Partida Rol por web

Si venís a dialogar, tirad las armas, dejadlas en el suelo y decidme que queréis. Nadie es bienvenido a mi hogar y no estoy acostumbrado a que nadie entre. Os daré una oportunidad, pero no prometo nada.

Ante las palabras del extraño, Lomenar reaccionó con rapidez situándose al frente del grupo mostrando sus armas a la vista. Al instante las dejó en el suelo frente a ella. Arvak se situó a su lado y ante un gesto de la druida se sentó en el suelo. El animal miraba al frente con interés pero obedecía a su ama y permanecía quieto a su lado.

- Lictea, cúbrelos y ponte frente a ellos. Dejad las armas a la vista en el suelo. Andrey, aprovecha para curarte y que Kranjstar te ayude. Por favor, no haced nada ofensivo.

Después de dar sus instrucciones, Lomenar avanzó un par de pasos de forma que quedara a la luz de las antorchas, completamente expuesta en lo que esperaba que fuera un gesto de amistad.

Entonces habló en un idioma extraño.

- Te saludo y te pido disculpas por entrar a tu casa sin avisar, no sabíamos si estaba habitada o era el cubil de un animal. Soy Lomenar, guardiana del bosque y mi compañera es Lictea, pastora de lobos. Los dos hombres viajan con nosotros. Ambas estamos lejos de nuestra tierra, buscando respuestas en la ciudad de los humanos.

- Desde esa ciudad nos han pedido ayuda acerca de los destrozos en un viñedo cercano. Huellas similares a lagartos han sido observadas en el mismo y, creemos que injustamente, los hombres lagartos han sido acusados. Nuestra labor es obtener información y saber qué es lo que ha pasado.

- Hemos preguntado a los lobos, pero no saben nada, pasan hambre y están muy agresivos. Es como si algo hubiera pasado en su territorio de caza, pero no han sabido explicarnos. Fueron ellos los que nos dijeron que "alguien como nosotras" estaba cerca y es por ello que estamos aquí.

- Te pedimos ayuda. Nosotras no juzgamos, solo queremos saber los hechos. Si eres como nosotras un guardián de la tierra, dinos qué ha pasado e intentaremos restablecer entre todos el equilibrio natural.

Había algo más que Lomenar quería saber. Era la razón por la cual había venido a la ciudad y ahora, por fin, tenía una oportunidad de preguntar. Pero antes tenía que esclarecer el tema de los viñedos, esperaría su oportunidad una vez el extraño le hubiera contestado.

Kranj mantuvo sus manos en donde pudieran ser vistas, ahora era el único que sostenía una antorcha, mientras la de Lictea, permanecía en el suelo, cerca a quien les había atacado.

El clérigo captó bien las palabras de Lomenar, así que ayudó a Andrey a incorporarse, mientras esperaba que este guardara su espada, como se había sugerido. Necesitas que te cure? le ofreció al guerrero, aunque era sorprendente que aquella herida parecía haber menguado. Pero era cierto, Andrey había usado magia* para curarse. Todo había pasado tan de repente que casi lo pasa por alto.

Luego de comprobar que Andrey estaba bien, Kranj, de manera disimulada, se concentró en lo que iba diciendo Lomenar y el atacante. No entendía una palabra, pero no era la primera vez que escuchaba aquel lenguaje*.

Lictea apretó los dientes y se acercó a Lomenar. Con un mohín de disgusto tiró al suelo la cimitarra, a pesar de que ésta, como druida que era, no era su más poderosa arma. Estaba furiosa así que no iba a ser ella la que hablara. Los Pastores de Lobos era orgullosos y tozudos, cazadores y guerreros, no embajadores y diplomáticos. Dejó hacer a su amiga, a la que no podía reprocharle ninguna de las palabras pronunciadas. Iba a con la verdad pro delante y eso era algo que Lictea valoraba.

Andrey el guerrero estando tumbado en el suelo enfundó su hoja en la vaina y asintió ante el ofrecimiento de Kranjstar para que atendiera sus heridas. Luego el guerrero se levantó poniéndose entre el peligro y el clérigo, tenía el escudo plegado sobre el pecho y la mano de la espada algo en alto separado del cuerpo para que sus atacantes pudieran ver que no empuñaba arma alguna. A diferencia de sus compañeros el guerrero no creía prudente lanzarlas o dejarlas lejos, prefería esperar con calma a que los acontecimientos se desarrollasen de la mano negociadora de Loremar.

Tras las palabras de Lomenar se escuchó un largo silencio. El ser que estaba más allá parecía estar meditando lo que le había dicho y pensando en lo que podría ser la posible respuesta.

Tras un tiempo, quizá demasiado largo, volvió a hablar en el idioma secreto de los druidas.

Si queréis hablar conmigo, dijo haciendo una larga pausa, decidle a los dos humanos que os acompañan que se larguen de aquí. Estaba claro que el gesto que había tenido Andrey no le había gustado en absoluto y que no seguiría hablando con ella mientras estuviese aquel hombre que presentaba una amenaza para él y su hogar.

Lomenar se volvió a sus compañeros.

- Por favor, salid de la cueva. Podéis esperarnos justo después de la entrada, cerca del oso. Nosotras nos quedamos para poder hablar.

Tras la petición a sus compañeros, Lomenar hizo un gesto a Arvak que inmediatamente se sentó sobre sus patas traseras y mantuvo una postura mucho más relajada. Tras ello, Lomenar se acercó al desconocido un poco más, quedando a la luz de la antorcha que antes había arrojado Lictea y se sentó en el suelo, en posición de loto y con los brazos cruzados por delante, esperando que el desconocido contestase a sus preguntas.

Por un momento Andrey dudó, miró a Kranjstar y a Lomenar con aire preocupado, pero al final asintió con gesto estoico. El diálogo se había iniciado, las armas se habían enfundado y por el momento no habían llovido más vítores.-Si hay problemas tan solo gritad.-fue la única aseveración del guerrero, quien hizo un gesto seco con la cabeza al clérigo para que se retirase junto a él.

Lictea hizo un gesto con la mano a Andrey, como si espantara a una molesta mosca.- Que sí, que sí, que esto es cosa de mujeres.-Ñek, ñek, ñek.- No pudo contener la risa al imaginar en lo que pensarían sus compañeras lycanthropoi si les contara lo atrevidos que eran los hombres de las ciudades. Vale que Andrey y Kranjstar habían demostrado  valor y coraje, pero harían bien en dedicarse a lo suyo, a lo  que les correspondía en su papel de hombres, a recolectar frutos y la siembra.

Se acercó a Lomenar para darle su apoyo moral con su presencia.

El clérigo hizo ademán de desear empezar una protesta, pero se contuvo. No estaba de acuerdo con que Lictea y Lomenar se quedara solas con el extraño y sin duda, belicoso, druida; pero al final había que confiar en el criterio de su amada.

Estaremos cerca. Pero seguro no hará falta nuestra ayuda, cierto. dijo mirando a quien antes les atacó.

Sin aquellos dos hombres molestando en su hogar, el druida se acercó un poco más hacia ellos. Aún no podían verlo pero sí que podían escuchar con más claridad la voz con la que les hablaba en el idioma oculto de los druidas.

Veo que tenéis mucho interés en saber qué ha pasado. Es normal que los lobos estén asustados y molestos. Los hombres de la ciudad  están acabando con nuestro territorio. Cada vez tenemos menos árboles y menos bosque y nuestro espacio se va viendo cada vez más reducido. Yo vivo en esta cueva escondida y dudo mucho que nadie pueda o se atreva a quitármela, pero nuestros compañeros están viendo como poco a poco sus viviendas van siendo arrasadas por los hombres de la ciudad. El druida estaba molesto por todo aquello y se le notaba en su voz.

Por eso de vez en cuando mi compañero y yo, y algunos animales que convoco hemos destrozado parte de su viñedo. Se lo merecen. Afortunadamente no están construyendo casas o ciudades, pero sí que nos quitan territorio a  nosotros para ocuparlo ellos y si sois druidas, tendréis que ser capaces de entenderlo y comprenderme. Este es mi hogar, yo soy su guardían, y también su protector. Es mi misión hacerles entender que éste no es lugar para ellos.

Lomenar escuchó las palabras del compañero druida mientras se le notaba cada vez más nerviosa mientras intentaba escrutar al desconocido entre la oscuridad.

¿Qué edad tendría? ¿Sería humano? ¿Conocería a su madre?

Lomenar había llegado a la ciudad en busca de su padre, si es que vivía, pensando que no era más que un humano que se había cruzado con su madre y la había dejado embarazada, o peor, alguien que la abandonó. Nunca comprendió porque su madre no hablaba mal de él... ¿Y si fuera un druida como ella que no podía abandonar la protección de sus tierras? Eso explicaría muchas cosas.

Pero aún con su ligera infravisión, no era capaz de penetrar la oscuridad y obtener una imagen clara de su antagonista.

- Estoy de acuerdo contigo, al menos ya sabemos que los hombres lagarto no están implicados. ¿Sabes si han extendido sus viñedos últimamente? De ser así regresaremos a la ciudad y los denunciaremos, pero si esos viñedos no se han extendido más de lo que siempre han tenido, es justo que ellos usen sus tierras como quieran.

- ¿Estarías de acuerdo con eso? Intentaremos no hablar de ti, al menos de momento, para que estés seguro y no vengan a buscarte.

Lomenar hizo un silencio quizás excesivamente largo...

- Perdona si te hago unas preguntas privadas ¿Llevas mucho tiempo aquí? Hace algo más de 20 años una elfa druida visitó estas tierras y me preguntaba si quizás llegaste a conocerla.

Era una posibilidad extremadamente remota, pero la realidad es que no veía a su madre con un humano de la ciudad. Esta era quizás la primera pista con algo de posibilidad en la busca de su padre.

Lictea asentía a las palabras del aún oculto druida y se retorció nerviosa ante las palabras de Lomenar. Los clanes de los lykanthropoi, los pastores de lobos a los que pertenecía Lictea, tenían el mismo problema. La voracidad de los asentamientos de humanoides no tenía fin, jamás.

- Te comprendo perfectamente y tienes todo mi apoyo. - Intervino Lictea.-Tus ataques no suponen más que una molestia para ellos. Eres una mosca cojonera. ¿Y qué hacen los hombres cuando una mosca les ronda una y otra vez? Acaban perdiendo la paciencia y aplastándola.- Lo había visto y escuchado muchas veces. Clanes y manadas enteras de los pastores de lobos arrasadas por asentamientos en crecimientos. Que si los lobos se comen nuestras ovejas, que si los niños no pueden ir al bosque a jugar, que si ...¡estupideces! NO ma´s que excusas exageradas o incluso inventadas para justificar quemar un bosque y así ampliar los cultivos, los cercados de las reses.

- He entrado en esa enorme y apestosa ciudad. La gente se agolpa por las calles. Seguirá creciendo y para mantener a la población harán lo que haga falta. O tienes la fuera necesaria para enfrentarte a ellos, que lo dudo, o no te quedará otra que tratar de negociar.- Empezar una guerra que no se podía ganar no tenía sentido.

El clérigo caminó junto a Andrei, hasta donde Lomenar les había indicado. Seguía sin gustarle la idea de dejar a las chicas del grupo solas en esto. Le parecía esquiva la posibilidad de que aquel druida fuera alguien razonable.

Se mantuvo lo más atento que pudo, tratando de escuchar cualquier cosa que fuera señal de peligro para sus compañeras.

Cada año que pasa los territorios son más grandes. Cada vez quitan más espacio al bosque y consumen el hogar de las criaturas que viven en él. Dijo con un tono enfadado. Realmente no le gustaba nada de lo que insinuaban los druidas que habían ido a visitarles. Parecías ser más druidas de ciudad que de campo y eso era algo incomprensible. Me da igual lo que hagáis. Sentenció encogiéndose de hombros aunque no pudiesen verle. Yo seguiré destruyendo sus campos, me da igual que cada vez sean más grandes o no, siempre que mi bosque esté en peligro por culpa de esos humanos, Vanass y yo lo destruiremos. 

La última pregunta le sacó un poco de todo el clímax que se estaba generando allí. Ehm... sí. He conocido a muchas elfas druidas a lo largo de mi vida.

El druida no había entendido nada de lo que Lictea le había dicho. Le estaba advirtiendo. O se unía a otros druidas o Tormentos Cristalinos lo aplastaría como a un hombre a una hormiga. Por lo demás Lictea no podía más que estar de acuerdo con el problema expuesto, ¿qué druida no lo estaría? Habían descubierto que los causantes no eran los hombres-lagarto, por lo que uno de sus clientes, el embajador, estaría contento. Ahora bien, los Licorambarino no iban a dejar las cosas así, de eso estaba segura. No iban a poder contar con Lictea para enfrentarse al druida, eso desde luego, pero encontrarían a otros. Dejó que Lomenar acabara la conversación, por si tenía algo más que preguntar sobre la misteriosa druida.

Lomenar sonrió, esa era la respuesta que esperaría de un druida defensor de la tierra y no podía estar más de acuerdo con él. Ella tenía la suerte que su territorio estaba muy alejado de asentamientos humanos y nunca había tenido ese conflicto, pero entendía cómo se sentiría ella misma si viera talar sus bosques y maltratar a sus habitantes.

- Te entiendo, tienes razón y es nuestro deber proteger el bosque y sus habitantes, lo que tenemos que encontrar es la mejor manera de hacerlo.

- Lo primero sería dejar a los inocentes fuera de ésto, además que bien manejado podría darnos unos aliados en la lucha. Los hombres lagartos son inocentes y necesitamos una prueba de ello. - sacó una pieza de tela de su mochila* - Permite que Vanass marque esta prenda con barro y una de sus patas, será suficiente para probar que ningún hombre lagarto puede hacer esta huella y siempre podemos decir que obtuvimos la huella dejando la prenda en el suelo. No desvelara qué ser deja esa huella pero exculpará a los hombres lagarto. Es justo liberar a los inocentes.

- Lo segundo es tratar con los Licorambarino. Dos frentes. Se que no vas a ceder en tu lucha, así que aquí tendrás tu propio frente destrozando los campos, aunque te aseguro que eso les hará poco daño. Se que la ciudad tiene registros y cosas donde se marcan las tierras. El hombre que me acompaña es clérigo de la naturaleza y se ha criado en la ciudad y sabe más que yo de estas cosas, me ayudará. No te voy a engañar, los humanos son corruptos, pero al menos sabremos quien está detrás de todo esto. Te ayudaré desde la ciudad.

- Estoy contigo, tu lucha es justa y no quiero pensar lo que haría si mancillaran así mis queridos bosques. Pero los humanos son poderosos y si te destruyen ¿quién velará por los habitantes del bosque? No te expongas mucho y se prudente. Ellos tienen demasiado poder y son terribles en su ira. El dinero es más valioso para ellos que sus propias vidas y mucho menos las de los demás.

Lomenar había hablado. Salvo la marca de la huella realmente no le pedía nada más al druida y se había comprometido a ayudarle en la ciudad, aunque no había disimulado que sería harto difícil. Los humanos destruían la naturaleza, pero enfrentarse a ellos como un niño con una rabieta no les haría daño de verdad. Necesitaba aliados, y había una gran druida en la ciudad que podría ayudarla.

Tras sus palabras siguió un breve pero incómodo silencio. La referencia a "muchas elfas" había sonrojado ligeramente a Lomenar y la había decepcionado un poco. Ahora tenía miedo de descubrir algo que quizás no le gustase.

Su tono cambió de la seguridad con la que había hablado a otro mucho más inseguro, incluso le temblaba un poco la voz.

- Hace 20 años por aquí pasó una elfa druida llamada Ayla... - tragó saliva - ¿te suena de algo ese nombre?