Partida Rol por web

Filos miro de nuevo a los elfos. Estaban muertos o no?

- Sanarlos? Quieres decir que estan vivos?

Filos se lamento por dentro. Pensaba saquear sus cuerpos exactamente igual que los de los trasgos. En fin, si hubiera stado el solo...

Ardhian ayudó de inmediato, del mejor modo que pudo, a sus congéneres élficos siguiendo las instrucciones de Cástor que, en materia de sanación, se había convertido desde aquel momento en su referente personal. No le gustaba verlos tan abatidos, pero comprendía que, con los cuerpos de sus compañeros caídos cerca, no había marco para bromas. Si algo había sagrado para un elfo era la vida, y en el caso del pequeño la alegría de estar vivo parecía no extinguirse, ni ensombrecerse, bajo ninguna penalidad o infortunio. Dedicó a la mediana su sonrisa más cálida mientras aseguraba con total convencimiento -: Abandonad toda preocupación. Llegaremos a la catedral sin más percances, ¡ya lo veréis!

-Por supuesto que ayudaré con lo que sea menester-dijo el clérigo, procediendo a cumplir sus palabras. Ante la pregunta de Filos, se detuvo brevemente, lo mínimo para contestar.

-No todos, por desgracia. Pero el gran dios Pelor, actuando a través de mí, su humilde servidor, ha tenido a bien salvar las vidas de dos de ellos. Aunque aún se encuentran en mal estado y habrá que tener cuidado con ellos-explicó. Mientras ayudaba a dejar todo en el carro, decidió que era un buen momento para sacar más información.

-Decid, señora Sten, ¿cómo es el Acantilado Verde?

Filos tomó buena nota de lo dicho por Castor. Cuando hubo acabado de cargar los cuerpos, examinóó los cuerpos de los fallecidos sin muchos miramientos.

-Por lo que he oido es un pueblucho a una hora de camino. No deberiamos tardar en llegar. Si no os importa, y alguno de los caidos llevaba un equipamiento mejor que el mío, lo tomaré prestado... ya sabeis, para defendernos mejor en el camino -dijo en un tono que dejaba claro que no estaba pidiendo permiso, sino anunciando lo que iba a hacer.

- Oh! Dijo la mediana al escuchar las palabras de Ramase, Sí, claro que quiero cargarlos, hay que llevarles al cementerio de la iglesia para que sus familias puedan darles una digna sepultura. Al fin y al cabo vivieron como unos auténticos valientes. Dijo dedicándoles una sonrisa a cada uno de ellos, y pensando unas palabras a modo de despedida. No tardaremos mucho, ya veréis. Dijo señalando el final del camino. 

Luego contestó a Filos, sanar a los que se pueda, claro está. Dijo mirando a los dos que estaban inconscientes pero estables. 

Después miró a Cástor, asintió ante sus palabras, sonrió, y: ¡Oh! ¡El Acantilado Verde es una aldea muy hermosa! ¡Pequeña, pero hermosa! Sus gentes son de lo más agradable. ¡Ya lo veréis! ¡No tardaremos en llegar si partimos ya!

Sten colocó una mano para impedir el saqueo por parte de Filos y con una sonrisa se la retiró. No es momento de despojarle de sus armas. Nos habéis defendido bien y dudo que de ahora en adelante vayamos a tener ningún encuentro más. Esta aldea es muy pacífica, debe ser algo fortuito lo que sucedido. ¡Estate tranquilo! Dijo Sten al muchacho que quería saquear los cuerpo. Cuando lleguemos a mi tienda, podré ofrecerte muchas cosas. 

Filos levanto las manos y se encogio de hombros. Obviamente no iba a oponerse a lo que la mediana decia, asi que se limito a mirarla unos segundos en silencio y se aparto, listo para ponerse en marcha.

- Muy bien. Pongamonos en marcha, entonces.

El clérigo asintió, incluso sonrió levemente, rompiendo por un momento la imagen de seriedad y cierta amenaza que su rostro podía provocar a veces.

-Desde luego, parece un buen lugar. Pongámonos en marcha cuanto antes, para ayudar a esas pobres gentes-dijo, listo para reanudar la marcha en cuanto todos estuvieran preparados. El Acantilado Verde esperaba, y con él, los problemas que esa gente se suponía que sufría, y que con un poco de suerte, podrían solucionar. 

El elfo se unió a sus compañeros de fatigas, con su entusiasmo desmedido de siempre, en la tarea de mostrarle a la mediana la disposición reinante a llevar a cabo su sugerencia.

— ¡Ya estoy deseando ver esa hermosa aldea llena de gentes de bien! ¡Adelante!

Pues levantando los cuerpos de los elfos caídos como si le costase la misma vida en ello, Huesos los colocó en el carro sin demasiados miramientos.

- Estoy deseando llegar.- Dijo con cierto sarcasmo. El resto del camino lo haría portando a modo de bastón su lanza corta y con el escudo a mano.

La carga que llevaba la mediana sumada a los cadáveres de los elfos caídos y de sus cuerpos estabilizados no dejaban más hueco que para la pobre Sten que se encargaba de dirigir a los caballos para poder avanzar. Así que ninguno de vosotros podría montar puesto que no cabía apenas un alfiler.

Viajáis durante algunas horas con total tranquilidad. Parece que Borde del Túmulo estaba algo más lejos de lo que esperábais pero el viaje transcurre sin mucho interés

Filos avanzó a la derecha del carro mientras que su buho, Tantor, volaba por delante de ellos para otear el pasisaje y avisarlos de posibles sorpresas desagradables. El guerrero orbitó hacia el llamado "huesos".

-Si hubiera sido por mí, hubiéramos requisado el carro y todas las pertenencias de esos elfos muertos. De hecho, seguramente me hubiera quedado hasta con el oro de la mediana, pero debemos comportarnos. Te lo digo porque veo cierta complicidad de intereses entre tu y yo. No está mal contar con aliados en esta recién formada compañía.

- Ya veo.- Contestó a Filos con un leve asentimiento de aprobación cuando éste le expuso su parecer. Huesos no sabía qué pensar. La verdad es que los otros dos eran unos mojigatos de mucho cuidado y estaba claro que podría hacer buena migas con Filos, pero aún no se fiaba.- ¿Cuánto tiempo llevas con estos dos?- No era adivino pero no le auguraba mucha vida a aquella "recién formada compañía". Huesos se había visto obligado por las circunstancias a poner tierra de por medio entre él y Tormentos Cristalinos  y aceptar compañía que, de otra manera, habría evitado.- Veamos por donde nos sale la gnoma. No me gusta que me tomen el pelo.- Sólo se conformaría con una buena recompensa pues no sólo habían salvado la vida de la comerciante sino de sus supuestos guardaespaldas, su carro y mercancías.

Huesos elevó la mirada al cielo cuando Filos dejó que su búho surcara el mismo. Le parecía una buena idea ser precavidos, pro mucho que la gnoma les hablara de aquel mundo ideal donde trasgos y habitantes del Acantilado Verde vivían en armonía.

- Entonces, ¿dice que los trasgos viven en una cueva cerca del pueblo?La verdad es que no son los vecinos que quisiera para mi hogar.- A veces era incapaz de morderse la lengua y contener su sarcasmo. Quizá si lo hiciera moriría envenenado con su propia bilis. uno no se podía fiar de los trasgos por muy paleto endogámico que se fuera. No parecía que el Acantilado Verde estuviera muy aislado como para no saber que los trasgos eran peligrosos, aunque sólo fuera por su número.- Habrá que advertirles en cuanto lleguemos.- No sabía si se le estaba haciendo largo el camino por la compañía o si la gnoma les estaba mintiendo de alguna manera.- ¿Queda mucho?

Cástor marchó a la derecha del carro, con el escudo listo por lo que pudiera pasar, mientras echaba un vistazo de vez en cuando a los heridos, por si su estado empeoraba. 

-No tienen por qué ser obligatoriamente malvados, aunque lo cierto es que es un riesgo para los habitantes del poblado. ¿Hay al menos una guardia que les proteja?-preguntó el clérigo, mientras caminaba a la par que el vehículo, esperando que la respuesta fuera afirmativa. Lo último que le gustaría es llegar al Acantilado Verde para no encontrar nada más que cadáveres. 

Filos se rió un poco por lo bajo pero se esforzó en disimular con una tos.

Los trasgos son malvados a menos que alguno me demuestre algún día lo contrario, Cástor. Igual que el sol es amarillo y la noche oscura. No tienen culpa pero está en su naturaleza.

Esta es mi primera misión con ellos. Y sospecho que también la última. No la veo capaz pero no está de más ser precavidos con ella.

Por insólito que pareciese el despierto y nervioso elfo guardaba silencio. Escuchaba las opiniones vertidas desde su posición privilegiada a la vanguardia de la comitiva, al tiempo que escuchaba también el rumor de la brisa atento a cualquier cosa que pudiese sobrevenirles, buena o trasga. Si algo de lo expuesto le pareció fuera de lugar, erróneo, o quizá juzgado apresuradamente no hizo la más mínima mención de ello. Únicamente avanzaba con su grácil y silencioso andar, con una expresión de alegre alerta en la faz.

Como le digo, dijo respondiendo a "Huesos", no son los vecinos ideales, ni muchísimo menos, pero es cierto que llevan mucho tiempo sin darnos ningún tipo de problemas, así que tampoco teníamos ninguna necesidad de preocuparnos por ellos. Así que no hay problema porque estuvieran cerca, hasta ahora claro. Dijo mirando a su alrededor preocupada. Desde luego, en cuanto lleguemos, deberemos avisarles. Pero ya lo saben, ¿no? Fue por esa razón por la que vinistéis aquí, ¿verdad?

Respecto a la guardia del Acantantilado, dijo encogiéndose de hombros, sí, pero es una aldea pequeña. Dijo tratando de explicarle que no eran buenos soldados. Luego miró hacia los caídos que iban en el carromato, ellos eran parte de la guardia. 

Filos llevaba un rato callado, meditando, cuando habló en voz baja para que solo pudieran oirle los que estaban en el camino.

-Todos tranquilos, seguid avanzando. Tenemos compañía. Un trasgo con un lobo. Por el lado de Cástor. Ardhian, Ramase, rodeadlo un por delante y el otro por detrás. Cuando lo tengais, haced una señal y atacad. Si lo hace él primero, converged sobre él desde los flancos.