Partida Rol por web

¡Bienvenidos! Tenemos comida, bebida y habitaciones preparadas. Todo limpio y caliente. Tras ello se gira hacia un par de trabajadores del campo que están sentados cerca del fuego. Morf, Missy, moveos; dejad a nuestros aventureros un lugar junto al fuego. Los dos granjeros asienten amigablemente y se cambian a otra mesa.

Ahora, ¿qué tal ha ido la incursión?  ¿Habéis solucionado el problema?

El rostro de Filos hablaba por sí mismo. Estaba aún furioso.

-Me temo que no. Hemos acudido al templo en busca de materiales para recuperarnos de la paliza de ayer y no ha servido de nada, así que tendremos que esperar a mañana para acabar de limpiar el cubil. Ahora mismo, mataría a cualquiera que me llevara la contraria, mujer, así que sírvenos la cena y me iré pronto a descansar.

-Filos, por favor. Nuestra anfitriona no tiene la culpa de nada, no seas tan maleducado-replicó Cástor, serio, aunque sin emplear un tono demasiado incisivo. Al fin y al cabo, él también seguía enfadado y abochornado por aquella escena, pero no servía de nada pagarlo con aquellos que no tenían culpa de nada.

-Le ruego que le disculpe, señora Marcas. Como ha dicho, hemos tenido algún contratiempo, pero mañana mismo saldremos con la primera luz para acabar con lo que pueda quedar. Aunque creemos que no será mucho.

- Yo no cenaré nada, se me ha quitado el apetito. - Enunció el viejo.- Pero póngame algo de carne cruda en un plato, pro favor y agua.- Pensaba en Cólera. Asintió a las palabras que decía Castor. Mañana sería otro día. Ahora debía descansar e ir a rezar para recomponer las fuerzas.- Mañana nos vemos.

A solas:

No podía más que reír ante las graciosas palabras de la cría de dragón aunque le hacían pensar que pronto sería una bestia ingobernable. Bueno, lo que podía darle compensaba el riesgo de acabar devorado por ella.

- Come algo y descansa. Mañana, con un poco de suerte, podrás saciar tu sed de sangre. Yo permaneceré despierto toda la noche. Tengo que hacer mis rezos primero.- Ramase dejó a la cría a su aire mientras él se deshacía del disfraz de viejo que solía usar para dar una primera impresión que no era la verdadera. Su aspecto real era mucho más tétrico. Piel cetrina, la piel casi pegada a los huesos y un aspecto general poco saludable.

Por un momento Cólera miró alrededor y olfateó el aire, prefiriendo alimentarse de algo que hubiese cazado, pero el día había sido agotador y entendiendo aquel trozo de carne como un merecido obsequio por el que no había tenido que hacer entrega de ninguno de sus tesoros le hizo menear la cabeza con felicidad antes de devorarlo salvajemente.

Con el estómago lleno se acomodó sobre su apestoso saco de piedrecitas y huesos antes de mirar una última vez a su papá adoptivo, enroscarse sobre su propio cuerpo y dormir, de vez en cuando sacudiendo las patas o mordiendo sus pertenencias, posiblemente soñando con las palabras de Ramase.

No te preocupes. Es comprensible. Dijo mientras les dedicaba una sonrisa y hacía caso a las peticiones de Huesos. Vosotros cenad hoy tranquilamente, descansad y mañana seguro que acabáis con la trifulca. Al menos habéis vuelto con vida, que ese es un logro mayor de lo que lo que podemos decir de otros. 

Filos cenó en silencio y luego cogió a Tantor y se retiró a su habitación.

Cástor sonrió levemente ante la comprensión de su anfitriona, agradeciendo que el mal humor imperante no les hubiera costado dormir en la calle o problemas mayores. Mañana sería otro día. Mañana podrían terminar con aquel trabajo y librar a aquellas gentes definitivamente de los problemas que sufrían. 

Cuando Cólera se abrió los ojos legañosos Ramase ya se había puesto el disfraz de viejo lastimero y estaba sentado abrochándose las últimas correas de la pesada armadura. Volvía a ser el viejo Huesos.

Estirándose cuan largas eran sus extremidades Cólera arañó son sus garras la pata de la cama antes de hablar con el anciano para luego desaparecer por los recovecos de las habitaciones para su cacería matutina. Quería matar algo nada más empezar el día para poder celebrar desde el primer momento.

- Hai tantoh alo keazerle danio, Huezoz, jurrr... -bostezó rizando lengua y moviéndose a un lado y a otro, feliz de no sentir el cuerpo entumecido bajo las heridas recibidas- ¿Mida tiempoa kazar?

Mollie sonrió al viejo recién llegado. No tenía muy claro si querría o no desayuno, así que simplemente se limitó a servirle una taza de té negro, por si quería llevarse algo al estómago para acallar el hambre mañanera.

La impaciencia era demasiado fuerte todavía sobre el corazón de Cólera y antes de recibir respuesta a su pregunta se fue a escabuír por la puerta a buscar una jugosa presa, ahora podía moverse y caza sin las molestias de las heridas de ayer, de manera que volvía a creerse inagotable.

- ¡Zanjreee! -bufó con energías- ¡Gjjjjjj!

Cástor empezó con sus ritos matinales, agradeciendo a Pélor el don de tener un día más y siguiendo las oraciones y prácticas religiosas. Por delante tenían un día duro, quizás aún lleno de peligros debido a esa guarida que seguramente estaba a medio limpiar, así que más valía prepararse, y eso incluía congraciarse con el divino sol para que les iluminara en aquellas oscuras profundidades. 

Huesos hizo como que daba un sorbo al té aunque no pensaba ingerir aquella bazofia. Esperó a que lso otros dos humanos bajaran a desayunar mientras observaba a Cólera rebuscar en busca de ratas.

Filos bajó las escaleras de madera mientras trataba de estirar el torso ahí donde le dolían aún los golpes de los trasgos. El Filo del ocaso no estaba herido ya, gracias la magia de su compañero y la poción que se había bebido. Filos se reunió con huesos y se sentó frente a él.

-Bien, hoy sí que debemos volver y exterminar a lo que quede de esas alimañas. Me alegro de que no se hayan producido represalias contra el pueblo esta noche, creo que significa que sus fuerzas deben de estar bastante mermadas.