Partida Rol por web

El hechicero agradeció la hospitalidad de la Lis y esperó a que sus compañeros estudiaran la nota y los símbolos que en ella aparecían. Estaba convencido que sacarían algo de interés de ella y puede que algo más de lo que en sus palabras podían entender.

El elfo sacaba cosas y más cosas de su mochila, mirándolas todas como si las viese por primera vez y despertasen su curiosidad. Dedicó un rato a comprobar su arco, como empecinado en buscarle imperfecciones o roturas a un arma en impecables condiciones. Momentos más tarde se topó con una sencilla rodela que le hizo sonreír; con premura la ensució con tierra, la apoyó en el suelo y comenzó a anotar cosas sobre su superficie con la yema de su meñique a medida que estudiaba el documento.

- Uy, yo me conformo con la mitad de oro, con todas las curaciones entre medias ya que estas cicatrices mías parecen indicar que soy torpe al esquivar embites y... y... erm... ¡Mi nombre! Quiero mi nombre escrito en algún lado, en un cuaderno o algo para que los jóvenes sepan de nosotros y canten nuestras aventuras -sonrió fascinado con su propia idea-. Así si me pierdo de nuevo podré saber quién fui y será grato.

Mientras hablaban la clérigo Amber abandonó el lugar sin que nadie se diera cuenta de su ausencia. Después Lis anotó sus peticiones. 100 piezas de oro y curaciones gratuitas para Kalikalwe y 50 piezas de oro para Phenios además de apuntar su nombre en nuestro registro. Entendido. Dijo la mujer mientras contemplaba al elfo a ver si había averiguado alguna pista al respecto sobre la nota.

El elfo vió como Lis anotaba su petición de recompensa pero quería tener claro que la iba a obtener cuando volviese triunfal ante ellos de nuevo . No necesitaba un contrato firmado ni nada por el estilo, con que le dieran su palabra bastaba pero es que en ningún momento se la habían dado. Así que preguntó quedamente entonces ¿tenemos un trato?

-. ¿Estamos listos? -. la mirada de la mestiza se dirige hacia sus compañeros-. Ya es hora de ir y enfrentar el destino que la oscuridad nos tiene preparado-. Finaliza mientras aletea levemente sus alas para luego sonreír y marcar el camino con sus brillantes ojos.

-Puedo notar sus ansias de acabar con el mal que azota a Loto, querida Arael. Pero es de noche y hemos realizado un largo viaje hasta aquí. Debemos descansar y recuperar una fuerzas que, seguro, nos serán necesarias mañana por la mañana. 

El hechicero propuso cenar, afianzar los lazos de confianza con los nuevos componentes del grupo e ir a dormir para estar serenos al día siguiente. Algo le decía que no sería coser y cantar todo aquel tema de los animales.

-Amigos, mañana será un gran día... brindemos por ello!

Tras haber hecho mil garabatos y anotaciones Phenios seguía comprobando el documento de manera obsesiva, llegando incluso a ponerlo de lado, al revés y a buscar por reverso por si se le hubiera escapado algo. Sólo ante los comentarios de sus compañeros optó por dejarlo ser y negar con la cabeza con mal disimulado disgusto antes de ponerse de pie, desempolvar sus ropas y devolverle el papel a Lis.

- Qué vergüenza comenzar así ante la Aldea del Loto pero no tengo la más remotísima idea de qué pone aquí, ya porque carezco de lenguas o códigos de referencia o porque se tratan de simples garabatos: no hayo en mi mente cómo siquiera comenzar a descifrarlo. Mis más soberbias disculpas y mal genio al respecto, probaré de nuevo mañana, si me concedieseis el capricho.

Con gestos se dirigió a sus compañeros para representar cuánto le había superado aquello, encogiéndose de hombros, abanicando el aire y representando el arrancarse los ojos y tirarlos de una patada acrobática donde Corelion perdió la pluma.

Barrabás no entendía como Kali y Phenios habían pedido su parte del botín, antes siquiera de saber qué papel desempeñaban en aquella cacería. En sus costumbres, Barrabás pedía una recompensa en función del esfuerzo que había tomado el trabajo, y aunque sí conocía la costumbre de las gentes de Tormentos de negociar antes, no entendía el caso en que se encontraban ya que no tenían por seguro aún, qué peligro iban a encontrar en el castillo.

Además, hubiera sido esperable que aquellas criaturas del bosque enajenadas supusieran una especie de propósito personal para los dos elfos del grupo. Pero al contrario de lo que Barrabás siempre había pensado, los elfos son tan mezquinos y avariciosos como la mayoría de los hombres, en cualquier caso, si estaban aquí, era porque sus intenciones no podían ser malas, aunque solo les moviera el dinero.

Animales del día salir de día, animales de la noche salir de noche

Barrabás se encogió de hombros ante la disertación entre Erik y Arael acerca de ir esa misma noche o al día siguiente.

Yo siempre preparado, pero, si preferís dormir. Loto buen lugar. Mejor que bosque frío.

Barrabás alzó la vista al cielo buscando en las estrellas.

Efectivamente, resolved este problema y te daré lo que me has pedido. Le dijo a Kalikalwe asintiendo ante su petición. Y cuando escuchó a Arael proponer el salir ya,Lis negó con la cabeza. Está a punto de anochecer y si el bosque es peligroso, hacerlo a oscuras lo es más. Lo mejor será que os acerquéis a nuestra taberna, cenéis y durmáis para despertaros mañana más frescos y solucionar el problema con la luz del alba. Comentó mientras confirmaba las palabras de Erik. No os preocupéis, que a la cena y el hospedaje invitamos nosotras. 

Bien, pensó, sólo se había olvidado un detalle y era sobre lo que encontrasen durante la misión, daba por hecho que lo repartiríamos a partes iguales, pero eso era otro tema que hablar más adelante con los compañeros. Asintió satisfecho de creer haber hecho un buen trato y dijo vayamos pues a la posada, quizás para alguno sea la última noche y sin más se dispuso a seguir a Lis hasta el lugar donde pasar la noche

Arael quería protestar ante las palabras de Erik, sin embargo y una vez que los pensó con más calma, un asalto nocturno en un terreno desconocido era casi un suicidio que incluso el más indómito guerrero santo lo pensaría antes de proceder.

-. Esta bien… Tienes razón, disculpen mi actitud tan precipitada aun me falta mucho que aprender-. Declara con una leve reverencia para luego seguir a Kalicalwe a la posada.

De camino a la posada echaron un vistazo al lugar donde se encontraban. La aldea era pequeña y de lo más normal. A penas había grandes lujos, ni tampoco grandes tiendas. 

Había unos establos, pero en ellos no había caballos. No había ni rastro de un solo animal por la ciudad. Y todos parecían tener las mismas preocupaciones. Lo que sí que fue sorprendente es que había algunas casas vacías y se sentía poco movimiento.

En cualquier caso, el tiempo había empeorado mucho, la noche estaba a punto de llegar y lo mejor era resguardarse en la taberna. Allí les atendió el propietario del local:

Tomen asiento, en seguida les llevo lo que quieran dijo señalando hacia una mesa y esperando que el resto le dijera lo que quería. Parece que Lis y las demás invitan, así que no se corten.

Hizo un gesto al hombre que estaba sentado en la barra dándole a entender que no eran conocidos sino que se trataban de forasteros.

Y decidme: ¿qué os ha traido a la Aldea del Loto?

-La simple voluntad de ayudar a sus gentes, amable tabernero.- comentó pomposamente Erik- Aunque también es cierto que una buena recompensa nos sería bien útil para subsistir en estas tierras. Aquí mis compañeros y yo, queremos acabar con la maldición que os atormenta: el ataque de esas salvajes criaturas. Tenéis alguna información al respecto sobre esos ataques? Lis nos ha comentando que pueden ser responsabilidad de un señor que desea tomar estas tierras a la fuerza. 

Y guiñando el ojo a tabernero, continuó.

-Y sí: con una buena cena acompañada de un buen vino, nuestros oídos escucharan mejor todo aquello que pueda explicarnos. Todos sabemos que en una taberna es donde se cuece lo más importante de cada lugar!

Quería ser el primero en intervenir en la taberna para que nadie se fuera de la lengua, ese enemigo que tenían en común podía tener espías; sin embargo, Erik se le adelantó. Es verdad, que podían sacar información en una posada pero no sabía hasta que punto eso podía ser provechoso y más en un sitio público así que una vez abierta la boca de su compañero se limitó a observar al tabernero y a los que se encontraban en la taberna por si alguno hacía algún gesto extraño que le delatara. Fuera o no buena idea hablar con la gente de la posada, la decisión la había tomado ya Erik sin consultarlo así que habría que intentar, una vez hecho, sacar provecho de ello a la vez que se minimizaban los daños que aquello podría tener. Casi sin darse cuenta Kalicalwe acercó su mano a sus armas por si las tenía que sacar rápidamente.

Aunque tenía hambre, ya pediría algo de beber y comer después.

Arael salud cortésmente al hombre para luego sentarse y pedir una abundante cena, su postura era recta y refinada al igual que sus modales. Su silencio era cálido al igual que sus ojos al momento de explorar todo el lugar en búsqueda de algún movimiento sospechoso o de una pequeña reacción proveniente de las sinceras palabras de Erik, todo esto manteniendo su agradable presencia para no incomodar al resto de los comensales.

- ¡Jajajajajajaja! ¡Excelente! -río muy animado Phenios- Hay apetito y cansancio después de ese trayecto pero que no se diga que faltan energías ¿Están incluidos los venenos embotellados en la generosidad de nuestras anfitrionas?

Dejó su equipo en el suelo a sus pies nada más sentarse para ponerse a gesticular animadamente hacia el orco.

- Venid a mí Barrabás, pongámosle fin de una vez por todas a la guerra entre nuestras gentes bebiendo por la supremacía - aplaudió y palmeó la mesa - Quien pierda servirá de paje al otro hasta que nos retiremos de aquí, presentando al ganador como su “gran amigo y mejor bebedor”.

Barrabás se acercó al tabernero - Carne caliente-  y esperó pacientemente el plato que le ofrecía, después, se dirigió a la mesa en la cual sus compañeros parecía que fueran a sentarse - Guerra no acaba - Respondió a Phenios - Guerra... - alargó la pausa buscando la palabra en común - ... enseñar... como hacer paz. Guerra ser maestro para buen alumno, guerra ser infierno para quien solo ver guerra.

El orco hablaba despacio. Barrabás llevaba una túnica marrón, una cimitarra, un gran espadón, una cadena armada y un arco corto... para hablar de paz iba bastante bien armado, y la gran cantidad de cicatrices no señalaban a alguien que hubiera crecido en un lugar pacífico.

Tu nombre escrito en aldea Loto, historia de nombre Phenios aún no saber si buena o mala historia - Barrabás empezó a comer, tomando de un trago el vaso de vino que había aparecido junto a su plato puesto que estaba sediento y arrugando los morros frente a aquella bebida que parecía pegarse al paladar y no terminar de caer por el esófago, haciéndole chasquear la lengua varias veces hasta coger una hogaza de pan para arrastrar el sabor.

-Has estado en muchas guerras, amigo Barrabás? -preguntó Erik, interesado en conocer las habilidades de sus nuevos compañeros. -No coincido en tus palabras sobre como la guerra puede ser un buen maestro. La guerra solo trae muerte y destrucción. Malas enseñanzas si se trata de un maestro. 

Erik dio un trago a su copa dejándola vacía por completo.

-Pero puede que sea mejor hablar de cosas más animadas, si mañana nos tenemos que enfrentar a un millar de peligros. alguien sabe cantar una buena y animada canción? -y mirando de forma pícara a la aasimar, continuó -Estoy convencido, estimada Arael, que debéis tener una preciosa voz acorde a vuestra extrema belleza digna de alabar. Me equivoco?

El brillo dorado de los ojos de la aasimar se enfoca en el orco mientras este último comienza a moldear sus palabras-. La única guerra digna es aquella que limpia la tierra de cualquier tipo de corrupción-. Declara con su altiva y segura voz, digna de un general listo para acompañar a sus hombres al frente-. Sin embargo, señor Barrabás, me sumo a la curiosidad del señor Erik ¿ha participado en alguna contienda? -. Sus pálidas manos toman, con una elegancia magistral, una copa llena de vino el cual es catado por la mujer, tomando su tiempo para responder a las alabanzas de Erik-. ¿Ya no lo has escuchado ya mi voz? ¿señor Von Tompshen? -. A pesar que su agradable sonrisa se ha mantenido en su rostro, cualquier persona puede sentir un tono bastante gélido escondido en las palabras de la aprendiz de paladín, cerrando las puertas para cualquier otro tipo de flirteo y derivados de forma instantánea-. Señor Phenios ¿no? Es muy raro encontrar gente de su pueblo por estos lugares-. Declara mientras levemente sus blancas alas se sacuden por un segundo-.  ¿Cuál es su formación? -. pregunta con una curiosidad sincera al elfos gris para luego llevar su copa hacia sus carnosos labios rosados.