Partida Rol por web

Ialdabode llegó a la Taberna mirando a su alrededor. Se acercó a la barra para hablar con el tabernero. Tenía que descubrir quién podía haber atacado a su ya muerto compañero, pero no sabía cómo sacar el tema.

Hola, señor. ¿Cuánto me costará aquí una bebida?

Si lo que quiere es tomarse una cerveza, por un módico precio de tres piezas de cobre será suya.

Muy bien dijo Ialdabode sacando sus tres monedas de cobre y depositándolas sobre la barra. Esperó a que el tabernero le trajera la cerveza y dio un sorbo antes de hablar.

Verá, señor, he venido aquí por algo en especial. No se si se acuerda de mí. El día de ayer estuve aquí, recogiendo a un amigo que cayó inconsciente en su puerta dijo señalando y susurrando.

No le quiero poner en una situación incómoda. Pero los guardias no son los más eficaces en ningún sitio. Quiero saber a quién podría dirigirme para obtener información sobre quién pudo disparar a mi amigo un dardo envenenado. Ha muerto, ¿sabe usted? Y me gustaría encontrar al culpable.

Siempre que haya problemas de este tipo lo mejor es hablar con los miembros del consejo, en el centro de la ciudad está la mansión de Lady Sheeva, ella quizá os pueda ayudar.

Está bien, me interesaba saber si usted sabía algo, pero bueno... Acudiré al consejo

Llegáis a una taberna llena de estatuas y figuras felinas de color blanco. Todas las mesas están decoradas con figuras felinas y vestidas de color blanco. Nadie parece recordaros, y nadie parece ser consciente de todo lo que acaba de pasar en la ciudad.

Parece una tarde normal, en una ciudad normal.

Ethan ayudaba a cada uno de sus compañeros, en la medida que sus fuerzas le posibilitaban, a llegar a la primera taberna que encontraron en Mereklar. Unos con más o menos vitalidad, consiguieron llegar hasta allí, consiguiendo un lugar donde recobrar el aliento y poder recuperarse de la enigmática experiencia que habían vivido.

Se situaron en una de las mesas laterales, evitando ser el centro de atención. Un grupo de 7 aventureros, con muestras de haber salido de un reciente combate, no era una visión demadiaso tranquilizadora.

El bárbaro observó como la camarera, una muchacha que rondaba los quince años, se acercó con ojos miedosos y manos temblorosas. No hacian buena cara, y eso era evidente en como la chica los observaba.

-Les puedo ayudar en algo...señores?

Ethan, con la voz más tranquila que pudo pronunciar, de dirigió a la muchacha con la máxima normalidad posible.

-Muchacha, necesitamos algo de comer y beber... Y si conoces algún sanador en el pueblo, búscalo, necesitamos de sus servicios.

Al ver como el rostro de la chica parecía volverse algo más pálido de lo normal, continuó...

-Somos buena gente, no temas. Solo que hemos tenido algún problema con..."malas personas". Va, corre y no pierdas tiempo, muchacha. Necesitamos tu ayuda!

Juro que me haré unos pendientes  con las pelotas del tal Grim.rezongo por lo bajó mientras paseó la mirada por la taberna.Nos perdemos en buenas palabras y así nos van las cosas , teníamos que haberle cogido la poción por las buenas o por las malas.Sonrió ligeramente  cuando un pensamiento pasa por mi cabeza.Acabaos de llegar y ya nos han traicionado dos veces debemos de ser los más tontos de la zona ......

Raellia era consciente de algunas de las miradas que les lanzaban, y no pudo evitar sonrojarse un poco, sintiendo cierta vergüenza al pensar en el aspecto que debían presentar. 

-Pues yo... Yo creo que hicimos bien. Aunque creo que era un hombre malo, no habría sido correcto acabar con él. No habría estado bien. ¿Cómo está él?-preguntó, señalando al hombre de la máscara de hierro que habían tenido que arrastrar hasta allí. No había dado señales de vida desde que se había desmallado, y preocupaba bastante a la paladín. 

-Dijo que le sanáramos con magia... ¿Por qué sería?

Ethan comenzó a pedir servicios a la camarera y yo me quedé en un segundo plano mirando la escena con preocupación. Jugueteando con las pocas monedas que tenía en mi bolsa analizo las necesidades más apremiantes que tengo, buscar algún sitio donde dormir y descansar. Aún me quedan raciones de viaje por lo que procuraré dedicar todos los recursos a pagar una cama, o algo de paja, donde dormir, y decido rechazar con educación la bebida y comida de la posada.

Las personas suelen tener motivos para hacer lo que hacen dijo Ialdabode ante la escapada de Jhon, pero se moría de curiosidad por conocer los de ese hombre. Sin embargo, sabía que no podía hacer nada.

Quizá prefiere usar magia simplemente por ser ahorrativo. La magia se recupera, una poción no soltó como una posible causa a la petición del hombre enmascarado.

-No creo que alguien con una armadura así se pare a pensar en ahorrar.-Digo sonriendo.-¿Os fijasteis en cuanto pesaba?*Ademas es el único de nosotros que no está consciente.

-Es cierto. Espero que alguien que tenga destreza en artes curativas pueda ayudarnos. Yo ahora mismo no podría prestarle auxilio-dijo apenada la paladín. Sin embargo, por mucho que le molestara, todo aquello ya no quedaba en sus manos. Lo único que podían hacer era esperar que todo se arreglase y que el sanador llegara pronto. Si no, quizás tendrían que cargar de vuelva con el a Tormentos, y a la catedral de Pelor. 

Inconsciente en un rincón de la sala, espero a que alguien sane mis heridas.

-Tengo una idea.-Digo levantándome.-Iré a Tormentos a Buscar un sanador. ¿De acuerdo?No creo que tardemos demasiado, así que en breves estaré de vuelta. Esperad aqui. 

Sin esperar respuesta, me levanto y salgo por la puerta.

- No es prudente, está anoche... ciendo.

Las últimas palabras no creo que lleguen a oídos de Nox pues deja la sala apresurado.

Es una locura. Cualquier encuentro en ese estado acabará con el.

Trato de centrarme en lo que hemos venido a hacer aquí pues poco se puede hacer ante semejante arrebato.

- Yo solo dispongo de 2 monedas de plata. Si alguien me puede prestar algo de dinero o está dispuesto a compartir habitación yo puedo dormir en el suelo.

Por suerte, yo no necesito comer ni beber, puedo mantenerme con mi energía dijo Ialdabode al tiempo que cerraba los ojos. Un leve brillo recorrió todo su cuerpo, devolviendo a su cara color.

¿Cuántas piezas necesitas, Balder?