Partida Rol por web

Temprano, con el fresco aire y la aún débil luz de la mañana, Huesos se dirigió a buscar a sus extraños compañeros de viaje. Si el descanso era algo reparador no se reflejaba en el rostro anguloso y preocupado del viejo Huesos.

Filos salió del cuarto con aspecto fresco, bien afeitado y con la mirada azul cristalino más afilada y penetrante que nunca. Su Buho, Tantor, reposaba en su hombro y Filos le daba unas migas de lo que le había sobrado de la cena de anoche. Al llegar a la sala principal vió a Ramase y se sentó a su lado.

-Qué raro que nuestro santurrón preferido no haya sido el primero en bajar. ¿Qué hay de desayuno?

La luz del amanecer entró por la ventana de la habitación, encontrando a Cástor listo para recibirla. El surgir del astro rey cada día era un momento sagrado para los adoradores de Pelor, un tiempo de oración para encomendarse al gran dios, y en el que sus siervos más devotos le dedicaban fervorosas oraciones en busca de su favor para continuar con su obra en el mundo mortal. Este era el caso de Cástor. 

Tras dedicar las oraciones apropiadas, se aseó y vistió, listo para bajar en busca de sus compañeros. 

Un tiempo después del amanecer, Cástor abandonó la habitación que le habían permitido ocupar, ya vestido y pertrechado, listo para acompañar a sus compañeros. Ellos deberían contar con nueva información, aunque le preocupaba el modo por el cual la habrían obtenido. 

Huesos ignoró la pregunta sobre el desayuno y, si le hizo gracia el comentario de Filos, su rostro tampoco lo mostró. Encima de la mesa, frente al anciano, sólo había un vaso con agua fresca y un mendrugo de pan con el que jugueteaba entre los dedos. No tardó mucho en llegar el hombre en cuestión así que Huesos se dispuso a contarle la información que había sonsacado al trasgo ya muerto.

- Al parecer el trasgo que nos atacó junto a su lobo ya no pertenecía a la tribu. Nos atacó porque necesitaba comida y agua. Lo que sí que parece seguro es que hace cuatro meses las cosas cambiaron en el seno de su ex-tribu. Su líder, Dárax, sigue siendo el mismo pero algo había cambiado en él y  había empezado a ordenarlos adquirir un gran tesoro. Es como si la fiebre del oro lo hubiera invadido y hubiera lanzado nuevas órdenes sobre la tribu. El druida parece que desertó por no estar de acuerdo.- Filos ya sabía todo aquello así que supuso que se estaría aburriendo. De tanto juguetear con el mendrugo de pan duro la mesa se estaba llenando de migas.

Filos sonrió a Cástor y desayunó mientras escuchaba a Huesos poner al clérigo al día.

Bienvenido, Cástor. Bien. Hablemos de nuestra preparación. Yo conozco pocos conjuros y casi todos orientados al combate, uno sirve para aturdir o dejar inconscientes a un grupo de enemigos cercanos (el que use en la caravana), otro me hace a mí más veloz, doblando mi velocidad y el último sirve para transmitir una descarga eléctrica, casi siempre a través de mi hacha.

¿Podemos saber qué conjuros has preparado tu, Cástor?

Cástor asintió con gesto serio, como respuesta al saludo de sus compañeros, probablemente atribulado por los asuntos de los que debían ocuparse. Agradeció quedamente el desayuno a su anfitriona, tomando algo de leche mientras escuchaba a Filos preguntar sobre sus capacidades. Tras dejar el vaso en la mesa, pensó un momento antes de responder. 

-Que nos puedan ser útiles... Puedo conocer hacia donde queda el norte, detectar si algo es mágico, generar luz... Mejorar la defensa y el ataque, proteger a alguien contra el mal, e invocar un efecto menor de regeneración sobre alguno de nosotros. Además, claro, puedo cambiar cualquiera de esas bendiciones por otras de sanación de ser necesario-explicó. Esperaba que aquello fuera suficiente para lo que tenían por delante.

-¿Cual es el plan, de todos modos?

Filos se encogió de hombros.

Me temo que no tenemos muchas opciones. Tendremos que seguir el mismo rumbo que tomaron los hombres de la aldea (quizás disfrazados para parecer menos peligrosos) y esperar a que nos ataquen. No contamos con un explorador que abra la senda para nosotros y nos avise de posibles emboscadas, asi que habrá que encajar lo que nos echen y avanzar desde ahí...

¿Alguna otra idea?

Cuando Cástor iba enumerando sus conjuros Huesos parecía revolverse incómodo en la silla.

- El Dios al que humildemente sirvo no es tan magnánimo...- Acabó diciendo.- Puedo canalizar su poder para que obedezcan una sencilla orden mía, mejorar mis capacidades combativas o la de otro, o que el objetivo huya despavorido.Ah...y puedo convocar "aliados" para que luchen a nuestro lado.- Claro que viendo a Castor y su comportamiento puede que esos "aliados" no le gustaran demasiado. los no muertos solían provocar el rechazo de la gente, no entendía el porqué.- Si al final tenemos que hacerlo solos...- Estaba claro que no le gustaba la idea.-...deberíamos trazar una buena estratagema. Disfrazarnos de comerciantes para provocar un ataque me parece bien. Parece que están desesperados por encontrar oro. Hablemos con la aldea y que nos dejen un carro y , sobre todo, un gran cofre que cargaremos con un señuelo. Alguno de nosotros podría ir escondido en el cofre. Yo soy bueno con los disfraces. 

-Lo de la caravana me parece buena idea. Lo del cofre... no tanto. Si yo fuera ellos, me esperaría a haber acabado con todos los comerciantes antes de abrir el cofre y, si lo hacen asi, nosotros ya estaremos muertos para cuando lo abran. Si hablas, en cambio, de permanecer escondido hasta el ataque y salir entonces nada más éste comience, me parece bien. Podrás pillar a unos cuantos por sorpresa.

-No soy bueno engañando ni disfrazándome, la verdad... Y tampoco me gustaría viajar en un cofre, si se cierra por algún motivo, me costaría salir. Si es que fuera posible salir, claro-dijo el clérigo, no muy cómodo con la idea-sin embargo, si es el plan que decidimos seguir, lo seguiré. 

- Descartado el cofre y disfrazar a Castor.- No pudo evitar esgrimir una sonrisa ladeada.- Somos solo tres. Quizás Cástor podría ser el protector del carro. Yo podría ir disfrazado de comerciante indefenso.-  Después de todo no era más que un saco de huesos pegados a la piel.- Y Filos oculto en el carro. Tu búho podría ir echando un vistazo pro el aire, de avanzadilla. No veo muchas más soluciones. A no ser que....que gente de la aldea nos acompañe.

-Espera! Se nos habia olvidado que SI sabemos donde esta la guarida! Sugiero que avancemos lo más sigilosamente hasta allí e intentemos explorar nuestras posibilidades con Tantor. Creo que nuestra mejor opcion es acabar con su cabecilla lo más quirúrgicamente posible.

-Amigos, seria mucho pedir que prepararais un "escudo de fe para mi? Se que es egoista pero os ahorraria muchas curaciones. Mi estilo de combate, con el hacha a dos manos, me deja un tanto expuesto a ataques.

Al final sus compañeros desechaban sus magníficas ideas. Necesitaba con urgencia hacerse con algunos esbirros a los que ningunear como Nerull manda. Empezaría poco a poco. Quizá con algunos de los trasgos a los que tenían intención de masacrar si, mostrando una infinita piedad y perdonándole la vida, lograra que lo siguiera fielmente como su siervo. Volvió a centrarse en Filos y Castor.

- Pues depende de lo que tardemos en llegar. Yo ya he preparado mis oraciones para hoy.- De todas formas prefería preparar un conjuro de escudo que una curaciones que, por su parte, no iban a llegar. 

- Pues cuando queráis. Sí, el druida desembuchó la posición del campamento.*

Muy quirúrgico iba a tener que ser el golpe  y para ello, si no se equivocaba, necesitaban un pulso firme. ¿Lo tendrían?

-Mucho mejor saber donde están, la verdad. Nos ahorrará mucho tiempo y posibles emboscadas o ataques fortuitos. Y cuenta con ese escudo, lo lanzaré sobre ti en cuanto empiece el combate-contestó el clérigo, listo para moverse en cuanto fuera necesario.

Una vez listos, los tres aventureros decidieron dirigirse en la dirección que les había indicado el trasgo. Cuando estaban a varios metros del lugar pudieron ver unas huellas claras que se dirigían hacia la entrada. No hacía falta ser explorador para poder seguirlas, pero cuando estaban a varios metros de la entrada se sintieron observados. Como si alguien les estuviera vigilando...