí para volver con él.

Un gran edificio se alza en el centro del asentamiento. La luz brota de sus ventanas, y un amplio cartel sobre la puerta reza

"Posada de El Acantilado Verde"

"Sed bienvenidos"

El interior de la posada es tan cálido y hospitalario como parecía intuirse desde el exterior. El reconfortante olor del estofado y del pan recién horneado brotan de la cocina, mientras que una mujer corpulenta se mueve con prisas entre las mesas, escanciando bebida y sirviendo comida.

Cástor entró en la posada, pero casi podría decirse que se derrumbó contra la puerta, exhausto y herido como estaba. Saludó con un leve asentimiento a la tabernera, para buscar rápidamente un asiento cercano en el que poder reposar del viaje desde la morada de los trasgos. 

Daba pena verlos a todos y Huesos no era una excepción. Dejó que la cría de dragón siguiera durmiendo en su zurrón para no alertar a los parroquianos y , sobre todo, no tener que dar explicaciones.

- Buenas noches.- Se forzó a decir.- Necesitamos descansar. Estamos extenuados. Hemos dado un duro golpe a esos trasgos.- Podía verse por la cantidad de orejas de trasgo con las que Ramase se había hecho.- Será mejor que pongan a alguien a hacer guardias, en caso de que se les ocurra tomar alguna represalia. Cuando hayamos descansado les daremos las explicaciones detalladas de lo acontecido en su guarida.

Filos no podía creerlo cuando cruzaron por fin la entrada de la taberna. Su cuerpo estaba a punto de desplomarse, hasta que Ramase habló por él y le ahorró el esfuerzo de decir lo mismo. El Filo del Ocaso dejó el dinero de la habitación en la barra y subió directo a acostarse en la habitación que le tocara. 

-Id a descansar. Nos vemos al despertar para ir a venderle todo esto a la mediana.

Llegando a la habitación y siendo su bolsa depositada en el suelo, Cólera entreabrió los ojos un segundo y olisqueó el aire para emocionarse visiblemente al ver un barreño de agua. Sus patitas le llevaron hasta el contenedor, lo escaló con dificultad y durmió apaciblemente en sus corta profundidad submarina de la que emergían burbujas de vez en cuando.

- <Blup blup blup>

¿Buenas noches? Preguntó Mollie extrañada por el saludo de los recién lelgados. Sin duda debían de llegar muy agotados para haber perdido la noción del tiempo de aquella manera. Después hizo que un grupo de hombres que estaban junto a la chimenea se levantaran para dejarles sentarse. Después dio una fuerte palmada y le pidió a uno de sus camareros que les trajera algo de bebida y comida para los tres. Tenéis cara de estar exhaustos. Afirmó Mollie. Lo mejor será que nos contéis qué ha pasado, qué habéis conseguido y si os habéis librado ya del mal. Sobre montar guardias, tenemos un problema, pues son pocos los que quedan en el pueblo, por eso os tuvimos que contratar a vosotros. Dijo preocupada por lo que decían. Eso quiere decir que aún no habéis resuelto el problema, ¿verdad? 

Aunque miraba alegre las orejas de los trasgos sabía que aún no había que celebrar nada. Cuando hubieron comido algo y a pesar de que no tenían muchas ganas de hablar les acompañó hasta su dormitorio, dejándoles claro que no era necesario que pagaran nada. Que podrían descansar gratuitamente.

Os dejaré descansar. Les dijo Mollie sin querer molestarles más.  En unas horas os despertaré.

Tranquila bajo el agua, con las heridas cerrándose lo suficiente para permitirle el descanso sin molestia, Cólera dormía. Sin conocer a sus progenitores nada más romper el cascarón los instintos básicos de la criatura habían arrancado con sus primeros pasos en el mundo; matar a quienes se opusieran a su manada de adopción, alimentarse de ellos en vida y aprender del mundo y sus habitantes para proveerse de guarida y tesoros o de hogar y amistades.

Entre burbujas los sueños se desentrañaban, ofreciendo extrañas alternativas para su futuro, desde atentar contra la vida de aquel búho para ocupar su lugar, pasando por afianzar su relación escuchando los consejos de aquellos de buen espíritu y llegando hasta la huída traicionera que le permitiese perseguir una vida de satisfactorias fechorías. Todas atractivas a su corazón y todas incompatibles entre sí. En aquella lucha entre sentimientos e intereses la bestia estaba en paz, feliz en el conflicto, dichosa en sus miserias.

<Blup, blup, blup>

Ramase, conocido como Huesos, rechazó la comida fingiendo estar tan agotado que no podía llevarse nada a la boca. Se retiró a una de las habitaciones satisfecho con que no le pidieran explicaciones hasta haber descansado un poco.